viernes, 28 de octubre de 2022

La constatación de muchos fracasos

Sensación de Déjà vu la de anoche. Una experiencia amarga y de vacío intenso demasiadas veces vivida en el último lustro. Si algo nos aseguraban es que esto no pasaría más. Y no solo la eliminación en fase de grupos, que también, sino esa sensación de casi jugar a otro deporte, de niños contra hombres plasmada en esos disparos a puerta bloqueados por los gigantes bávaros sin aparente esfuerzo. La constatación de un fracaso, en forma de compulsa futbolística y clasificatoria que estamos muy lejos de la élite europea pese al ilusionante relato que en el verano nos hizo recobrar la ilusión a todos los culés, como demuestran los 84.016 espectadores que anoche se acercaron al Camp Nou pese a saber antes del pitido inicial, incluso antes de salir de casa o del trabajo, que estábamos eliminados de la Champions League.



Y es que la noche de ayer es la constatación de muchos fracasos, no solo de ese. Fracasos individuales y colectivos, económicos, deportivos y también institucionales. Hay nombres, decisiones y políticas que quedan con el culo al aire sin acabar el mes de octubre, con la casi certeza de que no nos han servido para lo que necesitábamos o al menos pensábamos que nos aportarían.

Vayamos de abajo a arriba. De lo menor a lo mayor. En primer lugar, el partido de ayer deja una serie de damnificados entre la plantilla. Unos, digamos colaterales como Bellerín, fotografiado en demasiadas ocasiones, incluyendo los dos primeros goles, o Kessie, incapaz ya de sostener el ritmo del Barça como para hacerlo con el del juego alemán. Ambos demostraron no poder ofrecer el mínimo nivel para formar parte de la plantilla que devuelva al Barça a la élite europea. Repasemos los tres grupos más importantes.

En primer lugar, los fichajes. Salvo quizás Koundé, que sin hacer nada del otro mundo podemos decir que estuvo a la altura del partido, el resto, en mayor o menos medida, pasaron de puntillas por el partido. Un Lewandowski, al que nada se puede achacar, frustrado según pasaban los minutos al saber que hace unos meses estaba en el lado ganador, y ahora apenas tocaba balones en el área y se iba a casa sin un remate que llevarse a la boca; Raphinha que parece haber perdido confianza según se le va relegando a un puesto de relleno en la delantera; Marcos, superado fuera de su posición en la que ve como un avión de 19 años recién cumplidos, que perfectamente podría haber jugado vestido de blanco, le cierra las puertas de la titularidad; además de los ya mencionados Bellerín y Kessie. Para este viaje, no hacían falta estas alforjas, pero eso vendrá luego.

En un segundo lugar, los "veteranos", como Ter Stegen, quien sin culpa en ningún gol volvió a ser goleado aun sin la inquisidora presencia de su némesis Neuer en la otra portería; Dembelé, que, pese a ser junto a Baldé el único que amenazó y ganó duelos en la primera parte, nos devolvió en la segunda parte a su versión habitual de azulgrana estos cinco años que tan largos se nos han hecho; o Frenkie de Jong, superado en todo momento pese a su innegable actitud luchadora, e incapaz de gobernar mínimamente el centro del campo ante Kimmich. Tres contratos inasumibles si el techo de este equipo es caer en fase de grupos de la Europa League y que se han contagiado de las taras psicológicas de los capitanes, personificados en la persona de un intrascendente Sergio Busquets, sin peso alguno en el juego ni en el partido, y dándole la razón a los que le unen a sus compañeros de capitanía al calificarlos como ex-jugadores. Eso sí, con contratos de top mundial en su plenitud, heredados de un pasado reciente y gravoso, del que no han querido renegar en forma de renegociación auténtica y generosa de sus condiciones contractuales, a las que tienen todo el derecho a aferrarse, pero que son paladas de tierra encima de sus tumbas futbolísticas, poniendo en riesgo con el paso de los partidos su legado entre el barcelonismo, desgraciadamente.

Y en tercer pero prominente lugar: Xavi. Un Xavi que va dilapidando al estilo de los capitanes (y según algunos arrastrado por ellos y sus presencias en el campo), todo el capital enorme que su bagaje como historia del barcelonismo sobre el césped traía consigo para compensar su falta de experiencia y la escasa cualificación de su cuerpo técnico. Cada vez se aleja más el Xavi de las ruedas de prensa, que parece tener tan claros los diagnósticos, las soluciones y su implementación (su "lo habíamos trabajado" va camino de convertirse en su "en un momento dado") del que vemos plasmado en el equipo sobre el césped. Debería saber que se le tienen muchas ganas en muchos foros, no solo en Madrid, y que si se ve destapado de su aura de leyenda como cerebro y capitán del mejor Barça de la historia, no tardará en sufrir un desgaste terrible, que difícilmente será suavizado desde el palco, donde diría que se le empieza a ver como un buen escudo más que una pieza capital sobre la que sustentar el proyecto deportivo y de club.

Y llegamos al club, incuestionablemente personificado en su presidente, Joan Laporta, pues su deriva de tratar al club como una "empresa familiar", unido a su personalidad y número de enemigos en todos los frentes, lo dejan diariamente a pecho descubierto ante las balas que silban en todas direcciones. Y es que el gran fracaso de esta eliminación en la fase de grupos es el de sus "palancas", ese audaz salto hacia adelante de vender parte del patrimonio del club para conseguir devolver al Barça a la élite europea.

Es evidente que no lo ha conseguido, se pongan los condicionantes que se pongan. Estamos en Europa League, en el mismo sitio que hace un año en Europa, que era el objetivo y justificación de formar esta gran plantilla esta temporada y de volver a poner en marcha el antiguo círculo virtuoso de su primera etapa como presidente. Porque, visto el nivel de la Liga Española, meterse en Champions es casi un paseo. Hasta un Barça como el del año pasado, noveno a estas alturas en Liga, y dejándose llevar las últimas jornadas, lo consiguió sobradamente. Entiendo que la primera palanca, la del 10% de los derechos de TV de la Liga era obligada por los requerimientos (covenants) de los principales acreeedores del club, pero los restantes 500M€ (15% de derechos TV de Liga y 49% de Barça Studios) no se justifican si vemos el resultado de la temporada en Europa.

Además, sin esos 500M habría sido mucho más sencillo convencer a algunos jugadores salir este verano traspasados, seguramente consiguiendo una reducción importante de la masa salarial (sueldos + amortizaciones), el principal problema a día de hoy del club, y de paso, nos habríamos ahorrado el aumento de 130M que se ha presupuestado para este año. Habría sido suficiente para fichar a Lewandowski como piedra angular incluso sin salir del 1:4, pues la cesión por segundo año de Griezmann, la venta de Coutinho ya en el último año de contrato, además de las salidas deseadas y no conseguidas, habrían hecho el hueco suficiente para acometer su incorporación. Sin olvidar, que precisamente ese 1:4 (o 1:3 en el mejor de los casos), permitiría reducir en el menos el doble del coste anual de las nuevas incorporaciones la masa salarial.

Y además, habría legitimado la petición de un esfuerzo real, y no el casi testimonial que hasta ahora hemos vivido, por parte de los capitanes, apelando a su barcelonismo y la situación límite del club, que es incuestionablemente real. Esto es difícilmente defendible con 500M de ingresos bajo el brazo y 150M gastados en fichajes. La apuesta era valiente y, como dije en su momento, perfectamente consustancial a lo que se espera de un Joan Laporta legitimado para tomar este tipo de decisiones por su aplastante triunfo electoral del año anterior. Pero llegados al día de hoy, podemos afirmar que es el principal fracaso de los consumados en el día de ayer.

Solo nos queda, que no es poco, la inasequible voluntad, no diría ya ilusión visto lo visto, del socio y aficionado culé, el verdadero triunfador de este primer tramo de temporada, acudiendo masivamente al Estadi, y apoyando continuamente al equipo independientemente del momento o partido. Y por supuesto, no lo podemos olvidar, dejando unos ingresos extra muy necesarios, gracias a la magnífica política de ticketing y a la vuelta del Seient Lliure. Como siempre que se le ha necesitado históricamente, el culé ha respondido con creces, y debemos felicitarnos por ello. Esperemos que el equipo y el club le sigan la estela. Hoy, está clarísimo que no es el caso.

martes, 8 de febrero de 2022

Los nuevos se estrenan en el Camp Nou

Tras cincuenta días de abstemia por obra y gracia del calendario esquizofrénico de Tebas, el culé volvía a sentar su posaderas en su asiento del Camp Nou. Desde su última visita, la variante omicrón ha llevado a unos índices de infección nunca vistos, hemos pasado un agitado mercado de invierno, se ha suscitado una polémica con la decisión sobre nuestro representante en Eurovisión y por el camino nos hemos dejado dos competiciones, Supercopa y Copa.

 

Durante este mercado de invierno, el Barça no ha dejado de trabajar incansablemente para darle a Xavi alternativas en ataque a la galopante falta de gol que castigaba doblemente por la fragilidad defensiva del equipo. Pese a las dificultades del arbitrario control financiero de la Liga, Mateu Alemany se ha apañado para traerle de vuelta el, ya conocido semanas antes, carácter ganador y optimista de Dani Alves, un fichaje de campanillas de gran proyección como Ferran Torres, un extremo potente y de desborde como Adama, y ya sobre la bocina, un delantero goleador contrastado pero desahuciado por su anterior equipo el Arsena, como el togolés Aubameyang.

 

Todos ellos se estrenaban (o volvían en el caso de Alves) en el coliseo blaugrana, para más inri en un gran partido. El último campeón de Liga nos visitaba con la cuarta plaza que da acceso a las Champions del año que viene en juego. Salvo el recién llegado Aubameyang, falto de ritmo por haber sido apartado por Arteta, los otros tres fueron de la partida este domingo a primera hora de la tarde.

 

El primero en dejar su sello fue Adama. Xavi le había pedido que diera amplitud y encarara. En la primera media hora, había desesperado a un impotente Mario Hermoso al que dejó atrás en sus primeros tres intentos de desborde, incluida su participación en la gestación del empate, y una asistencia de gol a Gavi en un centro tocado al segundo palo. Pero además del acierto, su toma de dicisiones fue perfecta. Pese a su demoledor acierto en el desborde, nunca abusó, evitando las aventuras de uno contra dos o contra tres, que muchos nos temíamos podrían venir tras el prometedor comienzo. Además, ayudó en defensa a su lateral, conectó por dentro con sus interiores y con Alves, y siempre fue una referencia posicional abierto pisando la cal en la derecha para su compañeros para desahogar el juego. Una puesta en escena deslumbrante en su vuelta años después a la casa que le vio crecer como futbolista.

 

La gran adquisición de este mercado, la única realmente troncal para el proyecto de Xavi es la de Ferran Torres. Ferran empezó amenazante con un disparo que se marchó por poco, tuvo un trabajo oscuro, fijando centrales, ofreciendo descargas a los mediocampistas y siempre desmarcándose con sentido. Estuvo cerca del gol en diversas ocasiones pero no estuvo acertado en el último momento. Ya tras la expulsión, ofreció desahogo al equipo y amenaza al espacio que se echaba de menos en el equipo. Con él, la sensación es que va a aportar muchísimo tanto en el juego como en el marcador, y que su techo no se le adivina por su juventud y crecimiento futbolístico de los últimos tres años. Xavi tiene claro que será una pieza clave para el proyecto que apenas empieza a caminar por su nivel futbolístico, capacidad goleadora y su verstalidad para el ataque.

 

El que mejor conocía el olor de la hierba del Camp Nou por haberlo pisado dos veces por semana durante ocho temporadas, posiblemente las mejores de la historia del club es Dani Alves. Su partido, manchado por su justa expulsión, fue un recital de fútbol. Un gol y una asistencia para los amantes de la estadística ni siquiera hacen justicia al despliegue de conocimiento del juego del brasileño en la tarde del domingo. Xavi le colocó en esa posición innovadora de lateral en fase defensiva y mediocentro o interior según requería la jugada en construcción, con el objetivo de generar superioridades por dentro ante el mediocampo rojiblanco que en ningún momento supo entender cómo pararle. Su posición interiorizada evitaba el dos para uno a Adama, y fue clave para que el de Hospitalet tuviera ocasión de encarar sabiendo que saliendo de su par el peligro se aseguraba. Aupó a Busquets a una altura superior desde la que acaudillar la excepcional presión del equipo tras pérdida, siempre ayudada por la mejora en el circuito de pases que la pausa de Alves le proporcionaba a la posesión azulgrana, y de la que participaba Alves saltando al centrocampista de banda cubierta su espalda por la exhuberancia de Araujo a campo abierto. Nadie diría ayer que tiene 38 años y más kilómetros que la guitarra de Angus Young.

 

El último en presentar credenciales en el estadio azulgrana fue el último en llegar, Pierre Emerick Aubameyang. Salió a la hora de juego por un ovacionado Adama, y en sus primeros tres toques, tres descargas de primeras al centrocampista de cara, todos tuvimos claro que no tiene nada que ver con los fichajes de mayor o menor urgencia que el club se buscó para complementar la delantera, y cuyo nivel, pese al innegable esfuerzo de casi todos ellos, no estaba acorde con un club de la grandeza del azulgrana. Auba es otro nivel. Sus 32 años, si esa cabeza no le vuelve a traicionar, deben darnos todavía bastantes tardes de disfrute en el Camp Nou, pues pese a encontrarse nada más entrar, con la expulsión de Alves, en un escenario nada favorable para demostrar su valía, fue una constante amenaza que mantuvo a los centrales ocupados, y una ayuda imprevista cerrando centros y apoyando en la defensa ordenada de la última media hora, en la que el equipo no permitió siquiera una ocasión de gol a un Atleti en superioridad numérica.

 

Fue un gran estreno en casa de los "nuevos" en una gran tarde de fútbol como ya casi no recordábamos desgraciadamente los culés. Cada uno puso su granito de arena en mayor o menor medida para una victoria tan importante como terapéutica tras la eliminación de las copas y las dudas que empezaban a sobrevolar en el entorno. Con estas cuatro incorporaciones, Xavi tendrá que empezar a escoger, y seguirá teniendo opciones en el banquillo para meter revulsivos si el plan inicial no acaba de funcionar en un partido.

 

viernes, 19 de noviembre de 2021

Comienza la Era Xavi

Hace casi un año que este Blog no tenía actividad. Reflejo perfecto de la falta de ilusión que muchos culés venimos sufriendo. Tras más de cuatro años escribiendo casi cada tres días sobre el equipo, había llegado un momento en el que ni siquiera el más apasionado sentía una identificación suficiente con el equipo. Además, el pobre juego continuado, por primera vez en muchos casos en la vida de los culés, hacía que se dejaran hasta de ver los partidos del Barça, ya no te cuento ponerse a escribir sobre ellos.


Retomo el Blog ya inmerso en el post-messismo, algo que no me podía imaginar cuando escribí la última entrada en la que Messi homenajeó a Maradona, días después de su muerte celebrando un gol con la camiseta que vistió Diego con su equipo de la infancia, Newell´s Old Boys. Y lo hago también, cuando se ha retomado la única vía que podía hacer mínimamente digerible el adiós del rosarino, el camino de la identidad.

Un camino de la identidad que discurre por dos carriles: el modelo y los jugadores. El modelo representado en la llegada de Xavi, un convencido del asunto, de cuya militancia no cabe la más mínima duda, pues lo ha mamado toda la vida y, además, le ha reportado un palmarés que muy pocos jugadores de la historia pueden siquiera competir.  Conceptos como el tercer hombre, alternativas trabajadas en la salida de balón, circuitos de pases en campo contrario para ordenarse a través del balón y en consecuencia favorecer la presión post-pérdida volverán a ser el pan nuestro de cada día tras demasiado tiempo olvidados en un rincón de nuestra memoria futbolera como culés.

Y no solo son conceptos que nos harán recordar tiempos mejores, sino que son los mismos que llevan practicando, de manera casi obsesiva desde la infancia, las nuevas esperanzas, quizás salvo Pedri, que aprenderá rápido y mejorará mucho de la mano de Xavi. Ansu, Gavi y Nico llevan años interiorizando estos conceptos, siendo programados para dar su mejor rendimiento con ellos. Y estos jóvenes son claves en este segundo carril del camino de la identidad, pues los culés los consideramos más nuestros que cualquier fichaje que se pudiera llegar a acometer, incluso si la economía y el maldito límite salarial nos lo permitieran. Son como de la familia, y a la familia se le perdona casi todo, y se le tiene una paciencia que en otras circunstancias no se tendría. Una paciencia que como afición madura necesitamos, porque no podemos esperar un cambio radical el primer día, ni siquiera el segundo o el tercero. Pero sí que iremos viendo detalles, progreso, evolución hacia donde queremos llegar.

Xavi es el clavo ardiendo al que nos agarramos desde el barcelonismo. Llega con una unanimidad desconocida. Su recuerdo como jugador le otorga un crédito que, hoy en día, solo Guardiola podría superar. Pero a diferencia de Pep, Xavi no tiene detractores en el pestilente entorno tóxico azulgrana, hoy en día agitado ante cualquier decisión de Laporta y sus chicos con una intensidad inversamente proporcional a la que les producían las tropelías de la década ominosa, la destrucción del mejor equipo del mundo por fascículos que se vino perpetrando desde 2010, y cuyo capítulo final dejaron protagonizar en un plot twist absolutamente diabólico, a Laporta en la despedida de Messi. Y Xavi es el único acostumbrado a que se le compare con Guardiola, pues su crecimiento como jugador tuvo siempre la sombra alargada del de Santpedor, por lo que las comparaciones no le pesarán, y ojalá pueda desterrarlas como lo hizo de jugador.

El Barça vive al día, en una situación tan delicada que solo un alineamiento absoluto entre club, equipo y afición puede dar opciones de reencaminarnos hacia el lugar de donde nunca debimos salir, la élite futbolística europea. Hasta la llegada de Xavi, un Laporta poco convincente y tocado por la marcha de Messi, un entrenador mediocre como Koeman y una plantilla disminuida tanto respecto al nivel de sus componentes como por la lesiones de algunas piezas importantes habían alejado al aficionado del Camp Nou, dejando alguna imagen triste de apenas 40.000 espectadores en el campo, una imagen ochentera que algunos que la habíamos vivido aspirábamos a no volver nunca a presenciar.



Ahora, Xavi, sumado a la llegada de Alves (bonito y barato seguro, y seguro que más bueno que lo que muchos vaticinan), ha despertado la ilusión del barcelonismos, casi tanto como las críticas desmesuradas desde el otro lado del Puente Aéreo, con la inestimable ayuda del tonto útil de turno, que se utiliza para justificar una supuesta equidistancia mostrando una cuota culé obligatoria en las tertulias y programas de alcance nacional, pero querencia más localista. Xavi es ahora el indiscutible e indiscutido líder del proyecto. Y esa figura se hacía casi tan necesaria como el cambio en el banquillo.

Nada nos asegura que vaya a salir bien, aunque podamos tener confianza por los indicios que nos van llegando, pero lo que es seguro es que sea como sea, Xavi, como cantaba el gran Frank Sinatra, lo hará a su manera. Y desde aquí lo aplaudimos sin ambages.