jueves, 27 de septiembre de 2018

Liga 2018-19. Jornada 6. Leganés-Barça. Naufragio en Leganés. Accidente o síntoma.

Primera jornada intersemanal, y el Barça visitaba el campo de Butarque, en las afueras de Madrid, en Leganés, donde hace ya años que trabajo y que por ello, goza de mis simpatías inequívocas. Tras el empate del fin de semana ante el Girona, pareciera que siendo el colista, con apenas un punto, era una víctima propiciatoria para la revancha azulgrana (o amarillo fosforito) y ahuyentar cualquier ápice de dudas sobre el equipo.


Y sin embargo, asistimos a un naufragio, una especie de harakiri colectivo del equipo, que me recordó dolorosamente a la derrota de Roma, porque tras el segundo gol del Leganés que remontaba el partido se produjo el mismo efecto que con el tercer gol en Roma. El equipo, absolutamente desquiciado y sin rumbo alguno, no fue capaz de construir un escenario que facilitara la remontada. Había más de media hora, una supuesta superioridad técnica, y un rival cansado, y el ataque azulgrana fue incapaz de acorralar a los pepineros en su área. Es más, cada vez que el balón pasaba del medio campo, se mascaba más peligro que en los insulsos y espesos ataques culés.

La alineación había sido numerosa, con la presencia de Vermaalen en el lateral izquierdo y Munir por Suárez en punta. Los primeros minutos fueron un recital de desmarques y arrastres del hispano-marroquí, que culminó en el gol de Coutinho es un gran golpeo en la frontal habilitado por un arrastre de Munir que Messi, tras irse de la vigilancia de cuatro locales, había detectado. Y con posterioridad, otro poste, o mejor dicho escuadra de Messi, en lo que parecía una segura y amplia victoria de los visitantes.

Sin embargo, en los últimos minutos de la primera parte comenzaron los problemas. Dembélé, se cerraba continuamente, facilitando un embudo por parte de la defensa del Leganés, ante la inoperancia ofensiva de Vermaalen y el juego predominantemente interior de Coutinho. Munir seguía compensando por delante los movimientos de Messi, pero cada vez se acumulaba más gente en menos espacios, y el Leganés comenzaba a desperezarse, aunque con poco peligro. Se llegaba al descanso con una sensación de más a menos clara.

Y la vuelta del vestuario no solo lo confirmó, pese a unos primeros ataques azulgranas. En un solo minuto cambió todo. Un balón cruzado desde la defensa ganando la espalda de Sergi Roberto, acababa en un centro muy bombeado, al que Vermaalen no llegaba a cerrar y El Zhar a placer cabeceaba el empate. A continuación, según se sacaba de centro un balón de Coutinho perdido en mediocampo tras recibir de Umtiti acabó en un balón en profundidad para el bullicioso En-Nasyri en carrera con Piqué, acabó con un despeje defectuoso al centro que Oscar Rodríguez el talentoso canterano, muy motivado como se vio en sus patadas, rebaño para batir sin remisión a un Ter Stegen que empieza a recoger demasiados balones de su red, aunque no se le pueda achacar demasiado.

A partir de ahí, lo comentado. Impotencia, espesura, y una imagen muy triste del Barcelona, con entrada de Alba, Suárez y Malcom para sustituir, hombre por hombre a Vermaalen, Munir y Démbélé, sin demasiada incidencia en el juego, incapaces entre todos de cambiar la dinámica del partido o al menos evitar la derrota en una jugada aislada. Y todo esto frente a un equipo que muy a mi pesar, no demostró mucho más que ganas y garra, y que sigue siendo un candidato preferencial para el descenso, aunque me encantaría que así no fuera.

Primera derrota en la sexta jornada cuando el año pasado tuvimos que esperar hasta la penúltima para asistir a una derrota. La pregunta es, ¿accidente o síntoma de algo más grave? Yo, no me siento capaz de decantarme, pero estoy profundamente preocupado por esta segunda temporada de Valverde. Tengo serias dudas que el techo de Valverde sea más que el equilibrado pero aburrido en general equipo del año pasado. Si así fuera, sería de agradecer que se eche a un lado, pues una vez superada la ruptura con Neymar, debemos volver a jugar un fútbol atractivo. Y no veo evolución sino lo contrario. Pero quién soy yo...

Además, el Madrid perdió 3-0 y somos más líderes, ¿no? A ver si dejamos atrás de una vez los ochenta, ¡Me cago en todo!

Actualización del Bestiapardómetro, que a pesar de todo sigue sumando:

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lunes, 24 de septiembre de 2018

Liga 2018-19. Jornada 5. Barça-Girona. Primeros puntos perdidos paradójicamente en el mejor partido del equipo

Quinta jornada de Liga en el Camp Nou con la visita del presuntamente amable Girona que volvía al Camp Nou tras sufrir la temporada pasada la devastación que sembró la Bestia Parda en una huracanada primera parte tras haberse adelantado los rojiblancos en el marcador nada más comenzar. Los locales recibían a sus vecinos del norte con pleno de victorias y reafirmados por el estreno goleador en Champions contra el PSV Eindhoven.



Valverde realizó los primeros cambios significativos, dejando en el banquillo a cuatro miembros del once de gala: Sergi Roberto, Umtiti, Rakitic y Coutinho. Lenglet tenía su primera y a posteriori desgraciada, titularidad en el Camp Nou, a la par que se renovaban los interiores con la entrada de los "arturos" (Vidal y Melo) para acompañar a Busquets en la sala de máquinas, para dejar a los tres de arriba intocables en este comienzo de temporada.

El partido comenzó bastante bien, con algo más de fluidez en el juego, con Messi bajando al interior e intercambiándose con un Vidal, más agresivo de lo que otros interiores suelen mostrar, muy tendente al pico del área. Busquets y Arthur buscaban acomodo, dejandole el de Badía en ocasiones los mandos del juego, y estirándose hacia arriba y hacia los lados para compensar le excesiva tendencia del brasileño a acercarse al balón. Sin embargo, es Arthur todavía un jugador demasiado tímido, lo que le lleva a un exceso de horizontalidad en sus desplazamientos, quizás todavía con miedo a perder un balón comprometido. No debería, pues simplemente con su manera de perfilarse al recibir y sus gestos que recuerdan tanto a Xavi Hernández tiene ganada cierta bula del Camp Nou. Seguimos con muchas ganas de verle más ratos para ver si acaba por deshacerse del plástico del envoltorio que parece que le limita.

Llegó el gol habitual de Messi a pase de un muy compatible con él, Arturo Vidal, que pasó el rosarino a la red con ese aire funcionarial tan irritante para los rivales como embriagador para los culés. Ya había avisado minutos antes con un slalom paralelo a la línea frontal, desparramando centrales como quien abre las cartas en el ascensor tras revisar el buzón, y solo una mano providencial de Bono, muy acertado toda la noche, evitó otro gol de bandera de la Bestia Parda.

En estas, con el partido muy controlado, salvo una salida del velocísimo Portu que salvó Piqué bajo palos, con el 2-0 a punto de caer como esa gota en el deshielo, llegó la expulsión de Lenglet, que cambió absolutamente el guión del partido. Valverde, dado que apenas quedaban un par de minutos para el descanso y tampoco parecía que el Girona asustara, demoró la salida de Umtiti colocando a Busquets junto a Piqué, pero perdiendo totalmente el mediocampo. En la única jugada en las cercanías del área culé, Busquets no llegó a un centro y Stuani, adelantándose a Piqué y ante la salida de Ter Stegen, empataba el partido y lo llevaba al descanso lleno de incertidumbre.

En el descanso, Valverde hizo el cambio que se le atrasó y fue Dembélé el sacrificado. Empezó la segunda parte con un par de acercamientos peligrosos, pero en un duelo en velocidad entre Portu y Piqué, acabó con un mano a mano salvado por Ter Stegen, pero en el rechace, Stuani de nuevo fusilaba para poner por delante a los gerundenses. Cuesta arriba se presentaba el resto del partido. Para buscar la remontada, Valverde cambio los  interiores, entrando los del once de gala.

Coutinho, con su agresividad con balón, en cierto modo ocupaba dos posiciones, interior y extremo izquierdo interiorizado, reforzado por un Jordi Alba que tomó su banda como en la temporada anterior. Con Piqué acaudillando los envites, con gol del empate incluido, el Barça se lanzó a por la victoria, sufriendo a mi modo de ver bastante poco, pero sin poder rematar la faena con un tercer gol que recompensara el esfuerzo y el juego azulgrana.

Se acabó el encuentro, volando los primeros 2 puntos del Camp Nou, pero paradójicamente, dejándome las mejores sensaciones de lo que llevamos de curso, goleada al Huesca incluida. Los mejores minutos de fútbol colectivo de la temporada en la primera media hora, y una demostración de coraje y gen competitivo, con la aportación de un andamiaje táctico que dio para con un hombre menos, y bien es cierto que con un importante desgaste físico que veremos si pasa factura en los próximos partidos, tener opciones hasta el último minuto de levantar un partido que se había puesto muy cuesta arriba a falta de poco más de media hora.

Del árbitro, ya hablan muchos, yo solo decir que no fue el VAR quien expulsó a Lenglet, sino la interpretación de un árbitro tras tener la suerte de no tener que decidir en décimas de segundo. Pero las polémicas, en otra ventanilla...

Actualización del Bestiapardómetro:


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miércoles, 19 de septiembre de 2018

UCL 2018-19. Jornada 1. Barça-PSV. Gran resultado en otro partido con asterisco

Volvía la Champions al Camp Nou, en una hora novedosa, y un tanto bizarra, las 18.55. En otra muestra de lo que le importa a los rectores del fútbol el aficionado (nada de nada), y siempre intentando sacar el máximo rédito económico a las retransmisiones televisivas, a partir de este año, se dobla el horario Champions en dos turnos. El primero, para países de costumbres laborales poco higiénicas como el nuestro, impide la asistencia de muchos feligreses, ya sea en el campo o frente a la televisión. Además, esa liturgia histórica de las 20.45 se pierde, así como el desdén de cuándo nos preguntaban los "no iniciados" sobre la hora del partido de Champions. Ya no les podremos decir aquello que a la de siempre, y seguramente será en el año que por fin se lo habían aprendido.



El primer rival de Champions era uno de aquellos clubes extremadamente ligados al Barcelona, el PSV Eindhoven, fuente de numerosos fichajes azulgranas, la mayoría exitosos como Koeman, Romario, Ronaldo o Cocu, y entre los que se encuentra su actual entrenador, Mark Van Bommel, titular en la final de París en 2006, que pasó dos temporadas en el club con más pena que gloria. Venía el PSV de arrasar en las primeras jornadas de la liga holandesa con 5 victorias en 5 partido, y con un reciente 0-7 en el que dejaron patente su gran pegada, por supuesto a escala Eredivisie. 


Estos equipos, acostumbrados a ser protagonistas, suelen sufrir especialmente en el Camp Nou al no poder disfrutar del balón y no estar acostumbrados a sufrir en el repliegue. Y a pesar de que el comienzo del partido fue esperanzador para los holandeses, que llegaban con más peligro que los azulgranas, el resultado final, 4-0, parece confirmar esa impresión inicial.

El partido nos dejó, sobre todo 4 goles de bellísima factura, el primero a la media hora en uno de los mejores tiro libres que le recuerdo a Messi, lo que no es decir poco; suave, por encima de la barrera, alejándose del portero y aterrizando en la misma escuadra. El segundo, ya casi en el último cuarto de hora, de Dembélé tras fenomenal jugada individual y que confirma su momento dulce ante el marco contrario. El tercero en jugada coral de ataque, tras asistencia por encima de la defensa de Rakitic, amago de Luis Suárez y majestuosa finalización de Messi a bote pronto de primeras, con rosca al segundo palo, inaccesible para el portero holandés. Y el último, cerrando el hattrick de Messi, tras sensacional pase al hueco de Luis Suárez, que se va entonando en el juego, no en el gol en Champions desafortunadamente, que culminó el rosarino con un remate cruzado de derechas (ya se puede decir su pierna un poco menos buena) sin opción una vez más para el pobre Zoet que recogió cuatro veces la pelota de su portería sin tener opción alguna para impedir ninguna de ellas.

Pero el partido, sigue dejando algunas dudas por despejar en el juego del equipo, una especie de asterisco que me gustaría desglosar. Todo parte de colocar a Leo de extremo derecho de partida, que además, en la entrevista de hace 15 días en Catalunya Radio mencionó él mismo que es desde donde prefiere partir. Así que parece que no tiene pinta de tener vuelta atrás este cambio de partida de la Bestia Parda. Pero igual que el año pasado todo encajaba, salvo quizás no poder salvar al soldado Suárez, este año, salvo Dembélé (y porque está de muy dulce cara al marcador como he comentado) y algo Suárez, el resto de las piezas se ven forzadas y menos potenciadas.

Empecemos por Busquets, que tiene menos libertad a liderar la presión hacia adelante casi en la frontal, porque deja un latifundio entre él y los centrales, y esto reduce las ocasiones creadas en recuperación tras pérdida, una mina el año pasado. Y en caso de una transición, sufre más por no tener tan cerca y centrado a Rakitic.

El croata, además, se ve menos protagonista con el balón, vuelve a tener que compensar en cierto modo los movimientos de Leo una vez se desencadena el ataque, quedando más frecuentemente abierto a banda y teniendo que correr más para ayudar a Busquets en las transiciones. En defensa posicional, ahora está en banda, no tan centrado, y creo que su capacidad de quite queda menos aprovechada, así como su buen juego aéreo defensivo.

Coutinho, pese a que a día de hoy es mucho mejor once que diez para el Barça (en terminología numérica clásica), se ve obligado a jugar de interior, donde es cierto que le necesita a medio plazo más el equipo y que seguro que llegará a ser capaz de dar fluidez, pero a día de hoy, solo aporta su juego incisivo y su búsqueda de la frontal, pero hace pesado el juego posicional, a lo que hay que sumar, que todavía no ha encontrado la compatibilidad con el Dembélé que interioriza en ataques posicionales, y se pisan muchas veces. Además, en la transformación defensiva, se convierte en el acompañante de Busquets, y ni por físico (sobre todo en aéreo), ni por quite, aporta demasiado ahí.

Jordi Alba, pese a que lo anteriormente comentado de la tendencia de Dembélé a cerrarse en ataque posicional, fomenta su llegada por fuera, tampoco se le ve cómodo en la relación con Coutinho y Dembélé, aunque este problema lo veo pasajero y resoluble por si mismo en muy corto plazo simplemente por el hecho de ir jugando los 3 juntos y conociéndose más.

Parece un análisis, éste, un tanto pesimista, pero yo quiero creer que Valverde tiene una idea que todavía no se ha podido plasmar, y como el año pasado, los actuales resultados positivos le dan dos puntos a favor al construir desde la victoria: si se sigue ganando las críticas serán más llevaderas y los jugadores se sentirán más seguros en la evolución del nuevo sistema que quiere desarrollar el entrenador.

Estoy deseando ver cómo va resolviendo Valverde todos los puntos que creo que chirrían a día de hoy y que en juego se resumen en que el ataque posicional es demasiado espeso y lento y que, en consecuencia, sufrimos demasiadas transiciones porque perdemos el balón mal parados. Dos aspectos muy fácilmente perceptibles en el partido de ayer hasta el 2-0.

Messi sumó otros 3 goles, con lo que el Bestiapardómetro queda:

Goles: 7
Asistencias: 2
Penúltimos pases: 0
Postes: 3

martes, 18 de septiembre de 2018

Liga 2018-19. Jornada 4. Real Sociedad-Barça. Victoria importante eclipsada por las malas sensaciones

Llegaba la cuarta jornada tras el habitual parón de selecciones de comienzo de temporada. Esta vez, dadas las renuncias de Piqué (definitiva) y Messi (seguramente temporal) de sus selecciones, y la no convocatoria de Jordi Alba tras sus desencuentros con Luis Enrique, se podía prever un efecto más reducido del llamado Virus FIFA, en la vuelta a la Liga. En contraposición, el Barça visitaba el campo con peores resultados de toda la Liga española en la última década, el remozado Anoeta, que tras sus todavía inacabadas obras, ha devuelto a la Real Sociedad un auténtico estadio de fútbol que, si bien nunca tendrá el sabor y calor del añejo Atocha, sí que a mi modo de ver, debe sumarle unos cuantos puntos por temporada con la cercanía y presión de la grada. Cuando acaben el fondo que falta, quedará un estadio muy de mi gusto personal, futbolero y moderno a la par.


Este fin de semana me ha pillado de retiro rural absolutamente recomendable en un pueblo cercano a Soria, El Royo, invitados por unos buenos amigos, y donde hemos podido respirar aire puro, tranquilidad, y soltar a todos los niños sin los temores de la ciudad. Y bien que lo hemos disfrutado, tanto las pequeñas, como nosotros. La única pega es que el partido del Barça era en una hora un tanto inconveniente, la de la siesta, y al final, tuve que verlo vía internet, aunque el retardo no me supuso problema alguno, envuelto en el  más absoluto silencio. Nada que ver con los habituales spoilers de griterío de barrio, si lo ves de ese modo en Chamberí.

De entrada, Valverde sorprendía con un par de rotaciones significativas. Dando descanso a Busquets y Coutinho, piezas clave en sus selecciones, sustituidos por Semedo y Rafinha, inéditos hasta la fecha, pasando Sergi Roberto al interior derecho y Rakitic al medio centro. La prueba, desde luego, no se puede considerar un éxito en absoluto, aunque también cabe preguntarse si en el partido más complicado de los 4 disputados hasta la fecha, era el momento de comenzar a rotar. Mi respuesta, contundente, es no, desde luego.

Comenzó el Barcelona con una posesión bastante inocua, faltos de velocidad en la circulación con la presencia de un Rakitic demasiado incrustado entre los centrales, pese a que la Real Sociedad no desplegó una presión que justificara tal movimiento. Esto, además, implicó que los interiores tuvieran que jugar demasiado tiempo de espaldas, al no ser tampoco ni uno, ni otro especialmente expertos en perfilarse correctamente. Tampoco ayudó que jugaran a pie natural, y no cambiado, lo que les hacía controlar muchas veces de espaladas con la pierna más cercana al contrario, imposibilitando la progresión de la posesión azulgrana.

A esto se le sumó el acierto realista en su primera aproximación al área azulgrana, en un balón parado mal defendido por la defensa azulgrana que acabó con un contundente remate de Aritz Elustondo. A partir de ahí, intensificó el repliegue la Real, tapando con muchos hombres tanto el pase a Messi (magnífico Zurutuza en este aspecto), como la salida por la izquierda del sector Alba-Rafinha-Dembélé. Esto dejaba, con la tendencia interior de Messi toda la banda para un Semedo, al que los realistas flotaban, y que no fue capaz de avanzar con regularidad hasta la frontal del área, donde podía encontrar sus primeros obstáculos en el planteamiento txuriurdin. Era el paradigma del dominio estéril, pues se llegó al descanso con apenas un par de acciones ofensivas de Piqué, siempre a balón parado, y la Real, apenas volvió a pasar de medio campo.

Se imponía un giro radical en el juego azulgrana si se quería sacar algo en positivo de Anoeta. Así, Semedo abandonó el campo en el descanso, entrando Coutinho, pasando Sergi Roberto al lateral derecho y Rafinha al interior derecho. Los interiores empezaron a jugar a pie cambiado y Coutinho amenazaba con su habitual agresividad en el pase y la conducción. La entrada de Busquets por Rafinha trajo consigo dos cuestiones. La primera, que volvíamos a jugar con los mismos once que en las tres primeras jornadas de Liga, ergo experimiento fallido y más razones para Valverde para sobrecargar su once con el consecuente problema que eso implica para el mes de marzo y abril, y como segunda, ésta respecto al partido, que el Barcelona verticalizó mucho más su juego, arriesgando en pos de mayor cosecha ofensiva, pues solo gracias al extraordinario acierto de Ter Stegen en un par de mano a mano, pudo mantenerse en el partido el equipo azulgrana.

Bien es cierto que, a cambio, se merodeaba con asiduidad y peligro la meta de Rulli, quien a la postre fue un colaborador necesario en la victoria, con su desacierto en el juego aéreo. En dos jugadas casi consecutivas de córner, Rulli por dos veces despejó al aire, y el balón acabó alojado en su portería a remates de Suárez primero, y Dembélé, precedido de un par de desvíos realistas, después. Parecía que el partido se aproximaba a una sentencia azulgrana, pero Valverde decidió de nuevo, proteger el resultado, defendiendo los espacios y no con el balón. Salió Dembélé y entró Arturo Vidal, sustitución que va camino de convertirse en un clásico fuera de casa con marcadores ajustados, y se perdió absolutamente el control.

La salida de Dembélé liquidó una parte importante del ataque al espacio azulgrana, y la entrada de Vidal, envió un mensaje conservador a los cerebros de los jugadores que tuvieron como consecuencia ser sometidos durante los últimos minutos territorialmente como no lo habían sido en ningún momento del partido. Al final, la falta de acierto realista, como la que también tuvo el Valladolid en Zorrilla, impidió que se quedara algún punto en San Sebastian.

En resumen, una victoria importante en un campo históricamente muy complicado en un mal partido. El típico escenario que los clásicos llaman "victorias que dan Ligas", pero que yo veo con mucho más escepticismo, pues las sensaciones del juego azulgrana, esta vez sin la excusa del estado del campo, fueron las más negativas de lo que llevamos de temporada. Con el comienzo de la Champions tendremos la respuesta a si ha sido apenas un mal día en la oficina, o una tendencia. Esperemos que se trate de lo primero.

martes, 11 de septiembre de 2018

Fichajes 2018 (II): Clément Lenglet

Tras el exótico, trompicado, y a mi modo de ver deportivamente erróneo, aunque económicamente incuestionable, paso de Yerry Mina y sus bailes por el Camp Nou, culminado con su salida hacia Inglaterra, donde el dadivoso Everton ha acogido generosamente a algunos de nuestros más anhelados descartes, se abría la necesidad de contratar un cuarto central, que complementara a la actualmente indiscutible pareja Piqué-Umtiti, y que peleara el puesto de central suplenete a Vermaalen, que tras su gran rendimiento durante la lesión de nuestro Puyol negro la temporada pasada, se ha ganado una continuidad en la plantilla.


Y la dirección deportiva azulgrana, se fue a fijar en un joven central francés con conocimiento de la Liga Española, pues venía jugando desde enero de 2017 en el Sevilla: Clément Lenglet. La apuesta parece segura y pese a la negativa a negociar de los hisplenses, el Barcelona finalmente depositó en la Liga de Fútbol Profesional, la cláusula de rescisión del jugador, de más de 35 millones de euros, lo que le convierte en el defensa más caro de la historia del club azulgrana.

Lo primero que me parece relevante decir de Lenglet es que es zurdo. Esto, que normalmente no deja de ser una ventaja en el mundo del fútbol por su escasez, en el caso de la retaguardia azulgrana queda revestido de una cierta redundancia, pues tanto Umtiti como Vermaalen también lo son. Y esto, desde mi punto de vista representa un inconveniente, ya que la más acusada lateralidad de los zurdos les dificulta el jugar con perfiles cambiados, aunque ya el año pasado Umtiti, haya pasado por esa situación con cierta solvencia. A mi, personalmente, (y como zurdo) es algo que no me gusta en absoluto, y de hecho era el mayor inconveniente que ya le veía al interés por Íñigo Martínez durante el verano pasado.

Futbolísticamente, Lenglet se acerca más al perfil Piqué, que al de central corrector, pese a que su rapidez no es desdeñable pese a algunos problemas que por ejemplo en la Supercopa pudiera tener. Su limpieza en el trato de balón, le hace ser una pieza fundamental en los primeros pasos del ataque de su equipo, en ese camino central-lateral-extremo o central-lateral-interior que suele seguir el Barça en su salida por el sector izquierdo.

A su capacidad de asociación hay que sumarle un punto que, desde la partida de Rafa Márquez he echado en falta en los defensas centrales azulgranas, el desplazamiento en largo. Lenglet, puede facilitar con sus diagonales, tanto la llegada de los laterales Semedo o Sergi Roberto, como sobre todo facilitar las recepciones de Messi en derecha, donde parece que Valverde ha decidido situar su punto de partida esta temporada. Estas recepciones del cambio de juego del francés, puede poner al rosarino en unos contra uno en tres cuartos, lo que sería casi sinónimo de ocasión de gol del Barcelona.

Otro punto muy fuerte de Lenglet es el juego aéreo. Especialmente impresionante fue su eliminatoria con el Manchester United, sobre todo en el partido de Old Trafford, donde le ganó la partida al tanque belga Romelu Lukaku, además de blindar ante el resto de torres del equipo de Mourinho (Fellaini, Lindelhof o Matic) el área sevillista a balón parado. Su buena estatura y condiciones físicas para el salto, se ven acompañadas por una muy buena lectura de la anticipación, virtud que también atesora por abajo, pero que destaca sobre todo en sus juegos aéreos.

La única duda que me suscita es cierta falta de contundencia en algunas ocasiones, caracterísitica que ya alguna vez le había adivinado con el Sevilla, además de cierta rigidez en la cintura ante delanteros habilidosos, como se vio ante Sarabia y Muriel en Tánger, aunque quizás la altura de la temporada pueda haberle pesado a un futbolista corpulento como el francés. Veremos según vaya avanzando la temporada si se evapora esta sensación o por el contrario se le comienzan a ver las costuras en este sentido ante equipos que coloquen a hombres rápidos y habilidosos en el sector derecho del ataque.

Lenglet también podría ser una solución de emergencia en el lateral izquierdo, o un recurso si se busca por parte del contrario el balón aéreo sobre Jordi Alba, como ha ocurrido en algunos partidos en temporadas pasadas, aprovechando los rivales para asentar posesiones en tres cuartos al superar al de L´Hospitalet de manera sencilla en esa suerte.

Su juventud (23 años) y su perfil, le podría convertir en un sucesor de Piqué en la defensa azulgrana a medio plazo, donde con Umtiti, si consiguen solventar la problemática del zurdo en derecha, podrían ser una pareja para muchos años en el Barcelona. De momento, Lenglet debe conformarse en estos primeros partidos con minutos sueltos desde el banquillo, donde ha empezado a jugar con Piqué, en una de las parejas de centrales de mejor salida de balón del fútbol mundial a día de hoy.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Fichajes 2018 (I): Arthur

De todos los fichajes que ha realizado el Barcelona, casi desde Neymar, el que quizás más ilusión me ha hecho, por perfil, ha sido del gaucho Arthur Henrique Ramos de Oliveira Melo, futbolísticamente conocido como Arthur. Mi conocimiento del jugador, se limitaba a apenas tres ratos y algún vídeo de highlights (de los que suelo desconfiar), pero tan solo me bastaron 4 minutos del primer partido de pretemporada ante el Tottenham Hotspur (que será también rival en el grupo de Champions) para tomar conciencia de lo buenísimo que era el brasileño, y lo bien que encajaba en lo que a mí, personalmente, me gustaría que fuera el estilo del Barça: el juego de posición.


Arthur es un jugador que entra por los ojos fácilmente, pero es una cualidad que en aquellos cuatro minutos demostró varias veces la que más me fascina del jugador, lo bien que se perfila al recibir para optimizar el control orientado que a su vez facilita enormemente en dar continuidad al juego. Justo ese punto que me desesperaba de Paulinho y André Gomes siempre perfilados al recibir con las puntas de sus botas señalando al emisor del pase, perdiendo esas décimas de segundo que por un lado facilitan la llegada de la presión del contrario, y por otro espesan la circulación del balón, facilitando que las estructuras defensivas basculen y no tengan que darse la vuelta.

También se puede apreciar claramente que la utilización de su cuerpo, más fuerte de lo que pudiera parecer, le permite poder esconder el balón a los contrarios, apoyado en un centro de gravedad bajo, y su exquisito uso tanto del interior como del exterior del pie en los controles. Además, tiene absolutamente interiorizado que su influencia no se limita a cuando recibe el balón y lo suelta, sino que facilita la continuidad con desmarques de apoyo tras soltar la pelota, siendo siempre una opción de salida de seguridad para el receptor de sus pases cortos.

En aquel primer partido, incluso nos regaló un golazo de gran disparo a la escuadra, pero en el resto de partidos no se ha prodigado en absoluto en esta suerte, que sería un recurso muy útil a sumar al disparo de media y larga distancia de Coutinho y Rakitic. Con el paso de los partidos se ha ido mostrando algo más tímido, quizás poco a poco intimidado por el elenco de compañeros que iban llegando de vacaciones. Ello, también incidió en un conservadurismo en sus acciones, siempre priorizando la conservación de la posesión a la batida de líneas, que por sus condiciones técnicas debería ser uno de sus fuertes. Tampoco se ha prodigado en las conducciones y desbordes que tanto le caracterizaban en su estancia en Gremio.

Esta timidez, deberá ir poco a poco superándola, así como aprender a desenvolverse en el ecosistema culé, donde no es necesario que vaya a buscar tanto el balón a la vera del compañero para casi arrebatárselo. En Brasil, debía auxiliar a centrales y medios para dar fluidez, pero en el Barcelona, poco a poco se irá dando cuenta, que debe esperar a que le llegue el balón de sus compañeros, fijando su posición y dando la amplitud necesaria. Éste último, quizás es el área de mejora más clara de Arthur en estos primeros meses, pero estoy seguro que una vez asentado en su nueva realidad no tendrá ningún problema en comprender mejor lo que la jugada le pide en el juego de posición azulgrana.

Esta adaptación al club y a la ciudad, ayudado por sus compatriotas Coutinho, y sobre todo Rafinha, parece que va sobre ruedas. Y el espaldarazo definitivo le ha llegado en la entrevista que hizo Messi en Catalunya Radio, donde destacó que entre los fichajes el que más le había impresionado era Arthur, por la calidad que tenía y su semblanza con los jugadores que solían salir de La Masía. Además, su fichaje por el Barça le ha catapultado a la selección brasileña, donde un perfil como el suyo, hace mucho tiempo que no se da, con centrocampistas de corte físico y defensivo, o delanteros y mediapuntas ocupando el centro del campo de la verdeamarelha, lo que abre un espacio a Arthur como alternativa a los laterales (Marcelo y Alves), quienes en los últimos años han sido los encargados de llevar el peso del avance de las posesiones brasileñas.

Por último, desear que Valverde, que también ha hablado muy bien de él, comience en breve a darle minutos de calidad, si es posible en forma de titularidades, para que podamos ver su evolución y asentamiento en el centro del campo azulgrana, donde esperemos verle como protagonista en la próxima década. Fútbol, desde luego tiene.

martes, 4 de septiembre de 2018

Liga 2018-19. Jornada 3. Barça-Huesca. Festival ofensivo de la mano de la Bestia Parda, una vez más.

Se estrenaba la Sociedad Deportiva Huesca en el Camp Nou por primera vez en Liga, tras la exitosa pasada temporada donde muy merecidamente consiguió el ascenso directo tras encabezar prácticamente durante toda la temporada la Segunda División. Además, en las dos primeras jornadas, que había jugado también a domicilio  por las obras de remodelación del Alcoraz para adaptarlo a las exigencias de la Liga, había cosechado una victoria en Eibar y un muy meritorio empate en San Mamés, remontando dos goles en contra. Un equipo simpático, que además se presentaba con la segunda equipación de la cruz de San Jorge, como la que forma parte del escudo del Barça.


Valverde, al que ya le va bien repetir el inicio de la pasada Liga, repitió el teórico once de gala que ya había presentado la semana anterior en el lamentable césped de Zorrilla, con Coutinho en el interior izquierdo en un sector izquierdo fuerte, con Alba por detrás y el entonado Dembélé por delante. Ni rastro de rotaciones (innecesarias ante el parón de selecciones, por otra parte) o de guiños con los nuevos fichajes ante la afición en un encuentro sobre el papel asequible.

Y los primeros minutos le dieron la razón a Valverde, y el Huesca en una sensacional jugada colectiva sacando el balón jugado desde los centrales, basculando de un lado a otro hasta encontrar el espacio donde dañar la defensa culé, acabó con un centro del lateral en el pico del área, rematado poderosamente por arriba por Longo, y desviado con el tacón por la joven estrella colombiana de los oscenses, el Cucho Hernández, que a sus tiernos 19 años (los mismos que Riqui Puig, por cierto) se estrenaba como goleador en Primera en uno de los estadios emblemáticos del fútbol mundial.

Y es que durante toda la primera parte del partido, el Huesca consiguió buscar las espaldas de Busquets, con Gallar y el Cucho, mientras Longo se encargaba de fijar a unos excesivamente relajados Piqué y Umtiti. Un insolente recién ascendido la estaba jugando de tú a tú al Barcelona en casa, y se percibía un partido más cierta lentitud en la circulación del ataque posicional, donde apenas Busquets era capaz de jugar regularmente a un toque, lo que facilitaba la basculación defensiva oscense.

Sin embargo, Messi estaba por la labor. Esta vez desde una posición más adelantada, el rosarino partiendo siempre desde derecha se abstuvo de bajar a recibir pese a la falta de fluidez de la circulación, pues es cierto que tanto Dembélé como él mismo disfrutaron de balones en tres cuartos, si bien nunca en ventaja de inicio. En una jugada en esa zona, le llegó el balón a la Bestia Parda, quien de parado, con varios defensas cerrando su salida hacia el círculo central donde pudiera sacarse su disparo habitual, optó por recortar en arrancada a su derecha, dejando literalmente tumbado a Luisinho (que pasó una tarde para olvidar persiguiéndole), y centelleante, antes de que llegara la ayuda definió con su pierna derecha a la base del poste de un Werner que nada pudo hacer. Es tal el repertorio de Messi que se habla muy poquito de su precisión al definir con la derecha, algo que para un zurdo no es que sea extraordinario, es que es absolutamente único en toda la historia del fútbol.

Con el gol del empate, el Barça encontró el juego, apoyado en un Messi que, desatado, iba repartiendo pases profundos, regates y cambios de juego para desesperación de un Luisinho que para entonces ya estaba amonestado. En una combinación Alba-Dembélé, el lateral llegó a línea de fondo, levantó la cabeza y al no ver pase claro, esperó lo suficiente para que apareciera Messi, y ante la inevitabilidad del gol estándar blaugrana, Pulido a la desesperada al intentar cortar el pase de la muerte, acabó por alojarlo en las redes de su propia portería. Se había dado la vuelta al partido y continuaban llegando las ocasiones, que Werner, muy acertado pese a la goleada, iba achicando como podía.

Hasta que en un magnífico pase en profundidad de Coutinho a Alba, el de L´Hospitalet centró para que el uruguayo marcara a placer su primer tanto de la temporada, que hubo de necesitar del VAR para su definitiva validación. Parecía que el partido estaba resuelto, pero otra desatención defensiva acabó con un remate en el área pequeña de Gallar, que subía el segundo tanto visitante para desespero de Ter Stegen. 

Así se llegaba al descanso, con partido todavía abierto, y la sensación del Huesca que algo podían rascar. Y esa sensación fue la que los condenó, pues salieron muy abiertos en la segunda parte y en 15 minutos habían recibido un larguero de Messi, varias paradas de Werner y tres golazos de Dembélé (al espacio), Rakitic (de pornográfico golpeo acomodando el cuerpo tras pase magnífico de Messi, y el propio rosarino (habilitado por una genialidad de Coutinho que había recibido de Ter Stegen para sacar la transición). Partido definitivamente finiquitado, y un Barça que no se conformaba y quería agradar.

La segunda parte fue un festival ofensivo, bien es cierto que a favor de obra y con el rival entregado, pero donde se dieron rienda suelta a las capacidades creativas en el último cuarto de campo de los jugadores azulgrana, liderados por un Messi, que un día más nos brindó una actuación difícilmente igualable por cualquier otro futbolista del planeta (premios marketinianos a un lado), pero que dada la regularidad con la que lo presenciamos, parece que no apreciamos en toda su magnitud.

Así, Alba, a pase magistral de Messi otra vez, se reivindicó ante su ausencia en la primera convocatoria de Luis Enrique con el séptimo gol, y ya en el descuento un penalti provocado por Luis Suárez era transformado por el propio uruguayo, a quien Messi cedió el lanzamiento, consciente de lo bien que le viene a su vecino ir sumando goles en la búsqueda de su mejor forma.

En resumen, un partido muy entretenido, con una goleada que no hace justicia al muy buen primer tiempo aragonés, pero que castigó la valentía y ambición de los visitantes. Buenas sensaciones de la relación Coutinho-Alba y Dembélé-Alba por izquierda, mejoría notable no solo por los goles sino por la finura y precisión en el toque por parte de Suárez y cierta displicencia defensiva en el quizás único punto negativo de un partido redondo, pero del que tampoco debemos sacar excesivas conclusiones, pues nos esperan empresas mucho más exigentes, tanto en Liga como en el atractivo grupo de Champions.

Messi además sumó dos goles, dos asistencias y dos palos a su estadística, que queda:


Goles: 4
Asistencias: 2
Penúltimos pases: 0
Postes: 3