martes, 29 de noviembre de 2016

Jornada 13. Un Barça sin interiores naufraga ante una gran Real

Siempre intento huir del pesimismo atávico culé, ese que he vivido en casa desde niño, y que ni siquiera Messi ha conseguido extirpar del barcelonismo clásico. No siempre lo consigo, pero creo que lo tengo bien trabajado, y de hecho, en mi última intervención en la radio el viernes pasado en Goles, pronosticaba una victoria del Barça en su campo más maldito: Anoeta.



Queda claro que esta vez me equivoqué, pues no recuerdo un repaso al Barcelona semejante al que le pegó la Real Sociedad de Eusebio (sobre el que volveré más tarde) el pasado domingo por la noche. Anoeta es un campo en el que va a hacer ya 10 años que el Barça no gana; fue el decadente Barça de Rijkaard y Ronaldinho el último en vencer a la Real en su campo. Fue 0-2 y en 2007. Desde entonces, apenas rascamos algunos empates con Guardiola.

En los últimos dos años había ido a peor, y nos habían ganado 1-0 tirando un solo tiro a puerta en los 180 minutos de los dos partidos, un remate de cabeza de Oyarzábal que la temporada pasada le dio el triunfo a la Real. El anterior año, el del terremoto posterior de Messi, Zubizarreta y convocatoria de elecciones, fue Jordi Alba quien cabeceó  el tanto del triunfo de la Real.

Con estos antecedentes, Luis Enrique se dejó de rotaciones y sacó el 10 titular más André Gomes en el lugar de Iniesta (cuanto te echamos de menos), acompañando a un Rakitic en una baja forma alarmante. El resultado fue un Barça larguísimo, con unas distancias entre líneas que yo, al menos, no recordaba. La MSN nunca estuvo en el juego, bien apretada en el control por la defensa de la Real, magistralmente liderada por Iñigo Martínez, y su centro del campo, con un renacido Illarramendi y un espectacular Zurutuza, junto con Oyarzábal (grandísimo jugador) y el mítico Xabi Prieto, enseñaba al Barcelona cómo se debe jugar posicionalmente en ataque.

Si habéis leído mis crónicas, sabréis que llevo muchos partidos alertando de la falta de fluidez del juego posicional ante defensas cerradas, y ayer, en otro tipo de partido, se dio el paradigma absoluto del daño que el cortoplacismo imperante en el Barcelona, como club y equipo: la irrelevancia de los interiores, hasta hace poco piedra filosofal del juego del equipo y base para dejar a Messi desarrollar su inabarcable talento. A día de hoy, nuestra táctica es que lleguen muchos balones a los buenos de arriba, y punto; en lo que yo llamaría, la argentinización del Barça.

Los interiores en el Barça de hoy, salvo cuando uno de ellos es Iniesta cuya impronta en el juego es tal, que se superpone al "plan general", son piezas de desgaste, que suelen ser sustituidas mediada la segunda parte por el esfuerzo sobrehumano para ser apoyos defensivos en la recuperación y el repliegue; y llegadores en ruptura, bien para arrastrar marcadores y aclarar la zona donde Messi o Neymar fraguan la jugada o llegando al área para rematar centros.

Estas piezas de desgaste dejan al descubierto sus costuras ante equipos que se repliegan de salida. Ante estas defensas no pueden arrastrar, no son alternativa de remate sino más bien estorbo, y no dan fluidez a la circulación de balón para encontrar el espacio al que atacar. Y su perfil, salvo quizás el de Denis, es más propio de un 1-4-4-2 como el atleti o de un 1-3-5-2 como el del Chelsea de Conte, pero nunca para un 1-4-3-3 como el del Barça, cuyos interiores deben más posicionales, acumulando siempre volumen de juego, reordenando al equipo y haciendo bascular la jugada hasta encontrar el momento y espacio adecuado para crear la ocasión de gol. Y si pierden el balón, van a la presión rápida para evitar un repliegue del equipo y el consiguiente desgaste.

Antes este panorama, la Real Sociedad nos brindó una actuación extraordinaria, tanto a nivel individual (Vela, Zurutuza, Illarramendi, Prieto, Yuri e Iñigo Martínez estuvieron soberbios) como colectiva, jugando a ese juego que antes jugaba el Barça, con jugadores de un nivel inferior, evidentemente, pero en esencia, el juego que yo quiero para mi equipo, aderezado además por ese componente racial típico de jugadores de la zona. Una maravilla.

Este juego es la encarnación en el campo de su entrenador, Eusebio. Un hombre de perfil bajo, desde su época de jugador, donde su motor diésel, su exquisita técnica y su visión de juego, llevaban a la práctica a la perfección las consignas de Cruyff, ya fuera desde el mediocentro, el interior o el lateral. Eusebio ha pasado en diferentes etapas por el staff técnico barcelonista, tanto en el primer equipo como en el B, de donde fue cesado por supuestamente no hacerse con las jóvenes estrellitas. Pero su destitución no solo no arregló la situación, sino que hizo creerse a los jovenzuelos que estaban en una posición de poder, y acabaron descendiendo al equipo a 2ªB, de donde todavía no ha salido. Tras sustituir en la Real al sobrevaloradísimo David Moyes, Eusebio tardó un tiempo en modelar el equipo, pero cambió la dinámica negativa del equipo, acabando a mitad de tabla la temporada; y ésta, tras un comienzo dubitativo, se ha rehecho para, a día de hoy, ser el equipo que mejor futbol despliega de la categoria, con poca discusión, y habiendo sometido a Atlético y sobre todo al Barça en Anoeta. Ojalá Eusebio fuera una opción para el Barcelona post-LE, pues supondría una vuelta al origen que se me antoja imprescindible para el futuro.

Lo único positivo para el Barcelona es el milagroso punto salvado, pues el partido estuvo más cerca del 3-0 que del 1-1, desde el minuto 1 al 90, y solo la mala suerte y alguna decisión arbitral errónea, impidió la victoria txuri-urdin en un exultante estadio de Anoeta, cuyos aficionados ovacionaron unánimemente a su equipo tras la exhibición que habían brindado en el césped.

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