Tras haber solventado con cierta solvencia el primer compromiso del año ante el Betis en el Camp Nou, el Barça afrontaba el sábado su primera salida del campeonato liguero, ante un viejo conocido, el Alavés; contra quien a finales de mayo se conquistó la Copa del Rey, el único título que los barcelonistas pudimos llevarnos a la boca la temporada pasada (Supercopa de España, al margen). Un título que, tras años de comer jamón de jabugo, nos pareció poco menos que jamón del país. Un Alavés que, bastante capitidisminuido con las bajas de Theo Hernández, Marcos Llorente, Camarasa y Deyberson, se presentaba como un asequible rival para seguir curando las heridas que la marcha de Neymar y la derrota en la Supercopa habían dejado.
El partido enseguida nos mostró qué es lo que podíamos esperar. Repliegue intensivo del Alavés a la espera de un robo que les pusiera en disposición de hacer daño y balón casi en propiedad del Barcelona en campo contrario (más de 73% de posesión y casi 40% de localización en el último tercio del campo). Bajo el prisma azulgrana, cuestiones positivas como la organización del equipo, ordenado y colocado para la presión tras cada pérdida, la segunda de las noticias positivas del partido. La idea de Valverde de poder tener a Messi tan cerca como sea posible del gol se mantenía (disparó a puerta 9 veces), aunque uno de los puntos negativos, como la escasa velocidad de la circulación, acabó haciendo retrasarse al rosarino en demasiadas ocasiones en la primera parte. También faltó desborde, lo que generó una sensación de juego plano a la espera de que el balón llegara a la Bestia Parda para crear peligro.
Individualmente, Aleix Vidal, que volvía al escenario donde sufrió la lesión grave la temporada pasada, desaprovechó otra oportunidad de reivindicarse, esta vez como extremo derecho. Parecía un pulpo en un garaje, tirando desmarques de ruptura ante la incredulidad de los compañeros, y no sabiendo leer cuando entrar por dentro para dejar a Sergi Roberto, sorprendente lateral, el carril exterior. Gerard Piqué firmo una actuación decepcionante, todavía fuera de forma, superado en velocidad por Sobrino en la única ocasión del Alavés, con errores impropios en despejes y pases, y con una nueva innecesaria tarjeta amarilla por rematar con la mano en área contraria.
En el aspecto positivo individual, Messi aparte, Gerard Deulofeu estuvo muy activo, aunque algo peor posicionalmente, sobre todo en izquierda en la sincronización con las llegadas de Alba. Deulofeu continúa un tanto tímido en el desborde, poniendo excesivo énfasis en mostrar una disciplina, cuya supuesta falta tanto se le criticaba. Veremos cómo le sienta la llegada de Dembelé. Sergio Busquets se confirma como el gran beneficiado de la ortodoxia táctica y posicional que está imponiendo Valverde, y volvió a firmar un muy buen partido, con mayor presencia arriba en combinación con Messi, gracias al mayor repliegue de Rakitic, otro de los renacidos con el nuevo sistema y la nueva posición de Messi, que le libera para poderse expresar como futbolista. Por último, la testimonial presencia de Paulinho en su debut, también podemos considerarlo una buena noticia, que esperemos que pueda sobreponerse a su controvertido fichaje.
Messi, un tanto ofuscado en el gesto estos primeros días, volvió a ser clave, marcando los dos goles y fallando el penalti sobre el que me gustaría pararme un momento. Los penaltis deben tirarse con carrerillas de media distancia (desde el borde del área), aproximándose de forma oblicua al balón para no cantar el disparo. Si tienes una carrerilla corta, el portero puede jugar a adivinar con más probabilidades de acierto, como hizo muy bien Pacheco, pues para tirar al lado contrario del pie que remata, tienes que forzar mucho la postura, por lo que lo más lógico es que el balón vaya al lado que fue el disparo de Messi. Lo contrario ocurre cuando la carrera es frontal, pues para lanzar al lado de la pierna del disparo necesitas abrir el cuerpo en demasía, un gesto forzado que puede ayudar al portero a adivinar el lado y anticipar el vuelo. El penalti estaba tirado fuerte y ajustado, pero la altura y la carrerilla facilitaron la acción del portero. Aunque sea Messi, convendría que alguien le explicara esto. Ahora que casi lo único positivo futbolísticamente de la marcha de Neymar era ahuyentar las carrerillas extrañas de los penaltis, Leo nos viene con esto. En cualquier caso, como casi siempre lo arregló con un par de goles y un larguero, el cuarto en dos partidos.
El Alavés por su parte, me decepcionó extraordinariamente. Y mucho tendrá que cambiar para no ser un firme candidato al descenso. La defensa por acumulación cometió fallos individuales imperdonables a este nivel, como el de Alexis en el segundo gol, y apenás se aproximó un par de veces con peligro, al área de Ter Stegen, que sigue imbatido tras dos partidos.
En fin, lo mejor el resultado, y la sensación de que el entrenador va mostrándonos su idea, a la espera de los últimos refuerzos que la desastrosa planificación de la dirección deportiva pueda ponerle a disposición en esta última semana de mercado. Deberemos esperar para empezar a disfrutar con el juego del equipo, pero tampoco podemos olvidar que se trata de un proyecto nuevo, sacudido desde su inicio por la tardía salida de Neymar, y cuya consolidación se ha visto lastrada por la falta de soluciones en tiempo y forma por parte de la dirección deportiva. Veremos cómo evoluciona, y aquí lo contaremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario