Todos hemos oído esa frase de un escritor del S.XIX, llamado Ramón de Campoamor que dice: “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Anoche en el estreno de una nueva edición de la máxima competición europea de clubes en el Camp Nou, tuvimos un ejemplo paradigmático de lo que esta frase quiere decir. Tras el desilusionante mercado veraniego, la dolorosa doble derrota en la Supercopa de España y la confusión institucional, todo parecía negro en el panorama barcelonista, hasta que Messi nos brindó la oportunidad de mirar el mundo a través de su cristal, y nos mostró una vez más una realidad diferente a la que podríamos esperar. Y mucho más edificante, desde luego.
El partido de anoche me recordó al que vivió el mismo escenario en 2015 en las semifinales de Champions contra el Bayern de Munich. Un partido, dividido, incluso por momentos dominado por el equipo rival, o más que dominado, llevado al terreno que más interesaba al rival, fue transformado en una cómoda victoria por el inabarcable talento de un pequeño argentino enfundado en la camiseta número diez del FC Barcelona. A diferencia de aquél, en el que los destellos llegaron en los últimos 15 minutos de partido, ayer, el primer destello tuvo el adicional valor psicológico del momento escogido, el último minuto de la primera parte, lo que además desembocó en toda una segunda parte cuesta abajo, una recarga de confianza del equipo y un aumento del crédito del proyecto de Valverde en toda regla.
Hasta ahora, los rivales enfrentados por el equipo azulgrana, habían favorecido la balsámica terapia que iba restañando las heridas de pretemporada. Pero anoche, el todavía incipiente, y consecuentemente inmaduro proyecto de Valverde, se veía las caras con una escuadra que compartía objetivos con los azulgrana, el vigente subcampeón de Europa y Campeón italiano, la Juventus de Turín. Con el añadido de repetir el último enfrentamiento que el Camp Nou había vivido en Champions, la eliminación de cuartos en la pasada edición.
Valverde puso en liza lo más parecido a lo que podemos considerar en la plantilla actual, el once de gala, con la inclusión en la formación inicial del ilusionante Ousmane Dembelé, y del portugués Nelson Semedo en el lateral derecho. Venía a decir, esto es la Champions, y debemos dejar la mejor de las impresiones ante Europa. Y el comienzo fue ilusionante, con un muy fino y entonado Iniesta que ofreció un clinic de fútbol en los primeros minutos, aunque la experiencia juventina conseguía no traducir en llegadas claras el flujo ofensivo azulgrana. Poco a poco, la Juventus fue encontrando salidas a las espaldas de los centrales azulgranas, bien desactivadas por los centrales y por un rapidísimo Semedo, que se ganó a la parroquia azulgrana con una convincente actuación tanto hacia adelante, como sobre todo con una gran seriedad detrás.
Cada vez se hacían más escasas las llegadas azulgranas, y la Juventus confirmaba su comodidad en el juego, con un Pjanic participativo, Dybala recibiendo a ambos lados de Busquets Higuaín peleando con los centrales y Douglas Costa convenientemente controlado por Semedo, pero siempre amenzante. Nos disponíamos a llegar al descanso, con la esperanza de que Valverde pudiera ejercer de alquimista para llegar al marco de un Buffon, que en esos momentos podía soñar con mantener su imbatibilidad ante Leo Messi. Sin embargo, en una galopada en tres cuartos del rosarino, acompañado por un Jordi Alba que tiró un desmarque de ruptura que abrió lo suficiente la defensa para que la pared con Suárez fuera viable, y la dulce devolución del hasta entonces impreciso uruguayo, fue sublimada por la Bestia Parda con un control y remate cruzado a la base del poste izquierdo, inalcanzable para el actual Buffon.
La segunda parte se iniciaba con una Juventus necesitada de acercamientos a la portería de un muy seguro Ter Stegen, más allá de remates exteriores, y una posibilidad para explotar los espacios a las espaldas para los medios y atacantes azulgranas. Además, una clara tarjeta a Pjanic por falta a Messi, convertida en amarilla para el argentino por pedirla con demasiada vehemencia, acabó por enfurecer a La Bestia. Y a estas alturas, ya todos sabemos que eso no es bueno para la integridad de los oponentes. En tres galopadas del rosarino, un poste y dos goles más- El primero para Rakitic tras rechazar un defensa juventino bajo palos el seguro gol de Suárez, y el último para el propio Messi, con un destacable desmarque de Dembelé que le dio el espacio suficiente para ajusticiar de nuevo a Buffon de manera inapelable.
A partir de ahí, los cambios bajaron la intensidad de la avalancha azulgrana y evitaron un resultado más sonrojante para los piamonteses. En cualquier caso, en clave azulgrana, un subidón de auto-confianza y un margen extra para que Valverde vaya haciendo crecer este proyecto suyo que aupado en un Messi a este nivel, podrá construir un equipo que juegue para él, y no le exija tantísimo para desencallar cualquier partido como hasta ahora.
En el plano individual, 3 noticias muy positivas. La vuelta de Iniesta en un gran estado de forma, y un escalón más arriba de lo que Luis Enrique le solicitaba; el salto de Rakitic, ahora liberado de la compensación de los movimientos de Messi, lo que le permite acercarse más a la base de la jugada, interviniendo más y dotando de más control al mediocampo; y la buena pinta que tiene Semedo, que atrás recuerda por momentos a aquel corrector de Guardiola llamado Eric Abidal, cumpliendo también su papel como carrilero, y apoyo/desdoble para Dembelé en la derecha.
En cualquier caso, el partido de anoche no se puede entender, ni siquiera plantear si no tienes a esa Bestia Parda con el diez en tu equipo. Ningún otro jugador del planeta podría desequilibrar un partido como el de anoche con esa suficiencia y claridad. Y es que como dice Valverde: "ya le había sufrido enfrentándole en demasiadas ocasiones, déjenme que lo disfrute ahora que lo tengo en mis manos.
Valverde puso en liza lo más parecido a lo que podemos considerar en la plantilla actual, el once de gala, con la inclusión en la formación inicial del ilusionante Ousmane Dembelé, y del portugués Nelson Semedo en el lateral derecho. Venía a decir, esto es la Champions, y debemos dejar la mejor de las impresiones ante Europa. Y el comienzo fue ilusionante, con un muy fino y entonado Iniesta que ofreció un clinic de fútbol en los primeros minutos, aunque la experiencia juventina conseguía no traducir en llegadas claras el flujo ofensivo azulgrana. Poco a poco, la Juventus fue encontrando salidas a las espaldas de los centrales azulgranas, bien desactivadas por los centrales y por un rapidísimo Semedo, que se ganó a la parroquia azulgrana con una convincente actuación tanto hacia adelante, como sobre todo con una gran seriedad detrás.
Cada vez se hacían más escasas las llegadas azulgranas, y la Juventus confirmaba su comodidad en el juego, con un Pjanic participativo, Dybala recibiendo a ambos lados de Busquets Higuaín peleando con los centrales y Douglas Costa convenientemente controlado por Semedo, pero siempre amenzante. Nos disponíamos a llegar al descanso, con la esperanza de que Valverde pudiera ejercer de alquimista para llegar al marco de un Buffon, que en esos momentos podía soñar con mantener su imbatibilidad ante Leo Messi. Sin embargo, en una galopada en tres cuartos del rosarino, acompañado por un Jordi Alba que tiró un desmarque de ruptura que abrió lo suficiente la defensa para que la pared con Suárez fuera viable, y la dulce devolución del hasta entonces impreciso uruguayo, fue sublimada por la Bestia Parda con un control y remate cruzado a la base del poste izquierdo, inalcanzable para el actual Buffon.
La segunda parte se iniciaba con una Juventus necesitada de acercamientos a la portería de un muy seguro Ter Stegen, más allá de remates exteriores, y una posibilidad para explotar los espacios a las espaldas para los medios y atacantes azulgranas. Además, una clara tarjeta a Pjanic por falta a Messi, convertida en amarilla para el argentino por pedirla con demasiada vehemencia, acabó por enfurecer a La Bestia. Y a estas alturas, ya todos sabemos que eso no es bueno para la integridad de los oponentes. En tres galopadas del rosarino, un poste y dos goles más- El primero para Rakitic tras rechazar un defensa juventino bajo palos el seguro gol de Suárez, y el último para el propio Messi, con un destacable desmarque de Dembelé que le dio el espacio suficiente para ajusticiar de nuevo a Buffon de manera inapelable.
A partir de ahí, los cambios bajaron la intensidad de la avalancha azulgrana y evitaron un resultado más sonrojante para los piamonteses. En cualquier caso, en clave azulgrana, un subidón de auto-confianza y un margen extra para que Valverde vaya haciendo crecer este proyecto suyo que aupado en un Messi a este nivel, podrá construir un equipo que juegue para él, y no le exija tantísimo para desencallar cualquier partido como hasta ahora.
En el plano individual, 3 noticias muy positivas. La vuelta de Iniesta en un gran estado de forma, y un escalón más arriba de lo que Luis Enrique le solicitaba; el salto de Rakitic, ahora liberado de la compensación de los movimientos de Messi, lo que le permite acercarse más a la base de la jugada, interviniendo más y dotando de más control al mediocampo; y la buena pinta que tiene Semedo, que atrás recuerda por momentos a aquel corrector de Guardiola llamado Eric Abidal, cumpliendo también su papel como carrilero, y apoyo/desdoble para Dembelé en la derecha.
En cualquier caso, el partido de anoche no se puede entender, ni siquiera plantear si no tienes a esa Bestia Parda con el diez en tu equipo. Ningún otro jugador del planeta podría desequilibrar un partido como el de anoche con esa suficiencia y claridad. Y es que como dice Valverde: "ya le había sufrido enfrentándole en demasiadas ocasiones, déjenme que lo disfrute ahora que lo tengo en mis manos.
A ver, que desde el móvil se me borran siempre los comentarios...
ResponderEliminarPor poner alguna nota "negativa" (pesimismo atávico cule ;-p)
- Luis Suárez está lejos de su mejor versión, probablemente por las alturas de temporada en las que estamos, y debería ir mejorando a medida que avance el año. Cuanto antes se ponga a tono, mejor, necesitamos al pistolero cuanto antes, y no solo por su faceta goleadora, sino también se echa de menos esa rabia con la que va a la presión al perder el balón.
- Dembelé está muy verde para el "fútbol-barça". Le vi un poco perdido ayer a la hora de tomar decisiones. Cuando abrirse a la banda, cuando entrar por dentro, falto de precisión en el pase al 1er toque. Es algo lógico también, ya que lleva solo 5-6 entrenos con el Barça y algo más de 3 meses sin jugar un partido oficial. Estoy seguro de que nos va a dejar grandes tardes de fútbol en cuanto esté más rodado y compenetrado con el resto del equipo.
- Y esto último, que ya hemos comentado alguna vez más. El Barça necesita como el comer más calidad en el centro del campo. El Barça debería intentarlo de nuevo en el mercado de invierno, no deberíamos fiar todo el criterio de juego del Barça a Iniesta, necesita ayuda. Y en partidos más o menos asequibles debería ir dando minutos a tu protegido. Para mi, el centro del campo del Barça deberían repartírselo Busquets, Iniesta, Rakitic, Sergi Roberto, el interior que deberían fichar y tu protegido.
Con eso y dejando tiempo y espacio a Valverde para trabajar, creo que podemos hacer una buena UCL.
Ah, que no se me olvide, #Bartomeudimisión