Tras el postrero empate conseguido entre semana en Villarreal, el Barça afrontaba la visita del Atlético de Madrid, segundo clasificado, con una cómoda ventaja de 8 puntos, que sumados al empate conseguido en el Wanda Metropolitano en la primera vuelta, hacían bueno tanto la victoria como un empate que mantendría la ventaja y le añadiría la ventaja de la diferencia de goles que dificilmente podrían remontar los colchoneros en las últimas 7 jornadas. Además, el partido llegaba en vísperas de la ida de los cuartos de final de Champions, ese muro contra el que el Barça lleva golpeándose 3 años consecutivos, y que especialmente tras el discurso de comienzo de temporada de Messi, parece el objetivo prioritario del Barça esta temporada.
Por su parte, el Atlético no tenía otra alternativa que venir a buscar al Barcelona en su campo, en una dinámica que le disgusta y no controla en absoluto el equipo del Cholo Simeone, mucho más cómodo en planteamientos reactivos que propositivos. Pese a todo, Valverde dispuso un once previsiblemente titular, optando por Sergi Roberto en el lateral derecho ante la falta de amenaza y profundidad en banda izquierda del Atleti, y quizás buscando un apoyo en la salida de balón en caso de presión atlética que el jugador de Reus tiene mucho más interiorizada que el portugués Semedo.
El partido comenzó con muy buenas versiones de ambos equipos. El Barça con mucha intención de ir a por el partido, muy buena actitud y predisposición en la presión y con una más que aceptable velocidad y precisión en la circulación. El Atleti, por su parte, con mucha más posesión de la esperable, y asentando ataques en el último tercio de campo con asiduidad. El Barça amenazó con un palo de Alba tras sobrenatural pase al espacio de la BP, y Coutinho en una gran combinación con Suárez obligó a Oblak a inaugurar su recital de paradas de la noche en el Camp Nou. El Atleti no acababa de llegar, aunque Griezzman se asomó al área y disparó inocentemente a las manos de Ter Stegen, en una muy buena primera media hora de partido que hacía albergar muchas esperanzas de estar ante un partido sensacional, un anuncio extrardinario para la Liga a nivel mundial.
Sin embargo, al filo de la media hora, se acabó ese partido. Diego Costa, sobrerrevolucionado en sus acciones desde el primer minuto, dio rienda suelta a su verbo callejero por una posible falta en mediocampo, llegándose a encarar con el árbitro y según afirmó el acta insultándole gravemente. Fue expulsado, y se acabó la diversión. A mí me hubiera gustado que Gil Manzano (un árbitro horrible por otra parte) hubiera sido capaz de gestionar ese momento de otra manera, pero viendo las imágenes es una situación complicada, pues no era viable hacerse el sordo con Costa a 20 centímetros de su cara.
El caso, es que el Atlético encontró una perfecta explicación a su más que probable derrota, el Barça se descentró, y además se relajó ante la muy remota posibilidad de perder el partido, pues como decíamos al comienzo, el empate también era un resultado muy favorable para sus intereses. Simeone reaccionó valientemente sacando a Correa por Arias y pasando a un 1-4-3-2 para tener alguna posibilidad de llegada y cerrando pasillos interiores para obligar al Barça a utilizar las bandas. El partido, a partir de ese momento se encalló, en un ejercicio unidireccional con poca chispa, en el que solo Oblak mantenía en el partido y en la Liga al Atleti.
A la hora de juego, Valverde dio entrada a Malcom para dar más amplitud y profundidad por banda derecha, centrando defintivamente a Messi detrás de Suárez, y empezaron a sumarse llegadas con cierto peligro magistralmente resueltas siempre por un muy seguro Jan Oblak que no ofreció una actuación a la altura de su jerarquía en las portería a nivel mundial. Parecía que el partido podía cerrarse con 0-0, e incluso el Atlético tuvo una ocasión a balón parado rematada sin peligro por encima de Ter Stegen, pero Luis Suárez, tal y como hizo días antes se guardaba todavía un as en la manga. Recibió de Alba unos metros fuera del área, se perfiló para el disparo y con una rosca preciosa alojó el balón en la portería del Atlético tras tocar el poste, inalcanzable hasta para el mejor Oblak. 1-0 y gritos ya de "Campeones, campeones..." en el Camp Nou. Más estruendosos aún cuando nada más sacar de centro, el Barça robó el balón y puso en velocidad a Messi ante la defensa atlética, que en un principio consiguió parar el slalom del rosarino, pero no arrebatarle el balón, por lo que el 10 fue amagando en paralelo a la portería, a la altura del punto de penalti, amenazando con su tradicional remate al palo largo del portero, para el final, con un toque suave, sutil, superlativo, alojar el balón como si de un pase se tratara en la red del esloveno por su palo contrario, sin siquiera dar posibilidad a que el guardameta se lanzara en su búsqueda.
2-0, Liga finiquitada y a la Champions que nos espera en Old Trafford a partir de este miércoles contra el Manchester United, donde Messi intentará conseguir su primera victoria y alimentar más el #Bestiapardómetro que queda como sigue:
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