Los riesgos de agendar con antelación los compromisos por muy medidos que sean, siempre existen. Y este sábado tuve un ejemplo paradigmático. Hace ya unos meses que con amigos teníamos pendiente visitar un restaurante en concreto, La Raquetista, en el barrio de Retiro y que aprovecho para recomendar fervientemente. Este pasado sábado coincidía que mis niñas se iban a la playa con los yayos, que yo no jugaba con mi equipo y que el Barça jugaba en Huesca, una vez decidida la Liga, tal y como había pronosticado a la hora de marcar el homenaje gastronómico. Lo que visto lo visto nunca me imaginé, era que sería el día que Valverde por fin le diera la alternativa al querubín de Matadepera, Riqui Puig en Liga. Y así andaba yo, cuando a la hora de los entrantes me enteré de la presencia del chico en la alineación titular en el Alcoraz.
Como era inviable poder presenciar el debut en directo, tuve que conformarme con conectar el móvil para ver al menos la primera intervención del niño prodigio, que fue, como no podía ser de otra forma, un toque de primeras. Sencillo y horizontal, pero de primeras. A partir de ahí, ya dejé de mirar siquiera el móvil para verlo tranquilamente en casa. Ya visto el partido, Riqui dio el mejor pase del mismo, dejando a Dembélé solo con balón controlado frente al portero en su mejor oportunidad, y mostró calidad y desparpajo, así como un dosis de tranquilidad impropia de un debutante. Ilusionante estreno, sin llegar a deslumbrar, eso sí.
El Huesca se presentaba con todo, dado que se juega la vida en cada partido y cada semana le queda menos margen para salir del pozo en el que lleva inmerso casi toda la temporada, tras un prometedor comienzo de Liga. Francisco, su entrenador, uno de esos técnicos nacionales de poco renombre pero mucho conociemiento, ha dado un impulso a los nortearagoneses que puede al menos hacerles soñar hasta las últimas jornadas con la permanencia.
Enfrente, Valverde dispuso una defensa de tres centrales y dos carrileros, con otros dos debuts además del ya mencionado de Riqui, la joya de la Corona. También recibieron la alternativa al jovencísimo central francés fichado del Toulouse este pasado mercado de invierno, Jean Clair Todibo, y el lateral internacional senegalés Moussa Wagué, fichado para el Barça B tras hacer un buen papel con su selección en el Mundial de Rusia, también ambos sin sobrepasar los 20 años y un futuro en principio más que interesante.
Todibo, aunque se le notó avanzado el partido la falta de continuidad de los últimos meses, dio muestras de sus condiciones físicas, su anticipación al corte y su gran habilidad en el robo y los balones divididos, además de manejarse con cierta suficiencia con el balón en los pies. Wagué, por su parte, mostró decisión atrás y buenas maneras en la profundidad por banda y en el centro, levantando la cabeza en cada una de sus incursiones, pese a notarse la falta de costumbre de jugar como carrilero en una defensa de 3 centrales como la que probó Valverde.
Las numerosas ausencias dieron también lugar a un hecho, largamente esperado y defendido por mi parte, un #BrazaleteParaMAtS. El portero teutón es de aquellos tipos que han caído de pie en Barcelona. Y no solo por sus innegables condiciones como guardameta, sumadas a su fuera de serie juego con los pies. El rubio alemán es de aquellos elegidos que desparraman carisma con cada una de sus acciones. Lo mismo se le ve en patinete por el centro de Barcelona haciendo recados domésticos que le envía unos guantes a una aficionada de Valladolid a la que no pudo saludar al no percatarse de la pancarta que portaba. Su grado de integración en la sociedad barcelonesa es absoluto, manejándose perfectamente desde muy pronto en castellano y siendo permeable a las sensibilidades de la sociedad que tan amablemente le ha acogido. Además maneja con maestría, dedicación y trato personalizado sus redes sociales donde interactúa prácticamente con cada aficionado que le manda una foto con su camiseta, lo que le ha convertido en un ídolo de los más pequeños. Con Ter Stegen, tenemos no solo a un portero para una década, sino a un capitán del que sentirse orgulloso, cuando los Messi, Busquets o Piqué desgraciadamente ya no estén. Y además, estrenó capitanía con una portería a cero, que para los porteros siempre es importante.
Pero no todos iban a ser alegrías en un encuentro cuyo resultado final era casi lo menos importante, y Valverde fue capaz de otorgarle un interés que afortunadamente ya le ha despojado a la competición. Tenemos que hablar de Kevin Prince Boateng. Siempre mantuve mi oposición a los fichajes de invierno que cierran paso a minutos de la cantera, y que además como es su caso, en caso de fuerza mayor tampoco aportarían una solución inmediata y válida. Pero es que Boateng, con su actitud ausente, despistada, y por momentos poco profesional, no se ha ganado el beneplácito ni de la afición, ni del cuerpo técnico que le escatima todos los minutos, ni parece ser de la plantilla, a la que no acaba de convencer su caracter retraido y poco sociable. Y es que no acierto a comprender quién en su sano juicio pensó que KPB podría ser una solución válida para ese Futbol Club Barcelona. Vamos, hablando en plata, su mera propuesta como fichaje es un "sujétame el cubata" de manual, pero su aceptación roza lo paranormal, dados los antecedentes del jugador, sus cualidades futbolísticas y el momento en que se encuentra su carrera.
Quedan todavía nueve puntos para cantar el alirón, y los 3 partidos de la próxima semana podrían entre los puntos conseguidos y los que pueda perder el Atleti en el camino pueden llevarnos a festejar la 26ª Liga azulgrana antes del final del mes de abril.
Todibo, aunque se le notó avanzado el partido la falta de continuidad de los últimos meses, dio muestras de sus condiciones físicas, su anticipación al corte y su gran habilidad en el robo y los balones divididos, además de manejarse con cierta suficiencia con el balón en los pies. Wagué, por su parte, mostró decisión atrás y buenas maneras en la profundidad por banda y en el centro, levantando la cabeza en cada una de sus incursiones, pese a notarse la falta de costumbre de jugar como carrilero en una defensa de 3 centrales como la que probó Valverde.
Las numerosas ausencias dieron también lugar a un hecho, largamente esperado y defendido por mi parte, un #BrazaleteParaMAtS. El portero teutón es de aquellos tipos que han caído de pie en Barcelona. Y no solo por sus innegables condiciones como guardameta, sumadas a su fuera de serie juego con los pies. El rubio alemán es de aquellos elegidos que desparraman carisma con cada una de sus acciones. Lo mismo se le ve en patinete por el centro de Barcelona haciendo recados domésticos que le envía unos guantes a una aficionada de Valladolid a la que no pudo saludar al no percatarse de la pancarta que portaba. Su grado de integración en la sociedad barcelonesa es absoluto, manejándose perfectamente desde muy pronto en castellano y siendo permeable a las sensibilidades de la sociedad que tan amablemente le ha acogido. Además maneja con maestría, dedicación y trato personalizado sus redes sociales donde interactúa prácticamente con cada aficionado que le manda una foto con su camiseta, lo que le ha convertido en un ídolo de los más pequeños. Con Ter Stegen, tenemos no solo a un portero para una década, sino a un capitán del que sentirse orgulloso, cuando los Messi, Busquets o Piqué desgraciadamente ya no estén. Y además, estrenó capitanía con una portería a cero, que para los porteros siempre es importante.
Pero no todos iban a ser alegrías en un encuentro cuyo resultado final era casi lo menos importante, y Valverde fue capaz de otorgarle un interés que afortunadamente ya le ha despojado a la competición. Tenemos que hablar de Kevin Prince Boateng. Siempre mantuve mi oposición a los fichajes de invierno que cierran paso a minutos de la cantera, y que además como es su caso, en caso de fuerza mayor tampoco aportarían una solución inmediata y válida. Pero es que Boateng, con su actitud ausente, despistada, y por momentos poco profesional, no se ha ganado el beneplácito ni de la afición, ni del cuerpo técnico que le escatima todos los minutos, ni parece ser de la plantilla, a la que no acaba de convencer su caracter retraido y poco sociable. Y es que no acierto a comprender quién en su sano juicio pensó que KPB podría ser una solución válida para ese Futbol Club Barcelona. Vamos, hablando en plata, su mera propuesta como fichaje es un "sujétame el cubata" de manual, pero su aceptación roza lo paranormal, dados los antecedentes del jugador, sus cualidades futbolísticas y el momento en que se encuentra su carrera.
Quedan todavía nueve puntos para cantar el alirón, y los 3 partidos de la próxima semana podrían entre los puntos conseguidos y los que pueda perder el Atleti en el camino pueden llevarnos a festejar la 26ª Liga azulgrana antes del final del mes de abril.
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