Tras finiquitar la Liga con la victoria del fin de semana ante el Atlético de Madrid, donde aún colea la expulsión del incontenido Diego Costa, el Barça se asomaba al muro que viene siendo incapaz de derribar las últimas tres temporadas, y donde ha labrado sus decepciones más dolorosas desde el último título en Berlín en los comienzos de junio de 2015, los Cuartos de final de la UEFA Champions League. Se abrían en el mítico Old Trafford.
Contra todo pronóstico, Valvede prescindió de Arturo Vidal en el once, habiendo además descansado en Liga por tarjetas contra el Atleti, y nos dejó el once titular actual con la elección de Semedo en el lateral derecho, seguramente para contrarrestar la velocidad y profundidad de Rashford. Por su parte el Manchester nos mostró un once sin un solo mediocampista de dominio de pelota, sino de despliegue, eligiendo a Lukaku como referencia atacante. Parecía que renunciaban a cualquier lucha por el balón para abandonarse a las transiciones rápidas y los balones rápidos a su hombre ancla.
Y así fue. Los primeros quince minutos fueron un monólogo azulgrana, con un 85% de posesion hasta la llegada del gol, haciendo perseguir la pelota a los locales que buscaban con lanzamientos en profundidad bastante aleatorios en la zona de Rashford por si ocurría un milagro. Pero, tras una posesión larga azulgrana, un balón magistralmente levantado sobre la defensa por Busquets, sobre el que volveremos más adelante, encontró la ruptura de Messi, quien intuyendo más que viendo la posición de Luis Suárez en el segundo palo, con un centro milimétrico habilitó el remate cruzado de cabeza del uruguayo que tocó ligeramente en Luke Shaw y entró suavemente por el lateral de la red del segundo palo, donde entraba Coutinho para remacharla si hubiera sido preciso. El botín del gol a domicilio estaba conseguido, y tocaba recoger las embestidas del United y buscar los huecos que potencialmente se pudieran abrir.
Y aquí es donde ya toca hablar del para mi, protagonista del partido, que no es otro que Sergio Busquets. Y me explico. Durante la primera parte, muchos de nosotros los culés, yo el primero de todos, tuvimos la percepción de que el partido de nuestro mediocentro estaba siendo impreciso, cuando no lamentable o incluso pidiendo su cambio y retirada prematura. Y esta percepción fue absolutamente errónea, pues Sergio dio un inmaculado 33 de 33 pases correctos en el primer tiempo. De hecho, falló un solo pase de los 71 pases que intentó en todo el partido, el primero de la segunda parte en un balón en profundidad al desmarque en ruptura de Alba que se le fue largo y fue cortado por un atento De Gea.
Y ¿Por qué pasó esto?. Amén de que me comentaran que algún comentarista criticó su partido en directo, la razón fueron que tuvo sobre todo 3 episodios durante la primera parte que nos pusieron los nervios de punta a nosotros los espectadores culés: el primero un balón que pareció liarse en la frontal, pero que acabó cediendo atrás sin peligro a Ter Stegen para empezar por el lado contrario el ataque; el segundo la amarilla que recibió al agarrar a Pogba tras recibir un balón atras imposible de justificar por parte de Piqué (irreprochable en el resto de acciones durante los noventa minutos por otra parte); y la tercera, quizás la única realmente errónea por su parte un balón que cedió atrás a Ter Stegen con algo menos de fuerza de lo debido y que obligó al alemán a despejar el balón ante la amenaza, bien bloqueada por Piqué de un delantero mancuniano.
Y es que si algo podemos criticar de la primera parte es la falta de pases verticales que rompieran líneas, aunque visto con perspectiva, el pase clave del único gol del partido lo da él, encontrando a Messi tras la defensa, y siendo el minuto quince de la primera parte, lo que correspondía era priorizar el control que evitara los esperados arreones ingleses, y que fue lo que evitó con su actuación el resto de primer tiempo.
El inicio de segunda parte significó el esperado momento de arreón del United, con más fuegos de artificio que otra cosa, pero que daba sensación al animoso público de Old Trafford de estar cerca del empate. Fueron apenas 10 minutos, y en ellos, como en el resto del partido, Ter Stegen no necesitó realizar ni una sola parada. Pasados estos diez minutos, entre Busquets y los, en mi opinión demasiado pronto cambiados, Athur y Coutinho, asentaron un par o tres de posesiones largas en campo contrario que bajaron definitivamente el soufflé local, e incluso justo antes del cambio, tras una posesión tan larga como la del gol, Suárez se encontró solo ante De Gea, tras un gran pase del muy acertado Semedo, desperdiciando una ocasión clarísima de cerrar el partido y la eliminatoria prácticamente.
Entraron Vidal y Sergi Roberto, para uno dar la pulsión agresiva habitual, esta vez a mi modo de ver innecesaria y contraproducente, y otro picar al espacio que el cansancio local iba aumentando, y que acertado en la gestión del tiempo y el espacio, desperdició repetidamente por malas elecciones o ejecuciones del último pase una vez llegado al área. El United apenas inquietó a unos Piqué y Lenglet sobradísimos en la defensa de su área, y se acabó el partido con una victoria de prestigio que pone de cara la eliminatoria ante la vuelta en el Camp Nou de la próxima semana, pero que todavía no está decidida como pudimos comprobar en el antecedente mancuniano de París.
Por su parte, la Bestia Parda, a mi modo de ver algo aturdido y molesto por el viaje en la nariz que le proporcionó el impetuoso Smalling tuvo tiempo antes de darle chicha al #Bestiapardometro, para dejarlo de esta guisa:
No hay comentarios:
Publicar un comentario