El Barcelona sufrió ayer en Vigo una derrota inesperada. Inesperada por el hecho de tener el conjunto azulgrana la posibilidad de asaltar el liderazgo de la Liga con una victoria, y todavía más inesperada por el inconsistente comienzo de temporada del conjunto olívico (llamado así por un olivo que los caballeros templarios, cuyos esquejes dieron lugar a otro que se convirtió en símbolo de la ciudad, y parte de su escudo).
El Celta perdió este verano a su estrella, Nolito, fichado por Pep para su proyecto de Manchester. Su partida ha dejado una pila de millones, y al Celta huérfano de muchos de los automatismos de ataque que con tanto éxito han sobreexplotado durante los dos últimos años. Además, el principio de esta temporada, la lesión de Orellana, ha dejado absolutamente huérfana a la zona de tres cuartos celtiña, y la elaboración de las jugadas de ataque se ha hecho muy espesa. Por eso, Iago Aspas ha tenido que venir con excesiva asiduidad a recibir en la zona del mediapunta para paliar esta carencia, descubriendo la zona de remate, que durante el año pasado ocupaba con tanta solvencia el delantero de Moaña. Salvo ayer, que Aspas fue capaz de crear y rematar todas las jugadas, en una de las actuaciones individuales más portentosas que recuerdo frente al Barcelona. Un golazo y medio (el de Mathieu en propia meta) más una majestuosa asistencia a Sisto Pione en el primer gol.
Aspas y Busquets protagonistas en lo bueno y en lo malo |
Sin embargo, el análisis del partido no puede hacerse sin pararse en dos desgraciados protagonistas por parte culé: Luis Enrique y Ter Stegen.
Luis Enrique, con su habitual tozudez, se encierra en su hoja Excel de rotaciones sin atender a las particularidades de los partidos (posible liderato en caso de victoria), las lesiones (el equipo sin Messi pierde la brújula que orienta el ataque) o derrotas pasadas en ese mismo escenario, como la goleada sufrida por el Barcelona la temporada pasada en Balaídos. Luis Enrique va con su libro, y nada le va a apartar de su idea. A veces se puede decir que es perseverante y firme en sus planteamientos, pero otras veces como ayer, es evidente que lo que fue es contumaz.
Las rotaciones de LE son siempre iguales, un central rota, uno o los dos interiores rotan; y además, suele poner alguna sorpresa táctica imprevisible. Ayer, Mathieu volvió a demostrar que no tiene nivel para jugar en el Barcelona. En los primeros ocho minutos, ya había regalado 4 balones, rifando la salida. Rafinha y Arda no sabían quién era el interior y quién el extremo, y André Gomes anduvo muy perdido todo el partido, con conducciones sin demasiado sentido, pese a su profundidad en los desmarques de ruptura como el del penalti.
Luis Enrique volvió a errar en el planteamiento ante el Celta |
Pero, en mi opinión, lo más grave es no conocer los mecanismos de juego de su propio equipo. Si desgraciadamente Messi está lesionado, Iniesta debe estar SIEMPRE en el campo, mientras el resultado sea incierto. Andrés, que ayer cumplía 600 partidos de azulgrana, es el único capaz de cubrir la capacidad de desborde, pase y jerarquía de Messi en la línea de creación azulgrana, y su luz alumbra todavía más cuando se le necesita, como quedó más que claro en la segunda parte. Y por desgracia, tenemos que añadir el mal momento que está viviendo Sergio Busquets, el auténtico termómetro del equipo, que en los últimos partidos ha perdido más balones que en toda la temporada pasada. Esperemos, y estoy seguro de ello, que Sergio recobre su nivel lo antes posible; su equipo lo necesita. Estas dos circunstancias actuales (lesión de Messi y mal momento de forma de Busquets) hacen más crucial la presencia de Iniesta, aunque indudablemente, esto produzca una sobreexposición física del manchego, que puede llegar a traer consecuencias en el medio plazo. Mi elección sería clara, sin Messi, siempre Iniesta.
Para fortuna de LE (que tiene una flor distinta de la de Zidane, pero no menos recurrente), el portero de su equipo salió al cruce para, seguramente, monopolizar todas las críticas del periodismo, y por ende del aficionado medio de barra de bar. Marc André Ter Stegen, es un portero casi perfecto; pero es temerario en excesivas ocasiones, y esa imperfección puede llegar a ser letal, para su equipo y para su carrera, si no comienza un proceso de aprendizaje en la toma de decisiones, y comenzar a mitigar su excesiva filia por el riesgo extremo sin contrapartida.
Ter Stegen puede permitirse un error de precisión en el pase, como en el primer gol, con culpa compartida por la falta de concentración de Busquets en la recepción, al dejar de mirar el balón en un segundo clave. Este error, igual que el que cometió en San Mamés, queda más que compensado por su facilidad para romper una e incluso dos líneas gracias a su precisión en el pase, capacidad única entre los porteros actuales, y que dada la filosofía del Barcelona, aporta un enorme valor a la salida de balón del equipo ante ejercicios de presión alta, que tantos problemas han ocasionado al equipo, como se pudo ver en aquel mismo partido de San Mamés.
No se puede decir lo mismo del vergonzante fallo del cuarto gol, que no hay por donde cogerlo. El balón, le venía por su izquierda, lo lógico es dar salida a ese balón al central o lateral derecho, con un pase sencillo, casi funcionarial. El alemán, espero en exceso, confiándose de que tendría tiempo de sobra, pero lo más grave es la elección de devolver esa pelota al lateral de la banda de quien recibió el pase, en una inverosímil vaselina sobre el delantero que viene a hacer una presión, primero tímida, pero que se fue activando según el portero se iba durmiendo con el balón en el pie. Esa solución escogida no aporta nada al juego del equipo, y además, tiene un porcentaje de riesgo elevado y una consecuencia casi inevitable en caso de fallo: el gol en contra.
Imagen del garrafal error de Ter Stegen en el cuarto gol |
No todo fueron cosas negativas en el partido. La reacción en la segunda parte fue encomiable, y creo firmemente que si no llega a ser por ese cuarto gol del Celta, a estas horas estaríamos encabezando la clasificación de la Liga. La reacción, más testicular que académica, todo sea dicho, tuvo dos líderes incuestionables; por un lado Iniesta dando profundidad y sentido al ataque blaugrana, y por otra, el orgullo que una vez más demostró Piqué, y no solo por los dos goles que marcó, sino acaudillando a los melancólicos jugadores de la primera parte para que creyeran en una remontada, que a punto estuvo él mismo de culminar con otro remate de cabeza en el descuento.
Piqué protagonizó una conmovedora actuación una vez más |
Imagino que a #MisVikingos esta derrota les hará menos reticentes a comentar, por lo que espero sus comentarios con impaciencia.
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La verdad es que el cortoplacismo en cuanto a resultados que se exige hoy día a los jugadores es tremendo. Ya hay quién vaticina (mira, un tetrasílabo)que TS se va a comer un mojón, que si es un paquete...Vamos, que parece que nadie se acuerda de los inicios de VV (para mí, el mejor portero que ha tenido el Barça) y sus "valdesadas". TS tiene 24 años, que si ya es joven para un jugador de campo, no digamos ya para un portero. Tiene las aptitudes (y las actitudes, parece también) para ser uno de los mejores porteros del mundo. Yo creo que irá corrigiendo su actitud temeraria poco a poco. Del resto del post no puedo decir ni mu, que no vi el partido
ResponderEliminarBien, Goose, bien.
ResponderEliminarVeo que tanto en lo de TS como en lo de los tetrasílabos están en el lado correcto de la Fuerza!
La cagada es incuestionable, pero tanto como su capacidad para salvaguardar la portería del Camp Nou los próximos 10 años. Hay mucho indocumentado que piensa que lo primero cuestiona lo segundo, cuando quizás no encontremos un defecto más sencillo de corregir que el de la temeridad, consustancial a la juventud por otra parte.
Un abrazo fuerte, y seguimos comentado...