El Valencia, por su parte, estrenaba en casa entrenador, costumbre muy arraigada por Mestalla que gusta tanto de silbar a todo aquel que ose ocupar su banquillo. Cesare Prandelli, un muy buen entrenador, supone otro volantazo en la errática conducción de Peter Lim desde Singapur. Su arranque había sido esperanzador con una victoria en Gijón, que daba aire a la complicada situación clasificatoria del equipo, coqueteando con los puestos de descenso, e impropia de la historia y nivel de plantilla de los chés.
Pintaba gran partido, hasta que vi en pantalla a uno de mis arbitros más odiados, el ínclito Undiano Mallenco, un muy mal árbitro, de la corriente de arbitraje creativo que tan bien representa otra de mis obsesiones arbitrales, Mateu Lahoz. Enseguida me apresuré a tuitear que bajo la arbitraria dirección de Undiano, podía pasar cualquier cosa. Y así fue...
Undiano, consiguió algo inaudito, unir en el cabreo más absoluto a barcelonistas y valencianistas, por su exhibición de errores y faltas de criterio. Por el lado culé, se le discute su tradicional permisividad con la violencia, convenientemente disfrazada de "intensidad" por parte de los aficionados y la prensa afines al equipo profesador de la "patadología". En el minuto 10 ya había perdonado un par de amarillas por agarrones, y una naranja si no roja a Mario Suárez por un doble intento de patear la rodilla de Neymar, que afortunadamente pudo esquivar los envites del jugador de Alcobendas, que hubo de esperar al minuto 70 para ver la amarilla, en su quinta entrada merecedora de la misma. Y claro, si permites el juego duro, casi violento, puede pasar lo que pasó. Iniesta controlaba un balón en la línea de medio, en paralelo hacia la banda, cuando fue entrado con brusquedad por Enzo Pérez, otro consumado leñero, que si bien buscó, y tocó balón, se llevó por delante a Iniesta y su rodilla. Esto el reglamento lo tiene contemplado claramente como entrada temeraria (un jugador realiza una acción sin tener en cuenta el riesgo o las consecuencias para su adversario), sin discusión posible, y su resultado disciplinario es de libre directo y tarjeta para el que realiza dicha entrada. Undiano, ni falta, e Iniesta en camilla y, por suerte, sólo con rotura parcial del ligamento lateral externo y un par de meses de baja. Y se daba la paradoja que a la hora de juego, el Barça tenía 3 tarjetas, y el Valencia, con su exhibición de reparto masivo de leña, una, y ninguna era ni para Enzo Pérez, que continúo tras cargarse a Iniesta repartiendo sin inmutarse, ni para el carnicero de Alcobendas, que además le clavó a André Gomes los tacos casi a la altura de la rodilla.
En esta imagen se aprecia como la tijera de Enzo lesiona a Iniesta |
Y los valencianistas se quejaban con toda la razón de decisiones equivocadas que habían tenido influencia directa en el marcador, como el clamoroso fuera de juego posicional de Luis Suárez en el primer gol, o un más que posible penalti de Umtiti a Rodrigo al cargarle por detrás. Además, pidieron la segunda tarjeta a Busquets en una falta en el medio campo, aunque es evidente, que con el listón que había puesto Undiano, bastante había hecho con señalar la falta; aunque en un escenario descontextualizado, Busi bien pudo ver el camino de los vestuarios antes del descanso. En resumen, todo el mundo encabronado con el pésimo arbitraje del navarro, y todos con mucha razón, añado yo.
En esta toma, se puede observar claremente como Suárez estorba a Diego Alves en el gol de Messi |
En cuanto al fútbol, muy poco en los 90 minutos. Intensidad, tensión, derroche físico y emoción a raudales, pero juego, nada o casi nada. Tan solo algunas acciones individuales de la tripleta atacante del Barcelona, un par de buenas paradas de Alves, algún detalle de Parejo y Cancelo, pero poco más. El Barcelona, tras marcar, intentó rebajar el ritmo del partido sin llegar a conseguirlo, y tras el descanso, tras un par de llegadas del Barça, poste de Rakitic incluido, llegó el empate del Valencia en un gran disparo de Munir, que no lo celebró por cierto. Tras el empate, el Barça se vio un tanto desarbolado por el entusiasta empuje del Valencia y llegó el segundo, en una gran jugada de Nani, rematada por Rodrigo (por cierto, con otro valencianista en fuera de juego posicional). Cuando parecía que el Barça se iba del partido, lo volvió a traer Luis Suárez al rematar un rechace de Alves a la salida de un córner. A partir de ahí, un correcalles, con llegadas en ambas áreas, hasta el descuento.
En el descuento, Messi decidió que tocaba ganar el partido, y dibujó una sensacional jugada apoyándose en Neymar que dejó solo a Luis Suárez para fusilar a Alves, pero el contundente Abdennour, que llevaba todo el partido yendo al bulto y acertando milagrosamente con la pelota, esta vez arrolló a Luis Suárez en un clarísimo penalti. Una vez pitado, Alves se dedicó a decirle cositas al oído a Messi, que esta vez sí, tiró muy bien el penalti, abajo a la derecha de Alves, que pese a adivinarlo, no tuvo opción ninguna.
En la celebración, se produjo un lanzamiento de objetos, tampoco masivo, debemos reconocerlo, y más en la situación emocional en que se encontraba el encuentro, y una botella de agua cayó en medio de la celebración de los jugadores. Lamentable se mire por donde se mire, pero también habría que recordarle a Neymar que sus actitudes infantiles, pueden ser muy perjudiciales, y que encararse con los aficionados tras un gol de penalti en el descuento que te hace ganarles el partido, es una decisión, cuanto menos poco inteligente.
Messi decidió otro partido y lo celebró con rabia tras el impacto de la botella |
En fin, Messi una vez más, nos brindó una victoria que ha salido muy cara por el tiempo que estaremos sin Iniesta, y la implicación de falta de control de los próximos 2 meses de partidos. Por último decir que se notó muchísimo la ausencia de Piqué tanto en la fase defensiva como de salida de balón del equipo, donde el rubio de la Bonanova es pieza clave en la estructura ofensiva azulgrana. Esperemos buscar una solución a su ausencia, pues nos esperan en un par de semanas, dos salidas muy complicadas, Manchester y Sevilla.
Cierto que vamos a estar 2 meses sin Don Andrés, pero al menos ahora se puede mirar al banquillo y ver que hay gente que sabe qué hacer con el balón en los pies. Tanto Arda como el portugués que hemos fichado no son malos o incluso Rafinha pueden manejarse más o menos bien en esa zona del campo. Y mientras D10S siga de dulce, el problema será menor.
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