Tras un nuevo parón de selecciones volvía la competición liguera en un fin de semana donde el Barcelona visitaba Butarque, un campo donde este año se están vendiendo caros los puntos para los visitantes, y donde tan solo el archirrival getafense había sido capaz de ganar y siquiera marcar al equipo pepinero. Además, el derbi capitalino entre Real Madrid y Atlético, garantizaba la pérdida de puntos de al menos uno, si no los dos como fue al final el caso, de los supuestamente máximos rivales por el título del equipo barcelonista.
Tras el buen resultado que la doble punta le dio a Valverde ante el Sevilla, el entrenador azulgrana decidió darle continuidad con la idea de dar alguna ayuda a Suárez en los movimientos de arrastre o fijación de los centrales (uno de los puntos fuertes del Leganés), aunque quizás con ello, se le reduzcan los espacios a un Leo Messi, que está pasando quizás por unos partidos de barbecho extraterrestre, por otra parte normales en el desarrollo de una temporada y más por encontrarse en un periodo refractario tras conseguir clasificar a Argentina para el Mundial, y viendo el buen comportamiento del equipo en cuanto a resultados en este comienzo de temporada.
La alineación enviaba a los jugadores un mensaje muy claro: el partido importante era el de Leganés, no el de Turín o el de Valencia de los próximos días. De esta manera, los jugadores no tenían excusa para relajarse en un escenario donde salir demasiado descomprimidos podía haber implicado un disgusto bastante serio. La sobrepoblación de las zonas interiores de ambos equipos, abría un pasillo para los laterales blaugranas hacia la línea de fondo contraria, y las continuas bajadas de Busquets entre centrales facilitaban la salida de balón, y aseguraban cierta salvaguarda atrás ante las subidas de Alba y Semedo.
El Leganés planteó un partido bastante industrial, casi metalúrgico (mucho tornillo que diría el añorado Andrés Montes). Los interiores pepineros achuchaban a los interiores barcelonistas como si tuvieran siempre el balón, no dejándoles casi respirar; y Eraso, el teórico mediapunta se emparejaba con Busquets, aunque la incrustación del de Badía entre los centrales, dejaba la última línea barcelonista en ventaja numérica para una salida pausada pero limpia de balón, desde la que intentar meter mano al trabajadísimo esquema defensivo de Asier Garitano. A cambio, durante esta primera parte, el Lega, apenas inquietó, salvo un par de caídas a banda de Amrabat, que ganando siempre la partida a un muy flojo Piqué, abría espacios para la llegada de los segundas líneas blanquiazules.
Paco Alcácer volvió a agradecerle a Valverde la titularidad, con un interesante partido, siempre moviéndose con sentido, y otra vez más teniendo influencia en los goles. Bien es cierto que esta vez no marcó, pero de los rechaces del portero de sus disparos llegaron los dos primeros goles del equipo, que además marcó Luis Suárez, muy necesitado de buenas noticias para ayudarle a recuperar su mejor versión.
También hay que hacer mención a dos puntales del equipo esta temporada: Jordi Alba y Umtiti. El de Hospitalet ha vuelto a ser la referencia principal para el pase diagonal colgado de Messi, y está llegando mucho, y bien, a la línea de fondo, siendo capaz de levantar la cabeza para tomar la mejor opción la mayoría de las veces, lo que está multiplicando su productividad en cuanto a traducir sus llegadas en remates de compañeros. Cada vez se le ve más maduro, pues tampoco está descuidando su espalda como en otras temporadas. Por su parte, el central francés, está compensando el mal momento de Piqué (quien por cierto se perderá el importante partido de Mestalla al recibir su quinta tarjeta) y está siendo capaz de sacar jugado el balón en cada una de sus intervenciones en la primera línea del juego ofensivo azulgrana, cuestión clave para que el equipo gane altura con rapidez y facilite la cadencia de contactos con el balón de los jugadores de arriba, especialmente Messi.
Punto aparte merece lo de Ter Stegen. Este año 2017, desde que escribí acerca de la cierta decepción que me había causado su comienzo de temporada pasada, ha madurado en unos meses lo que en el mejor de los casos habríamos firmado hiciera en unos años. Sus condiciones son incuestionables. Ya lo eran. Pero está siendo clave en todos los aspectos. Su desplazamiento de balón con los pies da siempre alternativas en la salida de balón, venciendo líneas. Ha dejado en el armario aquellas salidas un tanto extemporáneas que además minaban su seguridad a ojos de afición y compañeros. Y está teniendo influencia en los resultados, parando muchos partidos la primera ocasión del contrario, la que puede complicar el partido. Y su porcentaje de paradas, de casi el 90%, se encuentra a la cabeza del fútbol europeo. No exageramos si decimos que tras la Bestia Parda, es el jugador del Barcelona que más influencia tiene en la sensacional cosecha liguera azulgrana de estos primeros meses. A día de hoy, podemos decir que al lesionado Neuer le ha salido una competencia legítima por el arco de la Mannschaft para el próximo verano en Rusia.
Por último, no podemos obviar la figura de Paulinho, que siendo utilizado como recurso, está dando unos réditos, goleadores y de agitación del juego de ataque, muy por encima del mejor de los pronósticos a su llegada. Sumó su cuarto gol en Liga, sin ser, ni mucho menos, un titular indiscutible, sino más bien todo lo contrario.
En resumen, una solvente victoria en un campo que este año será más díficil que el anterior, alejados de la excelencia en el juego, pero también con unos cuantos buenos síntomas, como el alejarse de la Messidependencia para conseguir cualquier triunfo. Y es que el sábado en Butarque, vimos, quizás junto con el del afamado marcaje de Maffeo en Girona, el partido en el que el rosarino tuvo menos influencia en el juego y en el resultado de lo que llevamos de temporada. Y si el Barça aprende a ganar sin recurrir al auxilio de Messi, no podemos dejar de estar contentos, pues lo que es seguro, es que cuando le necesitemos, allí estará, y cuanto más descansado, mucho mejor.
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