Tras la matanza de San Valentín en Paris, volvía la Liga al Estadi con la primera visita en la historia del Leganés, un equipo que pareciera que se estaba deshinchando en los últimos partidos, y que venía también con una media estocada que le propinó el Sporting la jornada anterior en Butarque. Un Camp Nou con la peor entrada de la temporada en Liga, un tanto deprimido, esperaba una reacción de su equipo.
El once titular nos sorprendía con las ausencias de Busquets, sancionado, de Piqué, entre algodones, y la más impactante de Iniesta, que todos creíamos necesita minutos para volver a coger ritmo y sacar al mediocampo de la orfandad de juego que tantas veces ha venido adoleciendo durante la temporada. Las consecuencias: dos centrales zurdos y el discutidísimo André Gomes, de nuevo al mando del equipo, junto a Rakitic y Rafinha en los interiores.
Diez minutos tan prometedores como engañosos, con presión, altura del equipo y acierto en el último pase, ponían el tempranero 1-0, y hacían suponer a los más optimistas, incluido servidor, una victoria balsámica con apósito de goles para olvidar las penas parisinas. Pero según avanzaban los minutos, el Leganés se iba acercando peligrosamente y el Barcelona dimitía de sus funciones ofensivas. Al descanso, Ter Stegen sostenía al equipo con varias paradas de mérito que confirman el estado de forma del alemán, como quizás la única buena noticia del último mes en el equipo.
El descanso, lejos de cambiar las tornas y devolvernos un Barça dominador, o al menos controlador, nos trajo una mejora en el juego pepinero, y el hundimiento definitivo del juego azulgrana, ejemplificado en el partido de André Gomes, perdido en la posición de mediocentro y perdiendo los pocos balones que tocaba, ya que, increíblemente, ante la horrible actuación del portugués, sus compañeros, quizás en aras de protegerle de la ira de la grada, optaron por prescindir de su intervención en el juego, en una especie de rondo, donde nunca pasaba el balón por el medio centro. Algo increíble desde el prisma azulgrana y su modelo de juego de los últimos años.
El Leganés, seguía llegando y Ter Stegen parando, hasta que en una jugada en la que Sergi Roberto, cada vez más angustiado en el lateral derecho, resbalaba ante la presión y dejaba un balón franco a Machis que centraba a Unai López, ambos recién salidos, quien con un remate rápido, sorprendía a Ter Stegen, que pudo hacer más en la jugada, visto lo que había parado antes.
Luis Enrique, muy metido en su banquillo todo el partido, no había reaccionado ante el bajón de juego, sí que lo hizo tras el empate, y ver cómo seguramente se esfumaban las posibilidades de su equipo en la Liga. Los jugadores entrantes sirvieron más de acicate psicológico que futbolístico, y una jugada por banda de Neymar, otra vez el más incisivo del equipo, acababa en un clarísimo a mi modo de ver penalti de un ingenuo Mantovani.
Messi, como no podía ser de otra forma, asumía la responsabilidad de tirar el penalti, fuerte, colocado, alto al lado derecho del portero, absolutamente imparable. Pero el argentino no celebró en absoluto el gol de la victoria en el último minuto, ni siquiera lo miró al cielo, dedicándoselo a su abuela como todos los goles que marca. Su gesto serio, compungido y responsabilizado, quizás consecuencia de que nada había que celebrar, quien sabe, es para mi la imagen del Barcelona de estos días.
Estoy seguro que se le va a sacar mucha punta a estas imágenes: Desde Madrid y desde Barcelona, desde dentro y desde fuera. Lo único meridiano es que volver a encontrar la sonrisa de Messi debe ser El Dorado al que aspirar, pues nos traerá las riquezas futbolísticas a las que tan gustosamente nos hemos acostumbrado los seguidores culés contemporáneos del genio de Rosario y que como muy bien dijeron los genios de marketing del Leganés, que sea lo que D10S quiera.
Como siga leyendo este blog acabaré aprendiendo algo de fútbol. Crónica entretenidísima.
ResponderEliminartelmaH
Muchas gracias mi fotógrafo favorito.
EliminarEn estos temas, creo que sí que sé enfocar, y si encima entretiene e incluso enseña, pues miel sobre hojuelas.