martes, 18 de septiembre de 2018

Liga 2018-19. Jornada 4. Real Sociedad-Barça. Victoria importante eclipsada por las malas sensaciones

Llegaba la cuarta jornada tras el habitual parón de selecciones de comienzo de temporada. Esta vez, dadas las renuncias de Piqué (definitiva) y Messi (seguramente temporal) de sus selecciones, y la no convocatoria de Jordi Alba tras sus desencuentros con Luis Enrique, se podía prever un efecto más reducido del llamado Virus FIFA, en la vuelta a la Liga. En contraposición, el Barça visitaba el campo con peores resultados de toda la Liga española en la última década, el remozado Anoeta, que tras sus todavía inacabadas obras, ha devuelto a la Real Sociedad un auténtico estadio de fútbol que, si bien nunca tendrá el sabor y calor del añejo Atocha, sí que a mi modo de ver, debe sumarle unos cuantos puntos por temporada con la cercanía y presión de la grada. Cuando acaben el fondo que falta, quedará un estadio muy de mi gusto personal, futbolero y moderno a la par.


Este fin de semana me ha pillado de retiro rural absolutamente recomendable en un pueblo cercano a Soria, El Royo, invitados por unos buenos amigos, y donde hemos podido respirar aire puro, tranquilidad, y soltar a todos los niños sin los temores de la ciudad. Y bien que lo hemos disfrutado, tanto las pequeñas, como nosotros. La única pega es que el partido del Barça era en una hora un tanto inconveniente, la de la siesta, y al final, tuve que verlo vía internet, aunque el retardo no me supuso problema alguno, envuelto en el  más absoluto silencio. Nada que ver con los habituales spoilers de griterío de barrio, si lo ves de ese modo en Chamberí.

De entrada, Valverde sorprendía con un par de rotaciones significativas. Dando descanso a Busquets y Coutinho, piezas clave en sus selecciones, sustituidos por Semedo y Rafinha, inéditos hasta la fecha, pasando Sergi Roberto al interior derecho y Rakitic al medio centro. La prueba, desde luego, no se puede considerar un éxito en absoluto, aunque también cabe preguntarse si en el partido más complicado de los 4 disputados hasta la fecha, era el momento de comenzar a rotar. Mi respuesta, contundente, es no, desde luego.

Comenzó el Barcelona con una posesión bastante inocua, faltos de velocidad en la circulación con la presencia de un Rakitic demasiado incrustado entre los centrales, pese a que la Real Sociedad no desplegó una presión que justificara tal movimiento. Esto, además, implicó que los interiores tuvieran que jugar demasiado tiempo de espaldas, al no ser tampoco ni uno, ni otro especialmente expertos en perfilarse correctamente. Tampoco ayudó que jugaran a pie natural, y no cambiado, lo que les hacía controlar muchas veces de espaladas con la pierna más cercana al contrario, imposibilitando la progresión de la posesión azulgrana.

A esto se le sumó el acierto realista en su primera aproximación al área azulgrana, en un balón parado mal defendido por la defensa azulgrana que acabó con un contundente remate de Aritz Elustondo. A partir de ahí, intensificó el repliegue la Real, tapando con muchos hombres tanto el pase a Messi (magnífico Zurutuza en este aspecto), como la salida por la izquierda del sector Alba-Rafinha-Dembélé. Esto dejaba, con la tendencia interior de Messi toda la banda para un Semedo, al que los realistas flotaban, y que no fue capaz de avanzar con regularidad hasta la frontal del área, donde podía encontrar sus primeros obstáculos en el planteamiento txuriurdin. Era el paradigma del dominio estéril, pues se llegó al descanso con apenas un par de acciones ofensivas de Piqué, siempre a balón parado, y la Real, apenas volvió a pasar de medio campo.

Se imponía un giro radical en el juego azulgrana si se quería sacar algo en positivo de Anoeta. Así, Semedo abandonó el campo en el descanso, entrando Coutinho, pasando Sergi Roberto al lateral derecho y Rafinha al interior derecho. Los interiores empezaron a jugar a pie cambiado y Coutinho amenazaba con su habitual agresividad en el pase y la conducción. La entrada de Busquets por Rafinha trajo consigo dos cuestiones. La primera, que volvíamos a jugar con los mismos once que en las tres primeras jornadas de Liga, ergo experimiento fallido y más razones para Valverde para sobrecargar su once con el consecuente problema que eso implica para el mes de marzo y abril, y como segunda, ésta respecto al partido, que el Barcelona verticalizó mucho más su juego, arriesgando en pos de mayor cosecha ofensiva, pues solo gracias al extraordinario acierto de Ter Stegen en un par de mano a mano, pudo mantenerse en el partido el equipo azulgrana.

Bien es cierto que, a cambio, se merodeaba con asiduidad y peligro la meta de Rulli, quien a la postre fue un colaborador necesario en la victoria, con su desacierto en el juego aéreo. En dos jugadas casi consecutivas de córner, Rulli por dos veces despejó al aire, y el balón acabó alojado en su portería a remates de Suárez primero, y Dembélé, precedido de un par de desvíos realistas, después. Parecía que el partido se aproximaba a una sentencia azulgrana, pero Valverde decidió de nuevo, proteger el resultado, defendiendo los espacios y no con el balón. Salió Dembélé y entró Arturo Vidal, sustitución que va camino de convertirse en un clásico fuera de casa con marcadores ajustados, y se perdió absolutamente el control.

La salida de Dembélé liquidó una parte importante del ataque al espacio azulgrana, y la entrada de Vidal, envió un mensaje conservador a los cerebros de los jugadores que tuvieron como consecuencia ser sometidos durante los últimos minutos territorialmente como no lo habían sido en ningún momento del partido. Al final, la falta de acierto realista, como la que también tuvo el Valladolid en Zorrilla, impidió que se quedara algún punto en San Sebastian.

En resumen, una victoria importante en un campo históricamente muy complicado en un mal partido. El típico escenario que los clásicos llaman "victorias que dan Ligas", pero que yo veo con mucho más escepticismo, pues las sensaciones del juego azulgrana, esta vez sin la excusa del estado del campo, fueron las más negativas de lo que llevamos de temporada. Con el comienzo de la Champions tendremos la respuesta a si ha sido apenas un mal día en la oficina, o una tendencia. Esperemos que se trate de lo primero.

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