martes, 4 de septiembre de 2018

Liga 2018-19. Jornada 3. Barça-Huesca. Festival ofensivo de la mano de la Bestia Parda, una vez más.

Se estrenaba la Sociedad Deportiva Huesca en el Camp Nou por primera vez en Liga, tras la exitosa pasada temporada donde muy merecidamente consiguió el ascenso directo tras encabezar prácticamente durante toda la temporada la Segunda División. Además, en las dos primeras jornadas, que había jugado también a domicilio  por las obras de remodelación del Alcoraz para adaptarlo a las exigencias de la Liga, había cosechado una victoria en Eibar y un muy meritorio empate en San Mamés, remontando dos goles en contra. Un equipo simpático, que además se presentaba con la segunda equipación de la cruz de San Jorge, como la que forma parte del escudo del Barça.


Valverde, al que ya le va bien repetir el inicio de la pasada Liga, repitió el teórico once de gala que ya había presentado la semana anterior en el lamentable césped de Zorrilla, con Coutinho en el interior izquierdo en un sector izquierdo fuerte, con Alba por detrás y el entonado Dembélé por delante. Ni rastro de rotaciones (innecesarias ante el parón de selecciones, por otra parte) o de guiños con los nuevos fichajes ante la afición en un encuentro sobre el papel asequible.

Y los primeros minutos le dieron la razón a Valverde, y el Huesca en una sensacional jugada colectiva sacando el balón jugado desde los centrales, basculando de un lado a otro hasta encontrar el espacio donde dañar la defensa culé, acabó con un centro del lateral en el pico del área, rematado poderosamente por arriba por Longo, y desviado con el tacón por la joven estrella colombiana de los oscenses, el Cucho Hernández, que a sus tiernos 19 años (los mismos que Riqui Puig, por cierto) se estrenaba como goleador en Primera en uno de los estadios emblemáticos del fútbol mundial.

Y es que durante toda la primera parte del partido, el Huesca consiguió buscar las espaldas de Busquets, con Gallar y el Cucho, mientras Longo se encargaba de fijar a unos excesivamente relajados Piqué y Umtiti. Un insolente recién ascendido la estaba jugando de tú a tú al Barcelona en casa, y se percibía un partido más cierta lentitud en la circulación del ataque posicional, donde apenas Busquets era capaz de jugar regularmente a un toque, lo que facilitaba la basculación defensiva oscense.

Sin embargo, Messi estaba por la labor. Esta vez desde una posición más adelantada, el rosarino partiendo siempre desde derecha se abstuvo de bajar a recibir pese a la falta de fluidez de la circulación, pues es cierto que tanto Dembélé como él mismo disfrutaron de balones en tres cuartos, si bien nunca en ventaja de inicio. En una jugada en esa zona, le llegó el balón a la Bestia Parda, quien de parado, con varios defensas cerrando su salida hacia el círculo central donde pudiera sacarse su disparo habitual, optó por recortar en arrancada a su derecha, dejando literalmente tumbado a Luisinho (que pasó una tarde para olvidar persiguiéndole), y centelleante, antes de que llegara la ayuda definió con su pierna derecha a la base del poste de un Werner que nada pudo hacer. Es tal el repertorio de Messi que se habla muy poquito de su precisión al definir con la derecha, algo que para un zurdo no es que sea extraordinario, es que es absolutamente único en toda la historia del fútbol.

Con el gol del empate, el Barça encontró el juego, apoyado en un Messi que, desatado, iba repartiendo pases profundos, regates y cambios de juego para desesperación de un Luisinho que para entonces ya estaba amonestado. En una combinación Alba-Dembélé, el lateral llegó a línea de fondo, levantó la cabeza y al no ver pase claro, esperó lo suficiente para que apareciera Messi, y ante la inevitabilidad del gol estándar blaugrana, Pulido a la desesperada al intentar cortar el pase de la muerte, acabó por alojarlo en las redes de su propia portería. Se había dado la vuelta al partido y continuaban llegando las ocasiones, que Werner, muy acertado pese a la goleada, iba achicando como podía.

Hasta que en un magnífico pase en profundidad de Coutinho a Alba, el de L´Hospitalet centró para que el uruguayo marcara a placer su primer tanto de la temporada, que hubo de necesitar del VAR para su definitiva validación. Parecía que el partido estaba resuelto, pero otra desatención defensiva acabó con un remate en el área pequeña de Gallar, que subía el segundo tanto visitante para desespero de Ter Stegen. 

Así se llegaba al descanso, con partido todavía abierto, y la sensación del Huesca que algo podían rascar. Y esa sensación fue la que los condenó, pues salieron muy abiertos en la segunda parte y en 15 minutos habían recibido un larguero de Messi, varias paradas de Werner y tres golazos de Dembélé (al espacio), Rakitic (de pornográfico golpeo acomodando el cuerpo tras pase magnífico de Messi, y el propio rosarino (habilitado por una genialidad de Coutinho que había recibido de Ter Stegen para sacar la transición). Partido definitivamente finiquitado, y un Barça que no se conformaba y quería agradar.

La segunda parte fue un festival ofensivo, bien es cierto que a favor de obra y con el rival entregado, pero donde se dieron rienda suelta a las capacidades creativas en el último cuarto de campo de los jugadores azulgrana, liderados por un Messi, que un día más nos brindó una actuación difícilmente igualable por cualquier otro futbolista del planeta (premios marketinianos a un lado), pero que dada la regularidad con la que lo presenciamos, parece que no apreciamos en toda su magnitud.

Así, Alba, a pase magistral de Messi otra vez, se reivindicó ante su ausencia en la primera convocatoria de Luis Enrique con el séptimo gol, y ya en el descuento un penalti provocado por Luis Suárez era transformado por el propio uruguayo, a quien Messi cedió el lanzamiento, consciente de lo bien que le viene a su vecino ir sumando goles en la búsqueda de su mejor forma.

En resumen, un partido muy entretenido, con una goleada que no hace justicia al muy buen primer tiempo aragonés, pero que castigó la valentía y ambición de los visitantes. Buenas sensaciones de la relación Coutinho-Alba y Dembélé-Alba por izquierda, mejoría notable no solo por los goles sino por la finura y precisión en el toque por parte de Suárez y cierta displicencia defensiva en el quizás único punto negativo de un partido redondo, pero del que tampoco debemos sacar excesivas conclusiones, pues nos esperan empresas mucho más exigentes, tanto en Liga como en el atractivo grupo de Champions.

Messi además sumó dos goles, dos asistencias y dos palos a su estadística, que queda:


Goles: 4
Asistencias: 2
Penúltimos pases: 0
Postes: 3

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