miércoles, 27 de diciembre de 2017

El Madrid-Barça desde lo táctico. Duelo de pizarras mucho mejor leído por Valverde durante el encuentro

En esta segunda entrega de lo que fue el Madrid-Barça voy a centrarme en las variantes tácticas que se vieron en el partido, que fueron bastantes, y creo que muy interesantes de desmenuzar, pues dejan a Valverde en gran lugar, como se lleva mereciendo todos estos meses, y sin embargo, en mi opinión, tampoco dejan tan mal como pareciera a Zidane, que buscó soluciones al problema, es decir, Messi en su jardín del Bernabéu.


Parecía claro que ambos entrenadores iban a apostar por el 1-4-4-2 de los últimos tiempos, una vez superados los tridentes, ya sea por salidas intempestuosas (Neymar) o lesiones continuadas (Bale). La primera sorpresa táctica, sin embargo, llegó al oficializarse las alineaciones. Como era de esperar, Valverde sacó lo que tiene, que tampoco es que sea poco, pero pocas alternativas le facilita la plantilla entre su composición y las lesiones. El banquillo era un tanto desolador, con Denis y Alcácer como únicas alternativas para dar la vuelta al partido en caso de que se pusiera cuesta arriba. Sin embargo, Zidane, se convirtió en lo que hasta ahora no me había parecido nunca, un técnico intervencionista. Algo que no tiene por qué ser malo, sino todo lo contrario, al buscar soluciones entre los recursos disponibles, que en el caso del francés no se puede negar que son abundantes. La exhibición de Messi el pasado abril, como le pasó a Ancelotti en el 3-4 del 2014 o a Mourinho en el 5-0 de 2010, convenció a Zidane de la necesidad de priorizar a Messi en su planteamiento.

Y ¿cómo lo hizo?, blindando el centro del campo con la presencia de Kovacic, quien en la Supercopa ya había hecho un gran trabajo sobre Messi en el Camp Nou. Sin embargo esta vez, también estaba el trio habitual del mediocampo madridista Casemiro-Kroos-Modric, por lo que prescindió de Isco, lo que a posteriori le valdría la mayoría de las críticas a toro pasado. La idea parecía esa, marcaje al hombre a Messi, pero según rodó el cuero pudimos ver que no era exactamente así. Formaba parte de un plan de presión altísima, hombre a hombre en el que Kovacic ejercía de sombra de Busquets para deshabilitar la salida de balón azulgrana, y los laterales Marcelo y Carvajal, se emparejaban casi a la altura del área contraria con sus homónimos azulgranas (Alba y Sergi Roberto), los delanteros con los centrales y los interiores con sus colegas azulgrana, flotando siempre a Ter Stegen, y dejando como mucho el pase a los centrales en corto. La buena disposición y actitud agresiva de los madridistas obligó durante la primera media hora al portero alemán a jugar en largo. Lo hizo con la precisión habitual, pues hizo un 100% de acierto en el sentido de que todos sus balones fueron bajados o peinados por sus compañeros más avanzados: Suárez y Paulinho, quien se descolgaba y era el más habitual objetivo de los envíos de Ter Stegen. El problema fue que casi en ninguna ocasión Paulinho pudo consolidar una posesión en campo contrario, pues se mostró impreciso en la retención de balón y en el pase.

Además, para ganar superioridad en las bandas, Zidane pidió a Cristiano que cayera a banda izquierda para hacer dos contra uno con Marcelo, y Modric hizo lo propio desde atrás en la derecha. Este planteamiento colocó al Madrid en el penúltimo escalón del gol, pero entre la imprecisión de los centros laterales, la imperial actuación de los centrales azulgranas y la falta de carga del área, tan solo con un muy desacertado y hasta cierto punto indolente Benzema. De hecho, esa primera media hora no alumbró parada alguna de Ter Stegen, ni siquiera un "¡huy!". Pobre bagaje para el dominio ejercido, lo que también facilitó la falta de agobio de los chicos de Valverde, quien pidió contención a sus laterales, que no abandonaron la línea de cuatro durante la primera parte, como parte de un plan maestro perfectamente diseñado para aguantar la previsible y confirmada carga de la infantería madridista al comienzo del partido.

A partir del minuto 29, con la ocasión de Paulinho a pase de Messi tras una larga posesión, ya aposentada por primera vez en campo contrario durante más de un minuto, el partido se abrió, y llegó un intercambio de llegadas más claras, con otra oportunidad para Paulinho de cabeza, tras buena jugada entre Messi, Iniesta y Alba. Por parte madridista rondaron el gol Cristiano escorado y Benzema en su única intervención positiva que remató de cabeza al palo tras un error lamentable en salida del errático y paradójico Paulinho, que descolocó a Sergi Roberto, obligó a salir a la banda a Piqué y Vermaalen fue superado por el francés. Se llegó al descanso sin goles, y con la sensación del lado blaugrana de que lo peor ya había pasado, y además no había sido tan duro.

De esta guisa, Valverde en el descanso pidió un paso adelante de los laterales y de Sergio Busquets, y entrar en la segunda parte mostrando la autoridad del equipo con lo que siempre le ha caracterizado, la posesión del balón. Eso sumado a un cierto bajón en la agresividad del Madrid, cambió totalmente el partido, pasando a jugarse casi 30 metros más cerca del marco de Keylor Navas. Y así empezaron las llegadas y llegó el gol en una salida imperial de Busquets hacia Rakitic, quien conectó con la primera visita de Sergi Roberto al vértice del área contraria. En la jugada, la altura de los laterales madridistas fue clave, pues ambos llegaron tarde a su posición, y dejaron vendidos a Varane y Ramos, que nada pudieron hacer en inferioridad.

Con el gol, Busquets y Messi tomaron definitivamente el mando del partido, y durante un cuarto de hora, se mascó la tragedia en el Bernabéu, con un Madrid desquiciado y perdido, personificado en Ramos y Carvajal, que bien pudo acabar con ambos en el vestuario antes de tiempo, pero que sólo el segundo, descolocado una vez más y superado a su espalda por Luis Suárez, acabó expulsado tras despejar en escorzo con la mano el postrero remate de Paulinho, otra vez llegando. 0-2 y superioridad numérica blaugrana, apuntalada por la conservadora decisión de Zidane de sacar a Nacho por Benzema, y dejar un 1-4-4-1, que dejaba a merced del Barcelona el partido. Así, la magistral aplicación de cloroformo por parte de Busquets e Iniesta, y la exhibición de poner compañeros mano a mano con el portero de la Bestia Parda, parecía acercar a goleada histórica el partido.

Faltaba el último arreón madridista, que se produjo con la entrada de Bale y Asensio por los dos mediocentros, pasando a un 1-4-2-3 mucho más atrevido, y, sobre todo, tras la salida de Iniesta que hizo, durante unos breves minutos, perder el control absoluto que hasta entonces había gozado el Barça desde el descanso. Fueron varias llegadas consecutivas, con un par de ocasiones claras, resueltas por Ter Stegen con la suficiencia habitual, y que pese a enardecer momentáneamente las huestes madridistas, fueron rápidamente neutralizadas por la flema de Busquets, y un par de pases de Messi dejando a Semedo, Paulinho y André Gomes ante Keylor. De ahí al final, tranquilidad, posesiones largas azulgranas y la impotencia por parte madridista de meter mano a un equipo que a favor de obra es prácticamente inalcanzable pese al paso de los años.

Valverde se coronó como un auténtico mariscal de campo una tarde más, y en el más complicado de los escenarios, el campo del eterno rival. Zidane, por su parte, se apropió, muy a su pesar, de todos los palos de la crítica y el público por sus decisiones; alguna de las cuales entiendo fueron acertadas si se contextualizan convenientemente, pero que a ojos del madridismo, visto el marcador, tienen dos nombres propios que lo sitúan en pecado mortal: Benzema por acción e Isco por omisión.

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