Jornada matinal en el Camp Nou para recibir al Celta del ex-segundo entrenador del Barça con Luis Enrique, Juan Carlos Unzué, quien sonó en diversas quinielas para hacerse cargo de la nave azulgrana en el lugar del asturiano, pero que ha acabado en Vigo, consolidando el proyecto que tan bien había guiado las últimas temporadas el desafortunado Berizzo (desde aquí todo mi apoyo). Como buen conocedor del plantel azulgrana, el entrenador olívico planteó un partido con toda la intención de dañar los puntos débiles del sistema azulgrana, castigando especialmente los costado de Busquets y Umtiti ante las subidas de Jordi Alba, y presionando selectivamente arriba para complicar la salida de balón azulgrana.
Bien plantado sobre el terreno de juego, y ya asomándose desde el principio a los dominios de Ter Stegen, el Celta, con un Iago Aspas que comenzaba a dar síntomas de que una ocasión más sería un dolor de cabeza para la defensa del Barcelona. El de Moaña encontró siempre los espacios entre Busquets y los defensas para acertadamente seleccionar el espacio y el tiempo de sus picaduras. La primera de ellas, rompiendo el fuera de juego a la espalda de Jordi Alba, acabó con un pase a Maxi Gómez, quien a placer remató, pero increíblemente se topó con el sobrehumano estado de forma de Marc André ter Stegen, quien posiblemente realizó la parada de lo que llevamos de temporada, lanzándose como un portero de balonmano para tapar todo lo tapable, pero que tuvo la mala fortuna que su despeje quedara más a placer, a puerta vacía para que el mismo Aspas estrenara el marcador.
Se ponían las cosas feas para el Barça que hasta ese momento solo había vivido de un par de destellos celestiales de Messi. Pero al minuto del gol celtiña, una trenzada jugada de ataque llevada por los jugadores de más calidad del equipo, Iniesta y la Bestia Parda, acabó con un balón suelto en el área remachado entre las piernas del muy buen arquero Rubén Blanco por el 10. Empate, y por lo que se vio en los siguientes minutos, Messi se había decidido a jugar, liderando una catarata de llegadas que milagrosamente no tuvieron más eco en el marcador hasta el descanso. Sin embargo, aunque en menor medida que al principio, el Celta no le había perdido la cara al partido y no se conformaba con achicar el agua en su área.
El comienzo de la segunda parte pareció confirmar la tendencia a inclinar el capo hacia Rubén, y el Barcelona comenzó a merodear el gol, hasta encontrarlo en una gran jugada colectiva, cerrada con pase al hueco de Messi a Alba y pase de la muerte de la motocicleta de Hospitalet para que el uruguayo Luis Suárez se revindicara, y pusiera en ventaja al Barcelona, que lo siguió intentando, pero sin mayor éxito. El Celta, del que no había habido desde el descanso noticias ofensivas, volvió a aprovechar una subida de Alba, para encontrar a Iago Aspas en banda, superando a Umtiti que cayó lesionado en su persecución. El sensacional delantero gallego llegó a línea de fondo y volvió a habilitar a Maxi Gómez que esta vez cruzó fuerte para empatar el partido de manera definitiva.
Ya sin Iniesta en el campo, retirado con molestias, y con un Messi mucho menos encendido que en la primera mitad, si bien siguió llegando al marco céltico, es cierto que también recibió algunos sustos en el área barcelonista, magistralmente defendida un día más por el portero alemán. Al final, reparto de puntos, que si bien por buen juego y ocasiones podríamos decir que inesperado, pero dado el gran planteamiento y la magistral ejecución del mismo por Iago Aspas y sus secuaces no podemos tratar de injusto, ni mucho menos, sino merecido.
Lo peor, sin duda, y esperemos que no implique un punto de inflexión en la temporada fue la lesión de uno de los pilares hasta ahora del equipo, el central francés Samuel Umtiti, que estará unos dos meses de baja, lo que significa todo un contratiempo para Valverde que ahora sí, necesitará de la vuelta del mejor Piqué para liderar una defensa hasta ahora muy solvente en el primer tercio de la temporada. Seguro que el central de la Bonanova será capaz de retomar el liderazgo en la zaga y acaudillar las huestes azulgranas desde la retaguardia junto a Ter Stegen.
Tras la posterior derrota del Valencia en Getafe y el empate sin goles del Real Madrid en San Mamés, me queda todavía un peor regusto por el tropiezo en casa, ya que una victoria ante el Celta habría supuesto poner ya muchísima tierra de por medio con todos los perseguidores, aunque todavía estemos a comienzos del mes de diciembre y quede todo un mundo.
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