Menos mal, que uno, que ya no es un niño precisamente, ha metido la pata tantas veces que, a base de sangre ha conseguido mínimamente aprender a no exponerse demasiado. Anoche, corría el minuto 11 de partido, y Messi, extrañamente, había perdido un par o tres de ocasiones de quedarse solo ante el portero en balones en profundidad que le llegaban en óptimas condiciones. Como estamos en enero, y Messi, además de las obligaciones propias de la temporada futbolística con el Barça, estoy seguro que tiene entre ceja y ceja la cita mundialista de Rusia, tuiteé: "Messi está en modo enero, con Mundial por delante. Lento", y aforutunadamente apostillé: "Sabéis que me dejará mal;-)".
Y menos mal, que lo hice, porque al minuto siguiente, la Bestia Parda ya había abierto el marcador con un gran remate tras la tradicional con pase atrás de Alba. Y no solo eso, cuando no había acabado de recibr respuestas jocosas a mi tuit, al siguiente minuto, el angelito, volvió a repetir la jugada, esta vez con pared anterior incluída con el lateral de Hospitalet, para poner el 2-0, y prácticamente liquidar el partido y la eliminatoria. No contento con haberme cerrado la boca, los siguientes 20 minutos de Messi fueron una exhibición memorable hasta para él, sin gastar un gramo de más de energía, andando o a lo sumo al trote, fue devastando a su paso contrarios, sin importarle el número o altura en la que se encontrara para acabar dejando uno de los mejores pases de su carrera (sí!!, de su carrera) recibiendo casi en parado y con 9 defensas y el portero entre él y la portería, batir 3 líneas a la llegada centelleante de Jordi Alba para devolverle la gentileza de los dos primeros goles, y en el súmum dejar que entre el efecto y la velocidad de Alba, vencer también al portero para que el lateral a puerta vacía sellara el tercer gol.
Y una reflexión, que acongojará más a los rivales de Messi, toda esa exhibición, remarcable incluso para él, la podría haber hecho en 2038, con 50 años, pues no necesitó esprintar en ninguna de las barbaridades que perpetró. Conocimiento del juego, dominio del espacio-tiempo y una técnica de golpeo superlativa fueron las atemporales armas que empleó. Antes de la hora, se marchó para proceder a media horita de rotación académica (sentado en el banquillo) tras haber jugado casi esa hora entera en rotación activa.
El partido, extraterrestres apartes, fue una delicia desde el punto de vista azulgrana. Jugado constantemente en campo contrario y con abrumador dominio de una posesión, escenificada en dos velocidades, una primera hipnótica pero en ningún caso lenta, dando amplitud al campo y siempre a las puertas de último tercio de campo, para acelerarla de manera centelleante según disponían Iniesta y Messi para convertir esa posesión en oportunidad de gol. Además, la posesión también favorecía una impecable colocación del equipo, lo que facilitaba la rápida presión ante cada pérdida, que evitaba siquiera tener que volver a campo propio en la gran mayoría de las veces. Sí, además, la defensa del Celta regala a un muy afilado Luis Suárez en este comienzo de 2018, un balón dentro del área, la goleada estaba servida, como así fue.
Entre los humanos, quiero destacar precisamente al que suele estar fuera de los elogios, pero que este año, no ha estado ni un solo día por debajo del notable alto: Sergio Busquets. El de Badía ofreció un clinic de tocar de primeras con todas las superficie de los dos pies para dar continuidad al juego, incluso acelerando él la jugada encontrando en vertical a Suárez y Messi. Una delicia.
Ya en la segunda parte, el anecdótico quinto gol de Rakitic, muy a gusto en su labor de punta del rombo en defensa para la presión, en un saque de esquina rematando solo (parece que Unzué se dejó en Barcelona la libreta del balón parado que tanto se destacaba en su periplo en el Camp Nou), y aparte toda una catarata de buenas noticias, que empezando de detrás a adelante, tenemos la nueva portería a cero, esta vez de Cillessen, nada exigido, pero que dejó un pase de 70 metros como muestra de su espectacular golpeo; la capacidad de corrección de Semedo, que puede ser muy importante ante rivales más dañinos y rápidos; la nueva impoluta actuación de Vermaalen, quien sigue sin fallar un pase; la magistral dosificación de la genialidad que está encontrando Iniesta esta temporada; y los primeros detalles de lo que puede ser Dembélé, quien gozó de las primeras ovaciones en el Camp Nou en un par de detalles de velocidad y regate del joven francés, quien la situación actual del equipo parece poder facilitar una adaptación que se antojaba complicada tras su lesión y la inversión realizada.
Y ahora, en la vuelta de la esquina la visita a Anoeta, el campo maldito del barcelonismo, y un Espanyol en Copa, que deseará tomarse todas esas revanchas que lleva acumulando desde quizás el durísimo empate de 2010 e Liga en Cornellá, antes del fatídico viaje a Milán cuando todos los elementos se pusieron en contra (volcán islandés incluido) para evitar la reválida del título europeo del equipo de Pep Guardiola en casa del eterno rival.
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