Van ya avanzando las rondas de Copa, y va creciendo el interés y la emoción. El Barça defiende un título que ha conquistado en las últimas 3 ediciones, y del que es el más laureado de entre los participantes en la historia. Ante él, el rival ciudadano, el especialmente aguerrido cuando se trata de enfrentar al Barça, Real Club Deportivo Espanyol.
El Espanyol hacía 9 años que no había ganado al Barça, quizás el objetivo de todas las temporadas, más allá de una permanencia que ya hace años que tiene bastante asegurada, con plantillas de aspiración europea, aunque pocas veces su clasificación final ha estado acorde con los objetivos del club a comienzo de temporada. Además, todavía estaba por estrenar victoria desde que abandonó el Estadio Olímpico de Montjuic para hospedarse en el moderno y funcional Estadio de Cornella-El Prat, de sucesivos nombres publicitarios que ni siquiera soy capaz de enumerar.
El Barça, a su vez, se toma esta Copa como una oportunidad para los menos habituales, si bien va barnizando las alineaciones con habituales para no desnaturalizar en demasía le esencia del equipo. Ayer, de hecho, partió con prácticamente 6 habituales del once liguero reciente, con el copero Cillessen bajo palos, Digne en el lateral izquierdo y oportunidades para Aleix y Denis, jugadores que parecen en diferentes circunstancias dentro del grupo, ya que el primero parece cerca de salir, y el segundo todavía parece con arrestos para pelear por minutos en la plantilla. Por último, la gran perla de la cantera, mi protegido Carles Aleñá, completaba el mediocampo, jugando en el perfil natural, al contrario de lo que suele ocurrir en el filial, donde juega en derecha, lo que le acerca a un mayor aprovechamiento de su gran disparo.
La primera parte fue bastante anodina, con un Barça controlando la situación, aunque no sacando jugo a su superioridad manifiesta por una imprecisión en los últimos metros, extrañamente liderada por un Messi, que cuajó uno de los partidos más grises que se le recuerdan. Mientras tanto, el Espanyol, apenas superaba el mediocampo, y se limitaba a defenderse a base de acumular hombres en dos líneas delante de la frontal del área, lo que no impedía que el Barcelona se presentara en la misma con opciones de tiro con mucha asiduidad.
Tras el descanso, llegó el momento clave del partido. Granero, sobremotivado como la gran mayoría de sus compañeros cometió un tan claro como innecesario penalti sobre Sergi Roberto, clavándole los tacos desde la tibia hasta el tobillo en una entrada destemplada que bien pudo acabar peor para el jugador de Reus. Messi, lanzó abajo a la izquierda de Diego López, pero el cancerbero gallego, en una extraordinaria estirada nos volvió a recordar que quizás la versión más mundana del rosarino es la de lanzador de penas máximas.
La grada de Cornellá explotó en alegría, quizás la más grande desde la inauguración del estadio, y el equipo blanquiazul se contagió, viéndose investido de matagigantes, sin más activo que una fe bastante irracional en sus posibilidades, pues hasta entonces, si bien el Barcelona no estaba jugando bien, los periquitos no habían dado ninguna muestra de poder hacer daño a su rival. Así, a base de empuje, fue acercándose a Cillessen, quien se vio obligado a hacer un par de buenas intervenciones, tampoco nada del otro mundo, pero mucho más que lo vivido hasta el penalti. Y así, con el Barça cada vez controlando menos la situación se llegó a una muy buena jugada, facilitada por los siempre extraordinarios movimientos de Gerard Moreno, quien abrió un socavón en el lateral izquierdo azulgrana, para que Marc Navarro lo aprovechara, y centrara atrás a la llegada de Melendo, un canterano que lleva desde los 6 años en el Espanyol, que se estrenó como goleador rematando con el interior de primeras haciendo imposible la respuesta de Cillessen.
En mi opinión, derrota merecida del Barcelona por el insulso e impreciso ejercicio realizado en Cornellá. Un serio toque de atención, que tiene solución, por suerte, si el jueves de la semana que viene en el Camp Nou dan la vuelta a la eliminatoria, y pueden seguir defendiendo el título que ganaron en junio al Alavés, quien también anda con posibilidades de repetir final.
La verdad, es que dentro de la derrota, y del poco (o nulo) aprecio que uno le tiene al Espanyol, me consuela saber que al menos un buen tipo como Jorge (Codi) estará contento por Barcelona. Un tío, que en apenas unos meses en nuestro equipo de toda la vida supo ganarse a todos con su buen talante, simpatía y también con su fútbol de alta escuela, sin importarle ser el "juvenil" más veterano del equipo, y siempre siendo importante en el buen ambiente que en todo equipo de amigos se quiere crear. Una pena, que se haya tenido que volver a Barcelona, pero sabe que en el Sallema, siempre tendrá un sitio, aunque sea en el banquillo, jejeje. ¡Felicidades, Codi!
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