Tras haber dado buena cuenta de la Roma con mejor resultado que juego, el Barça recibía en el Camp Nou a un Leganés, que el año pasado puso en muchas dificultades al Barcelona, depresivo entonces tras ser vapuleado en Paris unos día antes. El que escribe no pudo ver el partido en directo, pues andábamos uno cuantos despidiendo al último célibe del grupo, y como siempre sellando la solidez del futuro matrimonio tras haber de pasar por un trance como ése.
La tranquilidad del diferido (esta vez sabiendo el resultado) me permitió tener una visión desapasionada del encuentro. El Leganés, un equipo de autor, en concreto de su entrenador Asier Garitano, fue un rival más que incómodo, e incluso supo sobreponerse a una espléndida primera media hora azulgrana en la que había puesto ya tierra de por medio.
Valverde, gestionando la ventaja en Liga, había dispuesto algunas ausencias importantes en el equipo. Jordi Alba, el algo despistado últimamente Umtiti, el todavía renqueante Busquets y el sobrekilometrado Iniesta dejaban su sitio a Sergi Roberto (actuando de novedoso lateral izquierdo), Vermaalen (que volvió a firmar una más que convincente actuación), Rakitic (más que afianzado como relevo del de Badía) y el portugués André Gomes, que va poco a poco progresando. La disposición del equipo, algo asimétrica doblaba al interior izquierda (Gomes-Coutinho) para dejar todo el carril derecho a la exuberancia de la pareja Semedo-Dembélé. Esta disposición depistó al normalmente sólido entramado defensivo pepinero, y Messi se encargaba de castigar apareciendo siempre por el lado débil de la defensa pepinera.
Tras unas primeras llegadas a la antesala del área, amagando más que pegando, una falta en la frontal, majestuosamente lanzada una vez más por Messi estrenaba el marcador. Los siguientes minutos fueron aumentando el dominio azulgrana y en una buena jugada del ataque azulgrana, Messi engañaba con el cuerpo el disparo cruzado para alojar el balón por el poste corto de Cuéllar en un buen pase en profundidad de Coutinho.
A partir de ahí, el Barcelona activó descaradamente el modo ahorro de energía un día más, y por momentos excesivamente descomprimido permitió al Lega rehacerse en el juego e ir aproximándose a Ter Stegen, si bien es cierto que sin llegar a exigirle lo más mínimo. Mediada la segunda parte, un buen centro lo recogía El Zhar para ayudado por un desvío del tacón de Sergi Roberto, alojar el balón en la portería azulgrana, y dar algo de vida al encuentro. Poco más hizo el Leganés en ataque, pero el corto resultado hacía temer por un accidente más que la peligrosidad visitante. En cualquier caso, Messi acabó con el debate tras asistencia de Dembélé, controlando eso sí con el brazo, que aunque pegado al cuerpo yo creo que es mano.
El partido dejó detalles del lado azulgrana, como el homenaje al fútbol formativo azulgrana y a la inteligencia del jugador que significó su primer tiempo como lateral izquierdo, posición absolutamente inédita para él, pero que solventó con la suficiencia que viene haciendo en las últimas 2 temporadas. También se vieron detalles de Coutinho, cuya calidad le hace acreedor de la confianza de la afición, pero que todavía debe aprender a jugar cuando lo que toca es controlar un partido, todavía demasiado acostumbrado al frenesí de Klopp en Liverpool. Vermaalen, si sigue disponible, es el tercer central que cualquier entrenador quisiera tener, pues no baja un ápice el nivel. Algo más procupante es que Luis Suárez parece que ha llegado al final de la temporada con el depósito en la reserva, y destacó más su buena aportación defensiva en el juego aéreo que su amenaza a la sólida defensa blaquiazul. Aunque todo lo compensa un Messi que sigue sumando actuaciones a la altura de la exigencia que su carrera impone, y consigue marcar un hat-trick con un aire funcionarial que roza lo insultante.
En resumen, una jornada más el Barcelona sigue sumando de tres en tres, lo que añadido al postrero empate en el derbi madrileño, deja a apenas 10 puntos el título de Liga. La duda es apenas, cuando se consumará. El sábado contra el Valencia tiene la oportunidad de acercarse más a él, y de superar el récord de jornadas sin conocer la derrota que desde muy principios de los ochenta tiene la Real Sociedad de Alberto Ormaechea, con los Satrústegui, Zamora, López Ufarte y Arconada como protagonistas.
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