Con todo el pescado vendido, por arriba y por abajo, se disputaba el partido atrasado con motivo de la final de Copa del Rey. En una muestra más de la ineptitud soberana de los responsables del fútbol español, se jugaron dos partidos descolgados, por no liberar un fin de semana entero para la final de Copa, tal y como merece, con la posibilidad de fechas que había para haber jugado la jornada al completo en estos días. Luego se quejan de que la Premier tiene más dinero disponible por los derechos de televisión, pero con este nivel lamentable de organización, suerte de los jugadores y la filosofía de juego del fútbol español, porque el desplome del Scudetto podría haber sido una broma al lado del nuestro.
Se presentaba el Villarreal en el Camp Nou, siguiendo con la tradición del pasillo al campeón, ya que a ellos no les supone humillación alguna, sino reconocimiento a los méritos de un campeón. Al reconocimiento protocolario es de justicia reconocer que acompañó un pasillo durante los primeros cuarenta y cinco minutos que permitió al Barcelona finiquitar el encuentro sin agobios.
Valverde plantó un once con bastantes rotaciones, en el que la ausencia de Sergi Roberto, Umtiti, Alba y Suárez, dotaba de importantes dosis de novedad al equipo. Messi, de falso nueve, escoltado por Coutinho a izquierda y Dembélé, el gran protagonista de la velada, por derecha, en una fulminante pareja de banda con Semedo.
En los primeros minutos ya se vio a un Dembélé, entonado, y en una primera cabalgada espectacular deshaciendose de todo contrario que le saltaba, acabó con disparo, aparentemente sencillo para un portero del nivel de Asenjo, pero un error en su blocaje dejó el balón franco para el otro extremo, Coutinho, que apenas hubo de empujar el regalo hacia el fondo de la red. Le siguieron unos muy buenos minutos colectivos del Barcelona, con un Andrés Iniesta dispuesto a regalar una de sus últimas fragancias futbolísiticas en un generoso frasco de litro. Así, recibiendo en la frontal, habilitó a Digné quien, al más puro estilo Jordi Alba, regalaba a Paulinho un gol que echaba hace meses en falta el brasileño. Desde enero no marcaba (en Anoeta), y han sido cuatro meses de afloramiento descarnado de carencias futbolísticas, desprovistas del abrigo que los goles de principio de temporada le resguardaban de la crítica del aficionado medio culé.
Antes del final del primer tiempo, el manchego, tocando dulcemente de primeras sobre la defensa, añadía a la pared con la Bestia Parda, un punto de fresco de Renacimiento florentino que selló su cómplice rosarino con un no menos delicado toque de interior para alojar suavemente el esférico en el segundo palo y hacer imposible la intervención del portero. A continuación, quizás el último abrazo entre la dupla manchego-rosarina antes de que el ocho parta hacia tierras lejanas, a repartir vino y efluvios futbolísticos de calidad, que muy posiblemente no puedan ser apreciados en su plenitud por sus nuevos aficionados.
En la segunda parte, el Villarreal, que imagino en el descanso había hecho examen de conciencia salió mucho más agresivo en ataque, y se encontró enseguida con el gol del honor en un remate de Fornals que involuntariamente desvió Sansone al fondo de la portería para enfado de Jasper Cillessen, quien antes y después tuvo intervenciones de mérito en la portería azulgrana, confirmando un día más lo bien cubierta que está la posición en el Camp Nou, quizás la mejor portería del futbol mundial a día de hoy.
Salieron Iniesta, sustituido por Suárez en la penúltima ovación del Camp Nou al manchego, y Piqué, dejando su sitio a Yerry Mina, quien pudo actuar unos minutos ante su seleccionador nacional, José Pekerman, aquel que no tuvo a bien en 2006, sacar a Messi en cuartos de final del Mundial ante Alemania, para acabar cayendo en los penaltis ante la eficacia teutona en los once metros que tantas selecciones han sufrido con los años.
Los minutos de la basura, como se dice en basket, nos dejaron dos jugadones, el primero de Rakitic, robando, desbordando, levantando la cabeza en el área y asistiendo a la fácil llegada de un Dembélé, que culminaría su doblete en el descuento tras recoger un despeje en un corner en contra y correr en conducción entre rivales hasta el área contraria para con un detalle de mucho nivel picar con mimo el balón ante la salida de un Asenjo, que seguro que tuvo días mejores, pese a apenas podérsele achacar responsabilidades en el primer gol.
Estos goles, y los múltiples detalles que dejó Dembélé, le vendrán con seguridad muy bien al chaval, que ya empezaba a oir rumores sobre su inminente salida del equipo para poder tener esos minutos necesarios para un futbolista de su edad y progresión, que las lesiones este año, y la presumible llegada de Griezzmann el próximo, le pondrán difícil tener en el Barça. A mi, me parece un muy buen jugador, pero al que veo difícil encaje en el Barça que me gustaría tener en el futuro, lo que no es óbice para que como recurso pueda ser más que útil, aunque al sobreprecio que se pagó por el chaval, que ninguna culpa tiene de ello, es incomprensible mantenerlo como tal.
Estos goles, y los múltiples detalles que dejó Dembélé, le vendrán con seguridad muy bien al chaval, que ya empezaba a oir rumores sobre su inminente salida del equipo para poder tener esos minutos necesarios para un futbolista de su edad y progresión, que las lesiones este año, y la presumible llegada de Griezzmann el próximo, le pondrán difícil tener en el Barça. A mi, me parece un muy buen jugador, pero al que veo difícil encaje en el Barça que me gustaría tener en el futuro, lo que no es óbice para que como recurso pueda ser más que útil, aunque al sobreprecio que se pagó por el chaval, que ninguna culpa tiene de ello, es incomprensible mantenerlo como tal.
En resumen, partido entretenido con buenos detalles, como la, un día más, impecable actuación defensiva de Vermaalen, siempre concentrado en la anticipación y en la salida, los mencionados detalles de Dembélé, o las últimas maravillas que el Camp Nou disfrutará de un jugador irrepetible como Don Andrés Iniesta Luján.
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