Última jornada de Liga y último partido en el Camp Nou para el incuestionable dominador del Campeonato y dominador desde la primero jornada. Con todo ya decidido, no solo por arriba sino también por abajo y por las posiciones europeas, la Liga tuvo a bien dejar el partido para cerrar la jornada y consecuentemente el Campeonato. Buen detalle de parte de la Liga, que si otras veces critico por su falta de capacidad en lo organizativo, también es justo que se destaque cuando algo lo hace bien.
Y es que ayer se acababa mucho más que un Campeonato de Liga. Se acaba también una forma de entender el juego, donde la técnica y la inteligencia táctica en modo de conocimiento infinito del juego y sus recovecos, desplazan a un plano extraordinariamente menor la exuberancia física que tanto defienden hoy los máximos responsables del club. Y no porque Iniesta no tuviera físico, pues pocos jugadores son más difíciles de sobrepasar mano a mano en parado, y siempre ha tenido un cambio de ritmo imponente, sino que él demostró que no hacía falta ese físico más propio de deportes de contacto máximo, si conocías todo lo que el juego era capaz de proponerte en cada segundo de cada partido de tu carrera futbolística.
En su último partido, Valverde le arropó con el resto de su centro del campo titular, además de Piqué, Alba, Suárez y su sucesor a ojos de la dirección deportiva, Coutinho, todavía tan lejos del magisterio sobre el juego del manchego, pero con unas condiciones incuestionables para el mismo, además de para el gol, como se demostró en el golazo que decidió el partido. Sin embargo, le faltó Messi, y con ello, faltó la fluidez necesaria para que Andrés pudiera disfrutar de un ecosistema amigo en su última tarde en su casa, en su estadio, en su jardín. No es momento de anticipar el dolor, pero asusta pensar lo que puede ser este Barça sin Messi, si no se dan los pasos correctos para poder sobrellevar su ausencia, que afortunadamente todavía parece unos cuantos años lejana.
Enfrente, un equipo que suele caer simpático entre la parroquia azulgrana, con su propio mito en su último partido, Xabi Prieto. Una de mis debilidades personales, y al que su amor a los colores quizás evitó una carrera internacional que incuestionablemente mereció, pero que nunca vio empezada. A pesar de maridar espléndidamente con la mejor generación de la historia del fútbol español, nunca fue el momento adecuado para incluir las gotas de calidad de su juego a aquella receta magistral del centro del campo de la selección. Lo hubiera hecho magníficamente bien, pues como Iniesta, se trata de otro de aquellos jugadores en los que el físico está absolutamente sometido a la técnica y el conocimiento del juego, como pasaba con el resto de miembros de aquella maravillosa selección. Su intercambio de recuerdos con Iniesta al comienzo del partido quedará para la historia, y para la suya la ovación con que el Camp Nou le recibió para que disputara sus últimos minutos como profesional sobre el césped.
El partido fue entretenido, tampoco para sacar grandes conclusiones. Se acabó ganando con un solitario pero magnífico gol de Coutinho, en su ya habitual tiro al palo largo enroscado, esta vez inalcanzable para el portero. Se acabó la temporada con victoria, y con una portería a cero más para Marc André ter Stegen, que culmina una excepcional temporada en la portería azulgrana, quizás la mejor de la historia, pues le debemos sumar la aportación del suplente Cillessen en la Copa.
Ahora es tiempo de balances y agradecimientos, y vaya aquí el mío con Ernesto Valverde, quien aterrizó en el banquillo del Camp Nou en un tiempo tumultuoso en lo referente al club, con una salida a última hora como la de Neymar, con un desastroso verano en cuanto a fichajes se refiere por parte de una lamentable dirección deportiva. Pero, tras una dolorosísima derrota en la Supercopa que por primera vez asomaba un cambio de ciclo, no en los resultados sino en el juego, todavía más doloroso para el barcelonismo, supo pulsar las teclas adecuadas en su plantilla para ir sumando victorias, que a su vez fueron aumentando la confianza de sus jugadores y dando la vuelta a las sensaciones del culé de a pie, hasta conseguir un doblete con un mérito que solo los años harán suficiente justicia, y con una superioridad en ambas competiciones que en pocas ocasiones hemos presenciado. Gracias, Valverde por esta temporada. Esperemos que te hayas ganado el margen para poder construir el equipo del futuro, volviendonos a acercar al modelo de juego que nos dio una identidad y contando con la cantera en un futuro cercano.
En los próximos día iré haciendo balance de la temporada, pero hoy, todavía estoy con un nudo en la garganta al saber que no volveré a ver con la camiseta azulgrana ninguna clase magistral de ese eternamente blanquecino jugador que con el ocho a la espalda nos ha dado década y media de esencia futbolística en cada control orientado, en cada cambio de ritmo, en cada regate, en cada pase filtrado, y incluso sin ser goleador, en una buena cosecha de goles inolvidables. Gracias, Andrés, por tanto!
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