Pues parece que este cuento se ha acabado. El Barça casi dice adios a la Liga, ya que se aleja a 5 puntos del Madrid, con todavía un partido pendiente en Valencia. Y fue así porque volvió a dejarse puntos por el camino en el campo del Villarreal, que rebautizaban como el Estadio de la Cerámica (cosas del marketing y de la identificación con la tierra en este caso), pese a hacer desde mi punto de vista un partido bastante bueno.
En las últimas 36 horas, estamos asistiendo a una ceremonia de la confusión, más o menos voluntaria, en la que vuelven los fantasmas del victimismo culé, tan atávico como su pesimismo, pero todavía más dañino. El árbitro, nos volvió a negar un penalti absolutamente clamoroso, cierto es, pero no nos hacemos ningún favor si con ello justificamos nuestra actual situación en la Liga, incluso por detrás de un equipo como el Sevilla, que estaba llamado como mucho a luchar por posiciones de acceso a la Champions League.
Lo cierto, es que si se repasan las crónicas que por aquí venimos haciendo, se pueden perfectamente vislumbrar muchos de los problemas que nos han traído hasta aquí, descolgados prácticamente de manera definitiva de un Madrid que encima empieza a jugar bien al fútbol. La falta de fluidez en el juego de ataque, las excesivas concesiones defensivas, el decepcionante rendimiento de los fichajes, la preocupante forma de algunos jugadores importante y la inexplicable política de rotaciones de nuestro entrenador con jugadores como Iniesta y Umtiti, pesan desde mi punto de vista mucho más que las decisiones arbitrales, que aunque flagrantes en los últimos dos partidos, no son más que consecuencia de la inercia del Campeonato, donde todo parece rodar cuesta abajo para el equipo de Zidane.
El equipo salió más que enchufado en el comienzo del partido en Villarreal, asustando al equipo "groguet" en los primeros minutos, aunque a partir del minuto 10, los locales se desperezaran y lanzaran un par de contras peligrosas que hacían temer por una noche más complicada para la defensa y el portero azulgranas. Sin embargo, el equipo retomó el control enseguida, en un más que aceptable ejercicio de presión y juego de ataque posicional, mucho más fluido que en lo habitual de la temporada. Tal y como ocurría con la última salida en Pamplona, tan solo la falta de gol podía achacársele al equipo.
Sin embargo, en la primera y casi única jugada de ataque el Villarreal en la segunda parte, un error en el pase de Digne, provocó una rápida salida a la contra de Pato, al que Piqué, equivocadamente dejó girarse y encarar, en vez achuchar e intentar el robo o la falta táctica. Como consecuencia, el brasileño, que realizó un fantástico partido en solitario en ataque, filtró un pase a la espalda de un, otro partido más, desafortunado Mascherano, y Sansone, cruzó magníficamente ante la estirada inutil de Ter Stegen. O sea, que otra vez a remar.
Y se remó, mucho y bastante bien, llegando en oleadas ante un Villarreal que defendía con dos líneas de 4 casi a la altura de su frontal del área, donde el Barça encontraba resquicios para llegar con bastante continuidad. Llegaron las jugadas polémicas, con un clamoroso penalti por manos de Bruno, el extraordinario centrocampista del Villarreal, que se lanzó a los pies de Messi para taponar uno de sus clásicos "putts" a portería, y otra posterior mano de Mascherano, para mi tan involuntaria como penalti, ya que estaba separada del cuerpo. Pasaban los minutos y no llegaba el empate, por los palos y las paradas de Asenjo, un grandísimo portero lastrado por las lesiones, que volvió a cuajar un gran partido ante el Barça como ya viene siendo tradición.
Al final, una clara falta en la frontal, fue magistralmente ejecutada por Messi, una vez más, con un golpeo celestial a la mismísima escuadra, que evitaba una inverosimil derrota, pero que dejaba con peor cuerpo a los azulgrana que a los amarillos, pese a la tardía igualada.
Con el final del partido, vinieron los gestos y declaraciones de Piqué al palco, las declaraciones confusas una vez más del directivo de turno del Barça, las caballerosísimas y acertadas declaraciones de Luis Enrique, no hablando del árbitro como siempre dice hacer, lo que me parece de lo mejor de nuestro entrenador, y horas y horas de tertulias, muchas de ellas malintencionadas, y otras más inocentes; pero que todas acaban por aplazar el necesario análisis de la situación actual y la deriva del juego del Barça; aunque aquí estamos algunos para poner el grito en el cielo cuando no nos gusta algo; circunstancia que curiosamente ayer, no puedo decir que ocurriera, ya que salvo un par de balones colgados a la desesperada en el descuento, el ejercicio futbolístico del equipo me pareció bastante destacable, aunque he oído también críticas poco fundadas al juego del equipo, más fruto del resultado del partido que de su desarrollo real.
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