martes, 30 de octubre de 2018

Liga 2018-19. Jornada 10. Barça-Madrid. El juego nos lleva al gol y Suárez y Valverde a la goleada

Tras los dos triunfos consecutivos, sin Messi, ante Sevilla e Inter en el Camp Nou, este domingo se disputaba la madre de todos los partidos en el Camp Nou, la visita del Real Madrid de Julen Lopetegui, que venía como dicen los taurinos con media estocada en las agujas de sus recientes tropiezos ante Sevilla, CSKA, Alavés y Levante, en una racha de resultados negativos, tan solo maquillados por la corta y sufrida victoria en Champions entre semana ante el débil Viktoria Plzen, ante el que acabó pidiendo la hora en el Bernabéu.


Como siempre que puedo, recordando aquel anuncio de Mahou, el partido lo vi con mi padre, el primigenio Culé de Chamberí, especialmente esta vez, que anda un poco tocado por el reciente fallecimiento de un amigo gallego, con el que compartía pasión por la vida y el Barça desde sus tiempos universitarios. Para aliviarle la pena, le inoculé una buena dosis de nietas antes del partido, dos de ellas ataviadas de azulgrana estrenando indumentaria para la ocasión.

Valverde, pese a mis dudas al respecto, repitió la alineación del día del Inter, con Rafinha ocupando el sitio en el once del lesionado Messi, tras su buena actuación ante los lombardos. Y además de la alineación, el equipo volvió a entregar una primera parte plena de dominio posicional ante un Madrid extrañamente entregado y sin apenas capacidad para amenazar o salir. Ya desde el primer minuto, se pudo ver que el Barça presionaba hasta obligar ya en el segundo diez de partido, retrasar hasta Courtois que se veía obligado a rifar el balón en largo. Con un Arthur que sigue ordenando el equipo desde la posesión, y volviendo a decolgarse hasta presionar como un segundo delantero casi a la altura de un entonadísimo Luis Suárez.

Así, en un primer cuarto de hora muy dominante, se ponía por delante con un gol de Coutinho tras una larga posesión de más de un minuto y medio, en el que todos los jugadores salvo Suárez tocaban el balón. Jordi Alba rompía por la izquierda como durante todo el partido, llegaba hasta línea de fondo, y aprovechaba el arrastre del uruguasho que se llevó a Ramos y Varane, para con un pase de la muerte dejar a Coutinho apenas tener que empujarla para adelantar al equipo azulgrana.

El Barça siguió toda la primera parte jugando en campo contrario, y con un penalti muy bien lanzado por Suárez que tuvo que necesitar de revisión del VAR, puso tierra de por medio antes del descanso, aunque bien pudo haberlo resuelto definitivamente en esos minutos. La buena colocación del equipo facilitaba la presión en el último cuarto de campo, y se repetían las recuperaciones en campo merengue, facilitando las llegadas notablemente. Era una muy buena primera parte, si bien faltaba algo de rapidez en las combinaciones, y el horrible desempeño del Madrid favorecía la unidireccionalidad del partido. Por segundo partido consecutivo se cumplía uno de mis postulados favoritos, el juego había llevado al gol.

En el comienzo de la segunda parte, a imagen y semejanza del día del Inter, el equipo perdió el control, y los jugadores culés no supieron descifrar la nueva disposición del Madrid con 3 atrás para mejorar la salida y con los laterales muy altos, casi a la altura de los delanteros. Además, a los pocos minutos, Marcelo recortaba distancias, y el equipo comenzó a querer atacar al espacio demasiado rápido y continuado, perdiendo el orden ante la falta de pases de seguridad que permitieran avanzar a la cordada azulgrana con el balón. Así, sumado a varias pérdidas en salida, llegó el poste de Modric y un par de ocasiones más para el Madrid. El partido había cambiado.

Sin embargo, sobre el minuto 60, el Barcelona consiguió asentar su primera posesión larga en el último tercio del campo, acabando con una llegada de Sergi Roberto que acabó con un remate en escorzo de Suárez que rechazó el poste. Eso y los esta vez sí acertados cambios de Valverde, asegurando la parte derecha con Semedo, y dando amenaza al espacio de un concentrado Dembélé, acabaron por decidir el partido con dos goles más de Suárez, que sellaba su hat-trick, en una actuación que nos rememoró a al Suárez de 2015 y 2016, que creíamos ya era un mero recuerdo del pasado. Con el Madrid entregado desde el tercer gol ya, Vidal, que había salido en los últimos minutos, cerraba la goleada con un quinto gol, en la línea histórica de los otros últimos goleadores de las manitas en el Camp Nou al Madrid, como Iván Iglesias y Jeffren. La euforia se desataba en el Camp Nou, el Madrid había sido pasado a cuchillo inmisericordemente, y Lopetegui sabía ya en ese momento que estaba absolutamente sentenciado, como así se ha confirmado este lunes. 

Los merengues quedan a 7 puntos, siendo goleados en ausencia de Messi, que puede ser lo más doloroso, y en una situación deportiva e institucional complicada, con una afición muy de uñas con los jugadores, como muestras que al menos media docena de amigos madridistas me escribieron para decirme que diese mucha caña al Madrid por su vergonzante actuación. El Barcelona sale de esta trilogía de partidos en casa sin el lesionado Messi, líder en Liga y Champions, y con una figura especialmente reforzada, la de Ernesto Valverde, que no se puede negar que tanto en el planteamiento inicial como en los cambios fue protagonista sustancial de la goleada. Si a veces ponemos en duda sus actuaciones por demasiado conservadoras, al menos en mi caso, es de justicia reconocer sus méritos, cuando acerca al equipo a lo que muchos llevamos tiempo suplicando, el juego de posición-

Y todo desde que la entrada de una pieza en el equipo en el partido de Wembley, Arthur, súbitamente ha ordenado todo a su alrededor, desde el desempeño defensivo hasta la presión. Ahora vienen partidos menos intensos, pero también menos estimulantes, y es ahí donde el Barcelona debe confirmar las sensaciones que viene transmitiendo últimamente, y conseguir subir a bordo al mayor número de jugadores, a la vez que va recuperando a su buque insignia.

Yo, personalmente, pude disfrutar de otra tarde familiar barcelonista en Chamberí, y volver a ver la alegría en el rostro del primigenio que, muy emocionado, llamó al acabar el partido a la mujer de su amigo recientemente partido, para transmitirle que seguro desde donde esté, él habría disfrutado y empujado para colaborar en la victoria. Y es que el fútbol es todavía más grande si lo puedes disfrutar con los tuyos, y aunque algunos de ellos ya no estén con nosotros, su recuerdo seguirá viviendo para siempre con nosotros, como el de mi querido amigo Yusi, uno de los talentos más puros con los que he compartido cancha, quien esta semana hará ya 25 años que nos dejó una lluviosa madrugada de otoño, y nosotros, sus colegas del equipo de CuatroKa, le esperábamos para que otro día más nos resolviera el partido con una de sus genialidades.

jueves, 25 de octubre de 2018

UCL 2018-19. Jornada 3. Barça-Inter. La vuelta de la cordada como solución a la Ausencia.

Todos los que me conocen saben de mi miedo atroz al día que falte definitivamente Messi. Siempre comento, que solo una vuelta a los orígenes del modelo que nos trajo el éxito, cantera y juego de posición podría atenuar el inmenso vacío que la retirada definitiva de la Bestia Parda ocasionará. Un "back to the basics" que dicen los anglosajones en el que la presencia de cantera, o lo que es lo mismo identidad, hará más sencillo empatizar al soci en los momentos malos, y el juego de posición nos ayudará a controlar los partidos en sustitución del profundo conocimiento del juego del rosarino y la intimidación que infunde en los rivales. Cantera y Juego de Posición, sociología y fútbol.


Ayer, tras la lesión del sábado, teníamos la primera prueba de verdad de lo que puede ser (esperemos que poco tiempo en cualquier caso) el Barça sin Messi, pues el angelito, en el cuarto de hora que pudo jugar contra el Sevilla, ya nos había solucionado la papeleta, como cuando mi mujer se va a cenar con unas amigas, y me deja a las niñas, bañadas, cenadas y con el pijama puesto antes de irse, y yo solo tengo que contarles un cuento y meterlas en la cama. Pues lo mismo le pasó al equipo el sábado. Y aún así, Ter Stegen tuvo que vestirse de superhéroe para evitar que se estropeara el cuento.

El partido era de aúpa. La competición que el equipo ha convertido en su objetivo principal y el rival, el Inter de Milán eran de postín. Los lombardos venían de su mejor racha de los últimos años, con siete victorias consecutivas en Liga y Champions, culminadas por la victoria en el descuento el pasado domingo en el Derby della Madonnina con gol del enrachado Mauro Icardi, quien volvía a Barcelona, donde se formó hasta la época de juveniles, coincidiendo entre otros con uno de los protagonistas del partido: Rafinha, que fue el escogido por Valverde para sustituir en el once y también hasta cierto punto posicionalmente al capitán.

Recuerdo que en la época de Guardiola, leí un artículo de Martí Perarnau en el que definía el estilo de juego del Bará como una "cordada montañera" en la que el equipo y la pelota iban avanzando juntos ganando altura de juego. Me pareció una maravillosa alegoría de ese equipo coral. Ayer, según avanzaba la primera parte, por primera vez en mucho tiempo, volví a sentir que el equipo azulgrana jugaba como aquella cordada, dirigida magistralmente por Arthur, que dirigía el caudal ofensivo azulgrana para ir asentándose con el paso de los minutos en el borde del área interista hasta que llegó el gol de Rafinha, cargando el área tras fenomenal centro medido del reciente papá Luis Suaréz. Es de justicia resaltar la buena actuación del hispano-brasileño

El juego nos había llevado al gol, como no me canso de repetir, la secuencia ideal. La velocidad del balón no era la de otros tiempos, y costaba trasnformar el dominio en ocasiones claras, pero a cambio, al ordenarse a través del balón, con un volumen de juego previo, facilitó una presión efectiva (se recuperaron nada menos que 29 balones en campo contrario) que redujo al Inter a un par de salidas con peligro del siempre amenazante Icardi. Así llegó al descanso, con una magnífica sensación en el juego, pues había ido de menos a más y con recobrada ilusión frente al sombrío panorama que se intuía con la lesión de Messi.

Tras el descanso, el Inter se desperezó, y por momentos, el equipo perdió el control del partido, pero tras un par de pérdidas en salida seguidas de Arthur, que afortunadamente no tuvieron consecuencias, el brasileño demostró una personalidad encomiable y lejos de amilanarse, volvió a tomar las riendas del partido, con un par de giros, y pases rompiendo líneas en salida, que inevitablemente rememoraban al genio de Terrassa que durante años nos deleitó con su magisterio con el balón en los pies y el 6 a la espalda.

Volvieron también las ocasiones, y Handanovic demostró que quizás sea el mejor portero underground del mundo, pues no debe extrañar que hasta ahora le haya levantado la titularidad en la selección eslovena al que muchos consideran a día de hoy el mejor portero del mundo, el atlético Jan Oblak. Los cambios, en mi opinión, no enviaron el mejor de los mensajes, pues sacaron del campo a los dos más simbólicos del partido, el maravilloso Arthur y el renacido Rafinha, pero es cierto que como casi todo el partido, todo el equipo rozó a un nivel no menor que el notable individualmente y hasta Arturo Vidal brindó sus mejores minutos vestido de azulgrana.

Así, en una jugada colectiva, Jordi Alba entró por el carril del diez y recibió en profundidad de Rakitic para encarar a Handanovic y cruzar inapelablemente el cuero para el 2-0, poniendo la guinda a su estupendo partido arriba y abajo y ayudando a ahuyentar el fantasma del empate en esos últimos minutos que tan buen botín han aportado al Inter en las últimas semanas.

En el equipo, hubo varios jugadores que dieron un claro paso adelante, como Piqué y Suárez, que tal y como ya hicieran el sábado lideraron al equipo en las dos áreas. El primero, acompañado de un Lenglet que mostró todo su poderío en el juego aéreo, tanto defendiendo como atacando, y que de momento no nos hace acordarnos del lesionado Umtiti. El segundo, que como he comentado había sido papá el día anterior, además de aportar la energía habitual, asumió el liderazgo del equipo y se le vio mucho más preciso y fino en el toque y con un punto más de frescura para el desborde y tiro tan característico suyo, y que solo la buena actuación de Handanovic evitó que sellara con algún gol.

Partido redondo, victoria clara que encauza no solo la clasificación sino el liderato del grupo, a la espera de confirmar las magníficas sensaciones el próximo domingo con la visita del Real Madrid en el Camp Nou en el cierre de la trilogía semanal de partidazos en casa, con la madre de todas las batallas ante un rival, que si bien viene herido por los resultados y casi más por las sensaciones, tiene jugadores suficientes para poner en muchos aprietos a este embrionario Barcelona sin Messi.




martes, 23 de octubre de 2018

Liga 2018-19. Jornada 9. Barça-Sevilla. Victoria, liderato, exhbición de Ter Stegen, pero todos con el culo apretado hasta saber que solo son 3 semanas.

Tras el parón de selecciones, que este año, entre retiradas definitivas, temporales, descansos y no convocados por manía personal, nos deja la mitad del equipo titular descansando en casa, se presentaba el flamante nuevo líder Sevilla en el Camp Nou. También es cierto que también es la víctima favorita de la Bestia Parda, por lo que había cierta confianza en el ambiente.


La tarde futbolera ya había comenzado de manera "regulera", pues un error impropio de servidor en el blocaje, había costado 2 puntos a mi equipo en el tiempo ya de descuento, aunque parecía que con la masiva afluencia a las cervezas del tercer tiempo, mujeres e hijos incluidos se estaba arreglando el asunto. Con tanta afluencia, solo llegué a plantarme delante de la televisión en el minuto 20, ya con el miedo en el cuerpo ante lo que veía.

Valverde repitió la alineación de Wembley, en lo que pudiera parecer un asentamiento en la idea que a los más ortodoxos nos seduce. Arthur parece ya asentado en el interior izquierdo dando apoyos a todos sus compañeros, y Coutinho ofrece más arriba su agresividad, pudiendo interiorizar para dejar libre la banda a las llegadas de Alba, y a la par limpiando la zona del alley-oop de Messi.

Enfrente, Machín mantuvo el once, pero emparejó a André Silva con Busquets y a los interiores propios con los ajenos, para dejar a Banega barrer la zona de tres cuartos. Sin embargo, la baja altura de los interiores azulgranas, muy cerca de Busquets, abrió unos latifundios entre la defensa y los interiores sevillistas que entre Coutinho, y sobre todo, Messi, explotaron hasta casi decidir el partido en el primer cuarto de hora. 2-0, y sensación de control absoluto, pese a alguna llegada de los laterales sevillistas, con poste incluido.

Pero en ese momento, todo pasó a un segundo plano. En una jugada desafortunada con el Mudo Vázquez, Messi caía en mala postura sobre su brazo derecho le hacía retorcerse de dolor sobre el campo. Se hizo el silencio en el Camp Nou y en todos los hogares culés. Pese a los intentos del médico, vendaje incluído, el dolor no le permitió ni volver al campo para intentar seguir, y un nuevamente tan despistado y apático fuera del campo como errático dentro Dembélé, entró en su lugar.

El Barça aceptó demasiadas idas y venidas a partir de entonces, apoyados en la diferencia en el marcador y al buen partido de Suárez, que fue una de las grandes noticias del partido junto a Piqué, al apuntalar ambos las dos áreas del equipo. La salida de Arthur por un a mi juicio demasiado trotón Sergi Roberto, acrecentó esa sensación de falta de control, y tuvimos que agarrarnos a la sobrenatural actuación de un Marc André ter Stegen, que merece una mención exclusiva.

El alemán dejó quizás las dos intervenciones (ambas dobles) de lo que llevamos de Liga Española, con la nota a pie que, para mi, las dos menos espectaculares de las 4 paradas, son las más meritorias: el rechace del primero levantándose como un rayo y saliendo a tapar a bocajarro, y la primera parada de la segunda, casi a contra pie, poniendo una mano durísima al fuerte disparo. El campo se hartó de corear su nombre, pero no menguó su enfado (¡cómo me representa!), cuando un disparo de Sarabia, desviado de nuevo por Lenglet como en Wembley le privaba de volver a quedarse a cero. Como valor añadido a las paradas, realizadas con 2-0 y 3-1, cabe decir que fueron preludio de los dos últimos goles azulgrana (Suárez de penalti y Rakitic de sensacional volea), por lo que en ningún momento se vio peligrar el resultado.

Pero en la cabeza de los culés, toda la segunda parte se estaba jugando más en el Ciutat Esportiva que en el Camp Nou, pues allí, se le estaban practicando las pruebas a Messi en el brazo para conocer el alcance de la lesión, y por la redes corrían noticias contradictorias que iban desde el simple esguince de un par de días, hasta una lesión grave de varios meses. Fue una hora de tensión entre el barcelonismo, cerrada con un cierto alivio al saber que serán tres semanas,  y con parón internacional al final, lo que se perderá Messi. Aun así, el doble enfrentamiento contra el Inter que decidirá el grupo de Champions, y el partido contra el Madrid, que podría ser el golpe de gracia definitivo a Lopetegui, serán tres de los que seguro tendremos que afrontar con la inédita situación de buscar liderazgos alternativos en el juego. De momento, la primera prueba de Dembélé, fue fallida a mi modo de ver, veremos el episodio 2, de la esperemos mini-serie "El Barça sin Messi".

Aun con apenas quince minutos jugados, Messi tuvo tiempo de hacer crecer el Bestiapardómetro, con un gol y una asistencia más, porque así es el angelito, dejando las cosas como siguen:

Goles: 12
Asistencias: 5
Penúltimos pases: 4

Postes: 8

martes, 9 de octubre de 2018

Liga 2018-19. Jornada 8. Valencia-Barça. Un empate agridulce lleno de matices.

Se cerraba la jornada 8 de la Liga en Mestalla con el que los clásicos llamaban "partido de la jornada" sin duda alguna. El FC Barcelona, tras tres tropiezos consecutivos en el campeonato visitaba a un Valencia que todavía no había conseguido vencer en su estadio en lo que llevamos de Liga, pero que venía en una clara línea ascendente de juego y confianza, certificada por el meritorio empate de los chés en Old Trafford ante el otrora temido, hoy en clara decadencia Manchester United.


El Barça, por su parte, llegaba tras el esperanzador partido de Wembley en Champions que parecía cambiar la tendencia negativa de los anteriores partidos. Valverde, por ello repitió el once de la Champions entre semana con apenas el cambio del central izquierdo, entrando Vermaalen por Lenglet, y manteniendo a Arthur, que tan buena impresión había causado entre semana junto a Busquets en el mediocampo.

Sin embargo, los partidos pueden regalarte escenarios muy distintos, casi opuestos como se vio en Mestalla, frente a Wembley. En Inglaterra, el Barça se adelantó prácticamente en la primera jugada, aumentando las prisas del contrario. Esta vez, ocurrió lo contrario y el Valencia se encontró con un gol de corner tras un par de desafortunados intentos de despeje azulgranas. Marcelino empezaba el partido en una posición absolutamente soñada e ideal, tácticamente para su repliegue y salida rápida, y para elevar la moral de su equipo.

Mucho se ha hablado del primer cuarto de hora azulgrana, pero yo debo decir que me gustó mucho la templanza del equipo tras encajar el tempranero gol, y, al igual que ante el Tottenham intentó desactivar la euforia con la posesión, el ataque ordenado y la presión ante cualquier pérdida. Aun así, es cierto que el Valencia todavía tuvo arrestos para amenazar con un par o tres de contras que incomodaron al siempre impertérrito portero alemán del Barcelona, pero que tampoco le exigieron en demasía. La lesión de Guedes fue un antídoto perfecto para el arrojo inicial valencianista que poco a poco vio como se iba aculando hacia su portería. Aunque tuvo que ser un gol inventado de la nada por parte de Messi, con pared con Luis Suárez y latigazo imposible a la base del poste izquierdo de Neto.

De ahí al descanso, el Barça se hizo dueño y señor del partido, merodeando la frontal pero sin acabar de golpear con un segundo gol que podía haber roto el partido a su favor. Ya en el arranque del segundo tiempo, el Valencia volvió a apretar al inicio con algunas llegadas con peligro, pero esta vez sin el premio del gol, y ya la última media hora volvió un dominio azulgrana, infructuoso a mi entender por el cansancio acumulado por el derroche físico del partido entre semana, sumado al buen ejercicio defensivo valencianista.

El empate, que objetivamente es un muy buen resultado en Mestalla, tras los malos partidos en Liga de las últimas jornadas y tras haber arrancado por detrás en el marcador casi desde el vestuario. Pero sin embargo deja un sabor agridulce por no poder confirmar con un triunfo las magníficas sensaciones ofrecidas entre semana, y no aprovechar otro tropiezo del Real Madrid para empezar a poner tierra de por medio.

Arthur confirmó su buen momento ordenando al equipo desde el pase, con récord en este ámbito de la temporada con casi 150. Su seguridad con el balón en los pies, en contraste con la ausencia de pérdidas de Dembélé, ayudan a mejorar defensivamente el equipo, pues lo instala en el último cuarto de campo, previo circuito inicial de pases de seguridad, y facilita la presión arriba, que fue quizás lo más positivo del partido.

En contraposición, Busquets, inmaculado en Wembley perdió muchos más balones, al buscar con insistencia en vertical a Messi, y por que en muchas ocasiones estaban excesivamente horizontales los tres medios e incluso los centrales. Si a ello le sumas que es el segundo partido tercer partido exigente consecutivo frente a rivales agresivos (Athletic, Tottenham y Valencia) encontramos fácil diagnóstico al irregular partido de Busquets.

Messi, estuvo más centrado de lo habitual, cayendo incluso en ocasiones por la izquierda para asociarse con Arthur y Coutinho, lo que ocasionó que el equipo estuviera excesivamente escorado hacia su lado fuerte, dejando huérfano a un mejorado Semedo en derecha, que apenas sufrió los primeros minutos con Guedes, y que se sumó con mayor acierto de lo recientemente vivido al ataque, aunque le siga faltando finura en la finalización de sus acciones.

Entre el mencionado cansancio y la falta de amenaza en desborde o profundidad del equipo, donde ni Suárez ni Coutinho ofrecen ese perfil que sí cubría de sobra Dembélé, al equipo le faltó un poco de intimidación a la defensa valencianista que solucionó con solvencia el dominio posicional azulgrana, aunque eso sí, apenas se asomó en la última media hora a las inmediaciones de Ter Stegen.

Parece que Valverde ha encontrado con Arthur una llave para volver a sellar el equilibrio que caracterizaba al equipo el año pasado, aunque desde la posesión y el pase, mucho más del gusto del aficionado azulgrana. Sin embargo, convendría ajustar algunas piezas que parece que han quedado fuera como Dembélé y Vidal, que podrían dar una profundidad y agresividad que ayudaran a compensar la falta de amenaza al espacio y desde segunda línea del equipo.

Ahora viene un parón de selecciones muy conveniente que quizás ayude a recuperar sensaciones a piezas que se encuentran algo por debajo de lo esperado como Piqué o Luis Suárez, que se quedarán en Barcelona para encontrar el pico de forma que todavía parece lejano. Ya el año pasado el uruguayo aprovechó este parón para volver como un tiro hasta Navidad en su mejor fase de la temporada, que este año coincide con una secuencia de partidos atractivos y ante rivales de enjundia. El primero, nada más volver de las selecciones el flamante nuevo líder de la Liga, el Sevilla que visita el Camp Nou el sábado 20 de octubre.

Messi sigue engordando el Bestiapardómetro, que queda como sigue:

Goles: 11
Asistencias: 4
Penúltimos pases: 4
Postes: 8

jueves, 4 de octubre de 2018

UCL 2018-19. Jornada 2. Tottenham-Barça. Vuelta a Wembley. Exorcismo, exhibición y un once sobre el que construir algo ilusionante

Volvía el Barça a Wembley, donde se había personado en tres ocasiones anteriores con un bagaje de la primera Copa de Europa del club en un día muy especial para mi, una prestigiosa victoria ante el Arsenal en fase de grupos de 1999, en la tercera temporada de Van Gaal; y a mi modo de entender la mayor exhibición de fútbol de la historia de las finales de la Copa de Europa en el año 2011 ante el United de Ferguson. Un estadio talismán, casi sagrado para el barcelonismo que volvió a facilitar que se viera un exorcismo que alejara los fantasmas de los últimos partidos de este comienzo de temporada.


Los dos equipos se presentaban disminuidos. El Tottenham por las bajas de jugadores muy importantes como Verthongen, Dembélé, Delle Alli y Eriksen; y el Barça por sus últimos resultados en Liga con 3 partidos seguidos sin conocer la derrota. Propuso Pochettino un encuentro de alta intensidad, diseñado para penalizar las dudas culés, sobre todo en salida de balón, pero se encontró con un Barça mucho mejor con el balón de lo visto hasta ahora y, no olvidemos, un gol nada más empezar.

Valverde por su parte, volvió a intervenir, esta vez con una especie de vuelta a los orígenes (back to the basics que tanto gusta decir ahora), con cierto toque de cuarto centrocampista en banda como vino haciendo el año pasado. El equipo se plantaba en un 1-4-3-3, pero con muchos matices derivados de las novedades.

En primer lugar, de atrás hacia adelante, la presencia de Lenglet. El ex-sevillista cuajó un extraordinario partido basado en tres pilares que son muy característicos de su juego: seguramente solo faltó el pase largo en diagonal, pero el jugar Messi centrado, no tenía habitualmente destinatario. Estas virtudes que ayer exhibió son en juego con balón, su limpísima, precisa y tensa en el pase, salida de balón, que limpió bastantes presiones inglesas, su anticipación (fue quien más balones robó: 10), y su juego aéreo, tan importante para esos seguros minutos de agobio en Inglaterra. Podemos estar muy tranquilos con la ausencia de Umtiti, pues a este nivel, Lenglet está, no ya para ser su reemplazo, sino para discutirle el puesto en el once.

La segunda novedad fue la presencia de Arthur, tan solicitada por la parroquía más ortodoxa barcelonista, entre la que me encuentro. Su posición, preferentemente en el interior izquierdo, aunque alternándose por momentos con Rakitic, le dio más seguridad al equipo, pues dio un recital de giros, pases (más verticales y cuando tocaba arriesgados que en anteriores ocasiones) y movimientos para ser opción de pase para el compañero.  Además, mejoró en lo de alejarse del balón, aunque todavía lejos de ser tácticamente perfecto, beneficiado por la inteligencia táctica de Busquets (magistral un día más en un escenario beligerante) que compensó muchas veces sus movimientos menos ortodoxos. Se doctoró en un escenario grande europeo, y se postula como un firme candidato a la titularidad en días grandes.

La tercera novedad no era referente a un jugador que entraba, sino a una nueva posición. Coutinho jugó de tercera punta por la izquierda, pudiendo amenzar la frontal, como ya demostró con su gol nada más empezar el partido, no siendo responsable de la gestión del juego ofensivo por obligación como cuando juega de interior, y reduciendo significativamente frente a su antecesor en la posición, Dembélé, las pérdidas de balón. Además, al haber mascado más la jugada de ataque por el mejor y más largo circuito previo de pases que catalizaban Arthur, Busquets y Messi, cuando bajaba, toda pérdida le pillaba al equipo mejor parado, facilitando la presión y evitando las transiciones en inferioridad.

Y a todo ello hay que sumarle el gol nada más empezar y un segundo golazo de Rakitic de remate de volea absolutamente majestuoso por la dificultad, precisión y estética del disparo. Con el marcador a favor el Barça pudo establecerse en campo contrario en una magnífica primera parte. La segunda comenzó con dos gemelares disparos a los palos de la Bestia Parda. Misma jugada, mismo desborde, mismo disparo y mismo poste negándole la sentencia. Y en la continuación del segundo poste, una contra del Tottenham encontró a Kane, que en una jugada de delantero con mayúsculas, aisló a Semedo, el indudable miembro débil de la manada ayer, y de un doble recorte y disparo, metió al Tottenham de nuevo en el partido. Había que ver cómo reaccionaba el Barça a la priemera adversidad de consideración en Champions.

Y lo hizo "Cum Laude", enfriando los ánimos de la grada a través de la posesión exagerada en los siguientes minutos con un Busquets, Arthur y un Messi colaborando que prolongaban las posesiones, y que acabó culminando con una jugada de un minuto y medio en que tocaron el balón todos los jugadores de campo salvo los centrales, y que Messi culminó, tras haber habilitado a Alba en la jugada "marca de la casa", embellecida por un doble amago de Coutinho y Suárez que dejaron pasar la bola para que Messi, esta vez sí, la alojara suavemente junto al palo que por dos veces le había negado unos minutos antes.

Parecía que era la sentencia, pero un error en el pase atrás de Alba, lo recogió Kane, para, tras varios intentos habilitar a Lamela, quien con la colaboración involuntaria de Lenglet, que desvió un disparo que seguramente se hubiera ido fuera, alojándolo en la portería fuera del alcance de Ter Stegen. Volvía a haber partido, y esta vez al Barça no le llegó con la posesión, pues el cansancio ya comenzaba a hacer mella en la precisión azulgrana y se vinieron momentos complicados, que acabaron por dar más valor al triunfo final. Entre un impresionante Lenglet, la renacida concentración de Piqué y la tranquilidad de Ter Stegen pudieron achicar aguas, para ya en el último minuto presenciar el hat-trick de asistencias de Jordi Alba para que Messi, tras otro fantástico amague de Suárez, cerrara el choque con el mismo resultado que en la anterior expedición como visitante a Wembley: 2-4.

Y he querido dejar para el final, lo que no por evidente y habitual, deja de ser absolutamente necesario mencionar: el partido de Messi. Dos goles, dos postes, dos penúltimos pases para mi particular Bestiapardómetro, y la sensación de dominio del escenario que solo él puede transmitir. A ello le sumamos un mando en plaza como hasta ahora no habíamos visto, ordenando compañeros, y predicando con el ejemplo en un esfuerzo físico que se plasma en el jugada previa al cuarto gol, donde va a presionar un balón hasta el córner después de haber desbordado por banda desde el medio campo, obligando al equipo que al ver correr a Messi sacó fuerzas de flaqueza para ir a la presión, robar y habilitar a su estrella de nuevo para que finiquitara el choque. No sé si atreverme a decir que presenciamos una actuación en el top-10 de su carrera, ya que quizás me esté pasando, pero desde luego sí que fue una actuación fuera del alcance de cualquier jugador, actual o pasado, por influencia y jerarquía. Disfrutémoslo mientras sigamos teniéndolo entre nosotros.

Vivimos sobre el césped de nuestro estadio favorito un auténtico exorcismo, para ahuyentar los malos presagios que el juego y los últimos resultados nos habían inoculado, y también vivimos el nacimiento de un nuevo once sobre el que construir la temporada. Un nuevo once de gala muy del gusto de una parte mayoritaria del barcelonismo, cuyas certezas pueden ser la base para múltiples alternativas dada la profundidad de la plantilla. Mi única duda estriba en que no veo a Valverde sentir este tipo de juego como suyo, aunque espero estar equivocado.

En cualquier caso, y para rebajar un poco la euforia, y citando al mítico señor Lobo de Pulp Fiction como podéis ver más abajo no echemos las campanas al vuelo (no estoy seguro que fuera del todo así, je,je) ya que estamos a principios de octubre, solo es la fase de grupos y el Tottenham tenía bajas importantes, por mucho que nos haya encantado el giro copernicano en el juego, que a los "ascetas" como servidor siempre es lo que más nos satisface de todo esto.



El Bestiapardómetro ya está en dobles figuras en una de sus coordenadas, los goles anotados:

Goles: 10
Asistencias: 4
Penúltimos pases: 3
Postes: 8

lunes, 1 de octubre de 2018

Liga 2018-19. Jornada 7. Barça-Athletic Club. Bienvenidos al futuro, y es deprimente.

Una de las sagas cinematográficas mas aclamadas de los ochenta es la de Regreso al Futuro. Tres películas en las que se viaja en el tiempo, tanto al pasado como al futuro, desde el lejano oeste del siglo XIX a un futurista 2015, que entonces estaba tomado por coches y patinetes voladores. En uno de los saltos en el tiempo de Marty McFly y Doc, llegan a un 1985 devastado y apocalíptico en una especie de realidad paralela. El sábado, durante casi una hora vivimos un adelanto que lo que puede ser nuestro futuro como culés en ausencia de Messi, una especie de regreso al pasado de la época gaspartista donde cualquier equipo de media tabla te pintaba la cara en el Camp Nou, no ya en el resultado, sino en el desarrollo del juego. Esto es exactamente lo que pasó el pasado sábado ante el Athletic Club de Bilbao.


Tras el sorprendente naufragio de Leganés, todos, yo el primero, pensábamos que Valverde, poco amigo de los riesgos, iba a alinear al once de gala para ahuyentar los tambores de crisis del Camp Nou. Sin embargo, apenas levantados de la comida (una barbacoa en mi caso en un extraordinario fin de semana rural con los amigos) nos sorperdíamos con una alineación en donde los dos últimos exponentes del Barça dominador de la última década, Busquets y Messi, empezaban el partido en el banquillo. Me parecía una decisión valiente, casi temeraria, pero me gustaba ver que Valverde puede tomar decisiones arriesgadas.

El comienzo del partido fue esperanzador. Diez minutos de empuje animoso y llegadas con mayor o menos peligro al área de un muy acertado Unai Simón, que confirmó en el Camp Nou lo apuntado en anteriores jornadas, que el Athletic puede estar muy tranquilo pese a la tardía marcha de Kepa a Londres. Sin embargo, un fuera de juego dudoso marcado al Athletic, seguido inmediatamente por un balón largo que Iñaki Williams, muy incisivo toda la tarde, no acertó a colocar por encima de Ter Stegen, marcaron el inicio de una pesadilla. Falta absoluta de control, errores individuales en ataque y defensa, y la sensación que el gol del Athletic estaba más cerca que el del equipo local. Y así fue. En una larga jugada de ataque vizcaíno con varias fases, Susaeta ve llegar a De Marcos (qué partidazo el suyo, por cierto) a la espalda de la defensa y lanzándose con el pie marcaba el primer gol del partido. Piqué, rompiendo el fuera de juego, volvía a salir por tercer día consecutivo en la foto de un gol en contra.

Se llegaba al descanso con el marcador en contra, pero con una sensaciones todavía más negativas que el resultado. El comienzo de la segunda parte nos trajo un Barça muy impotente, y un Athletic Club, cómodo defendiendo la ventaja. Se hacía necesario un cambio de panorama, y los dos sorprendentes suplentes tomaron los mandos de la nave azulgrana. Es tal el temor que la Bestia Parda infunde en sus rivales, que los bilbainos en la media hora restante apenas pasaron dos veces de mediocampo, en dos galopadas de la pantera Williams, una de ellas muy bien cerrada por Semedo. El cambio se puede apreciar muy bien en el siguiente cuadro (via @laTdT).



Se empezaban a acumular las llegadas, palos incluidos de Coutinho y del propio Messi, y Unai cada vez se veía más agobiado pues el balón ya se encontraba en la frontal del área o incluso dentro en casi todos los minutos de juego, que por otra parte tampoco podemos decir que fuera excelso, sino ligado a lo que la Bestia Parda iba produciendo que no es poco, por otra parte. El gol estaba llamando a la puerta. Y tuvo que ser, como no, Messi quien gestara la jugada. Un balón largo de Suárez lo salvó casi en la línea de fondo el rosarino para, tras encarar a su par, soltar un latigazo que Unai despejó un tanto heterodoxamente pero al lateral. Sin embargo, Messi, más vivo que los defensas lo recogió para centrar al área pequeña donde Munir, que acababa de salir por un muy desacertado Dembélé, podía empujar a la red.

A partir de ahí, minutos de agobio todavía mayor para el Athletic, con gol correctamente anulado a Suárez incluido y un último destello monumental de Messi para de primeras dejar solo a Rakitic ante el portero, pero el croata, puso la guinda a quizás su peor partido como azulgrana, enviando el balón por encima de la portería. Unos muy cortos 3 minutos de descuento no fueron suficientes para que llegara el gol de la victoria y se volvieron a escapar dos puntos del Camp Nou, como la pasada semana ante el Girona, pero con unas sensaciones muchísimo peores.

Individualmente, el partido dejó tocados a numerosos jugadores. Piqué y sus continuadas fotos en los goles, el mencionado Rakitic y un cada día más irrelevante Arturo Vidal en los interiores, un Coutinho que fue de más a menos, y la confirmación que Dembélé solo puede sostener su titularidad con un nivel brutal de acierto en el área como el de los primeros partidos, porque sus continuas pérdidas en zonas de riesgo y su falta de adaptación al juego combinativo convierten sus partidos en ejercicios desesperantes para el aficionado. Por contra, aprecié una mejora en Suárez, en la línea de los últimos partidos, y en Semedo, algo más atrevido aunque poco acertado en el último regate o pase.

Los síntomas del equipo son horribles, porque estos siete puntos perdidos en la última semana, lo han sido ante equipos que, a mi modo de ver, no han realizado tampoco partidos demasiado meriotorios, pues ni Girona, ni Leganés, ni Athletic necesitaron de una actuación extraordinaria para quitarle puntos al campeón. Para más "inri", estos tropiezos vienen antes de la primera serie de partidos complicados: Tottenham, Valencia, Sevilla, Inter y Real Madrid son un mes de octubre pleno de curvas peligrosas, pero que pueden también desterrar en el olvido la supuesta crisis del equipo. Estaremos atentos...

El Bestiapardómetro sigue subiendo:


Goles: 8
Asistencias: 4
Penúltimos pases: 1
Postes: 6