viernes, 19 de noviembre de 2021

Comienza la Era Xavi

Hace casi un año que este Blog no tenía actividad. Reflejo perfecto de la falta de ilusión que muchos culés venimos sufriendo. Tras más de cuatro años escribiendo casi cada tres días sobre el equipo, había llegado un momento en el que ni siquiera el más apasionado sentía una identificación suficiente con el equipo. Además, el pobre juego continuado, por primera vez en muchos casos en la vida de los culés, hacía que se dejaran hasta de ver los partidos del Barça, ya no te cuento ponerse a escribir sobre ellos.


Retomo el Blog ya inmerso en el post-messismo, algo que no me podía imaginar cuando escribí la última entrada en la que Messi homenajeó a Maradona, días después de su muerte celebrando un gol con la camiseta que vistió Diego con su equipo de la infancia, Newell´s Old Boys. Y lo hago también, cuando se ha retomado la única vía que podía hacer mínimamente digerible el adiós del rosarino, el camino de la identidad.

Un camino de la identidad que discurre por dos carriles: el modelo y los jugadores. El modelo representado en la llegada de Xavi, un convencido del asunto, de cuya militancia no cabe la más mínima duda, pues lo ha mamado toda la vida y, además, le ha reportado un palmarés que muy pocos jugadores de la historia pueden siquiera competir.  Conceptos como el tercer hombre, alternativas trabajadas en la salida de balón, circuitos de pases en campo contrario para ordenarse a través del balón y en consecuencia favorecer la presión post-pérdida volverán a ser el pan nuestro de cada día tras demasiado tiempo olvidados en un rincón de nuestra memoria futbolera como culés.

Y no solo son conceptos que nos harán recordar tiempos mejores, sino que son los mismos que llevan practicando, de manera casi obsesiva desde la infancia, las nuevas esperanzas, quizás salvo Pedri, que aprenderá rápido y mejorará mucho de la mano de Xavi. Ansu, Gavi y Nico llevan años interiorizando estos conceptos, siendo programados para dar su mejor rendimiento con ellos. Y estos jóvenes son claves en este segundo carril del camino de la identidad, pues los culés los consideramos más nuestros que cualquier fichaje que se pudiera llegar a acometer, incluso si la economía y el maldito límite salarial nos lo permitieran. Son como de la familia, y a la familia se le perdona casi todo, y se le tiene una paciencia que en otras circunstancias no se tendría. Una paciencia que como afición madura necesitamos, porque no podemos esperar un cambio radical el primer día, ni siquiera el segundo o el tercero. Pero sí que iremos viendo detalles, progreso, evolución hacia donde queremos llegar.

Xavi es el clavo ardiendo al que nos agarramos desde el barcelonismo. Llega con una unanimidad desconocida. Su recuerdo como jugador le otorga un crédito que, hoy en día, solo Guardiola podría superar. Pero a diferencia de Pep, Xavi no tiene detractores en el pestilente entorno tóxico azulgrana, hoy en día agitado ante cualquier decisión de Laporta y sus chicos con una intensidad inversamente proporcional a la que les producían las tropelías de la década ominosa, la destrucción del mejor equipo del mundo por fascículos que se vino perpetrando desde 2010, y cuyo capítulo final dejaron protagonizar en un plot twist absolutamente diabólico, a Laporta en la despedida de Messi. Y Xavi es el único acostumbrado a que se le compare con Guardiola, pues su crecimiento como jugador tuvo siempre la sombra alargada del de Santpedor, por lo que las comparaciones no le pesarán, y ojalá pueda desterrarlas como lo hizo de jugador.

El Barça vive al día, en una situación tan delicada que solo un alineamiento absoluto entre club, equipo y afición puede dar opciones de reencaminarnos hacia el lugar de donde nunca debimos salir, la élite futbolística europea. Hasta la llegada de Xavi, un Laporta poco convincente y tocado por la marcha de Messi, un entrenador mediocre como Koeman y una plantilla disminuida tanto respecto al nivel de sus componentes como por la lesiones de algunas piezas importantes habían alejado al aficionado del Camp Nou, dejando alguna imagen triste de apenas 40.000 espectadores en el campo, una imagen ochentera que algunos que la habíamos vivido aspirábamos a no volver nunca a presenciar.



Ahora, Xavi, sumado a la llegada de Alves (bonito y barato seguro, y seguro que más bueno que lo que muchos vaticinan), ha despertado la ilusión del barcelonismos, casi tanto como las críticas desmesuradas desde el otro lado del Puente Aéreo, con la inestimable ayuda del tonto útil de turno, que se utiliza para justificar una supuesta equidistancia mostrando una cuota culé obligatoria en las tertulias y programas de alcance nacional, pero querencia más localista. Xavi es ahora el indiscutible e indiscutido líder del proyecto. Y esa figura se hacía casi tan necesaria como el cambio en el banquillo.

Nada nos asegura que vaya a salir bien, aunque podamos tener confianza por los indicios que nos van llegando, pero lo que es seguro es que sea como sea, Xavi, como cantaba el gran Frank Sinatra, lo hará a su manera. Y desde aquí lo aplaudimos sin ambages.