lunes, 27 de noviembre de 2017

Jornada 13. Valencia-Barça. El mejor primer tiempo de la era Valverde para un empate en Mestalla.

Partido en la cumbre en Mestalla entre el intratable estadísticamente hablando líder FC Barcelona, y el renacido Valencia de Marcelino, que tras varios años de travesía del desierto parece haber encontrado el camino para animar los campeonatos como antaño. Buena prueba de ello fue el espectacular recibimiento que hicieron los aficionados ches al equipo en los aledaños del estadio, donde miles de valencianistas mostraron su inquebrantable apoyo a un equipo que a día de hoy, ya se puede considerar un candidato serio a pelear los títulos nacionales, liberado como está del desgaste de las competiciones europeas que azotan a sus rivales directos.


Valverde se había tomado muy en serio la visita a uno de sus antiguos feudos, Valencia, y como prueba de ello nada más paradigmático que la suplencia de Messi en Turín, con el objetivo de tenerlo lo más fresco posible para que la Bestia Parda fuera decisivo, como al final y como casi siempre, acabó ocurriendo en la caldeada noche valenciana. Su idea era la de alejar lo máximo posible al Valencia de la portería del enrachado Ter Stegen. Para ello diseñó una alineación con cuatro centrocampistas claros, y la misión ineludible de apretar hacia arriba en cada una de las pérdidas de balón, que por otra parte se intentaban posicionar lo más arriba posible para favorecer una ocasión clara tras la buscada recuperación.

La presencia de Paulinho y la anticipación agresiva de los centrales y Busquets en cada primer pase de la transición valencianista, dieron repuesta a esta intención, y durante los primeros cuarenta y cinco minutos, se plasmó en quizás la mejor actuación sin balón desde que Guardiola abandonó el banquillo azulgrana allá por junio de 2012. El Valencia era incapaz, no de llegar a crear peligro, sino de pasar siquiera el primer tercio de campo, y tan solo la falta de calidad y/o de forma de los azulgranas, evitó que alguna de estas recuperaciones se convirtieran en gol, dejando el partido en franquía para los intereses culés.

Como es mi costumbre, no voy a hablar del árbitro, que imagino será centro del debate mediático durante la semana. Me limitaré a decir que fue un fallo, clamoroso, pero un fallo. No menos clamoroso quizás que el cometido por el portero del Valencia, Neto, en la misma jugada, pero seguro que mucho más susceptible de convertirse en la jugada del mes o incluso de la temporada. Para mi, lo único que hay que decir es que existe la tecnología para evitar situaciones embarazosas como la de ayer, y no se implementa por las reticencias de las arcaicas estructuras del fútbol español. No lo entiendo, no debería pasar, pero pasa.

Se llegó al descanso con empate a cero, tras una magistral primera parte azulgrana embotellando al Valencia, pero incapaz de hacer trabajar al tipo del marcador electrónico. Umtiti, en su línea imperial incluso cambiado de perfil, Busquets, acaudillando la presión y jugando entre centrales para limpiar la salida del balón, y un Iniesta cuya calidad en cada intervención se elevaba sobre 20 de los 21 jugadores restantes pero carecía del colmillo para transformarlas en peligro real, gobernaban el partido, además de las intervenciones de la Bestia Parda, que enseguida leyó que era necesaria su aportación al juego un escalón más abajo para hacerlo productivo, pero que dejó solo a un Luis Suárez, cuyo estado de forma no le permite ser una amenaza para toda la defensa por si mismo en solitario. A mi humilde entender, futbolísticamente los mejores 45 minutos de la era Valverde, y los mejores en al menos un par de años.

Con el descanso, Marcelino debió leer la cartilla a los suyos, que salieron uno metros más arriba y equilibraron el partido en el juego, y en su primer y único tiro a puerta del partido, lo pusieron en ventaja en el marcador, en una extraordinaria jugada de la pareja Guedes-Gayá, que superaron a Rakitic y Semedo para que el valenciano pusiera un centro fuerte, raso y al borde del área pequeña que Rodrigo empujara a gol, anticipándose al sorprendentemente entonado Vermaalen pese a su falta de ritmo de partidos.

El gol hizo daño al Barcelona que pareció durante algunos minutos varar contra la roca valencianista, si bien el conjunto local no dispuso de oportunidades para ahondar en la herida. En ese momento Valverde volvió a dar con la tecla y cambió el sector derecho al completo dando entrada a un desacertado, pero voluntarioso y posicionalmente efectivo Deulofeu, junto con Aleix para dar que pensar a la dupla Guedes-Gayá, que a partir de ese momento, no volvió a incordiar ofensivamente. Además, la entrada de un más incisivo Denis Suárez por un agotado Iniesta, volvió a inclinar el encuentro hacia la portería de Neto, que veía como se le iban acercando peligrosamente por sus inmediaciones.

En una de esas conducciones de Denis, le dejó el balón a Messi en tres cuartos con espacio para pensar y frotar la lámpara, de la que salió un majestuoso pase tocado a la espalda de la defensa por la que percutía una vez más Jordi Alba quien sin dejarla caer empalmaba cruzado, imposible para el portero, haciendo subir el definitivo empate en el marcador, que deja las cosas como estaban en la cabeza de la tabla, pero permite a los equipos de Madrid, acercarse levemente a ambos contendientes que ofrecieron un partido a la altura de las expectativas que se habían creado.

En definitiva, no se decidió la Liga, como algunos decían, ni se les dio vida excesiva a los rivales del Barcelona, en cuanto a la vertiente puramente clasificatoria. En cuanto a la parte futbolística, dados los recursos y estados de forma de la plantilla azulgrana, en Mestalla se alcanzó un nivel que sin duda da para competir si no dominar, en cualquier campo de la Europa futbolística. Y es que el trabajo de Valverde comienza a acercarse al "cum laude" superado el primer tercio de la temporada.

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jueves, 23 de noviembre de 2017

UCL. Jornada 5. Juventus-Barça. Un inteligente Valverde nos muestra la vida sin Messi

Eran aproximadamente las 19.30 horas y las redes empezaban a hervir salvajemente. Se acababa de dar la alineación del Barcelona para el partido de Turin ante la Juventus, y no estaba Messi en el once titular. Todos, releyeron el once para asegurarse del acontecimiento. Una vez comprobado se desataron los rumores, el #PesimismoAtavicoCule se desató, y comenzaron las más catastrofistas elucubraciones pronosticando poco menos que la muerte repentina del rosarino.


Al final, parece que fue una rotación al uso, aunque nadie lo creyera. La confirmación llegará si Messi juega y rinde normalmente los próximos partidos, por supuesto. Pero, a esta hora, podemos decir que ha sido un movimiento brillante por parte de Valverde. Ya lo dije a priori, en twitter, pero en Turín había más que perder que a ganar, y la confianza podía quedar minada si no se conseguía un resultado positivo. Dejando fuera Messi, escenario nuevo, no era el Barça. Cualquier resultado no tendría influencia excesiva en la confianza del equipo, pues faltaba el mejor jugador del mundo, y en caso de obtener resultado positivo, como fue el caso, la confianza del equipo crecería todavía más.

El partido tiene dos lecturas posibles, una optimista y otra derrotista. Explicaremos las dos:
  • La optimista es que un equipo sin Messi consiguió controlar de manera significativa un partido de máximo nivel ante uno de los mejores equipo de Europa, disputado en su campo, y con necesidad de victoria por parte del mismo, demostrando una versatilidad más que interesante desde el punto de vista táctico.
  • La derrotista es que en un partido espeso, industrial, metalúrgico, es decir aburridísimo. Sin apenas llegadas, sin profundidad ni amenaza a la portería contraria. Y además, tristemente alejado de lo que se supone es el ADN Barça.
Tomaremos una aristotélica aproximación a la realidad, quedándonos entre ambos extremos, perfectamente defendibles los dos bajo mi punto de vista.

El equipo mostró una solidez táctica extraordinaria, variando durante el partido entre múltiples disposiciones: 1-4-3-3 clásico, con Iniesta de extremo izquierdo; 1-4-4-2, con Paulinho en la mediapunta, cargando en la frontal y ayudando en la presión con en el 1-4-1-4-1, y por último un 1-4-2-3-1 con Rakitic junto a Busquets, y Paulinho alineado con Deulofeu e Iniesta. Algo inaudito en mi trayectoria de seguidor barcelonista.

Defensivamente, apoyados en el grandísimo momento de Umtiti, quien hoy sería capaz de sacar jugado un balón del mismísimo infierno, y una mucho mejor versión de Piqué. También, el control de la posesión, muchas veces en altura con unos sensacionales Busquets, en la seguridad de la salida, e Iniesta en la gestion trescuartista, aunque desafortunadamente sin asomarse demasiado al balcón del área.

La presión, era ejercida arriba por Paulinho, acompañado por la agresividad de Luis Suárez, o ya se buscaba el repliegue, normalmente sin sorpresas dada la altura a la que se solía perder la pelota, consecuencia de la falta de presión juventina, y la meritoria y claramente trabajada salida de balón azulgrana, con mención especial un día más para la continua batida de líneas por parte de un monumental, con los pies y las manos, Ter Stegen, a día de hoy el mejor portero del mundo a mi modo de ver.

En ataque, espesura por la falta de profundidad y desborde de los mediocampistas y los atacantes, así como la falta de llegada por parte de los laterales Semedo y Digne, más pendientes de evitar la creación de espacios a sus espaldas que pudieran ser aprovechados por Douglas Costa y Cuadrado. Tan solo una aislada jugada a balón parado, como el palo de Rakitic podía darle al equipo azulgrana la posibilidad de hacer trabajar al chico del marcador electrónico.

Y en esas, con un comienzo de segunda parte algo más ilusionante, pero poco, salió la Bestia Parda, que desafortunadamente, descansó, tras pasar 55 minutos en el banquillo, otros 35 dentro del campo. Rakitic se colocó en la banda derecha, dando algo más de profundidad y altura al juego, pero tampoco se mascaba el gol de la victoria, que por contra casi lo marca el también bastante controlado Dybala, en una jugada calcada al 2-0 de la pasada temporada, pero que esta vez se vio contrarrestado con la que quizás será la mejor parada de la Liga de Campeones de esta temporada, sacando un Ter Stegen en gracia el disparo tenso, ajustado y raso del mediapunta argentino de la Juve.

En resumen, le devolvemos a la Juve los resultados de la temporada pasada (3-0 y 0-0), nos aseguramos el primer puesto del grupo de Champions, la vuelta de los octavos en el Camp Nou, y de momento evitar a los de Manchester, el Chelsea, el Tottenham y casi seguro al PSG.

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lunes, 20 de noviembre de 2017

Jornada 12. Leganés-Barça. Solvente victoria en un partido espeso, con un Messi alejado de su mejor versión

Tras un nuevo parón de selecciones volvía la competición liguera en un fin de semana donde el Barcelona visitaba Butarque, un campo donde este año se están vendiendo caros los puntos para los visitantes, y donde tan solo el archirrival getafense había sido capaz de ganar y siquiera marcar al equipo pepinero. Además, el derbi capitalino entre Real Madrid y Atlético, garantizaba la pérdida de puntos de al menos uno, si no los dos como fue al final el caso, de los supuestamente máximos rivales por el título del equipo barcelonista.


Tras el buen resultado que la doble punta le dio a Valverde ante el Sevilla, el entrenador azulgrana decidió darle continuidad con la idea de dar alguna ayuda a Suárez en los movimientos de arrastre o fijación de los centrales (uno de los puntos fuertes del Leganés), aunque quizás con ello, se le reduzcan los espacios a un Leo Messi, que está pasando quizás por unos partidos de barbecho extraterrestre, por otra parte normales en el desarrollo de una temporada y más por encontrarse en un periodo refractario tras conseguir clasificar a Argentina para el Mundial, y viendo el buen comportamiento del equipo en cuanto a resultados en este comienzo de temporada.

La alineación enviaba a los jugadores un mensaje muy claro: el partido importante era el de Leganés, no el de Turín o el de Valencia de los próximos días. De esta manera, los jugadores no tenían excusa para relajarse en un escenario donde salir demasiado descomprimidos podía haber implicado un disgusto bastante serio. La sobrepoblación de las zonas interiores de ambos equipos, abría un pasillo para los laterales blaugranas hacia la línea de fondo contraria, y las continuas bajadas de Busquets entre centrales facilitaban la salida de balón, y aseguraban cierta salvaguarda atrás ante las subidas de Alba y Semedo.

El Leganés planteó un partido bastante industrial, casi metalúrgico (mucho tornillo que diría el añorado Andrés Montes). Los interiores pepineros achuchaban a los interiores barcelonistas como si tuvieran siempre el balón, no dejándoles casi respirar; y Eraso, el teórico mediapunta se emparejaba con Busquets, aunque la incrustación del de Badía entre los centrales, dejaba la última línea barcelonista en ventaja numérica para una salida pausada pero limpia de balón, desde la que intentar meter mano al trabajadísimo esquema defensivo de Asier Garitano. A cambio, durante esta primera parte, el Lega, apenas inquietó, salvo un par de caídas a banda de Amrabat, que ganando siempre la partida a un muy flojo Piqué, abría espacios para la llegada de los segundas líneas blanquiazules.

Paco Alcácer volvió a agradecerle a Valverde la titularidad, con un interesante partido, siempre moviéndose con sentido, y otra vez más teniendo influencia en los goles. Bien es cierto que esta vez no marcó, pero de los rechaces del portero de sus disparos llegaron los dos primeros goles del equipo, que además marcó Luis Suárez, muy necesitado de buenas noticias para ayudarle a recuperar su mejor versión.

También hay que hacer mención a dos puntales del equipo esta temporada: Jordi Alba y Umtiti. El de Hospitalet ha vuelto a ser la referencia principal para el pase diagonal colgado de Messi, y está llegando mucho, y bien, a la línea de fondo, siendo capaz de levantar la cabeza para tomar la mejor opción la mayoría de las veces, lo que está multiplicando su productividad en cuanto a traducir sus llegadas en remates de compañeros. Cada vez se le ve más maduro, pues tampoco está descuidando su espalda como en otras temporadas. Por su parte, el central francés, está compensando el mal momento de Piqué (quien por cierto se perderá el importante partido de Mestalla al recibir su quinta tarjeta) y está siendo capaz de sacar jugado el balón en cada una de sus intervenciones en la primera línea del juego ofensivo azulgrana, cuestión clave para que el equipo gane altura con rapidez y facilite la cadencia de contactos con el balón de los jugadores de arriba, especialmente Messi.

Punto aparte merece lo de Ter Stegen. Este año 2017, desde que escribí acerca de la cierta decepción que me había causado su comienzo de temporada pasada, ha madurado en unos meses lo que en el mejor de los casos habríamos firmado hiciera en unos años. Sus condiciones son incuestionables. Ya lo eran. Pero está siendo clave en todos los aspectos. Su desplazamiento de balón con los pies da siempre alternativas en la salida de balón, venciendo líneas. Ha dejado en el armario aquellas salidas un tanto extemporáneas que además minaban su seguridad a ojos de afición y compañeros. Y está teniendo influencia en los resultados, parando muchos partidos la primera ocasión del contrario, la que puede complicar el partido. Y su porcentaje de paradas, de casi el 90%, se encuentra a la cabeza del fútbol europeo. No exageramos si decimos que tras la Bestia Parda, es el jugador del Barcelona que más influencia tiene en la sensacional cosecha liguera azulgrana de estos primeros meses. A día de hoy, podemos decir que al lesionado Neuer le ha salido una competencia legítima por el arco de la Mannschaft para el próximo verano en Rusia.

Por último, no podemos obviar la figura de Paulinho, que siendo utilizado como recurso, está dando unos réditos, goleadores y de agitación del juego de ataque, muy por encima del mejor de los pronósticos a su llegada. Sumó su cuarto gol en Liga, sin ser, ni mucho menos, un titular indiscutible, sino más bien todo lo contrario.

En resumen, una solvente victoria en un campo que este año será más díficil que el anterior, alejados de la excelencia en el juego, pero también con unos cuantos buenos síntomas, como el alejarse de la Messidependencia para conseguir cualquier triunfo. Y es que el sábado en Butarque, vimos, quizás junto con el del afamado marcaje de Maffeo en Girona, el partido en el que el rosarino tuvo menos influencia en el juego y en el resultado de lo que llevamos de temporada. Y si el Barça aprende a ganar sin recurrir al auxilio de Messi, no podemos dejar de estar contentos, pues lo que es seguro, es que cuando le necesitemos, allí estará, y cuanto más descansado, mucho mejor.

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martes, 14 de noviembre de 2017

Italia fuera de un Mundial 60 años después

Ayer fue sin duda un día histórico. Histórico, porque posiblemente ninguno de los, pocos pero importantes y muy futboleros) que lleguen a leer este post habrán vivido una situación como la que provocó el partido de anoche en San Siro: un Mundial sin Italia. Y es que cuando empiece el Mundial en Rusia el próximo verano, habrán pasado nada más y nada menos que 60 años desde la última ausencia transalpina en un Mundial, el de Suecia de 1958. El Mundial de los 13 goles de Just Fontaine, el Mundial que nos mostró a Brasil de un Garrincha dominador, y de un chico de 18 años que venía para dominar el mundo durante los siguientes 15 años, Pelé, convirtiéndose en la primera selección en ganar fuera de su continente. Figuras que quedan absolutamente lejanas en la historia del fútbol, y que dejan a las claras la dimensión del acontecimiento que estamos viviendo: Italia fuera de la fase final del Mundial.



Ayer mismo tuiteaba cuál era mi primer recuerdo de Italia en los Campeonatos de Mundo. El gol de Graziani en Balaidos a N´Kono en la fase de grupos del Mundial de España, que servía para clasificar a la selección transalpina, que acabaría ganando aquel campeonato, para la segunda fase tras dos empates en los partidos anteriores. Fue un buen cabezazo en parábola, que contó con la ayuda de un desafortunado resbalón del meta camerunés, que hasta ese momento se había mostrado inexpugnable y que paradojas de la vida es el ídolo del mito que ayer entre lágrimas se despedía de la selección de su país: Gianluigi Buffon.

Ya desde aquellos tiempos del Mundial'82, en que el primigenio Culé de Chamberí, mi padre, por motivos de trabajo tuvo que exiliarse a Valencia, llevándose a toda la familia con él, y empezando a bombear balones a su hijo en la playa de la Malvarrosa cada domingo mientras en el coche sonaba el Carrusel Deportivo, servidor ya era un portero vocacional, y en los últimos 35 años, he visto pasar a figuras legendarias, todas de primer nivel por la portería de los azzurri. El primero fue el imponente y sereno Dino Zoff levantando la Copa del Mundo, después vinieron el interista y algo histriónico Zenga, el espectacular Pagliuca, el gigantón parapenaltis Toldo y en los últimos 20 años, él, Buffon, toda una leyenda, dentro y fuera del terreno de juego, y cuyas sentidas lágrimas encogieron el corazón de todos los aficionados del futbol anoche.

La selección italiana de fútbol seguro que nos retrotrae en nuestros primeros recuerdos, tengas la edad que tengas, a un éxito o al menos a una capacidad competitiva tan envidiada por parte de una gran parte del orbe futbolísitico; es decir todos, excepto, quizás, Alemania. Sin embargo, es difícil que tus primeros recuerdos de Italia te vengan como un amor a primera vista, como podría pasar si hablamos de otras selecciones o equipos. Y es que Italia siempre ha vivido orientada a la eficacia, al resultado. Y eso es algo que en una sociedad tan sumergida en la estética como la italiana, tan cuidadosa con la belleza históricamente, ya sea en la pintura, en la escultura, en la arquitectura, en la música, en la música, o, últimamente, en la moda... siempre me ha resultado algo contradictorio, díficil de entender. Pero, hasta ayer, les funcionaba.

En mis primeros recuerdos, Italia, su fútbol, sus equipos, sus estadios, eran algo grandioso, ante lo que muchos nos empequeñecíamos inconscientemente. Recuerdo la eliminación de la Juve a manos del Barça en la Copa de Europa de 1985-86, celebrada casi más que un título. Esa Juve o la de Lippi, el Milan de Sacchi y Capello, el Inter y equipos en quizás una segunda línea como Roma, Lazio, Sampdoria, el Parma millonario de la Parmalat, parecían equipos casi inalcanzables para sus pares españoles. Hoy, emparejarte a un equipo italiano es casi sinónimo de victoria.

Y es que, en los últimos quizás 15 años, con las excepciones del Mundial de Alemania y el infumable Inter de Mourinho, Italia se ha ido empequeñeciendo a ojos de todo el mundo. Sus estadios, cada vez más vacíos, sus clubes cada vez más arruinados, y sus jugadores cada vez menos talentosos, ya incapaces de darle el necesario contrapeso a sus siempre rocosas defensas. Quizás aquel Mundial ganado en los penaltis a la ya veterana Francia de Zidane y compañía, fue en realidad un canto del cisne, que fue confundido con un renacimiento que el tiempo se ha encargado de desmentir, porque, no olvidemos, en los últimos dos mundiales, Italia no fue capaz de superar la fase de grupos de la fase final, algo inaudito también.

Esta mañana, escuchaba a Enzo Maresca, el exjugador del Sevilla, expresarse en estos términos también, con una claridad, dureza y convencimiento imponentes. Veía, sin embargo, ante la magnitud de este terremoto, una oportunidad para que el fútbol italiano, sus estructuras, sus dirigentes, pudieran reinventarse y llegar definitivamente al siglo XXI, y así poder competir a medio plazo con las grandes potencias a las que décadas atrás tuteaban y, las más de las veces, solían someter. Ojalá, alguien le escuche, porque a pesar de todo, un Mundial sin Italia, para todos los que vivimos el fútbol con intensidad, siempre será menos Mundial. Y esto no se puede volver a repetir.

Y vosotros, ¿qué primeros recuerdos tenéis de Italia?, ¿os alegráis de su fracaso, o la echaréis de menos el próximo verano?

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lunes, 6 de noviembre de 2017

Jornada 11. Barça-Sevilla. Sensaciones positivas y retornos en un bonito partido

Una vez superado el primer cuarto del Campeonato de Liga, con mejores resultados que sensaciones futbolísticas, la Liga nos traía uno de esos partidos que en el Camp Nou suelen ser sinónimo de buen partido, la visita del Sevilla. Un equipo de Champions que se ha asentado en la posición de alternativa a los tres grandes y que es capaz de ganar a cualquier equipo como ha demostrado en los últimos años, en los que además de auparse a la aristocracia europea reincidiendo en el éxito en "su" Europa League, ha pasado la mano por la cara de todos los grandes, aunque especialmente en el casi inexpugnable Ramón Sánchez Pizjuán.


La visita del Sevilla al Camp Nou suele coincidir con buenos encuentros en el que el juego azulgrana suele dar lo mejor de si, como ocurrió la temporada pasada con un fantástico primer tiempo. Desde que se ha aupado al primer plano europeo, el Sevilla ha pasado de ser el equipo eminentemente defensivo de antaño, a uno que aspira a discutirte la jerarquía sobre el juego y el balón, tal y como se demostró el pasado sábado, en una desapacible tarde-noche en Barcelona con lluvia y viento que, sin embargo, no deslucieron en absoluto el partido, gracias al magnífico drenaje del césped que absorbió la ingente cantidad de agua que vino cayendo en las horas previas y durante casi todo el partido.

Ernesto Valverde, ante las recientes bajas de Sergi Roberto y André Gomes, tuvo la fortuna (inmensa según se dio el partido) de poder recuperar a Iniesta para la causa. Y en su línea intervencionista dio la alternativa a un casi inédito hasta el momento Paco Alcácer, que respondió con creces al envite de su entrenador. El jugador de Torrent tuvo una doble y agotadora misión: en defensa era el interior derecho de la linea de cuatro centrocampistas, y en ataque era la pareja de Luis Suárez, facilitando a Messi dos lineas de apoyo por delante de su posición, el sábado más como vértice superior del rombo en el centro del campo en posesión de balón, que como delantero. Los dos interiores, en este caso Rakitic e Iniesta, se acercaron más a Busquets, dejando las bandas para las constantes subidas de los dos laterales, Semedo y Alba.

La primera media hora nos mostró lo mejor de la temporada hasta ahora en cuanto a juego. Un comienzo arrollador, en el que podían haber sentenciado el partido en el minuto 10, con Iniesta ejerciendo su magisterio en la zona de tres cuartos, lanzando a todos sus compañeros hacia la portería contraria con regularidad y precisión. El Sevilla que había planteado, muy al estilo Berizzo, una batalla hombre a hombre en la medular, se veía superado por la movilidad del machego y de Messi y con los dos delanteros fijando a los centrales que no podían salir en la ayuda de sus centrocampistas, con Pizarro multiplicándose como única bomba de achique al caudal de juego azulgrana.

Sin embargo, el gol llegó en un error infantil de Escudero, que intentó controlar infructuosamente con su pierna menos buena, un largo desplazamiento de Luis Suárez, dejando el balón en pies de Alcácer que definió con facilidad ante la desesperada salida de Soria. Sin más novedad en el marcador se llegó al descanso, en un escenario desconocido para el Barça de esta temporada, puesto que se había hecho acreedor por juego a un resultado mucho mejor del que mostraba el electrónico en las alturas del Camp Nou.

En el comienzo de la segunda parte, una subida de líneas del equipo sevillista, la falta de fuelle de Iniesta que redujo su influencia en el juego y demasiadas imprecisiones azulgranas, igualaron el encuentro, primero en el juego, y posteriormente en el marcador, tras un magnífico cabezazo a la salida de un corner del voluptuoso Pizarro, que consiguió ganarle varios encuentros a Messi, lo que no suele ser habitual ver.

El gol, coincidió con la salida de Paulinho por el fatigado Iniesta, y se presentaba un escenario complicado para el equipo barcelonista, pues había de volver a remar para la victoria sin la clarividencia del manchego. Sin embargo, salió a la luz en el Barça su extraordinaria alma competitiva, y durante los minutos posteriores volvió a inclinar el campo con un disparo al larguero de Piqué, y tuvo la fortuna de encontrar rápido un segundo gol de auténtico delantero de Alcácer que le marcó el desmarque a Rakitic, quien le puso con quirúrgica precisión el cuero para que se adelantara a su marcador y al portero para volver a poner en ventaja al equipo local. De ahí al final, poco peligro pese a cierto dominio sevillista, y poca pegada del Barcelona pese a contar con varias ocasiones para poder cerrar el partido.

Además del resultado y de la mejoría del juego, sobre todo en la primera parte, tras la preocupante tendencia de los últimos choques, podemos extraer unas cuantas reflexiones positivas del partido. Lo más evidente, el retorno de un inspirado Iniesta, cuya presencia ilumina el juego culé, y que desafortunadamente dura lo que permite su castigado físico, no más allá de la hora de juego. Pudimos aplaudir la vuelta del Piqué que necesita el equipo para aspirar a todo, evidenciada en sus alegres subidas al ataque durante el partido, señal inequívoca de confianza, y de los duelos ganados a los delanteros sevillistas.

También vimos algunos brotes verdes en la primera parte de Luis Suárez, desahogado por la ayuda de Alcácer, y pudiendo recibir de espaldas para habilitar compañeros mientras los centrales se tenían que preocupar de otra presencia amenazante. Sin embargo, su falta de acierto ante el gol, rozando la obsesión, hicieron que inexplicablemente el Camp Nou le brindara los primeros silbidos que recuerdo, cuando en sus peores tardes, su indomable carácter le hace extraer siempre jugo para beneficio del equipo.

Y por último, Alcácer, que aprovechó la oportunidad que le brindó Valverde para, más allá de los dos goles (lo que ocupó las portadas del día siguiente), ofrecer siempre soluciones con y sin balón en ataque y un agotador trabajo en defensa llegando en muchas ocasiones a doblar a su lateral Semedo en la contención del poderoso carril izquierdo sevillista. Puede decirse que Valverde sumó un soldado más para futuras batallas, ofreciendo la posibilidad de ese doble ariete que libere a Suárez de tener que trabajar en solitario en desmarques y fijaciones de centrales, y aportando también esa cuota de gol de primer toque, de hombre de área, que siempre aporta considerables réditos al final de una larga temporada.

El Barça se va al parón de selecciones, que tan bien le puede ir para recuperar lesionados, afinar estados de forma y descansar de este cargado calendario de miércoles-domingo continuado. Además se va con 31 puntos de 33, igualando el mejor arranque de la historia de la Liga, y con una considerable ventaja sobre el segundo, el sorprendente Valencia, y unos todavía más sorprendentes ocho puntos sobre quienes en teoría se presumían como sus rivales por el título: los equipos madrileños. A los que, por cierto, convendría no enterrar, pues, especialmente en el caso del Madrid, sería sinónimo de resurrección y Champions blanca, como otras veces ya hemos sufrido.

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jueves, 2 de noviembre de 2017

UCL. Jornada 4. Olympiakos-Barça. Otro partido plano pero sin el premio de la victoria

El Barça volvía a la Champions en la noche de Halloween, con buena parte de la población de fiesta y disfrazados de temática lúgubre. A mi toca sobre todo la más pequeña (2 brujillas y un esqueleto bebé) asustando simpáticamente al personal y pidiendo todo tipo de dulces a los "aterrorizados" vecinos. Aterrorizados como si jugaran en un ambiente griego como le tocaba al Barça esa misma, normalmente infernal, pero que quedó algo almibarado por el homenaje previo a Valverde, recordado e idolatrado en El Pireo por su exitoso paso por el banquillo de Olympiakos. En la misma línea de terror también el nivel del rival, que en el envite del Camp Nou jugó toda una parte en superioridad, asustando menos que mis princesas la noche de Halloween, con sus simpáticos disfraces.


Todo hacía esperar un partido con victoria azulgrana sin demasiados sobresaltos, y Valverde volvió a disponer, como en Bilbao en Liga, ese novedoso 1-4-4-2 con los interiores abiertos, esta vez Denis y Sergi Roberto, y Paulinho amenzando la frontal contraria siempre que Messi bajaba a oxigenar el, otro día más, espeso ataque posicional azulgrana, que solo encontraba en los laterales, muy profundos ambos, Semedo y Alba, argumentos para llegar a línea de fondo con cierta regularidad. Aun así, la primera media hora fue un asedio a la portería del veterano Proto, quien cuajó una destacada actuación durante toda la noche, aunque tampoco necesitó obrar ningún milagro bajo los palos.

Se sucedían las llegadas, más por insistencia azulgrana y radical repliegue griego que por un caudal de juego del Barça, pero parecía que antes o después llegaría el gol que seguramente decidiría el choque del lado azulgrana. Sin embargo, al filo del descanso una desgraciada jugada dejaba a Sergi Roberto con una rotura de fibras que le tendrá más de un mes en el dique seco para desgracia azulgrana, pues, con el reciente bajón de juego de Rakitic, parecía el único capaz de aportar algo al mediocampo azulgrana en ausencia del una vez más frágil Iniesta. En su lugar saltó al campo Deulofeu para retomar el 1-4-3-3 de toda la vida. Y en la primera pelota que fue a tocar, se plantó solo delante del portero, pero justo el árbitro pitó el final del primer tiempo.

Ya en la segunda parte, el juego se hizo más unidireccional y previsible todavía, con un Luis Suárez especialmente activo y diría que obsesionado con el gol, situación que enseguida apreció un Messi a medio gas, que le puso en franquía en varias ocasiones, pero el uruguayo pasa por un preocupante barbecho goleador, que tiene en vilo a buena parte del barcelonismo, pese a seguir sumando en ataque con sus movimientos y amenaza constante a los centrales contrarios. Esperemos que pronto recupere la senda del gol, en cuyo caso veremos seguro el consiguiente salto por parte del equipo al completo.

Al final, sin ningún sobresalto más allá de un par de balones colgados bien resueltos por Ter Stegen, no se logró el gol de la victoria, pero el empate en el otro partido del grupo, nos deja en franca disposición no ya solo para la clasificación, sino también para alcanzar el primer puesto del grupo, salvo debacle mayúscula en Turín en unas semanas, tan solo con vencer en el Camp Nou al Sporting de Portugal en la última jornada.

Como apuntes un tanto preocupantes, la excesivamente repetida incrustación de Busquets entre centrales, incluso sin presión del rival, lo que le aleja del pase a Messi cerca de la frontal y como tantas veces señalo, dificulta la presión del equipo tras pérdida en el último cuarto de campo, que tan bien interpreta Busquets, contagiando al resto del equipo. Paulinho, hemos de reconocer que lo hace bien, pero desde la exuberancia física, no desde la lectura del juego, lo que le hace menos contagioso para el resto de compañeros, que cuando presiona el de Badía. También, la irrelevancia de Denis, que se conforma con el aprobado pelado en cada una de sus intervenciones, cuando lo que el equipo le pide es que pegue un puñetazo encima de la mesa con una deslumbrante actuación, más contando con el visto bueno de Messi, que es más o menos que la capitana del equipo de animadoras te guiñe un ojo en tu adolescencia.

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