miércoles, 31 de mayo de 2017

Historias del Culé de Chamberí. Mi primer partido de Liga en el Bernabéu. Santillana me amargó el debut

Poco más de un año después de haber vivido mi primera victoria en el Bernabéu aunque fuera por televisión, ya me tocaba vivir un Madrid-Barça en el campo. A principios de los 80, todavía se podían conseguir entradas por los cauces habituales de la taquilla en el Santiago Bernabéu, e incluso se podía ir al campo sin escuchar demasiados insultos, y mucho menos ser increpado por celebrar un gol del eterno rival en campo contrario.

Maradona ante Juan José y Gallego

Tras nuestro periplo familiar levantino, en Jávea y Valencia, mi padre, el primigenio Culé de Chamberí, había vuelto a trabajar en Madrid, y toda la familia nos habíamos trasladado a nuestro barrio de toda la vida, a escaso kilómetro y medio del estadio madridista,lugar que durante toda mi infancia y adolescencia divisaría dos veces al día en el autobús que me llevaba y traía del colegio.

Era febrero de 1984, y Madrid amaneció gris, con un cielo encapotado y un frío imponente. Era uno de aquellos días que los niños no paramos de mirar el cielo, por si de repente se pone a nevar. Y, efectivamente, durante aquel día nevó. No nevó como para que cuajara y pudiéramos orquestar una guerra de bolas con los amigos en el jardín de casa, pero sí que por momentos cayeron buenos copos. El contapunto a mi felicidad por la nevada era que mi madre no estaba muy por la labor de dejarme ir "con este frío" al campo con mi padre aquella tarde-noche. Habiendo de sufrir una maternal mortaja anti-frio con la típica trilogía gorro-bufanda-abrigo, logramos cerrar la negociación e irnos para el campo.

Llegamos con tiempo, íbamos con un amigo de mi padre, que ahora mismo no soy capaz de recordar, pero sí me acuerdo que nos acomodamos en la segunda gradería del gol sur, justo encima de donde un par de horas después se resolvería el partido. En aquella época, los asientos del Bernabéu eran corridos, de cemento, separados por unos hierros y se hacía absolutamente necesario el uso de las míticas almohadillas que se alquilaban en la entrada de los vomitorios, y que tantos días, en aquellos 80, acababan en el césped como ícono de la protesta masiva ante el juego de tu equipo o un arbitraje. Y en un día como el que nos ocupaba, era una necesidad casi primaria. No como ahora, cuando mi Padrino me invita a la tercera gradería del gol norte del Bernabéu, que puedo estar en mangas de camisa en enero, gracias al potentísimo sistema de calefacción que Florentino ha instalado en el estadio.

La temporada anterior, Maradona, a base de detalles sin continuidad, pero dando 2 asistencias en los goles, había tomado el Bernabéu en su debut. Ese año se presumía el de la definitiva consagración de Maradona en el Barça. Sin embargo, la lesión que le produjo la salvaje tarascada de Goikoetxea a finales de septiembre había retrasado su acoplamiento al equipo en el nuevo sistema de Menotti, que defensivamente sí que tenían bastante interiorizado sus compañeros en el famoso "achique de espacios", que puso en práctica durante todo el partido con un éxito destacable.

En el Real Madrid, que llegaba como líder con 4 puntos de ventaja sobre el Barcelona, empezaban a asomar en las alineaciones de su entrenador, Alfredo Di Stéfano, los miembros de una generación de futbolistas que marcaría una época en el club madridista, la Quinta del Buitre, liderada por un Butragueño que, apenas 20 días antes, había debutado  en el primer equipo, saliendo en el descanso en Cádiz con un 2-0 en contra, liderando la remontada con un par de goles, y dando la victoria a su equipo en el último minuto. Junto a él, se alineaban en el once madridista contra el Barça, un joven centrocampista muy técnico llamado Rafael Martín Vázquez y un representante de una saga de ilustres madridistas, hijo de uno de los jugadores que levantaron la ya entonces lejana 6ª Copa de Europa, llamado Manolo Sanchis.

En el Barça, el once de gala de Menotti, con la única ausencia de lesionado Migueli, sustituido por el canterano Moratalla. El resto, Urruti en la puerta, que ya le había ganado la partida a Artola; Sanchez, Alexanko y Julio Alberto, que en defensa adelantada con Schuster por delante acompañado de Periko Alonso y Victor, achicaban el espacio dejando constantemente en fuera de juego a los rivales, algo que no se había visto hasta entonces en la Liga Española. En las bandas, Marcos Alonso y Carrasco, hacían de estiletes acompañando al crack argentino en la delantera.


El partido comenzó con dominio alterno, pero enseguida Juanito, tras un rechace adelantó al Madrid, con un tiro seco abajo. El Barça reaccionó y a punto estuvo de empatar en varias ocasiones, incluyendo un par de peticiones de penalti. Aunque es cierto que el Madrid también llegó, menos, pero marcando un gol anulado de manera equivocada por fuera de juego. Se llegaba al descanso con una mínima ventaja madridista que no hacía honor a la igualdad del juego.

En la segunda parte, el Barcelona salió en tromba, y a los 11 minutos, Maradona, tras centro de Julio Alberto, empataba el partido, al adelantarse en el remate a la defensa merengue. Parecía que el partido se decantaba claramente a favor del Barça, pero la salida de Santillana por Butragueño cambió un tanto el panorama, al comenzar a ocasionar el cántabro el peligro que el imberbe Buitre no fue capaz de provocar, y equilibrando de nuevo el partido, al menos en cuanto a ocasiones, que no en juego, claramente dominado por el estilo combinativo del Barcelona de Menotti.

Sin embargo, a falta de 10 minutos, en un saque de esquina lleno de rechaces en el área que quedaba delante de donde presenciaba el partido, Marcos intentó despejar el balón, y tras golpear fortuitamente en la tripa de Santillana, despistando a Urruti, entró suavemente en la portería azulgrana. Un gol de churro, como comentaba el narrador del resumen, que daba la victoria al Real Madrid, y mi primer disgusto en el Bernabéu, alejando definitivamente una Liga que, pese a que desde ese día el Barcelona entró en racha, ya había perdido con aquella derrota y los 3 meses de lesión de Maradona, haciendo estériles las 8 victorias y un empate con los que los azulgranas terminaron aquella Liga.

Como siempre, tal y como he hecho yo, podéis ver el partido completo aquí en este enlace, en @footballiaweb, donde se pueden visionar muchos de los partido míticos de Mundiales, Eurocopas, Competiciones Internacionales y Domésticas de Clubes, una pasada.


lunes, 29 de mayo de 2017

Final de la Copa del Rey: Barça-Alavés. Messi despide a Luis Enrique con otro título tras otra exhibición.

Tras la no consecución del titulo liguero la semana anterior, el Barcelona se presentaba, por cuarto año consecutivo, de nuevo en Madrid, para disputar la final de Copa ante uno de los equipos revelación de la temporada, el "glorioso" Deportivo Alavés de Mauricio Pellegrino. El partido era también el último encuentro como entrenador del Barcelona de Luis Enrique Martínez, que buscaba coronarse por tercera vez consecutiva como Campeón de España (la Copa del Rey es oficialmente el Campeonato de España de Fútbol), y marcharse sin haber sido vencido en esta competición durante su estancia a los mandos de la nave blaugrana.


El partido no era fácil para el Barcelona, ya que una victoria del equipo ya casi se daba por descontada, especialmente en el entorno mediático más tóxico del equipo, que ya había levantado ampollas entre los jugadores y aficionados alavesistas, dando por ganada la final antes de jugarla. No había nada que ganar, y sin embargo, una inesperada derrota podría haber abierto la caja de Pandora en el universo azulgrana, que durante la semana ya había tenido unos cuantos sobresaltos, aunque fueran en el ámbito judicial: imputación y prisión incondicional para el ex-presidente Rosell, precursor e inspirador de gran parte de la Junta actual, desestimación de la acción de responsabilidad civil contra la anterior Junta (la de Laporta), y confirmación de la condena de 21 meses para Leo Messi por fraude fiscal.

El Alavés, desde su victoria ante el Celta en semifinales, y una vez conseguido el objetivo de la salvación de manera tan prematura como merecida, había podido dedicar prácticamente 3 meses a preparar este partido. El 1-5-4-1 que preveíamos sería de la partida, ya se le había atragantado al Barcelona en el inicio de la temporada en septiembre, donde el Alavés cosechó una histórica victoria en el Camp Nou, ante un equipo azulgrana atestado de suplentes tras el primer parón de selecciones y con un Messi tocado, que tuvo que salir, sin demasiado éxito a arreglar el desaguisado en la última media hora. El sistema de repliegue defensivo, con puntuales presiones a la salida de balón, había sido un dolor de cabeza para el cuerpo técnico azulgrana, que por el cada vez más deficiente juego posicional en ataque, no acertaba a superar con solvencia las defensas más cerradas. Sin embargo, la ausencia de Laguardia por sanción dejaba a la defensa vitoriana sin su caudillo, y se notó.

En el Barcelona, las ausencias por sanción de Sergi Roberto y Luis Suárez, ambos expulsados en la vuelta de semifinales ante el Atlético, fueron cubiertas por Mascherano y Alcácer, dejando un 1-4-3-3 clásico de los últimos años. El resto, salvo Cillesen que es el portero de la Copa, los componentes del once de gala que pocas veces han podido coincidir en el césped durante la temporada por las más variadas circunstancias.

El partido comenzó con un Alavés, muy agresivo, tanto en la altura de la presión como en los balones más o menos divididos, liderado por su capitán Manu y el extraordinario Marcos Llorente, un portento físico no exento de calidad. Con esta intensidad, consiguió aguantar la primera media hora, y hasta dispueso de un disparo al palo de Ibai que se comió el holandés Cillesen, y se paseó por la línea de gol. Ya en el minuto 10, Mascherano, tras un choque fortuito con Marcos Llorente había salido del campo, sustituido por el jugador fetiche de Luis Enrique, André Gomes, actuando de lateral, y esta vez sí, ofreciendo uno de sus mejores partidos, si no el mejor, como azulgrana.

Pasaban los minutos, y cada vez se veía a un Alavés más aculado atrás, atrincherado en los últimos 30 metros del campo, y cada vez con menos asiduidad en las salidas. Al filo de la media hora, en una jugada entre Messi y Neymar, el primero marcó su clásico gol tocado con el interior del pie, con efecto, al palo derecho, inalcanzable para el portero. 1-0, y lo más difícil ya estaba hecho. Sin embargo, en el siguiente minuto, una falta lateral fue magistralmente lanzada por Theo Hernández, otra de las sensaciones de la temporada alavesista, y entró por la escuadra de Cillesen. La final se abría de nuevo y con renovados brios para el salvaje despliegue físico del Alavés.

Y aquí, una vez más, hay que hablar de Leo Messi. Para mi el indiscutible mejor jugador de la historia, en su mejor temporada para mi gusto, cada vez más maduro, y leyendo los partidos con un nivel de sabiduría y conocimiento del juego parejo al de la calidad de su pierna izquierda, volvió a decidir un partido, una final. El, solo, mandó parar. Descabalgó tácticamente al Alavés, moviéndose entre el centro del campo y la mediapunta en numerosas ocasiones y abriendo el carril para André Gomes y Rakitic al arrastrar con él a buena parte de la estructura defensiva alavesista. También, volvió esporádicamente a la parte derecha para, desde ahí, comenzar las jugadas que muchas veces acababan con un pase filtrado a la espalda del central y lateral derecho vitorianos, con la entrada de Jordi Alba y Neymar, en una jugada tan conocida como indefendible. Leo llevaba 43 minutos de lección de cómo leer el partido y ya había marcado su clásico gol, pero faltaba todavía decidir la final. 

Y lo hizo en 3 minutos. Primero, tras una jugada por banda de Neymar, debordando a unos cuantos albiazules, el balón llegó a Messi a unos diez metros de la frontal. El rosarino dio la pausa justa para atraer hacia si a los centrales y que Theo, el lateral izquierdo se cerrara para escalonar el presunto eslalom que se venía... pero Leo, había visto la llegada de André Gomes, y le puso un balón en ventaja que el portugués centró al segundo palo para que Neymar marcara a placer y pusiera en ventaja de nuevo al Barcelona. Y ya en el descuento, nos dejó otra obra de arte solo a su alcance: encaró desde la banda derecha, filtrándose y superando a cuatro rivales, para en el momento preciso, entre un bosque de piernas, asistir el desmarque de Paco Alcácer, que definió como el gran delantero que es, cruzado, rápido y raso, imposible para Pacheco. 3-1, descanso, y todo hacía indicar, como así fue, que final finiquitada.

La segunda parte, fue un ejercicio de coraje y empuje sin demasiado peligro del Alavés, con un Barcelona demasiado conservador, pero seguro de su superioridad en el campo. Los últimos minutos fueron un rosario de jugadores vitorianos acalambrados por el tremendo esfuerzo y el calor de un tarde-noche veraniega de este mayo tan atípico en Madrid.

Messi e Iniesta con su 30º trofeo con el Barça. Ahi es nada...

Al final, todos contentos. El Alavés, ovacionado por la animosa y sensacional afición vitoriana que se desplazó a Madrid en festiva peregrinación para conmemorar una temporada histórica, culminada por un encomiable ejercicio de resistencia por parte del equipo albiazul, pero incapaz de poder superar a las huestes del General Messi. El Barça, por su parte, cerrando de la mejor manera posible (con un título, aunque menor) la era Luis Enrique, y al menos, no dejando en blanco esta temporada, la primera de este experimento sociológico-futbolístico que es Culé de Chamberí.

Ahora, es el momento de hacer los análisis, poner la notas a la temporada finalizada y presentar el nuevo proyecto, que esta tarde oficializará la llegada de Ernesto Valverde como próximo inquilino del banquillo culé para las próximas temporadas. Desde aquí, iremos haciendo resumen de lo acontecido estos meses, intentando diseccionar los por qués de lo acaecido esta temporada que se cierra y vislumbrando y explicando las necesidades y cambios que necesita el FC Barcelona para volver a competir al más alto nivel del fútbol europeo la próxima temporada.

martes, 23 de mayo de 2017

Historias del Culé de Chamberí. Mi primera decepción europea. La debacle de Manchester.

Era mi primer curso de vuelta a Madrid, y en aquel 1984 el Barcelona de Maradona y Schuster se debía enfrentar al Manchester United en los cuartos de final. En paralelo, aquella temporada, el Culé de Chamberí se estaba preparando para su Primera Comunión, y aquel partido de vuelta coincidió con uno de esos eventos previos, la Primera Penitencia, en la que todos los alumnos de 3º de EGB del colegio, nos confesábamos en un acto vespertino al que asistían los padres y padrinos, para llegar puros y limpios de pecado al día de la comunión.




Esta última circunstancia ya entonces me parecía un tanto ilusoria, pues entre un acto y otro, teníamos aproximadamente 2 meses para pecar de nuevo, y, dado el carácter un tanto bullanguero y devotamente impío de quien escribe, como era previsible, se hizo necesaria una segunda confesión en los días previos a la comunión para que mi catequista (la mítica ex-misionera y profesora de Religión Petra) me diera el beneplácito para vestirme aquel 19 de mayo de 1984 de niño bueno con aquella cruz de madera, que seguro mi madre todavía conserva, colgando del cuello.

En cualquier caso, esta Primera Penitencia era una gran fiesta que los niños afrontábamos con ilusión, aunque yo, he de reconocer, con un poco menos, porque sabía que me perdería, como poco, la primera parte del partido que retransmitió Televisión Española, lo que era todo un acontecimiento. Por entonces, recuerdo que teníamos recién estrenado nuestro video Sony Betamax, todo un lujo por aquel entonces, y el partido lo dejamos grabando (sí, aquel video ya dejaba programar grabaciones!!) por si no llegábamos a verlo. Esta cinta, imagino que sobregrabada por algún otro evento tipo ópera, concierto u otro partido de fútbol, no la he encontrado por ninguna parte en mi última batida en casa de mis padres para recuperar joyas futbolísticas de los 80 para mi colega @maradonainedito, maradoñano de pro y al que conmino a todos los futboleros seguir pues tanto en su magnífica web, como en su canal de YouTube tiene auténticas joyas del gran Diego. Podéis poneros en contacto con el para compartir material en info@maradonainedito.com

El Barça llevaba un resultado más que favorable del Camp Nou, donde había derrotado a los ingleses por 2-0, con un memorable segundo gol de Juan Carlos Pérez Rojo, aquel chico que fue nombrado segundo mejor jugador del Mundial Juvenil de Japón, tan solo por detrás de su compañero de equipo aquella temporada, Diego Armando Maradona. Rojo, semiescondido entre los equipos inferiores azulgrana, fue requerido por Menotti en su primera rueda de prensa, ante la atónita mirada de los periodistas especializados, que pensaban que el técnico argentino se refería al extremo del Athletic de Bilbao que goleaba por entonces a las órdenes del ínclito Javi Clemente. Hasta esa eliminatoria, el Barcelona nunca había desperdiciado una ventaja de dos goles en la ida, pero aquella noche, todo se iba a torcer.

Para empezar, el Barça tuvo que jugar con su segunda equipación, de color amarillo, que ya por entonces era considerada bastante gafe por el culé de a pie, pues con ese color ya habíamos perdido las dos Supercopas de Europa que habíamos jugado. La del 79 ante el Nottingham Forest en el Estadi, y la muy polémica unos meses antes contra el Aston Villa. Era una época en la que, dado que las televisiones no imponían nada y el azulgrana era un color poco repetido en la Liga y en Europa, no solíamos tener que vestir la segunda zamarra, pero solo ver al equipo salir al campo de amarillo, hizo ya a muchos culés de entonces, los del #PesimismoAtavicoCule temerse lo peor, como más tarde se confirmaría.


Maradona y Brian Robson, capitanes aquella noche en Old Trafford

La noche fue aciaga. Maradona salió al campo dicen que infiltrado, y apenas tocó el balón en todo el partido; el achique de espacios de Menotti funcionó a medias, como se demostró en el último gol del United; y Urruti tuvo una noche horrible, fallando un balón muy fácil en el segundo gol, que igualaba la eliminatoria, tras haber rifado la defensa un balón en un juego de despropósitos increíble. 

El equipo inglés era dirigido por Ron Atkinson, un prestigioso técnico inglés, con una larga carrera en las islas, y que incluso llegó a probar suerte años después en el Atlético de Madrid, siendo una víctima más de la voracidad de Jesús Gil con los entrenadores. Atkinson sería sutituido un par de años después por Sir Alex Ferguson, que por entonces aun dirigía al Aberdeen escocés que le levantó una Recopa al Real Madrid. Su capitán era el internacional inglés Brian Robson, el único, quizás junto a Wilkins con algún prestigio internacional en aquel correoso equipo.

En un ambiente infernal que todavía recuerdan los jugadores que saltaron al campo, el Manchester impuso su juego de puro Kick&Rush, basado en la presión, y los balones colgados al área, tanto en jugada como a balón parado, aprovechando las segundas jugadas casi siempre.

Precisamente en un saque de esquina a los 20 minutos de partido, mal defendido por la defensa culé, el capitán Robson inauguraba el marcador. Sin más novedad se llegó al descanso, y en una salida impetuosa del equipo local, consiguieron marcar en dos minutos, dos goles que le dieron la vuelta a la eliminatoria y que fue imposible ya de remontar por parte de un inoperante Barcelona.


Brian Robson marca el segundo tras un fallo de Urruti

Mi padre y yo llegamos para ver apenas los últimos 20 minutos de partido en casa, viendo como un impotente Barcelona era incapaz de crear peligro en la meta contraria. Visto el desastre, nunca llegué a ver el partido completo grabado, y quedó, como antes he comentado sumergido bajo otra grabación en una de aquellas cintas beta que siguen guardadas en un armario en la casa de mis padres.

En aquel tiempo, uno ya comenzaba a vislumbrar que mis inicios "triofants" en el barcelonismo era poco más que un espejismo en aquellos oscuros años 80 tan alejados de la realidad actual del Barcelona. Esperemos nunca tener que regresar a aquel fatalismo continuado de títulos perdidos, proyectos fallidos y fichajes de relumbrón sin proyecto ninguno. Aunque visto lo visto, ultimamente, no sé yo...

Podéis seguirme en Twitter y en Facebook, y uniros a este experimento sociológico-futbolístico de Culé de Chamberí. Yo os recibiré con los brazos abiertos ;-)


lunes, 22 de mayo de 2017

Jornada 38. Barça-Eibar. Alegoría de la temporada blaugrana

El Barça se asomaba a la última jornada de Liga, dependiendo de los errores de terceros para poder revalidar el campeonato; en buena parte por sus descuidos ante rivales sensiblemente inferiores durante la temporada, aunque de esto ya tendremos tiempo de hablar largo y tendido. El último rival que se presentaba en el Estadi era el muy meritorio Eibar de Mendilibar, cuya irreprochable actitud en el campo en un partido donde no se jugaba nada, habla muy a favor del club, del entrenador, de los jugadores y de la Liga en general.


Gerard Piqué no se pudo recuperar de la enfermedad que le mandó al hospital la semana anterior, aunque sí Sergi Roberto, una vez cumplido el partido de sanción por acumulación de tarjetas en Las Palmas, donde fue sustituido por un extraordinariamente desafortunado Digne. Así que se repetía el once de Las Palmas, con el sorprendente Marlon compartiendo zaga con Umtiti, y el resto, el teórico once de gala azulgrana.

Enfrente, el Eibar comenzó el partido con una importante presión a la salida de balón azulgrana que en los primeros minutos ocasionó numerosos problemas, quizás porque no se esperaban que el equipo armero se empleara con semejante intensidad. Era la primera señal de que el partido iba a sacar a relucir lo que ha sido la temporada azulgrana, y el primer episodio fue el de los problemas en la salida del balón desde atrás en una fría entrada al partido, que durante gran parte de la temporada acababan con un primer gol azulgrana tras pasar algunos minutos de apuro, siendo superado por el adversario, sin importar su clasificación en el campeonato. Pero esta vez ocurrió lo contrario, y el japonés Inui adelantó al Eibar en un dificilísimo remate de volea en el segundo palo tras bote, poniéndola en la escuadra en una nueva descoordinación del sector defensivo derecho culé, al cerrar demasiado Sergi Roberto y no estar atento Rakitic, que llegó tarde al área, a coger a su hombre.

A continuación, apenas un minuto después del gol del Eibar, comenzó la catarata de ocasiones fallidas (extrañamente, todo hay que decirlo) por parte de la delantera azulgrana, con mención especial para Luis Suárez, que falló no menos de media docena de ocasiones claras o muy claras, y junto a sus compañeros consiguieron subir a la categoría de jugador de la jornada a otro portero que pasó por el Estadi, esta vez el gallego Yoel. Aun así, poco antes del descanso, en su segunda aproximación del partido, el Eibar pudo irse a los vestuarios con un segundo gol de ventaja, al fallar a bocajarro, con el portero en el suelo, tras un despeje demasiado centrado de Ter Stegen. Ya en el descanso, Sergi Roberto con molestias dejaba su lugar a André Gomes, que se estrenaba de lateral. En otro botón de muestra de lo que ha sido la temporada: un chaval del filial y un medio ofensivo formando parte de la última línea defensiva de la Liga, haciendo gala de la extraordinaria planificación deportiva que nos ha traído hasta aquí.

El comienzo de la segunda mitad fue en la misma línea, quizás algo más intenso el Barcelona, pero a la primera oportunidad, otra vez el japonés Inui en un todavía más sensacional golpeo que en el primer gol, volvió a besar la escuadra, de nuevo tras tocar en el larguero. Las cosas se ponían ya imposibles, pues los terceros tampoco cedían desde el primer minuto. Se comenzaron a oír los primeros, aunque tímidos silbidos en el Estadi, que por otra parte apenas llegaba a los tres cuartos de entrada, a pesar de estar atestado de turistas, en otra muestra más de cosas que debemos repensar en el barcelonismo.

A partir de ahí, y ayudados por un gol en propia meta rápido del Eibar (parecía que o se lo metían ellos o nada), y pese a fallar caballerosamente ;-) Messi un inexistente penalti a Alba en otra grandiosa actuación de Yoel, el Barça fue inclinando el campo hacia la portería armera, y en un córner, Suárez, por fin, tras tocar Alcacer en el primer palo, empataba. A continuación, un, a primera vista, clarísimo, pero más dudoso en las repeticiones, penalti a Neymar, que dejaba con diez al Eibar por segunda amarilla del "futurible culé" Capa, era marcado, esta vez sí, por Messi, dando la vuelta a la tortilla, aunque de manera estéril en cuanto a disputar el Campeonato se refiere.

De ahí al final, más oportunidades, en un partido que quizás contó con una de las mayores estadísticas de ocasiones a favor de toda la temporada, que siguieron siendo desaprovechadas. Sin embargo, el mejor jugador de la historia se reservaba una última ofrenda al Estadi, a Luis Enrique en su despedida y al fútbol en general, y ya en el descuento, recogió un rechace de un nuevo mano a mano fallado por Suárez en el centro del campo, y zigzagueando según iban apareciendo rivales, se fue filtrando hasta dentro del área contraria, donde definió con la facilidad que le había faltado al equipo, incluido él, en todo el partido, para seguramente marcar uno de los mejores goles de la temporada en Europa. Otra barbaridad, también en línea con la temporada, absolutamente sobrenatural del rosarino, que quizás haya sido el responsable directo o indirecto de no menos de 50 puntos de los 90 con los que ha acabado el equipo. Y aun con este tío a este nivel, no hemos ganado la Liga. Para hacérselo mirar muy bien.

Y servidor, viviendo como vive rodeado de madridistas, no tiene otra que felicitar al campeón de Liga. Al menos me alegro por mis muchos y buenos amigos madridistas. Hoy, también hay que decirlo, me acuerdo de algunos tropiezos que podrían haber evitado que ese título fuera multitudinariamente festejado anoche en Cibeles, pero ya tendremos tiempo para hablar de lo que ha pasado esta temporada en la Liga.

Así, de una manera agridulce, cierro mis resúmenes de los partidos del Barça en Liga este año. Quedo a la espera de la final de Copa del próximo fin de semana, para poderle poner nota definitiva a la temporada azulgrana, que seguro que no será tan positiva como ayer al finalizar el partido se vanagloriaba nuestro ínclito presidente, que sigue viviendo en su burbuja de octogenarios aduladores, paniaguados directivos, incompetentes ejecutivos e interesados periodistas cavernarios que impiden no ya su marcha, lo que sería altamente deseable, sino un mínimo análisis crítico del ejercicio de la presidencia que está perpetrando.

Podéis seguirme en Twitter en  @culedechamberi y en Facebook, donde seguiré dando guerra pese a haber acabado ya la Liga.



jueves, 18 de mayo de 2017

Historias del Culé de Chamberí. La Copa de Europa de Wembley.

Coincidiendo con el 25 aniversario de la final de Wembley de 1992, el club, quizás de manera interesada, pero cuanto menos mal y poco planificada, como siempre, está programando una serie de actos y homenajes a los hombres que levantaron la primera Copa de Europa del club azulgrana. Actos y homenajes que en ningún caso están a la altura de lo que la efeméride demanda, quedando especialmente descolorido, por las dañinas y atávicas luchas intestinas entre las familias azulgranas, sus lamentablemente famosos "ismos". Esos que hacen que esta desastrosa directiva no ponga en valor, o mejor dicho no quiera poner en valor un hito tan histórico en un aniversario tan significativo como el que pase un cuarto de siglo desde aquella tarde-noche en el viejo estadio de Wembley. ¡Un cuarto de siglo, qué viejos nos hacemos!.



Desde este humilde blog culé-chamberilero, sí que vamos a poner en valor lo que ocurrió aquella soleada tarde londinense, en una fecha tan señalada para mi, pues coincidió con el día de mi 17º cumpleaños. Y qué mejor regalo me podía hacer mi padre, el primigenio Culé de Chamberí, que llevarme a Londres, quizás mi ciudad favorita de siempre, para ver la final de la Copa de Europa por primera vez en mi vida. Como, todo hay que decirlo, era un plan muy conveniente desde la perspectiva de mi padre, todo fueron facilidades, y conseguimos coordinar todo para poder estar en Londres. De esta forma, el martes 19, al mediodía, tomábamos el puente aéreo desde Madrid para unirnos a la comitiva blaugrana en el aeropuerto de Barcelona, en un viaje organizado por Viajes Marina, la entonces Agencia Oficial de Viajes del FC Barcelona.

Habían pasado apenas 6 años de la infausta final de Sevilla, donde unos modestísimos jugadores rumanos, casi amateurs en su mayoría, habían conseguido arrebatar un título que quien más, quien menos, había dado por seguro anticipada y erróneamente, por la diferencia de potencial de los equipos, la inercia positiva tras la remontada al Goteborg y los 60.000 barcelonistas que de todas partes peregrinaron a la capital sevillana para presenciar la segura victoria culé en un atestado Ramón Sánchez Pizjuan. Tras un par de temporadas de travesía del desierto tras una derrota tan dolorosa, con una tardía Copa salvadora ante la Real Sociedad comandados por el entrañable Luis Aragonés, el presidente Núñez, contra las cuerdas tras el motín del Hesperia, tomó una decisión trascendental, contratar a Johan Cruyff como entrenador plenipotenciario al club, lo que iba a cambiar su historia. Aunque eso, aquel 19 de mayo de 1992 en el vuelo que nos llevaba de Barcelona a Londres, todavía no lo sabíamos.


Aficionados barcelonistas posando en Piccadilly en Mayo de 1992

Nos alojamos en un hotel bastante céntrico en Kings Cross, el Holiday Inn, a escasas 5 paradas en metro de Piccadilly Circus, centro neurálgico del barcelonismo durante aquellos días. Un hotel funcional, con decoración setentera, pero con todo lo necesario para un padre y un hijo que lo que querían era ver a su equipo levantar la ansiada Copa de Europa por primera vez. Mi recuerdo de aquel miércoles 20 de mayo de 1992 es cristalino; nos levantamos pronto y tomamos un desayuno continental en la habitación. Por entonces, los buffets de desayuno eran un rara avis, y lo normal era que te llevaran el desayuno a la habitación.

Una vez ataviados con el debido atrezzo culé, cogimos el metro y nos desplazamos hasta Piccadilly, donde cientos de barcelonistas, y algunos italianos de la Sampdoria, nuestro rival aquel día, se congregaban. Pasamos la mañana haciendo compras, asaltamos Tower Records para que mi padre se abasteciera de incunables de la ópera y la música clásica, recorrimos Hamley´s para llevarle un peluche y la deseada Gameboy a mi hermana. Después paseamos por Oxford Street donde como regalo de cumpleaños fui agraciado con unas zapatillas y una camiseta de  Air Jordan (en aquellos años, quien escribe era un base de cierta altura y nivel en el equipo del colegio, además de portero de futbol en el barrio). Y antes de comer pasamos por la mítica Carnaby Street, donde por fin pude hacerme con mi deseada cazadora de cuero de cremalleras. Comimos una buena carne en el Angus Steakhouse de al lado de Piccadilly y nos volvimos al hotel desde donde salía el autobús que nos llevaría al estadio, el mítico Wembley. Hasta ese momento, era un día perfecto, pero iba a mejorar...

Qué fantástica es la memoria que te trae en alta definición recuerdos tan bonitos como aquella hora larga que tardó el autobús desde Kings Road a Wembley. Nos sentamos en el piso descubierto de un típico autobús londinense, y según nos acercábamos al estadio, cada vez eran más los autobuses de barcelonistas que se iban uniendo en comitiva, camino de las dos torres que daban la bienvenida al estadio más mítico de toda Europa: Wembley. Al bajar del autobús, compramos los típicos banderines conmemorativos del partido, y nos dirigimos a nuestros asientos. Faltaba algo así como una hora, pero había que disfrutarlo al máximo. Nos sentamos a la derecha del palco presidencial de Wembley, en una entrada magnífica, aunque ya casi insertados en la zona que teóricamente correspondía a la afición de la Sampdoria, algo menos numerosa aquel día en Londres. El campo perfecto, el clima perfecto pues fue un día primaveral extrañamente soleado para la capital inglesa, la ubicación perfecta casi en el medio campo, el día de mi cumpleaños... nada podía salir mal.


Barça y Sampdoria saltan a Wembley a jugar la final de la Copa de Europa
Aquella hora antes del partido se me hizo eterna, el calentamiento de los equipos, la megafonía, las aficiones cantando en todo momento, y lleno de nervios. Al final llegó la hora, y saltaron al césped Sampdoria y Barcelona, que 3 años antes ya se habían enfrentado en la final de la Recopa de Berna, con victoria azulgrana por 2-0. Ambos equipos vestían sus segundas equipaciones con el blanco y el azul cambiados en la Samp, y aquella rompedora camiseta naranja que llevábamos ya el día del milagro de Bakero en Kaiserlautern.

La Sampdoria, entrenada por el veterano ex-técnico madridista Vujadin Boskov, se había proclamado por primera y hasta ahora única vez, campeón del Scudetto en la temporada anterior, llegando también a la final de la Coppa Italia, negándole la Roma el doblete. Su portero, Giaunluca Pagliuca era ya uno de los mejores de Europa, como demostró durante el partido. La defensa, liderada por el mítico Pietro Vierchowod, era de una solvencia contrastada. Su medio del campo con Katanec y el ya veteranísimo Toninho Cerezo, un brasileño de larga carrera en Italia, tenían como misión principal lanzar al rapidísimo Attilio Lombardo, quizás el jugador más activo durante toda la final del equipo genovés, y a la dupla Vialli-Mancini, dos jugadores de máximo nivel, que aseguraban el peligro y que se complementaban de maravilla. La extraordinaria calidad en el pase y en el disparo de Roberto Mancini, y el olfato goleador y la rapidez del que por entonces era indiscutible delantero centro de la selección italiana, Gianluca Vialli. Era un equipo absolutamente consolidado, con una importante trayectoria europea los últimos años, llegando a 3 finales en 4 años como el Barça (2 de Recopa y esta de Copa de Europa), y pasando los que son con diferencia los mejores años de su historia. Su presencia en aquella final no era flor de un día.


Esta fue la alineación de aquel día en Wembley
Enfrente, el Barcelona de Cruyff, tras haber ganado su primera Liga el año anterior, buscaba aquella tarde el Santo Grial del barcelonismo, la ansiada Copa de Europa. Una indisposición de Richard Witschge, el entrañable "Richiwichi" le impidió jugar esa final, pese a haber sido habitual durante toda la competición, que era la única que podían jugar 4 extranjeros entonces. Los otros 3, Koeman, Laudrup y Stoichkov era irremplazables. Para contrarrestar la delantera de la Samp, Cruyff añadió un hombre a su tradicional defensa de 3, Juan Carlos marcó a Lombardo y Ferrer, recién salido de la lesión de cruzados, a Vialli, Nando y Koeman completaban la línea de 4. En mediocampo un jovencísimo Guardiola, junto a Eusebio y Bakero, ayudados por Laudrup que bajó mucho a la posición de interior izquierdo, se encargaban de la elaboración. Y arriba, la gran sorpresa, Julio Salinas, acompañó a Hristo Stoichkov.

Fue un choque de estilos muy bien plasmado en el campo. Unos, el Barça basando todo en el balón; y otros, la Samp, concentrándose en dominar los espacios, cerrándolos atrás y buscándolos arriba en velocidad. La primera parte, llena de imprecisiones, dejó un par de paradas de los porteros como única cuestión destacable. En la segunda el Barça salió dispuesto a liquidar el partido y tuvo varias ocasiones muy claras, incluido el poste de Hristo. Pero en un par de minutos, Vialli tuvo dos veces en sus botas el partido, pero Zubi y el efecto hacia fuera del balón lo evitaron. Se llegó al final con un cabezazo de Katanec que casi me da un infarto en el descuento.


Koeman dispara la falta del gol en Wembley
Ya en la prórroga, demasiado respeto, algo más de profundidad en el Barça, aunque sin crear peligro hasta ese mágico minuto 111. Un balón de Laudrup a Stoichkov en la frontal del área, mal controlado por el bulgaro acaba en un balón dividido acaba entre las piernas de Invernizzi ante Eusebio, y el árbitro, el alemán Aaron Schmidhuber pitó como libre indirecto ante las protestas desesperadas de los italianos, que se temían lo peor, como se podía ver en la imagen de Vialli en el banquillo tapándose con una toalla para no ver lo que se avecinaba. Koeman, tras tocar Stoichkov y parar Bakero, nos envió a la gloria, y a mi, posiblemente a la foto más representativa de toda mi adolescencia, y que tantos años estuvo colgada en mi cuarto, la de un chaval, entre la risa y el llanto por la felicidad.


¡¡¡¡¡¡¡Gooool de Koeman!!!!!!

Los últimos minutos se hicieron eternos, el reloj no avanzaba, pero al final, se acabó y empezó un desenfreno colectivo en el estadio y ya en Londres. Como estábamos tan cerca del palco mi padre y yo fuimos testigos de casi primera fila de cómo Alexanko levantó la Copa de Europa, ofreciéndosela en primer lugar al presidente Núñez, en lo que debería haber enterrado para siempre esos "ismos" que aún hoy no nos dejan prosperar como club en toda nuestra magnitud.

Recuerdo a la salida un chaval italiano, con los ojos todavía vidriosos, que me pidió intercambiar nuestras camisetas, pero le expliqué que para mi aquella camiseta era histórica y que la quería para siempre. Pobre chaval, se quedó sin título y sin camiseta, pero yo, no podía perder aquella camiseta, que todavía conservo como podéis comprobar en mi foto de la remontada del PSG.

Tocaba disfrutar de la noche, intentando abrir pubs de Londres en grupo, y con mi padre, pidiendo al barman que se dejara de medidas en los whiskys (como es costumbre y ley en Londres), que esa noche era para disfrutarla sin medida alguna, porque acabábamos de vivir Historia, con mayúsculas. Y es que como la Primera, nunca habrá ninguna.

Espero que os haya gustado, tanto como a mi haberlo escrito.

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Este partido, como muchos otros más podéis disfrutarlo aquí en footballia.net, una web que todo amante del fútbol debería conocer y visitar asiduamente.





#ComoHaJugadoElMadrid. Real Madrid-Sevilla. Partido plomizo y sin historia by @scancelo

En la penúltima jornada del Campeonato de Liga, el Madrid recibía al Sevilla en el Bernabéu, y como #MisVikingos están especialmente remolones para hacerme las crónicas, quizás sumergidos en el canguelo de perder la Liga ante el Barça de Messi, después de haberla tenido ganada en demasiadas ocasiones durante la temporada, le pedí a mi sevillista de cabecera, @scancelo, Sergio el "Illo" por estos lares que me hiciera una reseña de #ComoHaJugadoElMadrid, esa sección con tanto éxito de crítica y publico durante toda la temporada.


Ya es la tercera ocasión en la que Sergio se asoma por este humilde Blog Culé-Chamberilero, para inocular a los lectores su sapiencia futbolera, su fluida prosa y su apasionado sevillismo, que no forofo. Esta vez, la primera a domicilio, tras los pasos de Barça y Madrid por Nervión, su Sevilla se presentaba en el Bernabéu como la última posibilidad para el barcelonismo militante de que #MisVikingos se llevaran el susto ante un rival de enjundia; porque el resto de partidos serán un resbalón inasumible si es que pierde alguno. No pudo ser, y los merengues siguen su camino inmaculado desde su derrota con el Barça en el Bernabéu. Eso sí, con el aliento en la nuca del Barça que le obligará a darlo todo hasta la última jornada.

Sin más dilación os dejo con la crónica del Illo, mi palangana de referencia:


Podríamos empezar por el final y se puede resumir en “partido plomizo y sin historia”. Antes del partido esperaba un partido con intensidad, lucha a muerte, como en la ida, entre dos equipos que se jugaban mucho. Uno, la liga y el otro no perder la cuarta plaza después de una gran temporada.

Ni una cosa ni la otra. Partido lento, controlado por el Madrid, sin sufrir demasiado. El Sevilla fiel a su filosofía, me gustó mucho los últimos 15 minutos de la primera parte y la segunda hasta el tercer gol, golazo de Cristiano, en el que también fue fiel a su filosofía, es decir: tener el balón, controlar el partido, poca profundidad, ocasiones claras y desperdiciadas. Qué hubiese sido de la temporada si hubiese aprovechado estas ocasiones…

El partido empezó de manera tranquila, con ocasiones para ambos, hasta que llegó la picardía de Nacho, el despiste de un equipo entero y la mirada perdida de un portero. Vamos, no se puede tener una manera más tonta de tirar un partido y tan rápido. El segundo gol del Madrid, una tónica de la temporada. Pérdida de balón en el medio del campo, y se terminó el partido.  Sí, el equipo lo intentó, tuvo sus ocasiones, pero es que jugábamos contra el Madrid en su campo.

Por parte del Madrid tengo que destacar a Asensio, Isco y Nacho. Lo mejor que le ha podido pasar a este equipo es que Bale no se recupere, para poder jugar con 11 jugadores. Me sorprendió Danilo desbordando por la banda derecha. He de decir que no soy un asiduo espectador de los partidos del Madrid, pero leyendo a mis amigos los Osos en el grupo Tertulias de Whatsapp, Danilo me esperaba que fuese un jugador torpe, sin sentido, y metiendo la pata siempre, pero dejó en varias ocasiones a Lenglet tirado literalmente.

Por parte de Keylor, gran partido. Era buen portero, la prensa lo coloca en la picota, no sirve de nada, pero eso sí, en los momentos interesantes, va y se marca sus paradas para salvar al equipo. Ahora, ¡a renovarlo de por vida!

En cuanto a Cristiano, cuando un entrenador pone a su mejor jugador del equipo, al gran jugador que desborda por las bandas, lo coloca como delantero centro, es que ya empieza a no estar fino, y necesita jugar en alguna posición con menos desgaste.

Por último no entiendo lo de James cómo puede abandonar un equipo un gran jugador. Cuánto daño ha hecho la BBC y la prensa.

Antes de terminar, la buena noticia del regreso de Krohn Dehli en el Sevilla.


Ya veis, poca historia en un partido que prometía emoción, tensión, buen fútbol… y que me aburrió demasiado

martes, 16 de mayo de 2017

Jornada 37. Las Palmas-Barcelona. Victoria fácil en una extraordinaria exhibición de Busquets

Penúltima jornada de Liga, y todavía el título quedará sin decidir hasta la última fecha del Campeonato, ya que el Barça goleó sin demasiados problemas a una UD Las Palmas a la que se le está haciendo demasiado larga la temporada. Tras conseguir demasiado rápido su objetivo inicial, que era la permanencia, no lo olvidemos, no ha sido capaz de seguir la estela de los puestos europeos, que en muchos momentos de la temporada parecían alcanzables para los amarillos gracias a su preciosista juego de combinación.


El Barcelona se presentó en Las Palmas con una defensa de circunstancias, tras los diferentes incidentes que fueron surgiendo durante los últimos días. A la sanción por acumulación de amarillas de Sergi Roberto, se unió una indisposición de Piqué que hizo pasar por el hospital al central de la Bona Nova, y ya en el mismo calentamiento sobre el campo del Nuevo Insular, Mascherano se tenía que retirar dejando su plaza al debutante Marlon. El brasileño cedido por el Fluminense no ha acabado de hacerse con la titularidad indiscutible en el exitoso Barça B de Gerard López. A la derecha, la presencia a pie cambiado de Digne, un auténtico paradigma de la lamentable planificación de la plantilla y de la nula aportación de los fichajes del verano pasado, excepción hecha de Samuel Umtiti.

El partido comenzó con una buena presión de los canarios que, además, en su primera aproximación, bien podrían haber dado jaque al partido si el árbitro hubiera estimado castigar con tarjeta roja una torpe maniobra del mentado Digne ante Jesé, en una decisión muy protestada por el equipo amarillo. El Barça, una vez superada la primera presión de la línea ofensiva canaria se encontraba con situación de igualdad e incluso superioridad ante la defensa canaria, lo que convertía en cuestión de tiempo la llegada del primer gol del equipo.

Este primer gol llegó en un robo del debutante Marlon, contundente y calmado durante todo el partido para firmar una más que notable actuación. El brasileño cedió a Busquets, sobre el que volveremos más adelante. El de Badia convirtió la salida de balón en arte, y sirviéndose de una ruleta con pase final de tacón batió la linea de mediocampo amarilla, cediendo a Iniesta para poner una vez más en superioridad y a campo abierto al ataque azulgrana. El manchego, clarividente, en apenas dos toques y menos de segundo y medio, pusó en carrera a Luis Suárez ante el portero, y el uruguayo en generosa actitud, asistió a Neymar, que corría a su lado derecho,  para que el brasileño empujara el balón a la red sin oposición. 

Apenas un minuto después, el brasileño devolvió la gentileza al uruguayo en forma de pase en profundidad, que Luis Suárez no desaprovechó picando con el exterior para cruzar ante la desesperada salida de Javi Varas. 0-2 y partido casi finiquitado. Desde ahí, fueron 20 minutos de magisterio por parte de un Sergio Busquets que no acostumbra a acaparar portadas, pero que en este partido, con su majestuosa acción técnica del 0-1, pudo poner en el escaparate un partido absolutamente redondo, liderando la presión del equipo sin balón, siempre bien colocado dando opción de pase a los compañeros y dificultándoselo a los rivales, haciendo girar sobre sus pies y su cabeza la construcción del ataque azulgrana. 

Sergio ha vivido una temporada donde los desequilibrios del equipo le han hecho sufrir demasiado en campo abierto, siendo, incluso, injustamente acusado de bajo rendimiento y de ser una de las causas de la deriva del centro del campo azulgrana, cuando lo que realmente representaba era un síntoma de esa deriva, en ningún caso una causa. Cuando Busquets juega bien, el Barça juega muy bien, es así de simple, y lo que debe intentar el entrenador, y espero que lo entienda rápido el nuevo, es arropar a Busquets por los cuatro costados, evitando que tenga que batallar a campo abierto contra rivales que físicamente están más dotados para el despliegue, pero que no pueden ni soñar alcanzar el conocimiento de todos los recovecos del juego que lleva grabados a fuego el jugador de Badía.

El segundo tiempo abrió el telón con la habitual caraja azulgrana de cada partido, dejando coger aire a un equipo moribundo como el canario, que avisó a través de Jesé, siendo bien negado por Ter Stegen, y dio en una contra fulgurante y muy precisa, culminada por su central Bigas, quien había cortado el balón e iniciado la transición en su campo. De esta forma se acortaban las distancias en el marcador, y se hacía soñar a la afición pio-pio con una última alegría para cerrar la temporada. Nada más lejos de la realidad, pues el Barcelona volvió a ponerse manos a la obra y en un par de jugadas, Neymar redondeó su hat-trick, con un remate de cabeza picado a pase de Rakitic, y un toque sutilísimo ante la salida del portero en una contra.

Las noticias del partido del Madrid no traían las deseadas buenas nuevas, y otra fecha pasaba sin la necesaria y esperada derrota madridista, que ahora deberá conseguir cuatro puntos en las dos salidas que le quedan. Campos donde, curiosamente, el equipo azulgrana cosechó dos dolorosas derrotas que impiden que ya en Las Palmas hubiera festejado su tercera Liga consecutiva. Esperemos que, a pesar de todo, vigueses y/o malagueños nos den una alegría y todavía podamos ganar la Liga en casa el domingo contra el Eibar.

lunes, 8 de mayo de 2017

Jornada 36. La asociación de Neymar y Messi mantienen la esperanza en la Liga

Se va acercando el final de la Liga, y este fin de semana se presentaba en el Camp Nou, un equipo con mayúsculas: el Villarreal de Fran Escribá, quien no había perdido en ninguno de los campos Champions esta temporada, empatando en el Bernabéu y Nervión, e incluso ganando hace un par de semanas en el Vicente Calderón. El Barça necesitaba la victoria para seguir aspirando a la Liga, y apretando al Real Madrid en la esperanza de un pinchazo blanco en sus últimos partidos.


Para ello, Luis Enrique puso en liza al presumible equipo titular, que curiosamente hasta el sábado nunca había coincidido en el campo. Tampoco lo haría de inicio contra el Villarreal, pues Jordi Alba, en un escenario extrañamente repetido en la segunda parte de la temporada, no era de la partida, ocupando en su lugar el lateral izquierdo el francés Digné, quien tras un esperanzador comienzo de temporada se ha ido diluyendo cual azucarillo hasta caer en la más absoluta irrelevancia, como tantos otros jugadores de la denominada "segunda unidad" blaugrana.

Me gustaría destacar que, tras las muchas críticas que he vertido sobre Luis Enrique en este blog, estos últimos meses debo reconocerle un mérito en su labor intervencionista a la hora de poner coto a los problemas del equipo. Si tras la debacle de París, y para mejorar la hasta entonces deficiente salida de balón del equipo, impulsó ese 1-3-4-3 que tan buenos resultados dio durante una fase de la temporada, incluyendo la remontada en la vuelta ante el PSG; el pasado sábado nos deparó una nueva sorpresa táctica: una defensa muy adelantada, que facilitaba la presión y la anticipación al achicar tan agresivamente los espacios entre las líneas azulgrana. Está claro que tanto el 1-3-4-3, como esta defensa no son soluciones definitivas, ni perdurables, pero sí que han ayudado en momentos puntuales a solucionar problemas acuciantes del equipo; ofreciendo ambos recursos bastantes réditos mientras se utilizaron.

Y la defensa adelantada del sábado era un riesgo muy grande, ante un equipo que juega con una gacela como Bakambú en punta junto con un jugador tan inteligente como Soldado, perfectamente capaz de descargar hacia sus interiores arrastrando a los centrales, para que aquellos pongan en ventaja las piernas de Bakambú, o incluso darle él mismo ese pase en profundidad como bien se vio en el gol del empate del Villarreal.

El partido comenzó con un repliegue intensivo del Villarreal a la espera de lanzar esa contra que les pusiera en ventaja, aunque sin prácticamente encontrar posibilidad de superar el centro del campo con balón controlado. Esto fue debido a la gran presión, sostenida en la adelantada posición de la defensa, casi en campo contrario, y la extraordinaria actitud de todos los jugadores azulgrana tras cada pérdida de balón. Sin embargo, una vez superada la sorpresa de la recuperación, el juego posicional del Barça, un día más, era demasiado espeso para superar las muy bien colocadas y sincronizadas dos líneas de 4 que dispuso el Villarreal en defensa.

Pero el continuo merodeo del marco amarillo, ocasionó que en una jugada algo embarullada, un disparo de Messi tapado por Mario, acabara en los pies de Neymar quien con la puntera cruzó y puso en ventaja al equipo azulgrana. Parecía que lo más difícil estaba superado, pero en la primera posibilidad que tuvo, el Villarreal, con la conexión Soldado-Bakambú castigó la osadía posicional azulgrana, rompiendo el fuera de juego y definiendo el congoleño con precisión ante un Ter Stegen que algo más pudo hacer.

Tras el empate llegaron los minutos más competidos del partido, con ambos equipo llegando a las áreas, si bien los azulgrana lo hacían con mayor asiduidad, las llegadas amarillas eran quizás más peligrosas. Se acercaba el descanso con el empate, cuando una nueva bajada a recibir al mediocampo de Neymar, constante durante la primera mitad, supuso el inicio de un slalom del carioca, que acababa con el balón en los pies de Messi a escasos metros de la frontal. El rosarino tras un par de quiebros y amagos, disparaba a puerta, y con la ayuda del toque de un defensa, depositaba la pelota en las redes de un desesperado Andrés Fernández. Era la última jugada de la primera parte, y un importante golpe psicológico para los hombres de Escribá.

Y si en la primera parte fue Neymar quien llevó en numerosas ocasiones el balón hasta Messi, con la necesidad del Villarreal de adelantar líneas, en la segunda parte se tornaron los papeles, siendo Messi quien en numerosas cabalgadas, encontraba a Neymar en banda izquierda para que el brasileño desbordará una y otra vez a los defensas castellonenses hasta convertir su flanco en una riada de llegadas con peligro. 

Fue en una de esas transiciones rápidas que llegó el gol de la tranquilidad para el Barcelona. Sin embargo, fueron otros los protagonistas. Sergi Roberto, en una galopada que recordó por momentos la del último gol del Bernabéu, habilitó a Luis Suárez en el área, quien controló, recortó y vacunó como en él es habitual. Otro golazo del uruguayo que ya suma 27 en esta Liga, tan solo superado por el extraterrestre de Rosario.

Tras este tercer gol, Neymar culminó su actuación con un sombrero en parado absolutamente sublime, paralelo y pegado a la línea de fondo, que acabó en penalti por manos tras disparo de Suárez. El recurso de Neymar es difícil de imaginar, no hablemos ya de ejecutarlo con semejante precisión. El penalti lo lanzó Messi, picando suavemente por el centro, al estilo Panenka, y cerrar de esta manera el partido con un resultado abultado, que no refleja las dificultades que sobre todo en el primer tiempo ofreció el Villarreal en el Estadi.

Como dato curioso, decir que con el primer cambio de Jordi Alba por Digné, y durante apenas tres minutos, coincidió por primera vez en Liga esta temporada el teórico once titular. Esta circunstancia refuerza la impresión que ha sido la falta de ayuda por parte de los suplentes en partidos teóricamente asequibles (Málaga, Coruña, Alavés...) los que hacen que el Barcelona, pese a su imponente desempeño frente a los equipos que luchan en posiciones europeas, dependa de errores de terceros para poder revalidar por tercera temporada el título de Liga. Esperemos que no nos tengamos que acordar de estos partidos al recordar esta temporada.






viernes, 5 de mayo de 2017

Jornada 35. Espanyol-Barça. Victoria solvente tras madurar el partido

Estas fechas, todos los años, comienzan los festejos familiares más habituales (comuniones, bodas, bautizos y cumpleaños), y el Culé de Chamberí tiene una familia bastante numerosa, lo que multiplica la posibilidad de solape entre eventos familiares y futbolísticos. Como ejemplo, el sábado me encontraba de festejos, en la comunión de uno de mis sobrinos, a la hora del Espanyol-Barça, así que improvisé un nuevo modo de ver los partidos de fútbol, por Twitter. La experiencia fue de lo más desalentadora, arrastrando para actualizar cada minuto para ver si algo había pasado, y además sin goles ni casi ocasiones en la primera parte del partido. Está claro que como solución de emergencia fue desastrosa; falto de información y nervioso al punto de rozar la desesperación.



Para la segunda parte, decidí tomar una alternativa, siguiendo el vetusto ejemplo de uno de #MisVikingos, Ernesto, otro de mis hombres del Renacimiento, y que ya alguna vez ha tenido a bien pasarse por este modesto Blog cule-chamberilero. Ernesto gusta de escuchar los partidos en la radio, evitando verlos en su casa, en casa de algún otro amigo o en algún bar donde transmiten el partido. Él, tradicional como pocos, se queda con la radio de siempre. Puestos a oirlo por la radio, mi elección era clara, el maestro Joaquim María Puyal, quien lleva más de 40 años narrando partidos del Barça (sí, en catalán, así de raro soy). La verdad es que la retransmisión por la radio, aunque fuera a través de una app del móvil, mejoró sensiblemente mis sensaciones. Mejora quizás apuntalada por la rápida llegada de los goles del equipo, que me tranquilizaron bastante, tras haber presenciado a los postres de la Comunión una nueva victoria in-extremis del Madrid, esta vez con Marcelo de protagonista goleador.

En los siguientes días, ya con la calma de conocer el resultado final, pude ver el partido, y la verdad es que fue un derby metropolitano (como lo bautizó Laporta con toda la mala leche del mundo cuando el Espanyol se fue a Cornellá-El Prat) atípico. Empezó con la habitual "intensidad" con la que se suele manejar el equipo perico ante el Barça, pero según avanzaba el partido, el equipo de Luis Enrique, que recuperaba a Neymar tras su polémica sanción en la expulsión de Málaga, tomaba las riendas del partido con cierta solvencia, aunque sin crear demasiadas ocasiones claras.

Por parte del Espanyol, apenas alguna llegada embarullada, intentos de presión ante la salida de balón azulgrana, que esta vez sí que fue muy fluida gracias al gran partido del rombo Ter Stegen-Umtiti-Piqué-Busquets. Mucho balón aéreo muy solventemente solucionado por un sobrado Gerard Piqué, y algún intento de salida en velocidad, sobre todo tras la entrada en el partido de Baptistao en la segunda parte, aunque siempre bien controlados por el eje defensivo blaugrana.

Se llegó al descanso con el campo claramente inclinado hacia la puerta de Diego López, aunque el ex-madridista tampoco tuvo que emplearse demasiado a fondo. Pero al comienzo de la segunda parte, llegó la jugada que marcó el partido. Una displicente cesión hacia atrás con el exterior de Jurado hacia sus centrales y portero, la aprovechó Suárez, el siempre enchufado delantero uruguayo del Barça para cazar la pelota, y ante la pasividad de los centrales y la retrasada posición del portero, definir con el exterior para adelantar a su equipo.

A partir de ahí, fueron acumulándose llegadas, más o menos claras, del Barcelona, que culminaron con una galopada de Messi desde el centro del campo, habilitando en el área a Rakitic, para que el rubio croata cruzara suavemente sorprendiendo al portero.Para redondear el resultado, ya en los últimos minutos, otro grosero error de un defensa espanyolista en el despeje lo volvió a aprovechar Luis Suárez para hacer su doblete.

A destacar, que una vez encajado el primer gol, el Espanyol pareció noqueado, inerme, y ni siquiera hizo gala de su habitual "intensidad"; quedando ésta en un nivel más propio de una visita del Madrid que no de un derby ante el Barcelona. Al final, victoria amplia y cómoda en la que se suponía iba a ser la salida más complicada de lo que queda de Campeonato, aunque viendo dónde ha tropezado el Barça este año, el desastre puede estar a la vuelta de cualquier esquina. Esperemos que no sea así, y que al menos forcemos al Real Madrid a dar lo máximo de si mismos para poder conseguir el título de Liga.

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