jueves, 12 de julio de 2018

Mundial de Rusia'18. Episodio 16. Semifinales. Habemus final: Francia-Croacia

Se nos acaba ya el Mundial, y apenas nos quedan dos partidos, el protocolario tercer y cuarto puesto, tradicionalmente el partido con más goles del Mundial por la relajación de los contendientes al jugarse algo muy menor a lo que hasta ese partido venían jugando, y la gran final, donde se dilucidará el dominador del fútbol mundial, al menos, hasta dentro de cuatro años. Pero para llegar hasta ahí, hemos vivido dos semifinales bastante igualadas, con la emoción como todo el Mundial muy por encima del juego, y con resultados inciertos hasta la última jugada.


La primera semifinal tuvo lugar entre quizás las dos selecciones favoritas para la victoria final, por potencial una, Francia, y por juego desarrollado la otra, Bélgica. Dos países vecinos, de larga rivalidad social, francófonos, y con unas generaciones de jugadores extraordinarias. Una, algo más curtida, la belga, liderada por Hazard, Courtois y De Bruyne, y otra quizás más numerosa, la francesa, que además conjuga su juventud con la veteranía de algunas piezas adicionales como Lloris, Kanté, Matuidi o Griezmann.

El comienzo del partido fue nítidamente belga, empujando contra su portería a Francia que se sujetaba a través de sus centrales y portero, que milagrosamente consiguieron contener a los belgas, pero a Francia se la veía incómoda, sometida a la pareja De Bruyne-Hazard y a los movimientos sin balón de Lukaku, arrastrando. Solo en los últimos minutos de la primera parte consiguió equilibrar el partido, e incluso tener alguna buena ocasión por parte del sensacional Pavard.

Empezaba la segunda parte equilibrada, pero una vez más a balón parado, esta vez con cabezazo de Umtiti, a lo Puyol en 2010, Francia se puso por delante, y dedicó, de manera bastante lamentable a mi modo de ver, la última media hora a que no se jugara a nada, sin apenas salir a la contra, sino más bien para esconder unos segundos el balón. Todos atrás, tanto talento como el francés contenido por la temerosa propuesta de un entrenador, que pierde todo el sentido si no es con la victoria, Deschamps. Ya se vio en 2016, como, cuando tuvo que proponer en la final ante una flojísima Portugal, sin su estrella, Cristiano, lesionada, fue incapaz de ganar un partido con todo el público a favor.  Ahora, dos años después, con mejores mimbres todavía, sigue hurtándonos la posibilidad de ver todo el talento de sus jugadores desatado. Personalmente, aunque dudo que ocurra, me agradaría que otra vez el fútbol le castigara en una final.

Bélgica, por su parte, más espesa y nerviosa tras verse detrás en el marcador, apenas inquietó al muy seguro Lloris, si bien es cierto que se rebeló contra la derrota orgullosamente, sus embestidas, casi siempre lideradas por un conmovedor Hazard, no tuvieron en ningún momento la suficiente fuerza como para hacer tambalear la fortísima defensa francesa. Una pena para una generación, que ya ha dado muestras en este Mundial de lo que puede dar, y que quizás el próximo Mundial se le vaya algo largo, pero en la Euro'2020 será sin duda uno de los grandes favoritos al título.


Al día siguiente, tuvimos la oportunidad de ver la semifinal del lado flojo del cuadro. Esta vez, Inglaterra, con toda su historia detrás, veía 28 años después la final en el horizonte, mientras que Croacia, con su escasa historia pero con la tradición balcánica de grandes competidores en todos los deportes, se presentaba por segunda vez en una semifinal de un Mundial, con una selección bastante menos talentosa que aquella de Boban, Suker, Prosinecki, Jarni o Asanovic, pero que se agarra fieramente a los partidos a través de su estrella Modric, acompañada por Rakitic en medio campo, y por unos dinámicos delanteros como Perisic, Rebic y el guerrillero Mandjukic.

El partido se puso enseguida de cara para los ingleses y una falta de Modric en la frontal, fue muy bien lanzada por Trippier, una de las revelaciones del Mundia, quien aprovechó a mi juicio el error de Subasic en el lado de colocación de la barrera. Inglaterra no sufría, pero tampoco se favorecía de la velocidad de Sterling, Lingaard y Dele Alli, para encontrar a Kane, bastante desparecido, y de más a menos como en el Mundial.

Pasaban los minutos, Croacia, tampoco amenazaba, hasta que en un centro muy mal defendido por Inglaterra, Perisic se adelantaba a Walker, en posible juego peligroso, y batía a un Pickford, bastante tranquilo hasta entonces. Y casi da la vuelta al partido el mismo protagonista, al disparar al palo un par de minutos después. Inglaterra estaba groggy, y Croacia, se lo empezaba a creer, pese a las dos prórrogas que ya llevaban en las piernas. Y se venía una tercera.

En ella hubo alguna ocasión clara para ambas, hasta que un vivo Mandjukic, que parecía muerto minutos antes, rebañaba un balón en el área, para esta vez sí, fusilar cruzado a Pickford. Un segundo de descuido de Stones, echaba abajo su buen partido, y eliminaba a su selección, una vez más, en el primer partido en que enfrentaba un rival algo serio. Como tantas otras veces en los últimos 50 años.


Crocia, contra todo pronóstico a comienzos del torneo, se planta en la final, con quizás algún exceso de hype, que no se ha correspondido con un juego bastante poco lucido, y tras dos tandas de penaltis y una tercera prórroga en el sin ninguna duda, lado débil del cuadro mundialista. El domingo tienen la oportunidad de ser el Campeón del Mundo más sorprendente de todas las ediciones de la historia de los Mundiales, y pueden verse favorecidos en su precariedad física tras tres prórrogas por el muy probable planteamiento amarrategui de su rival. 

Veremos el domingo...



miércoles, 11 de julio de 2018

Mundial Rusia'18. Episodio 15. Los Cuartos del lado fácil. Croacia e Inglaterra, lo esperado.

No recuerdo en ninguno de los Mundiales que he podido vivir conscientemente, y ya van unos cuantos desde aquel lejano España'82, en los que la diferencia de nivel entre los contendientes de las dos partes del cuadro sean tan brutales como en este de Rusia 2018. Tras los dos vibrantes Uruguay-Francia y sobre todo el Brasil-Bélgica, nos encontramos el sábado con dos auténticos ladrillos.



El primero, a la hora de la siesta para mas inri, lo perpetraron Inglaterra y Suecia. Dos selecciones que juegan un juego bastante directo, pese a que Inglaterra haya sofisticado mínimamente la salida de balón con los tres centrales, y que puestos a elegir, siempre tendrá ventaja el original, es decir, los ingleses, que inventaron el fútbol, y más concretamente el fútbol directo. Además, la balanza de la calidad, también caíá del lado inglés, pues solo Forsberg podríamos convenir que sobresale en Suecia, mientras que Kane, Dele Alli, Sterling o el inspirado Lindgard, desompensaban claramente la balanza del lado de los tres leones. 

Los primeros cinco minutos ya sumaron más pelotazos cruzados inmisericordes que los dos cuartos de final del día anterior, buscando unos a un muy sobrado Kane, y los otros a la dupla Berg-Toivonen, que en ningún momento se pudo imponer a Walker, Stones y sobre todo un Maguire que estuvo en su salsa durante los noventa minutos, pudiendo tomarse revancha de aquel montaje años antes de un mueble de Ikea, con el que prometió venganza contra el país escandinavo. Y cumplió su promesa en este partido. A punto de cumplirse la media hora, con todo el globo terráqueo salvo Suecia e Inglaterra, estaban a punto de caer dormidos, especialmente Europa en horario de siesta en su huso horario, un córner centrado a la hoya, sin rosca, simplemente puesto al área fue cabeceado por el vengador Maguire para poner el primer clavo del ataúd sueco.

En la segunda parte, emergió la figura de Jordan Pickford, reforzado en su moral por la tanda de penaltis contra Colombia, dejó tres intervenciones de mucho mérito, una a cada lado por abajo, y una tercera por arriba, desde cerca y con desvío incluido de su defensa. Había dudas sobre él, principalmente por su falta de experiencia al más alto nivel internacional, al no haber oído todavía el himno de la Champions en su carrera y lleva apenas una decena de internacionalidades. Personalmente, fue mi apuesta en Inglaterra, muy por delante de Pope o Butland, que es cierto que tuvieron mejores números en Premier durante el año, pero están un par de escalones por debajo de Pickford, a mi entender. El partido lo cerró definitivamente Dele Alli, tras otro balón bombeado a la hoya que los suecos defendieron pavorosamente. Para acabar de cerrarlo, el seleccionador sueco sacó del campo al único jugador distinto, Forsberg. Tan distinto como la canción de Sting "an englishman in New York", y al que sacrificó Suecia para abandonarse a una desesperada e ineficaz avalancha aérea para remontar, recibida con regocijo por Maguire y compañía, absolutamente en su salsa despejando pelotazos frontales. En resumen, Inglaterra se planta en semifinales con muy poquito, y es que el lado amable del cuadro, es muy, pero que muy amable.


Ya al final de la tarde se presentaron en nuestros hogares rusos y croatas para deleitarnos con despliegue físico, y apenas el fútbol que Modric principalmente nos pudiera servir. En compensación, fue quizás el partido más emocionante del Mundial. Y eso que abrió el marcador el Schillaci de Rusia'18, Denis Cheryshev, que en un extraordinario movimiento y disparo a la escuadra llevó el delirio a las gradas de Sochi. Pero antes del descanso, empató Croacia en una jugada horriblemente defendida por Rusia, que Kramaric cabeceó a placer pese a estar rodeado por 5 defensas rusos. Sí, esa defensa impenetrable para la selección española dejaba una y otra vez huecos de índole geográfica a los croatas, muy desafortunados en el remate y el último pase.

Hubo una jugada que bien pudo marcar el partido, con la lesión en el último minuto del segundo tiempo del portero croata, Subasic, que está convirtiendo su Mundial, entre tandas de penaltis y emotivas dedicatorias a su amigo fatalmente fallecido hace años en un partido, Hrvoje Custic, en un tobogán de emociones para él y para todo su país. Croacia había hecho todos los cambios, y parecía que un tirón acabaría con su participación en el partido y posiblemente en el Mundial. No solo aguantó, visiblemente mermado, sino que paró algunos balones de mérito en la prórroga y un penalti en la tanda.

La prórroga, como casi todo el Mundial estuvo presidida por la emoción, el poco juego y el balón parado. Así llegó el tanto croata, por medio del defensa Vida, que cabeceó un córner botado por Modric. Y cuando parecía que Rusia quedaría eliminada, un arreón tremendo de orgullo, acabó con otro cabezazo a lanzamiento de falta esta vez del lateral Mario Fernandes, aprovechando que la defensa croata, ante la precariedad de su portero, aculaba en exceso la defensa en el balón parado.

Llegamos a la tanda de penaltis, y tras un par de errores repartidos, el fútbol nos trajo una vez más el paso de héroe a villano tantas veces presenciado. Mario Fernandes, que además del gol ha sido uno de los mejores laterales del Mundial, con un golpeo tétrico, lanzó fuera su penalti, y dejó igual de fuera a Rusia, y en un mar de lágrimas el estadio olímpico de Sochi, y toda a patria rusa, tras marcar Rakitic por segunda vez, el penalti decisivo de una tanda, circunstancia nunca vista en la historia de los Mundiales.

Croacia, por su parte, pasó a semis, tras dos prórrogas, dos partidos bastante mediocres, y demasiado hype por parte de los gurús, sobre todo entregados a Modric, un jugador de época, al que parece que se le quiere compensar el mérito, si no negado, sí relativizado de los últimos años, haciéndole estrella de un Mundial, que en ningún caso estoy de acuerdo que haya sido. Destacado, por supuesto, como casi siempre, pero mejor jugador del Mundial, ni por asomo. Al menos, hasta hoy.




lunes, 9 de julio de 2018

Mundial Rusia'18. Episodio 14. Cuartos por el lado difícil del cuadro. Brasil y Uruguay dejan el Mundial en manos europeas

Tras los jugosos Octavos de Final, llenos de emoción y matices, que no de demasiado juego, se presentaban diferenciados en los dos lados del cuadro los Cuartos de Final del Mundial. Empezaban el unánimemente considerado lado dificil del cuadro, donde por un lado Uruguay y Francia, y por otro Brasil y Bélgica, nos dejaban dos choques bastante más igualados que lo que pudiera parecer en un primera análisis.



Empezábamos con el Francia-Uruguay, con el condicionante, para mi clave de la ausencia de Cavani, que no pudo recuperarse de la lesión muscular en Octavos frente a Portugal y dejó a Luis Suárez como única amenaza atacante ante la Francia de los 4 centrales, con el estupendo Pavard y el atlético (perdón por la redundancia) Lucas, en bandas, apoyando a la asentada dupla Varane-Umtiti. En el lado contrario, la otra pareja de centrales del Mundial hasta ahora, la que disfrutan en el Metropolitano cada 15 días, Giménez y el imperial Godin, contra Mbappé y Griezmann. El resultado, victoria de las defensas sobre los ataques, y decidieron las actuaciones de los porteros. No ya por el grosero error de Muslera en el segundo gol francés de Griezmann, que con los balones-globo pro-espectáculo de ahora, puede llegar a ocurrir, sino con las diferentes reacciones a cabezazos similares en la primera parte. El primero, que fue gol de Varane, le pilló a Muslera, rectificando su posición con pasos grandes, lo que ocasionó que le pillara el momento del remate con los pies en el aire, y esas décimas de segundo de reacción, impoisibilitaron que pudiera siquiera optar a parar el cabezazo. El segundo, grandioso cabezazo también de Cáceres, con la ventaja de ser más alejada la falta, pilló a Lloris perfectamente parado en el suelo, pues había reculado con pasos cortos y rápidos, lo que le dio la posibilidad de batir muy rápido y llegar al balón con nitidez incluso. Además, se alió con la fortuna para que Godin no acertara con el remate en el rechace. Uruguay, en ningún momento dio la sensación de poder imponerse a Francia en ataque, y podemos decir que fue un triunfo más cómodo de lo esperado para los franceses.


Unas horas más tarde, Brasil y Bélgica, con dos propuestas más ofensivas, nos brindaron quizás el mejor partido del Mundial hasta ahora. La baja de Casemiro, expuso a Brasil a las contras que tan bien planteó Roberto Martínez. Con Lukaku cayendo a banda para ganar los balones largos, y con De Bruyne conduciendo las contras y Hazard, todavía más en la segunda mitad oxigenando cada posesión belga, el entrenador español modificó su esquema habitual, para dejar una defensa de 4 y nutrir el medio campo con un jugador más, Felaini, que sin ser de mi gusto en absoluto, sí que fue útil por el despliegue y su dominio aéreo en ambas áreas, dejando también fuera a Mertens. Un desafortunado gol en propia puerta puso por delante a los belgas, que en otra contra fulminante, ésta vez llevada por Lukaku y finalizada primorosamente por De Bruyne, pusieron muy cuesta arriba el partido para Brasil, que pese a todo se rebeló contra su derrota de manera emotiva. Sufrieron al Paulinho del Barça, absolutamente dañino, si no es en área contraria, dejando al pobre Fernandinho solo para tapar las contras de los diablos rojos. Lo intentaron todo, cambiando de esquema, de delantero y sacando al fin del campo a Paulinho, pero tan solo un remate del recién entrado Renato Augusto pudo batir a un Courtois que firmó una de las actuaciones del Mundial, con algunas paradas magníficas, y junto a Hazard, que volvió a demostrar una madurez y una calidad extraordinaria para nunca dejar de ser una amenaza para Brasil, y oxigenar a su equipo cada vez que recibía el balón. En Brasil, Coutinho, pese a la asistencia del gol, hizo su peor partido del Mundial, y Neymar, pese a intentarlo, fracasó en sus intentos individuales. Bélgica mereció pasar, por su planteamiento, y por sus actuaciones individuales, pero Brasil se puede ir con la cabeza bien alta del Mundial, aunque es cierto que venían como uno de los grandes favoritos, si no el máximo.


viernes, 6 de julio de 2018

Mundial Rusia/18. Episodio 13. Octavos. Messi y Cristiano para casa, consagración de Mbappé y mucha emoción

La vida no siempre se adapta a lo que uno quiere. Esta semana ha sido un claro ejemplo. Demasiados quehaceres para tantos partidos interesantes del Mundial que ver y sobre los que escribir. Me hubiera gustado hacer un resumen diario, pero amigos, la obligación antes que la devoción para aquellos que, como servidor, no podemos permitirnos dejarlo todo y abandonarnos a la vida contemplativa y ociosa, a los placeres más mundanos, al hedonismo más radical que un mes de Mundial reclama.


Lo primero que hay que decir de estos octavos, como del resto del Mundial, es que han sido muy igualados. Solo Brasil ganó por más de un gol, y ya en el tramo final, con México absolutamente abalanzado sobre el área brasileña en busca del empate. Hemos visto prórrogas en casi la mitad de los partidos. Y en ninguna de ellas se decantó la balanza por alguno de los contendientes. Es más, no hubo un solo gol en las prórrogas, incluso disponiendo de un penalti no se logró evitar la tan fatídica tanda tras los 120 minutos reglamentarios.


Hubo remontadas. La más espectacular la de Bélgica, que vino de un 0-2 en contra para acabar matando el partido en el descuento en la que seguramente sea el contraataque del Campeonato. Para desgracia de los simpáticos y siempre educados japoneses, que han sido una de las sensaciones con su juego alegre y combinativo, con Inui, Shibasaki, Kagawa, Haraguchi y Honda como exponentes de un fútbol que creíamos estancado y que se ha rebelado contra ello en Rusia. La remontada vino con protagonistas inesperados. Primero a través del quizás peor jugador del partido hasta entonces, Verthongen, y luego los dos cambios de un acertado Roberto Martínez, Fellaini y Chadli, éste último habilitado en el mencionado contraataque con quizás los dos mejores movimientos sin balón del Mundial. Los dos en la misma jugada y con el mismo protagonista: Lukaku.


También en el descuento marcó Colombia, por medio de su arma de destrucción aérea, Yerri Mina, al que con un poco de suerte, en clave azulgrana podremos colocar por una buena cantidad de dinero y evitarnos infartos futuros con sus intervenciones defensivas. Sin embargo, el gol de Colombia solo sirvió para morir en la orilla de los penaltis, pese a ponersele de cara la tanda, tras el primer error inglés en gran parada de Ospina.


Tanta igualdad convirtió en héroes a algunos porteros. Akinfeev, discutido desde su debut hace década y media en la puerta rusa, pudo por fin ser héroe por un día, ante los timoratos disparos españoles. Schmeichel paró un penalti en juego a Modric, y dos más en la tanda a los croatas, pero es que Subasic paró tres y clasificó a su país para cuartos. Se vieron dos goles en los primeros cuatro minutos, y tuvimos que esperar 116 más, y 4 penaltis tirados para ver el siguiente. ¡Qué grande es el fútbol!


Los octavos se abrieron con quizás el mejor partido del Mundial, el Francia-Argentina. Emoción, alternativas, grandes jugadas y errores, jugadores consagrándose mientras el mejor jugador del mundo volvía a quedar fuera del Mundial. Un Messi más participativo, pero no suficientemente decisivo, pese a las dos asistencias, no pudo con la explosión de un joven que está destinado a marcar la próxima década del fútbol, a poco que las lesiones le respeten, Killian Mbappé. Provocó un penalti (lamentable del horrible Rojo), corriendo 70 metros con el balón como Usain Bolt, marcó dos golazos, y sembró el caos cada vez que entró en contacto con el balón. Francia tuvo el carácter que yo no esperaba y remontó el 1-2, previamente remontado por Argentina. Para mí, la máxima favorita para ganar el Mundial, como ya dije antes de empezar el Mundial.


Y esa misma noche, se presentaba Crisitiano, sabiendo a su némesis eliminada, con toda la motivación del mundo, ofreció otra actuación por debajo de lo que esperado. Y han sido 3 de 4, por mucho que nos quieran vender. Decisivo contra España, gol tempranero a Marruecos y punto y final, incluyendo penalti errado que le llevaba por la parte amable del cuadro. Contra una aguerrida y organizada defensa uruguaya, liderada por el inconmensurable Godin, Cristiano no fue amenaza. Además contempló como en la delantera opuesta, el protagonista del partido, Cavani, marcaba dos golazos para acabar lesionado y posiblemente fuera del partido de cuartos contra Uruguay. Los sudamericanos controlaron el partido en todo momento, y tan solo otro corner en corto de Portugal, con centro de segundas los desestabilizó un poco, aunque enseguida el segundo gol de Cavani, pillando mal parado a Rui Patricio, devolvió la calma a Uruguay, que se clasificó con suficiencia.


Suiza y Suecia, partido de España aparte, nos brindaron el partido más flojo de los Octavos. Poco juego, mucho respeto y eso sí, como en todos, mucha emoción. Suiza tuvo más el balón, pero el partido lo llevó Suecia a sus intereses, no dejando huecos a los helvéticos, y saliendo con peligro ante Sommer, otra de las confirmaciones bajo palos del Mundial, un señor portero. En la segunda parte, una buena combinación sueca, finalizada con un buen amago pero un lamentable disparo de su estrella, Forsberg, era desviada por un defensa suizo hacia la escuadra de su propia portería, decidiendo el partido. Solo por detrás de Rusia, Suecia es quizás el cuartofinalista más flojo de los que disfrutaremos hoy y mañana.



lunes, 2 de julio de 2018

Mundial de Rusia'18. Episodio 12. Oportunidad única perdida.

Nos volvemos para casa en Octavos. Increíble, pero cierto. Ante una selección todavía peor que aquella Corea de 2002, pero una vez más nos elimina el anfitrión en una eliminatoria. Ya nos pasó con Francia en la Eurocopa de 1984, con Inglaterra en 1996, con la mencionada Corea en el Mundial de 2002. Y también con Alemania en 1988 y Portugal en 2004, aunque estas últimas en fase de grupos. 


Tal es mi pesar, que anoche me animé, por primera vez en dos años, a escribir un extenso hilo en Twitter, con sorprendente aceptación de crítica y público, por lo que a continuación os lo voy a transcribir como resumen de la trayectoria de España en Rusia, y en concreto del partido de ayer:

Todo empezó torcido por tres partes o protagonistas que miraron mucho por si mismos, y muy poco por la selección: el Real Madrid, desesperado por encontrar entrenador tras la inesperada espantada de Zidane, Julen Lopetegui que pensaba que no podía dejar pasar la oportunidad de su vida de entrenar al Real Madrid, y Luis Rubiales, que recién estrenada su presidencia y habiendo transigido en renovar a Lopetegui, que no era su opción, veía que podía perder una autoridad, quizás mal entendida dentro de la Federación.

Así, la selección llegó al debut en el Mundial, con media estocada en las agujas, agravada por un penalti tempranero y un gol en el descuento de la primera parte en un fallo impropio de su, en teoría, gran portero. Aún así, España se repuso por dos veces, y mereció ganar aquel primer partido con ratos de gran juego, y mucho carácter.

Pero el segundo partido marcó el finalmente definitivo cambio de tendencia hasta el desastre final en Octavos. Una Irán ultradefensiva desquició a España, y ganamos de rebote y/o de milagro. Así llegamos al tercer partido de la fase grupos con la necesidad de ganar, tal y como ocurrió en Francia 2016, sin poder dar descanso a jugadores clave, ya en la treintena y que tras una temporada, exitosa pero cargada de partidos. Marruecos nos superó claramente, pero esta vez iríamos por el lado amable del cuadro y como primeros de grupo increíblemente.

Llegamos a los fatídicos Octavos con más dudas que resultados, y con más resultados que juego. Con el debate de la portería, el de la redundancia de trescuartistas por el exceso de horizontalidad, y con futbolistas legendarios en la picota, pero también castigados físicamente por no haber tenido descanso en la fase de grupos.

El once ante Rusia entregaba la selección a Isco, el unánimemente mejor jugador de la selección en Rusia, pero que siempre, no solo en este Mundial, va de más a menos en los partidos, y, por su naturaleza como jugador, desordena a los compañeros casi tanto como a los contrarios. Esta decisión, que no tiene por qué ser errónea en si misma, debería haberse tomado con todas las consecuencias, como cualquier decisión en la vida, y haber acompañado con un segundo punta (¿Aspas?), que diera mayor filo al ataque y abriera huecos para el juego de Isco.

Así que al final, doble pivote (que ahogó a Busquets), ausencia de interiores, tres mediapuntas entre los que Isco gozó de absoluta libertad. Pese a unos decentes primeros minutos, enseguida empezaron a pisarse los mediapuntas y se redujeron las alternativas a lo que Isco creara por si mismo, y por dónde el decidiera.

Como toda decisión a medias, salió mal. Isco puso todo de si, pero apenas generó peligro real, el doble pivote no funcionó, el juego se atascó en un sinfín de pases y conducciones horizontales absolutamente inocuas. Aun así, nos encontramos con otro gol de rebote, poniéndonos por delante, pero incapaces de crear una sola ocasión con 1-0. De manera estúpida, Piqué cometió un penalti innecesario y Rusia empató. De ahí, hasta que ha salido Rodrigo (por fin un segundo punta), nada de nada.

Con Rodrigo y Aspas, con un Iniesta que suplente ha podido estar fresco para sumar en esa linea de mediapuntas al ya muy castigado Isco, una segunda vía de peligro se abría hasta Akinfeev, mejorando algo. Sin embargo, no dio para el posible gol de la victoria y nos fuimos a los penaltis.

Los penaltis no son una lotería a secas. Son el momento de ponerte ante tus miedos, y ahí, la parte psicológica tiene mayor incidencia  que la capacidad técnica o física. Si a eso le sumas el estado emocional de nuestro portero, De Gea, no había otro posible desenlace que la derrota.

Y nos vamos para casa perdiendo una oportunidad histórica por el cuadro que se nos había quedado, y que dentro de muchos años seguiremos lamentando, y yo de los que más, porque hasta dentro de mínimo dos años, no podré volver a sufrir y disfrutar con mis amigos madridistas, mayoría por estos lares.