lunes, 28 de mayo de 2018

UCL. Final. Real Madrid-Liverpool. El Santo Real Madrid por el primigenio Culé de Chamberí

Lo han vuelto a hacer. Han ganado la Champions. A mí, afortunadamente, ya no me deja tan tocado como antes. Es más, me resulta casi indiferente si no fuera por esa manía de imponer un relato desde la victoria que yo creo bastante alejado de la verdad, aunque ¿quién soy yo?


Sin embargo, pese a estar más que descontado por el mercado culé la consecución de esta Champions, el cúmulo de circunstancias con las que se han venido llevando por las eliminatorias, y la fastuosa culminación en la final del sábado, ha tenido un efecto devastador en la afición culé, especialmente en la más veterana, la de las travesías del desierto de los 60, 70 y 80, de la que mi padre, el primigenio Culé de Chamberí es un significado representante.

Ayer, domingo, el día después de la final, me encontré a media mañana con un e-mail que el primigenio había enviado a familiares y amigos, recurriendo a su tradicional genero epistolar cuando alguna cosa le produce sensaciones inquietantes que quiere compartir con sus seres queridos. ¡Es un genio!

Con su permiso, me he decidido a incluir su epístola en el Blog, como firma invitada. Espero que os guste, aunque no estéis de acuerdo ;-)

Dice así:

Hoy he vuelto a creer en ti Señor Dios de los Ejércitos, de España- de Cataluña no que como separatistas merecen tu infierno eterno-, y del Real Madrid. Después de 50 años agnóstico, ayer te me has mostrado con la prueba evidente de tu gloria y de tu existencia. Ayer en mitad de la inhóspita estepa de Ucrania, como a Pablo en el camino de Damasco, te mostraste en el Estadio de Kyev con todo tu poder.

¡Cómo sin Ti se puede explicar ese equipo, Tú Equipo, jugando -es un decir- al tran-tran, superado por los pérfidos súbditos de la Albión hereje y ganador de Tú Mano Generosa! ¡Como comprender a ese portero de futbolín guiado de tus designios contándose los mocos con sus débiles manitas! ¡ Como entender a Tú Real Madrid campeón si en el mundo hay equipos que sí juegan a esto y a los que Tú Equipo gana sin explicación posible, según el pobre conocimiento humano del Fútbol!.

Me refiero al Bayern de Munich, Juventus, Manchester City, PSG Y BARÇA. Bueno a este equipo, maldito separatista, no le gana, pero Tú mano divina toca la frente de sus enemigos; Te apareces y los conviertes en titanes por un día -léase Roma-. Si Tú no existieras el Madrid ni sería Real, ni habría ganado. Ni esta ni casi ninguna de sus Copas de Europa- hago excepción de aquellas que ganó cuando jugaba en el equipo un calvo y descreído Ché de nombre italiano a quien sin duda perdonaste y tienes en tu gloria rodeado de las mas bellas, como a él le gustaba-. Tú eres el Dios de España, el Dios de su Real Madrid.

No entiendo sin embargo cómo esos miles de fanáticos seguidores suyos se concentran ante el idólatra altar de Cibeles y no van en peregrinación, flagelándose, hasta el Cerro de los Angeles o hasta la misma tumba del Apóstol en Compostela o siquiera al Cristo de Medinaceli, cuyo templo les queda a tres cuadras de la dichosa Plaza, para darte las gracias a Ti Dios Santo y Autor de todas las cosas y del REAL MADRID de mis muchos pecados.


He dicho

miércoles, 23 de mayo de 2018

Barça 2017-18 (II). La Portería

La portería del Camp Nou, repetía por segunda temporada consecutiva protagonistas y roles. Si bien, esta vez no había tercer portero como tal, es cierto que la presencia de Masip era poco menos que testimonial, por lo que Marc André ter Stegen y Jasper Cillessen volvieron a repartirse las competiciones de Liga, Copa y Champions de la misma manera que la temporada anterior. Pero los resultados han sido inmensamente superiores.

Tras la marcha de Bravo recién comenzada la temporada anterior, la que bauticé como la del cambio de guardia en la portería del Camp Nou, parece que se ha consolidado una nueva dinámica, que si nos atenemos a los rendimientos ofrecidos, podemos calificar como extraordinaria, pues a mi entender, nos encontramos ante quizás la mejor portería del fútbol mundial a nivel de clubes.

Al nivel de los porteros, debemos sumarle además la absoluta adecuación de sus perfiles para el tipo de juego del equipo. Esto es un mérito de la dirección deportiva, sin ninguna duda, ya que ser portero en el Barça difiere bastante de serlo en cualquier otro equipo del mundo. De la misma manera que critico muchas de sus decisiones, me tengo que quitar el sobrero ante Zubizarreta, el gran valedor de Ter Stegen, como ante Robert Fernández, quien decidió apostar por Cillessen ante la partida a última hora del anterior mercado estival de Bravo al City. Aunque intuyo, que en esta última decisión tuvo bastante que ver José Ramón de la Fuente, el entrenador de porteros del Barça.

De la Fuente, un gran desconocido para la mayoría de aficionados, es para mi una de las grandes claves del éxito del Barcelona este año. La evolución de Ter Stegen que más abajo comento es obra suya, y los equilibrios entre porteros de nivel mundial durante 4 años, también podría incluirlo en su currículum. Desde aquí, mi admiración más absoluta.

La única pega es lo difícil que veo mantener esta situación a medio plazo. Cillessen, es un portero nivel Champions, y su situación, sumada a su edad, 29 años, le convierte en pieza muy apetecible para muchos equipos de primer nivel europeo, estilo Liverpool, con problemas evidentes en la portería. La ausencia de Holanda en el Mundial, quizás nos brinde otra temporada más de esta magnífica dupla de porteros, pero no debemos olvidar que es una cuestión a abordar más pronto que tarde.


Marc André ter Stegen: Sobresaliente

El indiscutido portero titular del FC Barcelona, ha confirmado lo apuntado en su extraordinaria segunda vuelta del año anterior, subiendo si cabe algún escalón más para convertirle en uno de los mejores porteros del mundo sin discusión, si no el mejor, con permiso de un Oblak, que le disputa una corona, que puede quedarse en propiedad si en Rusia confirma en la portería alemana (Neuer mediante) lo apuntado durante la temporada.

Ter Stegen ha sido decisivo en muchos momentos de la temporada, salvando muchos goles con 0-0 o 1-0 de los que valen puntos. Por el camino se ha ganado una fama de portero imbatible que le ayuda incuestionablemente, pues en la portería es casi tanto lo que aparentas, como lo que eres en muchas ocasiones, y los rivales se ven extraordinariamente intimidados por el teutón.

Con una mentalidad a prueba de bombas, su integración en la ciudad también es total. Mítico es ya su video paseando frente al mercado de la boquería en monopatín eléctrico viniendo de comprar el pan como un ciudadano más.

Técnicamente ha dado un salto en tres aspectos fundamentales. En lo posicional, ahora juega unos pasos por delante de la línea de gol, lo que facilita su intervención en el área grande, además de achicar con mayor prontitud. En la postura, ha dejado de dar esos saltitos que a veces le hacían perder las centésimas necesarias para llegar a balones imposibles, que para él no lo son ya tanto; al apoyarse siempre en las puntas y con ello ganar unos metros en el centro de gravedad que también facilitan la batida y la anticipación en las salidas. Por último, su mejora en la toma de decisiones con los pies, unido a una mayor jerarquía dentro de la nuevamente trabajada salida de balón del equipo, han catapultado todavía más su influencia en el juego del equipo.

En resumen, una temporada para enmarcar, en la que ha tocado el techo que se le intuía, y ha superado incluso algunas carencias. No sabemos si será capaz de progresar todavía más, mejorando el juego aéreo fuera de su área pequeña, como lo ha hecho con su influencia fuera del área grande a la espalda de sus centrales, pero aun quedándose a este nivel, el Barcelona nunca ha tenido un portero más adecuado y de tantísimo nivel, ni siquiera el Valdés 2009-12, que es lo mejor que yo nunca he visto en el Camp Nou.


Jasper Cillessen: Sobresaliente

Tras una primera temporada de adaptación al nuevo club y al país, donde apenas logró el aprobado, aunque bien es cierto que levantando el título en el que era responsable de la portería azulgrana, Cillessen ha cuajado una temporada sin mácula alguna.

De hecho, tal ha sido el nivel del holandés, que ya nadie se rasgaría las vestiduras en caso de una lesión de MAtS, reviviendo el trágico episodio Valdés-Pinto de 2014 que nos dejó sin ninguno de los títulos con actuaciones más que discutibles del del Puerto de Santa María.

Siempre concentrado los días que le tocaba jugar, el portero holandés, ha añadido virtudes tradicionales del guardameta al magnífico juego de pies, con golpeo incluso superior al de Ter Stegen, como se demostró en la asistencia de 70 metros a Coutinho en el gol que abría el marcador en la final de Copa. Su seguridad bajo palos, en el blocaje y en el despeje lateral y fuerte han emergido en numerosas ocasiones, con unos reflejos capaces de evitar goles más que cantados, como en Mestalla en semi-finales, y un dominio del uno contra uno con una agresividad ante el delantero que le obliga a decidir con poco tiempo y espacio, nos muestras a un portero en plena madurez, y con un grado de adecuación a lo que de un portero espera este equipo, que personalmente no me imaginaba en agosto de 2016 a su llegada.

Su continuidad es más que deseable, pero también sería positivo para todas las partes, si llega una oferta suculenta para el portero y el club, dejarle una salida airosa que puede animar a otros porteros a soportar la posición de suplente del titularísimo Ter Stegen sin causar infartos entre la afición cuando tenga que jugar. Si Cillessen sale bien, a lo mejor se puede optar a un suplente de perfil alto, que es lo que necesitamos como en los últimos 4 años.


Aquí os dejo mi análisis de la portería del año pasado

martes, 22 de mayo de 2018

Barça 2017-18 (I). Sobresaliente para Ernesto Valverde en su primera temporada

Una vez agotada la temporada 2017-18 en óptica azulgrana, llega el momento de poner las notas de final de curso. Y salvo dos noches aciagas, aunque mucho, la fatídica de Roma en la vuelta de los cuartos de final de Champions League, y el mucho más intrascendente, aunque doloroso por perder la imbatibilidad en la mismísima orilla del final de la temporada en Orriols contra un enrachado Levante, ha sido quizás una de las temporadas más inmaculadas y regulares en términos de resultados de la historia del Barça.


Empezaremos por poner la nota a uno de los máximos culpables del exitoso periplo del equipo en esta temporada, su entrenador Ernesto Valverde, que a principios de junio del año pasado al acabar la etapa de Luis Enrique como técnico azulgrana con una huérfana Copa de Rey. El técnico extremeño aterrizaba en un club en decadencia de resultados, tras ganar dos años antes un triplete histórico, seguido de un meritorio doblete el año siguiente.

Llegaba por encima de todo un hombre cabal, para con su proverbial calma y sentido común, poner un punto de cordura en el entorno azulgrana, tan agitado durante los últimos años por la arrolladora personalidad y carácter combativo de un Luis Enrique muy amigo de la política de tierra quemada, y al que ya ni siquiera los resultados inmunizaban. Además, se le pedía desde todos los puntos cardinales del barcelonismo que volviera a aproximarse al "modelo", en forma de juego de posición y apuesta por la cantera, tras haberse abandonado al hedonismo por las tres bestias que el equipo tenía en la delantera. Un tridente que partía cada vez más el equipo, cuyo único papel parecía acercar la pelota en la máxima cantidad posible de ocasiones a cualquiera de ellos.

Y en ese sentido se movía a su llegada la dirección deportiva, consagrada a la llegada de un constructor de juego top, como era Marco Verratti, que en aquellos días de junio posaba en Ibiza con la portada de Mundo Deportivo en la que se hablaba del interés azulgrana sonriente. Pero, hete aquí que el Jeque del PSG, curado de espanto en temas de pasta como es lógico, no solo no cedió ante las embestidas de la poco avezada dirección deportiva y ejecutiva culé, sino que contraatacó de manera inmisericorde y efectiva, llevándose por delante la línea de sucesión al trono blaugrana que desde su llegada al poder habían pergeñado, el ahora encarcelado Rossel y su delfín, ahora presidente, Bartomeu. Neymar volaba hacia París, tras un lamentable serial, dejando 222 millones y casi un mes por delante para arreglar el desaguisado que la salida del brasileño ocasionaba.

Valverde, se quedaba a media pretemporada sin una de las piezas claves de su equipo. Debía resetear cualquiera que fueran sus primigenias intenciones para adaptarse a lo que el equipo le ofrecía. Y entre medias, la inconvenientísima Supercopa de España ante un Madrid todavía con la inercia de su gran final de la temporada anterior, recién coronado campeón de la Supercopa Europea, y que, con un once lleno de suplentes, se imponía 1-3 en el Camp Nou en la ida, con mejores sensaciones que resultado para los azulgrana, pero que sucumbían en la vuelta en el Bernabéu con un 2-0, en una funesta primera parte en que uno de los primeros experimentos de Valverde, jugar con 3 centrales, acababa en fracaso absoluto, y con la sensación por primera vez en una década de inferioridad manifiesta, como Piqué confirmó en el post-partido.

El mercado se acababa cerrando con las incorporaciones de Paulinho y Dembélé, absolutamente fuera de precio ambos, y con la fracasada intentona por Coutinho, que luego acabaría viniendo en el mercado de invierno. El culé, hundido, dando rienda suelta a su pesimismo atávico; el club sumido en una moción de censura, con muchos visos de prosperar si no llega a ser por el exigente rubicón de los estatutos que habían blindado a la directiva en el cargo, con un aumento del 5 al 15% de los apoyos para hacerla efectiva.

Valverde, como buena hormiga (txingurri en vasco) se dedicó a fortalecer los puntos fuertes del equipo y de sus capacidades como entrenador, y se entregó a Leo Messi, concentrando todos los esfuerzos y arreglos tácticos a ponerle con balón controlado en las inmediaciones de la frontal del área para que empezara a ganar partidos. Y Messi, respondió con unos primeros dos meses sobrenaturales, lo que sumado a un arranque brutal de Ter Stegen y Umtiti atrás, fue consolidando el proyecto en la victoria, aunque bien es cierto que con un juego manifiestamente mejorable.

También en Champions se iban alcanzando objetivos, y empezaba a destacarse el acierto de Valverde en los cambios en los partidos igualados, siempre decisivos para sumar victorias. También afloraba una mejora en la salida de balón, apoyada en un Ter Stegen majestuoso batiendo líneas y con un pasillo de seguridad Umtiti-Alba-Iniesta, que daba altura con facilidad y frecuencia al juego azulgrana partido tras partido, pese a que Luis Suárez arrastrando una lesión desde la fatídica noche del Bernabéu, estaba lejos de lo que se espera del uruguayo, quien resucitó tras el parón de selecciones de otoño, donde descansó para recuperarse.

Llegaron los primeros partidos importantes, en el Wanda y en Mestalla. Ante el Atlético, el equipo daba un paso adelante para con un muy buen juego neutralizar el gol de Saúl, y estar a punto de ganar el partido. Contra el Valencia, una sensacional primera parte en la presión, como no se recordaba desde tiempos de Guardiola, quedó inocua ante la falta de gol; en la segunda un tempranero gol valencianista fue neutralizado por la que sería la sociedad de la temporada Messi-Alba. 

El equipo llegaba imbatido y con un buena ventaja al partido del Bernabéu, ante un Madrid necesitado del triunfo para no quedar muy descolgado. El Barça, líder destacado en Liga y clasificado sobradamente para octavos de Champions, todavía invicto, aguantó una primera parte igualada en el Bernabéu para a imagen y semejanza de toda la temporada, masacrar en la reanudación a un Madrid que quedaba moribundo con el 0-3. Qué diferencia con aquella noche de agosto, y no habían pasado ni cuatro meses. Valverde se había ganado con sus decisiones a la plantilla.

Enero trajo la primera derrota en Cornellá, rápidamente compensada por la clasificación en la vuelta. Fue un mes intenso, en el que se alcanzó la final de Copa, y se aumentó la diferencia en Liga. A partir de aquí, llegó el momento valle de la temporada, febrero. En la ida de octavos en Stamford Bridge se sufrió y un error defensivo blue nos dio un empate muy meritorio. Antes de la vuelta, el partido de la Liga. El atlético, en alza, recortando diferencias, se presentaba en el Camp Nou, y era derrotado por una genialidad a pelota parada de la Bestia Parda. El sistema defensivo no dejó disparar ni una vez a puerta al Atleti, y decidió la Liga. 10 días después, el Chelsea, mucho más dominante que el 3-0 final dice, caía en el Camp Nou. Todo era color de rosa, y Valverde seguía acertando con la recurrencia del sol al salir.

Pero llegaron los cuartos de final. Tocaba la Roma, el rival deseado por la crítica (yo quería al Madrid). Otro engañoso resultado en el Camp Nou, 4-1, convenció a todos, tal y como reconoció hace poco Messi, de que estábamos en semifinales. Y llegó la noche aciaga del Olímpico de Roma. Una noche donde todo lo que podía salir mal, salió mal. Un mal planteamiento de Valverde, incluyendo una sorprendente por tardía reacción desde el banquillo, unas actuaciones individuales decepcionantes, un gol tempranero, y graves errores defensivos, nos dejaron un increíble y todavía más doloroso 3-0, una eliminación temprana para lo esperado, y las primeras críticas a Valverde, del que se llegó a filtrar que se jugaba la continuidad en la final de Copa.

Y la plantilla, agradecida a Valverde, le regaló el mejor partido de la temporada en la final ante el Sevilla en el Metropolitano. Un 5-0 que resume perfectamente lo acontecido en el campo. Un juego de posición majestuoso, un gran nivel de acierto, y un Iniesta en trance, dejaron una actuación para la historia. Y la demostración de que este equipo es capaz de jugar así de bien.

Los últimos partidos, nos trajeron el alirón ya esperado en Coruña, a falta de 4 partidos por jugar, algo que hace tiempo que no se veía; un Barça-Madrid muy trabado y la derrota en Orriols ante el Levante que impedía una impoluta e invicta Liga completa.

Valverde ha superado con creces las expectativas, mereciendo un sobresaliente, que no llega a matrícula de honor por la noche aciaga de Roma. Resucitó un equipo muerto en agosto para dominar con puño de hierro las competiciones domésticas, dejando más solidez que brillantez, bien es cierto. No ha podido dar mucha alternativa a la cantera, dada la amplitud numérica de la primera plantilla.

Se ha hecho acreedor sin duda ninguna de continuar forjando su proyecto, con mucho más poder de decisión, y con la obligación de ser más audaz y valiente, desde la seguridad de la victoria, y con dos objetivos claros:


  • Recuperar definitivamente el juego de posición, al que se ha acercado, si bien no lo suficiente, sí que dando la vuelta a la tendencia de alejarse de él que había establecido Luis Enrique.
  • Dar oportunidades a las joyas de la cantera. Aleñá es clarísimo, pero también hay que dar la alternativas a jugadores como Cucurella, Miranda, Cuenca, Oriol Busquets y Abel Ruiz, además de cambiar la tendencia de perder jugadores desde el juvenil con la excusa de no ver posibilidades de llegar al primer equipo.
Desde luego, desde este modesto blog culé chamberilero, mi agradecimiento más profundo por hacerme volver a creer, tras la horrible noche de agosto que tuve que soportar en la segunda gradería del Bernabéu, viendo como, entre olés, el Barça era zarandeado como un juguete roto por un Madrid que parecía que ganaría todo esta temporada. Desde aquí siempre fuimos muy de Valverde, y solo hay que leer entradas desde su llegada.





lunes, 21 de mayo de 2018

Jornada 38. Barça-Real Sociedad. Se acaba mucho más que una Liga victoriosa

Última jornada de Liga y último partido en el Camp Nou para el incuestionable dominador del Campeonato y dominador desde la primero jornada. Con todo ya decidido, no solo por arriba sino también por abajo y por las posiciones europeas, la Liga tuvo a bien dejar el partido para cerrar la jornada y consecuentemente el Campeonato. Buen detalle de parte de la Liga, que si otras veces critico por su falta de capacidad en lo organizativo, también es justo que se destaque cuando algo lo hace bien.


Y es que ayer se acababa mucho más que un Campeonato de Liga. Se acaba también una forma de entender el juego, donde la técnica y la inteligencia táctica en modo de conocimiento infinito del juego y sus recovecos, desplazan a un plano extraordinariamente menor la exuberancia física que tanto defienden hoy los máximos responsables del club. Y no porque Iniesta no tuviera físico, pues pocos jugadores son más difíciles de sobrepasar mano a mano en parado, y siempre ha tenido un cambio de ritmo imponente, sino que él demostró que no hacía falta ese físico más propio de deportes de contacto máximo, si conocías todo lo que el juego era capaz de proponerte en cada segundo de cada partido de tu carrera futbolística.

En su último partido, Valverde le arropó con el resto de su centro del campo titular, además de Piqué, Alba, Suárez y su sucesor a ojos de la dirección deportiva, Coutinho, todavía tan lejos del magisterio sobre el juego del manchego, pero con unas condiciones incuestionables para el mismo, además de para el gol, como se demostró en el golazo que decidió el partido. Sin embargo, le faltó Messi, y con ello, faltó la fluidez necesaria para que Andrés pudiera disfrutar de un ecosistema amigo en su última tarde en su casa, en su estadio, en su jardín. No es momento de anticipar el dolor, pero asusta pensar lo que puede ser este Barça sin Messi, si no se dan los pasos correctos para poder sobrellevar su ausencia, que afortunadamente todavía parece unos cuantos años lejana.

Enfrente, un equipo que suele caer simpático entre la parroquia azulgrana, con su propio mito en su último partido, Xabi Prieto. Una de mis debilidades personales, y al que su amor a los colores quizás evitó una carrera internacional que incuestionablemente mereció, pero que nunca vio empezada. A pesar de maridar espléndidamente con la mejor generación de la historia del fútbol español, nunca fue el momento adecuado para incluir las gotas de calidad de su juego a aquella receta magistral del centro del campo de la selección. Lo hubiera hecho magníficamente bien, pues como Iniesta, se trata de otro de aquellos jugadores en los que el físico está absolutamente sometido a la técnica y el conocimiento del juego, como pasaba con el resto de miembros de aquella maravillosa selección. Su intercambio de recuerdos con Iniesta al comienzo del partido quedará para la historia, y para la suya la ovación con que el Camp Nou le recibió para que disputara sus últimos minutos como profesional sobre el césped.

El partido fue entretenido, tampoco para sacar grandes conclusiones. Se acabó ganando con un solitario pero magnífico gol de Coutinho, en su ya habitual tiro al palo largo enroscado, esta vez inalcanzable para el portero. Se acabó la temporada con victoria, y con una portería a cero más para Marc André ter Stegen, que culmina una excepcional temporada en la portería azulgrana, quizás la mejor de la historia, pues le debemos sumar la aportación del suplente Cillessen en la Copa.

Ahora es tiempo de balances y agradecimientos, y vaya aquí el mío con Ernesto Valverde, quien aterrizó en el banquillo del Camp Nou en un tiempo tumultuoso en lo referente al club, con una salida a última hora como la de Neymar, con un desastroso verano en cuanto a fichajes se refiere por parte de una lamentable dirección deportiva. Pero, tras una dolorosísima derrota en la Supercopa que por primera vez asomaba un cambio de ciclo, no en los resultados sino en el juego, todavía más doloroso para el barcelonismo, supo pulsar las teclas adecuadas en su plantilla para ir sumando victorias, que a su vez fueron aumentando la confianza de sus jugadores y dando la vuelta a las sensaciones del culé de a pie, hasta conseguir un doblete con un mérito que solo los años harán suficiente justicia, y con una superioridad en ambas competiciones que en pocas ocasiones hemos presenciado. Gracias, Valverde por esta temporada. Esperemos que te hayas ganado el margen para poder construir el equipo del futuro, volviendonos a acercar al modelo de juego que nos dio una identidad y contando con la cantera en un futuro cercano.

En los próximos día iré haciendo balance de la temporada, pero hoy, todavía estoy con un nudo en la garganta al saber que no volveré a ver con la camiseta azulgrana ninguna clase magistral de ese eternamente blanquecino jugador que con el ocho a la espalda nos ha dado década y media de esencia futbolística en cada control orientado, en cada cambio de ritmo, en cada regate, en cada pase filtrado, y incluso sin ser goleador, en una buena cosecha de goles inolvidables. Gracias, Andrés, por tanto!




jueves, 17 de mayo de 2018

Historias del Culé de Chamberí. La final de Paris. Valdés, Larsson, Belletti... y también Iniesta.

Era el 17 de mayo de 2006, y en pleno resurgimiento de sus cenizas, el Barcelona de Ronaldinho se había plantado en la final de la Copa de Europa en París, tras haber conquistado ya el año anterior la Liga española, tras 5 años de sequía, la más larga desde el advenimiento del Cruyff entrenador. La sonrisa del brasileño, un entrenador lleno de sentido común que con la llegada de Davids en el mercado de invierno de la primera temporada había dado con la tecla, la cada vez más numerosa presencia de jugadores de casa y una acertada en su mayoría política de fichajes, había ensamblado un equipo que se disponía a dar el golpe en Europa. En esos días, tan solo la ya algo lejana Copa de Europa de Wembley, se erguía solitaria en el Museu.


Yo, semanas antes, había conseguido entrada para la final, vía sorteo de socios, pero mi padre, el primigenio Culé de Chamberí, no había tenido la misma suerte. En cualquier caso, el hombre se cogió un avión a Paris, el mismo día para vivir el día en su ciudad favorita, respirar el ambiente y ver el partido en algún bar de la ciudad, rodeado de sus amados parisinos (esta parte, nunca la entenderé, ya que cuantos más parisinos conozco, más me reafirmo que lo que el mundo odia no es a los franceses, sino a los habitantes de su capital). Yo, sin que él lo supiera, albergaba alguna esperanza que a mi amigo Albert, Tito Discotheque para los más allegados, le pudiera llegar a sobrar alguna entrada de protocolo, que era donde él trabajaba desde meses antes en el club azulgrana.

La tarde anterior, me había cogido un puente aéreo desde Madrid (gracias a los entonces puntos Iberia), y había salido por la capital catalana con uno de #MisVikingos, el Capi, a quien el amor llevó contra todo pronóstico a Barcelona un tiempo para estar cerca de la que hoy es su mujer. Nos corrimos una buena juerga, como no podía ser de otra forma, aunque yo me tenía que levantar muy pronto, porque tenía el vuelo a París a las 9, junto a Alex, a quien casi no he vuelto a ver desde aquel día, un amigo de Albert. Llegué a Paris, y cogimos el metro desde el aeropuerto para ir al centro. Ya desde el aeropuerto, se respiraba un gran ambiente, pero llegar a una ciudad donde se disputa una final, siempre es diferente a todo.

Llamé a mi padre, para quedar a comer con él, en uno de sus restaurantes favoritos, La Coupole, en el Boulevard de Montparnasse, cita obligada en cualquier visita con la familia a la ciudad de la luz, junto a Au Pied de Cochon, del que esta vez, por cuestión de tiempo tuvimos que darnos mus. Cuando llegué al restaurante, Albert ya me había dicho que había posibilidades de conseguir la entrada para mi padre, así que quedé con él enfrente del hotel de concentración de los directivos, en un café, a media tarde. Comimos, como siempre, muy bien, y nos dispusimos a llegar paseando hacia la zona de Campos Elíseos, tras más de una hora de disfrutar París. Yo me habría decidido por el metro, pero cómo podía negarle a mi padre el gusto de pasear, si a esas horas, todavía no sabía que podría ver el partido en Sant-Denis.

Llegamos al café, frente al hotel, y justo vimos salir a varios directivos del Barça, ya supongo en dirección al Estadio. Albert se hizo de rogar, pero con esa gracia que le caracteriza se presentó con un plano de Paris, y se le dio a mi padre para que pasara bien la tarde, a lo que mi padre, educada pero orgullosamente respondió que gracias, pero que él conocía ya bien Paris. Albert le insistió, y hasta que no le dije que lo abriera, el hombre no se dio cuenta, que dentro iba la entrada para el partido. Y encima rodeado de ex-jugadores. No pudo verla conmigo, pero no podía haber mejor alternativa. Su cara de agradecimiento lo decía todo. Tanto que el pago posterior en agradecimiento a Albert fue en forma de camisa de Armani, que tanto le gusta a Tito, siempre hombre de morro fino y gustos caros.

Llegamos al campo, y en la puerta, seguidores del Arsenal, nos llegaron a ofrecer 5.000€ por una entrada. No habíamos hecho el viaje, por mucho que ofrecieran, para ahora quedarnos fuera, así que renunciamos a tan jugosa compensación. El campo, espectacular, pese a la lejanía del césped. El ambiente mágico en uno y otro fondo. Me tocó segunda gradería en el fondo de la portería de los goles, y allí ya en el asiento volví a coincidir con Alex, mi compañero de sufrimiento esa tarde-noche.

Rijkaard había decidido no arriesgar con un casi imberbe Messi, quien lesionado desde la vuelta de octavos contra el Chelsea se quedó sin verstirse en una de las grandes decepciones de su carrera, y tampoco dio la oportunidad de inicio a Iniesta, ni a Xavi, todavía convaleciente de su larga lesión en la rodilla. El once fue: Valdés; Oleguer, Puyol, Márquez, Van Bronckhorst; Edmilson, Deco, Van Bommel; Ronaldinho, Eto´o y Giuly.

El partido empezó de manera inesperada y preocupante, con un Barcelona nervioso y superado. Henry tomó el mando de manera majestuosa y tan solo un brillantísimo Victor Valdés, en la que sería la actuación de su carrera, con dos grandes paradas en los primeros 5 minutos evitó que los ingleses se pusieran por delante. El equipo de Rijkaard se fue asentando con el paso de los minutos y comenzaron a llegar las primeras ocasiones, hasta que Ronaldinho en su única jugada destacable del partido, habilitó una cabalgada de Eto´o, y fue derribado por Lehmann, el portero gunner, al borde del área. Pese a que Giuly, a puerta vacía recogió el rechace para marcar, el árbitro decidió expulsar al alemán. La decisión marcó sin duda el partido, pero ya en ese mismo momento, a mi me pareció más conveniente que hubiera dado el gol. Porque más vale pajaro en mano...

En una inexistente falta lateral de Puyol a Eboué, magistralmente botada por Henry, fue cabeceada por Sol Campbell de manera exhuberante ante un Oleguer que perdió su marca en línea con su desastrosa actuación aquella tarde. Nada pudo hacer Valdés, y el Arsenal se adelantaba pese a su inferioridad numérica, y se disponía a defenderse con orden y bravura para salir peligrosamente a la contra a la menor ocasión. A punto estuvo de marcar Etoó, pero su disparo se fue al poste y nos fuimos al descanso con una gran preocupación entre los culés allí presentes.

Rijkaard leyó muy bien la situación y cambió a Edmilson en el descanso para darle la manija a un imberbe Iniesta, más acostumbrada a jugar en la banda derecha del ataque en aquellos tiempos. El manchego, con la tranquilidad y clarividencia de su fútbol ya por entonces, viró completamente el partido y dio sentido a un Barça que echaba de menos a su estrella brasileña, apagada durante todo el encuentro. Sin embargo, eran más peligrosos los contraataques del Arsenal, con un incisivo Ljunberg y un dominante Henry, que tan solo fueron frenados por la portentosa actuación de la pantera de Hopitalet bajo los palos azulgrana.

El Barça merodeaba el área, pero no llegaban las ocasiones claras. Rijkaard apuró los cambios y volvió a dar en la teclar. Larsson por un intrascendente Van Bommel, y Belletti por un desastroso Oleguer. Ambos protagonizarían la final. Pasada la media hora, según caían las primeras gotas sobre Saint Denis, un pase vertical de Iniesta, era suavemente tocado por Larsson para dejar a Etoó mano a mano por la izquierda. Su disparo, rápido y al primer palo sorprendió a Almunia, y al besar las redes desató en un grito toda la tensión de hora y media en las gradas. Se alejaba el fantasma de la derrota que nadie quería siquiera mentar entre los aficionados.

Apenas cinco minutos después, los dos últimos cambios protagonizaron la jugada del partido y la imagen icónica de aquella final, bajo una tromba de agua ya desatada. Belleti en tres cuartos metió un balón a Larsson al área. Éste, controló, se giró y le devolvió al brasileño que entraba desbocado por el carril del ocho, su disparo con todo el alma, casi sin angulo, pasó entre las piernas de Almunia que acaso ayudaron a alojar el balón en la red. Era el primer y único gol de Belletti como azulgrana, y valía nada más y nada menos que una Copa de Europa para un equipo que por estilo y edad de sus jugadores parecía destinado a marcar una época que nunca fue así por la falta de disciplina y la autocomplacencia permitida y acaso auspiciada desde el banquillo y el palco. En la grada, el delirio más absoluto. Gente desconocida abrazándose, llorando de felicidad, en una especie de éxtasis colectivo sin importar, como dice el himno, el origen o la condición del de al lado.

La vuelta, tras el emotivo reencuentro con mi padre, que volvía a Paris para hacer noche, a la salida de Saint Denis, la recuerdo con cariño pese a los apretones en el tren que llevaba al aeropuerto, y la larga y desorganizada espera para el vuelo de vuelta a Barcelona, donde llegué con el tiempo justo para coger el primer Puente Aéreo de la mañana, para irme a trabajar sin apenas dormir, pero feliz. Lo último que recuerdo es camino del trabajo ver desde el coche a un niño, culé en Madrid como yo, sentado con su camiseta del Barça en la ventanilla del autobús que le llevaba al colegio, con la sonrisa de quien ha vivido su primera Copa de Europa la noche anterior.

lunes, 14 de mayo de 2018

Jornada 37. Levante-Barça. Se acabó el récord de imbatibilidad. Gran Levante, preocupante Barça

Con todo el pescado vendido, por arriba y por abajo, ya solo quedaba una cosa por dilucidar, o más bien confirmar: la imbatibilidad del Barça a lo largo de un Campeonato de Liga entero. Y hoy, ya no queda ni eso, pues el equipo de Valverde sucumbió ante los envites de un Levante liberado de tensión, enrachado y con un nivel de acierto absolutamente abrumador: 6 llegadas, 5 goles y un larguero. Aun así, la remontada fue posible tras un arranque de orgullo azulgrana que no fue suficiente de auténtico milagro.


Valverde se dejó en Barcelona a Messi. Ya había pasado en Málaga ante el nacimiento de su tercer hijo, pero en esta ocasión, su ausencia, sumada a un excesivo bajón en la tensión del equipo derivó en esta primera derrota. La defensa, muy criticada por su actuación presentaba a Ter Stegen, que no acabo de entender por qué jugó ayer y no el miércoles, Alba, y el resto no habituales: Vermaalen, desafortunado; Semedo, perdido; y Yerri Mina, absolutamente desastroso. De ahí hacia adelante, todo lo más titular que se puede sacar en ausencia de Messi; los tres medios titulares y Suárez y los dos fichajes millonarios en cada banda.

El comienzo del partido fue muy alentador. Buena presión, llegadas al área levantinista y tranquilidad. Esto duró hasta el primer esperpento de Yerri Mina. Despeje blando y al centro de un balón lateral, salida descontrolada a presionar el balón, y vergüenzas al aire en el uno contra uno con Morales que lo superó como a un muñeco de los entrenamientos, para acabar centrando al lugar donde el colombiano debería haber permanecido. 1-0, y a remar. Como las desgracias nunca vienen solas, Vermaalen, que ya estaba dando los primeros síntomas de desesperación, volvió a su condición de hombre de cristal y se lesionó en un sprint. Como los jugadores de ahora no llevan puestas, no ya las espinilleras, sino ni siquiera la camiseta, Piqué tardó los minutos suficientes en salir para que el Levante, ante otro error de posicionamiento de Yerri Mina, que se fue al lateral cuando era el único central en el campo, marcara el segundo tanto, dejando también en la foto a un Semedo que volvería a aparecer en futuras ediciones de "culpables del gol".

Los últimos 10 minutos, con un Piqué, que sumaba a su habitual espíritu indomable ante la derrota, la segura consciencia de su cuota de culpabilidad en el segundo gol, nos tranquilizaron un poco a los culés al apreciar que el orgullo estaba ahí todavía y Coutinho en un latigazo desviado por un defensa acortaba las distancias para llegar al descanso con fundadas esperanzas en la remontada del equipo.

Pero los primeros 10 minutos de la segunda parte echaron por tierra cualquier esperanza culé, al recibir en 3 transiciones, 3 goles, con mención especial una vez más a Mina y Semedo, totalmente fuera de sitio en todas y cada una de las situaciones, y un Alba que nunca estaba en su sitio, más pendiente de llegar a línea de fondo contraria que de defender la propia. Incluso Piqué perdió un balón aéreo impropio de sus condiciones. Así que un increíble 5-1, que Messi desde casa estaría viendo estupefacto.

Valverde movió el banquillo, y dio entrada a Alcácer y Denis por un Iniesta al que el ritmo del partido había superado una vez más y a un desaparecido e impreciso Dembélé. Los cambios agitaron al equipo que se dio cuenta que el ridículo que estaba haciendo no era mínimamente soportable y empezó a asediar a una portería levantinista que no daba ninguna muestra de solidez. Y fueron cayendo los goles como fruta madura, ayudados por el cansancio de los locales por el despliegue de la primera hora. Coutinho, por dos veces, y Suárez de penalti, acortaron la sonrojante diferencia en el marcador y dejaron a tiro de un gol la imbatibilidad con más de 20 minutos por delante.

En ese mismo instante es donde muchos culés echamos en falta a la Bestia Parda. Porque creo que todos tenemos claro, que viniendo de atrás con el contrario cansado y falto de seguridad alguna atrás, no es que con la entrada de Messi se habría mantenido la imbatibilidad, sino que muy probablemente se habría ganado el partido con cierta soltura. El caso es que Valverde decidió no llevarle a Orriols, y no fue posible culminar la remontada, por otra parte inmerecida ante el esperpento perpetrado en buena parte del encuentro por parte de los jugadores azulgranas, de los que apenas salvaría a Coutinho, que a pesar de todo sigue mucho mejor relacionado con el gol que con el juego, cuando las necesidades del equipo son exactamente las contrarias, y Denis Suárez, quien sigue sumando minutos de calidad aportando cosas al equipo, incluso cabreándose como ayer, que buena falta le hace al chico salir de su timidez y frialdad características.

No hay más que felicitar al Levante, por la victoria, extraordinaria guinda a este final de temporada en el que están cumpliendo sobradamente con sus objetivos. También, de alguna forma, lamentarse por haber perdido ya en la orilla esa imbatibilidad liguera que a algunos nostálgicos como servidor tanta ilusión nos hacía, aunque bien es cierto, que el Campeonato se ganó sin haber conocido la derrota, pues ya sabéis que el que no se consuela es porque no quiere ;-)

viernes, 11 de mayo de 2018

Jornada 34. Barça-Villarreal. Goleada con grandes detalles y descubriendo a Dembélé

Con todo el pescado vendido, por arriba y por abajo, se disputaba el partido atrasado con motivo de la final de Copa del Rey. En una muestra más de la ineptitud soberana de los responsables del fútbol español, se jugaron dos partidos descolgados, por no liberar un fin de semana entero para la final de Copa, tal y como merece, con la posibilidad de fechas que había para haber jugado la jornada al completo en estos días. Luego se quejan de que la Premier tiene más dinero disponible por los derechos de televisión, pero con este nivel lamentable de organización, suerte de los jugadores y la filosofía de juego del fútbol español, porque el desplome del Scudetto podría haber sido una broma al lado del nuestro.


Se presentaba el Villarreal en el Camp Nou, siguiendo con la tradición del pasillo al campeón, ya que a ellos no les supone humillación alguna, sino reconocimiento a los méritos de un campeón. Al reconocimiento protocolario es de justicia reconocer que acompañó un pasillo durante los primeros cuarenta y cinco minutos que permitió al Barcelona finiquitar el encuentro sin agobios.

Valverde plantó un once con bastantes rotaciones, en el que la ausencia de Sergi Roberto, Umtiti, Alba y Suárez, dotaba de importantes dosis de novedad  al equipo. Messi, de falso nueve, escoltado por Coutinho a izquierda y Dembélé, el gran protagonista de la velada, por derecha, en una fulminante pareja de banda con Semedo.

En los primeros minutos ya se vio a un Dembélé, entonado, y en una primera cabalgada espectacular deshaciendose de todo contrario que le saltaba, acabó con disparo, aparentemente sencillo para un portero del nivel de Asenjo, pero un error en su blocaje dejó el balón franco para el otro extremo, Coutinho, que apenas hubo de empujar el regalo hacia el fondo de la red. Le siguieron unos muy buenos minutos colectivos del Barcelona, con un Andrés Iniesta dispuesto a regalar una de sus últimas fragancias futbolísiticas en un generoso frasco de litro. Así, recibiendo en la frontal, habilitó a Digné quien, al más puro estilo Jordi Alba, regalaba a Paulinho un gol que echaba hace meses en falta el brasileño. Desde enero no marcaba (en Anoeta), y han sido cuatro meses de afloramiento descarnado de carencias futbolísticas, desprovistas del abrigo que los goles de principio de temporada le resguardaban de la crítica del aficionado medio culé.

Antes del final del primer tiempo, el manchego, tocando dulcemente de primeras sobre la defensa, añadía a la pared con la Bestia Parda, un punto de fresco de Renacimiento florentino que selló su cómplice rosarino con un no menos delicado toque de interior para alojar suavemente el esférico en el segundo palo y hacer imposible la intervención del portero. A continuación, quizás el último abrazo entre la dupla manchego-rosarina antes de que el ocho parta hacia tierras lejanas, a repartir vino y efluvios futbolísticos de calidad, que muy posiblemente no puedan ser apreciados en su plenitud por sus nuevos aficionados.

En la segunda parte, el Villarreal, que imagino en el descanso había hecho examen de conciencia salió mucho más agresivo en ataque, y se encontró enseguida con el gol del honor en un remate de Fornals que involuntariamente desvió Sansone al fondo de la portería para enfado de Jasper Cillessen, quien antes y después tuvo intervenciones de mérito en la portería azulgrana, confirmando un día más lo bien cubierta que está la posición en el Camp Nou, quizás la mejor portería del futbol mundial a día de hoy.

Salieron Iniesta, sustituido por Suárez en la penúltima ovación del Camp Nou al manchego, y Piqué, dejando su sitio a Yerry Mina, quien pudo actuar unos minutos ante su seleccionador nacional, José Pekerman, aquel que no tuvo a bien en 2006, sacar a Messi en cuartos de final del Mundial ante Alemania, para acabar cayendo en los penaltis ante la eficacia teutona en los once metros que tantas selecciones han sufrido con los años.

Los minutos de la basura, como se dice en basket, nos dejaron dos jugadones, el primero de Rakitic, robando, desbordando, levantando la cabeza en el área y asistiendo a la fácil llegada de un Dembélé, que culminaría su doblete en el descuento tras recoger un despeje en un corner en contra y correr en conducción entre rivales hasta el área contraria para con un detalle de mucho nivel picar con mimo el balón ante la salida de un Asenjo, que seguro que tuvo días mejores, pese a apenas podérsele achacar responsabilidades en el primer gol. 

Estos goles, y los múltiples detalles que dejó Dembélé, le vendrán con seguridad muy bien al chaval, que ya empezaba a oir rumores sobre su inminente salida del equipo para poder tener esos minutos necesarios para un futbolista de su edad y progresión, que las lesiones este año, y la presumible llegada de Griezzmann el próximo, le pondrán difícil tener en el Barça. A mi, me parece un muy buen jugador, pero al que veo difícil encaje en el Barça que me gustaría tener en el futuro, lo que no es óbice para que como recurso pueda ser más que útil, aunque al sobreprecio que se pagó por el chaval, que ninguna culpa tiene de ello, es incomprensible mantenerlo como tal.

En resumen, partido entretenido con buenos detalles, como la, un día más, impecable actuación defensiva de Vermaalen, siempre concentrado en la anticipación y en la salida, los mencionados detalles de Dembélé, o las últimas maravillas que el Camp Nou disfrutará de un jugador irrepetible como Don Andrés Iniesta Luján.




jueves, 10 de mayo de 2018

Jornada 36. Barça-Madrid. Empate con sabor agridulce

Tras proclamarse campeón en Coruña la semana pasada, el Barcelona jugaba su primer partido en casa, y nada más y nada menos que recibiendo a su eterno rival, el Real Madrid, también bien pagado de si mismo, tras su reciente clasificación para la final de la Champions en Kiev. Durante la semana, especialmente desde Madrid se le había intentado quitar importancia a un choque, que clasificatoriamente no significaba nada, pero que, como se ha demostrado por las reacciones furibundas de los días posteriores, parece que sí que tenía algo de importancia.


Pese a las peticiones de sectores del madridismo de sacar a los juveniles incluso, Zidane alineó un once de muchas garantías, quizás el titular por nombres, salvo la presencia de Nacho en el lateral derecho por el lesionado Carvajal, y la BBC por primera vez en mucho tiempo compartiendo titularidad. Me gustó el gesto de Zidane de tomarse en serio el partido. Valiente, sí señor. Valverde, por su parte, colocó en el césped a su actual once de gala, con Coutinho completando el 10 titular que ha sostenido la temporada azulgrana.

Al final, como era de esperar, no hubo pasillo a los campeones. A mi me habría gustado que hubiera habido, pero entiendo que no se haga, pues de un tiempo a esta parte el componente de humillación ha superado ampliamente al del reconocimiento al campeón que este tipo de acciones significa. Y esto sirve para un lado y para el otro. Lo que no me parece lógico son las excusas bizantinas que una y otra parte han argumentado esta temporada para evitar hacerlo. Si no se siente, no se hace y punto, no debería más que hablar, ni reprochar.

El comienzo del partido fue más que esperanzador por parte azulgrana. Una presión asfixiante obligaba al Madrid a deshacerse del balón de mala manera y casi no pasó del medio campo en los primeros minutos. Además, enseguida llegó el primer tanto del partido con una cabalgada de Sergi Roberto, culminada por un centro preciso a la llegada de Luis Suárez en el segundo palo que fusilaba a Keylor Navas. Parecía que se encarrilaba el partido, pese a que las primeras llegadas del Madrid destilaban un aroma a peligro importante. Fueron 15 minutos muy prometedores que se rompieron con el empate de Cristiano, tras gran jugada del portugués, Kroos y dejada de Benzema.

A partir de ahí, llegaron quince o veinte minutos, en que el Madrid, liderado por unos extraordinarios Kroos y Modric, tomaron el mando del partido. Sacando el balón jugado, apoderándose de la posesión, y llegando con asiduidad y cierto peligro, siempre culminado por un hiperactivo en el remate Cristiano. Fueron a mi modo de ver, minutos muy duros de soportar para el aficionado culé. Pues teníamos cierta esperanza de dejar noqueado al Madrid, y más tras marcar tan rápido. Y la cosa no mejoró, ya que a cambio de descender el nivel de juego madridista se entró en una fase arisca y desagradable con constantes rifirrafes que acabaron con la expulsión de Sergi Roberto por golpear a Marcelo en el hombro. Muy torpe reacción del de Reus que el árbitro no dudó en castigar.

Se vislumbraba un sombrió escenario para la segunda parte, pero el Barcelona salió herido en el orgullo y comandados por Messi, que firmó una segunda parte monumental, parecida a la que en 2009 brindó cuando el Barça también se quedó en inferioridad muchos minutos ante el Madrid. Los azulgrana tomaron sorprendentemente las riendas del partido, haciéndose dueños del balón entre el argentino, Busquets y un Iniesta que en su último Barça-Madrid en casa, dejó detalles y buenos minutos. En una pugna en la que Suárez cometió falta sobre Varane en medio campo, Messi convirtió el 2-1 en una extrardinaria jugada individual, zafándose de dos adversarios y embocando de rosca su típico gol al palo derecho del portero, que tantas y tantas veces hemos visto en el Camp Nou. En los minutos siguientes, el Madrid, tocado por el gol, incluso recibió un tercero anulado por fuera de juego dudoso de Rakitic. El Barça estaba jugando mucho mejor con 10 que con 11, y seguramente Helenio Herrera estaba sonriendo en su nicho veneciano.

Pero se le acabó la pila a Iniesta, que además venía tocado, y el cambio por Paulinho, algo que tantas cosas dice, y creo que todas malas del futuro azulgrana, cambió totalmente el partido de nuevo. El Madrid volvió a apoderarse del balón y con más ganas que fútbol esta vez, puso cerco a Ter Stegen, quien con sus compañeros, tampoco pareció demasiado agobiado por el asedio merengue. Es más, las mejores ocasiones llegaban de la mano de un Messi, encendido desde el final del primer tiempo, que exigió a Keylor en al menos un par de ocasiones claras. En una jugada aislada, y tras un extraordinario golpeo de un bastante desaparecido y descontrolado Bale, el Madrid empataba, y faltaban 20 minutos, en los que también hubo un claro penalti de Alba a Marcelo, que incomprensiblemente se ahorró el árbitro, que un día más demostró su incapacidad, por mucho que digan que es el árbitro mejor valorado de la competición. El partido acabó en empate, salvando la imbatibilidad azulgrana en el campeonato y con un árbitro que desquició a todos, aunque según lo visto en los últimos días, parece que solo se equivocó en las dos jugadas que perjudicó al Madrid. Pero esa es una guerra perdida...

jueves, 3 de mayo de 2018

Jornada 35. Depor-Barça. Campeones. Se consuma el doblete, y lo disfruto con mi padre

Campeones, merecidos e invictos campeones. El Barça de Valverde culminó en Riazor el camino al título, que empezó lleno de dudas, y que acaba con una superioridad difícilmente cuestionable y con un dato histórico al no haber perdido ni un solo partido hasta la consecución del Campeonato. Séptima Liga en diez años, que certifica la hegemonía azulgrana en la última década en el fútbol español, ya que hay que sumarle también 6 títulos de Copa en ese mismo periodo de tiempo.


El partido me pilló, por una vez, en territorio amigo, ya que este puente mis padres se han llevado a mis dos hijas mayores a la playa, y mi mujer, la pequeña Alba y yo, nos hemos unido el domingo por la mañana, una vez disfrutado el regalo de cumpleaños que le pude hacer a mi mujer, poder asistir al inicio de la gira de Dani Martín en Madrid. Llegamos a mediodía, y entre mi padre, el primigenio Culé de Chamberí, y el que escribe, planificamos cómo ver el partido y a la vez poder pillar unas pizzas con las que celebrar el título y ahorrarle a mi señora madre hacer la cena a horas ya tardías.

Lo vimos en un pub playero irlandés en Vilafortuny, Cambrils, al lado del restaurante italiano donde solemos pedir las pizzas cuando estamos en la playa. En la terraza, pleno de barcelonistas, y dentro, algunos guiris degustando cervezas. Nosotros también colaboramos en la facturación cervecera del local, como no podía ser de otra forma, y rodeado de pantallas comenzamos a ver el partido. Este empezó con la relativa sorpresa de la suplencia del recientemente protagonista Iniesta. Sin duda, Valverde quería contar con él en el campo para el momento de la consecución del título, y Andrés ya no está para 90 minutos regularmente.

El comienzo fue muy esperanzador. Paciencia, precisión y presión ante cada pérdida. El Dépor era incapaz de pasar del mediocampo, y se repetían largas posesiones a la espera de la aceleración en la frontal en el momento que se abriera un hueco en la tupida telaraña herculina. Y en apenas 8 minutos se abrió la lata. Jugada trenzada de toda la delantera, Dembélé cede atrás y Coutinho coloca el balón en la escuadra de Rubén, que nada pudo hacer. A partir de ahí, primeras muestras de orgullo del Dépor que se iba acercando, pero cada llegada azulgrana era medio gol. Así, pasada la media hora marcó Messi en sutil asistencia de Luis Suárez. Parecía que se certificaba el título. Sin embargo, en la siguiente jugada el Dépor acortaba distancias por mediación de Lucas, ante el incipiente enfado de Ter Stegen.

La salida del segundo tiempo denotó una bajada de tensión todavía más acentuada del Barça que aprovechó el Depor para empatar en una brillante jugada culminada por el bullicioso Emre Çolak, y, en un ataque enorme de orgullo, poner cerco a la portería de un cada vez más enojado Marc André ter Stegen, que no era capaz de hacer centrarse a sus compañeros. Valverde echó mano de Denis Suárez, y el partido volvió a cambiar en el último cuarto de hora, en el que la dupla Luis Suárez-Messi, acabó por decantar la balanza del lado del ya campeón, e Iniesta hizo testimonial acto de presencia en los últimos minutos para ganar su último campeonato sobre el césped. La celebración, respetuosa ante el simultáneso descenso del Depor por su derrota, tuvo un aire coral que creo define bien la temporada azulgrana.

Es la 16ª Liga que celebro como culé desde aquella lejana tarde en Valladolid de marzo de 1985, donde pude comprobar in situ de la mano de mi padre cómo Urruti paraba aquel penalti al Mágico González para darnos la primera que viví. Casi todas, las he visto junto al Primigenio (como le llama mi amigo @gildrix), pues al vivir en territorio comanche y no poder ir con asiduidad al Camp Nou, ha sido mi padre el que me ha acompañado en cada partido importante y en cada celebración, incluída la Copa de Europa de Wembley o mi primer título, la Copa del Rey del 81. Por eso me sentí tan identificado con aquel anuncio de Mahou para el Mundial 2010 que a continuación os reproduzco.


Espero que podamos celebrar juntos muchos más títulos del Barça, pese a algunas sombras que se vienen cerniendo sobre el futuro culé. Lo que es seguro, es que nada justifica que no se festeje y se disfrute de la consecución de un título tan merecido y brillantemente alcanzado. Y a los que dudan, solo les digo que se acuerden de aquel Barça de inicios de los 80, el que yo viví, o el de los 60 o 70, si son más mayores, donde las Ligas eran apenas lo que pasaba entre el "Aquest any, sí" al salir del Camp Nou en el Gamper y la primera decepción liguera. O a los más jóvenes, la sensación del Gaspartismo o, sin ir más lejos, lo que pasaba por vuestra cabeza la noche en que perdimos en el Bernabéu en la vuelta de la Supercopa, que de eso, seguro que os acordáis...

¡Festejad orgullosos, carajo!