viernes, 29 de noviembre de 2019

UCL 2019-20. Un halo de esperanza con asterisco



Tras el generalmente aceptado como ignominioso partido de Leganés, el Barça se enfrentaba en Champions League al primer partido verdaderamente trascendente de la temporada. A lo mejor llamarlo final era tan innecesario como rimbombante, pues en el peor de los escenarios, habría quedado un especie de repesca en San Siro contra el Inter de Conte, pero aparte de la relevancia clasificatoria un buen resultado, más si acompañado por un convincente despliegue en el juego podría tener unos efectos psicológicos extraordinariamente positivo en la magullada autoestima culé ante una serie de partidos antes final de año que se asoman en el horizonte liguero.

Resultado de imagen de barcelona borussia dortmund

Pese a la vuelta a la convocatoria el día antes de Arthur, la alineación de Valverde, estrenando Rakitic titularidad por primera vez en la temporada, condenaba al centrocampista brasileño al banquillo, en una muestra más de que ha pasado a ser el que se coloca delante tan solo de Aleñá en los pensamientos del técnico azulgrana. La segunda decisión tampoco nos sedujo a los más ortodoxos, y fue la presencia de Dembelé como tercer miembro del ataque, relegando a Griezmann a la suplencia en un partido importante, algo que tiene más de simbólico que preocupante quizás, pues no veo al francés con un carácter como para achicarse por un contratiempo. La tercera decisión fue la presencia de la siempre perturbadora alineación de dos centrales zurdos, como Lenglet y Umtiti.

El partido empezó con susto, y con Ter Stegen y Umtiti salvando el 0-1. Fueron unos minutos donde las ganas superaban al juego, y el Borussia, pese a salir con una alineación muy conservadora, intentó presionar los primeros pases azulgranas con agresividad, y Rakitic, falto de ritmo de partidos, sufría más que otros. Pero enseguida, Dembelé empezo a revolotear por la frontal amarilla, y los alemanes pasaron a un repliegue bastante bajo, que a mi modo de ver les condenó. El mosquito francés, que sin estar demasiado brillante y acertado, sí que estaba muy bullicioso tuvo la mala suerte de volver a caer lesionado muscularmente, dejando una imagen de desolación absoluta, que al menos deja atrás esa sensación de indolencia que le ha acompañado toda su trayectoria en el Camp Nou. El chico estaba realmente afectado. En su lugar entró Griezmann.

Y despertó la Bestia Parda también. En su partido 700 con la zamarra culé, y coincidiendo con el Dia del Maestro, era lógico pensar que nos brindaría algo especial. Empezó asistiendo a Suarez que marcó, pero fue anulado por fuera de juego. Repitió minutos después y esta vez el tanto del uruguayo sí que subió al marcador, definiendo por entre la piernas de Bürki. Pocos minutos después, tras la enésima anticipación de Frenkie de Jong, quien volvió a deleitarnos con un clínic de centrocampismo moderno guardando las esencias, Messi hizo un tuya mía con Suárez para acabar cruzando con suavidad al fondo de las mallas, en lo que parecía claramente el sello de la clasificación como primero de grupo por decimotercera temporada consecutiva, lo que muestra la regularidad del club en la élite europea.

Llegado el descanso, muchos solo veíamos la segunda parte como una oportunidad de recuperar a Griezmann para la causa. Y lo mejor de todo, es que Messi estaba en sintonía con esa oportunidad. Ya nada más reanudarse el juego, ya lo dejó mano a mano con Bürki, pero el portero le sacó el disparo con la pierna izquierda. Se habían repetido algunas buenas combinaciones desde la entrada del francés en juego, y se le veía más metido que otra ocasiones. Por fin tuvo oportunidad de estrenarse en Champions en otra asistencia quirúrgica de la Bestia Parda que le puso el balón a la espalda de su marcador con la fuerza precisa para que solo se tuviera que preocupar de definir. Y bien que lo hizo cruzando a la base del poste izquierdo. Y lo mejor venía justo después con la carrera de Messi a saltar a abrazarlo de manera absolutamente espontánea, pero que aleja los postulados de los maledicentes.

De ahí al final, Jadon Sancho, que afortunadamente había sido reservado por Tuchel, entregó su curriculum al Camp Nou, con regates, velocidad, pases decisivos con el exterior y disparos potentes que obligaron a Ter Stegen a emplearse a fondo, para evitar lo inevitable, que al final llegó. Un seco disparo desde el punto de penalti significó el gol del honor borusser, que aun pudo entrar en el partido con alguna escaramuza afortunadamente inocua.

El partido dejó bastantes detalles esperanzadores además de los ya comentados, como la gran actuación de Umtiti, anticipando en campo contrario como hace año y medio que no veíamos, y bien compenetrado con Lenglet pese a la problemática de la lateralidad. Los laterales estuvieron incisivos sin descuidar la retaguardia, y hasta Rakitic se fue encontrando durante el partido. Busquets volvió a ser ese pulpo robando más de una docena de balones y Suárez nos mostró la mejor cara de Champions que se recuerda, agresivo y acertado.

Sin embargo, todas estas teóricas buenas noticias no dejan de llevar un asterisco. Y ese asterisco fue la paupérrima presentación del Borussia Dortmund en el Camp Nou. Parece otro equipo, no ya con el que el año pasado arrasó al Atlético de Simeone en fase de grupos, sino con el mismo Borussia que nos tuvo contra las cuerdas en el Signal Iduna en la primera jornada de esta edición, y que si no es por Ter Stegen, nos habría infundido un correctivo sonrojante. Fuera de Sancho, suplente para más inri, nada que destacar de un equipo sin alma, sin rumbo, y que tiene muy difícil su clasificación para octavos tras el triunfo del Inter en Praga, y el hecho de que el Barça irá a poco más que hacer turismo a Milán en la última y decisiva para ellos jornada.

Ahora viene el Atleti en Liga, con la ausencia de Busquets por acumulación de amonestaciones. Pese a la discreta temporada rojiblanca, no deja de ser un rival difícil, incómodo e irritante para el Barcelona, que todavía no conoce la victoria en el nuevo estadio colchonero. Veremos si el domingo a medianoche, no podemos decir lo mismo.

lunes, 25 de noviembre de 2019

¿Quo Vadis, Barça?

Nunca pensé que llegaría a ocurrir, pero a continuación va una crónica sin haber visto ni un triste resumen del partido contra el Leganés. No sé si habéis observado que esta temporada, tras más de tres años de blog que arrancó en un lejano Barça-Betis de agosto de 2016, estoy siendo guadiánico en mis apariciones. Ya no queda aquella puntualidad en las crónicas de todos y cada uno de los partidos del Barça, y como último ejemplo, no he escrito una triste entrada en este, próximo a finalizar, mes de noviembre. Hasta este pasado sábado, tenía cierto sentimiento de culpabilidad por tanta pella, novillo o campana cronística culé. Pensaba que me faltaba disciplina y me sobraba dejadez, y no dejaba de ser cierto. Pero al leer la alineación el sábado antes del mediodía del Barça en Leganés ocurrió lo impensable.

Hace ya algún tiempo que viré los cuarenta, y hace casi esos mismos que empecé a seguir fervientemente al Barça desde aquella fría tarde-noche de febrero en el pueblo de mi madre, junto a una vetusta radio que sintonizaba la onda media en el comedor de casa de mis abuelos, junto al primigenio Culé de Chamberí, inoculador de este bendito veneno que es el barcelonismo. En todo este tiempo profesando, habiendo tenido la posibilidad de seguir, ya sea por radio en aquellos años 80, y más tarde por televisión, nunca había dejado pasar esa oportunidad de seguir a mi equipo. Hasta el sábado. El sábado decidí ocupar mi tiempo en algo no solo más útil, que algo de ello siempre ha existido, y si no que pregunten primero a mi madre y después a mi mujer, sino a algún menester que me resultara menos ajeno que ese encuentro que nos enfrentaba a mi admirado Leganés (ciudad en la que hace años que trabajo) en Butarque.

Y esto no es flor de un día, un cabreo puntual, sino el final de un proceso cuyo inicio se pierde en aquella triste tarde de verano donde el Barça debía jugar en Munich y nos llegó el mazazo de la recaída de Tito Vilanova en su fatal enfermedad, imposibilitando que el "marqués", como le apodaban en La Masía, pudiera seguir al frente del equipo. La triste temporada del Tata Martino, el trepidante pero descendiente trienio de Luis Enrique, y el todavía vigente de Valverde, me ha desenganchado lenta, paulatina pero inexorablemente de mi equipo. Como decía San Pedro: ¿Quo vadis, Barça? ¿A dónde te diriges?, que ya no te reconozco.

La gota que colmó el vaso fue una nueva alineación en la que me tiraba a la cara un doble pivote y la ausencia de interiores en el once. Una comorbilidad que tras haber soportado en el infame partido del Slavia en el Camp Nou, era demasiado para mi castigado corazón culé. Me han catalogado de fundamentalista, pero creo que, muy al contrario, es pura coherencia vital. Cuando vas peinando canas, florenciendo entradas y avistando arrugas, vas alejándote de los planes nocturnos desenfrenados, y sobre todo cuando te conviertes en padre, te das cuenta de que tener la razón está sobrevalorado, y cada vez valoras más el proceso, no el final. Te pasa con tus hijos sobre todo, pero también con la familia y los amigos.

En el fútbol, esto se traduce en que cada vez me importa menos el resultado eres más exigente con las dos horas que le dedicas al Barça, que hasta el mismo sábado siempre te quedaba Messi, y mínimo su media docena de genialidades funcionariales de cada partido, pero viendo lo que se avecinaba, ni siquiera un potencial gran partido de la Bestia Parda me compensaba por dentro. Me veía enfadándome en el minuto 3 ya, porque no se recibía una pelota a las espaldas del mediocampo contrario, o acababa en un balón largo una salida de balón claramente poco trabajada y menos interiorizada, y no quería volver a vivirlo. Al menos no el sábado antes de mediodía con todo el fin de semana por delante.

Sé que será una cuestión pasajera, y seguro que el miércoles me vuelvo a sentar ante la pantalla, ya que una vez más no tendré la posibilidad de ver el partido en directo en el Camp Nou por esos malditos y siempre presentes 600 kilómetros que me llevan separando toda una vida del asiento de tercera gradería del Camp Nou, desde el que me gustaría juzgar como un ciudadano de la antigua Roma a mi equipo. Tras compartir mi decisión el sábado una hora antes del inicio del encuentro, vi que muchos otros culés estaban en situación similar, viviendo una crisis de desencanto, en lo que creo es un indicio muy preocupante ante el que harían bien no dar la espalda los que mandan en Aristides Maillol, que parece que solo se preocupan de hacer pasar por caja a cuantos más turistas sea posible cada tarde de partido, eso sí, en un cortoplacismo muy en línea con lo que se percibe desde el vestuario, con su entrenador a la cabeza.

Por cierto, ganamos, pero eso a quien le importa ahora...


jueves, 31 de octubre de 2019

Jornada 11. Barça-Valladolid. La genialidad funcionarial de la BP aclaran un panorama poco alentador

Tras el polémico aplazamiento del Barça-Madrid del fin de semana, apenas 4 días después volvía la Liga al Camp Nou, con la visita del Valladolid de Sergio González, que el año pasado ya puso en problemas al Barça con un entramado defensivo muy ordenado y que tan solo Messi, y de penalti pudo romper. Además, con la buena victoria del fin de semana ante el Eibar en casa, se presentaba en Barcelona sin ninguna urgencia y dispuesto a jugar su partido sin nada que perder.

Valverde ya sorprendió en la víspera dejando fuera de la convocatoria a Arthur, un titular habitual con su gran inicio de temporada. Su lugar en el mediocampo fue ocupado por el siempre dinámico, intenso y compulsivo Vidal, con la clara intención de cargar el área, alborotar la zona de Messi y presionar lo más arriba posible. También fue novedad la presencia, tras más de un mes inédito de la perla Ansu Fati que relegaba por segundo partido consecutivo en el Camp Nou a Griezmann al banquillo.

El partido se puso muy rápido de cara, al igual que en Praga la semana anterior, pues sin que el Valladolid tuviera posesión de balón, en un corner tras un despeje fallido, el balón cayó a los pies de Lenglet que, en el prologo de un sobresaliente partido, remató de primeras topando en el cuerpo de un defensa pucelano y alojando el balón en la portería de un Masip todavía impoluto. 2 minutos, y en en su primera posesión, tras saque de centro el equipo visitante ya había visto tirado por la borda su plan inicial de partido.

Sin embargo, otro balón parado parado al borde del cuarto de hora, botado desde el lateral del área acababa tras un barullo rebotando en la pierna de Kiko Olivas y alojándose en la portería de un Ter Stegen inédito durante todo el partido. El partido volvía a donde Sergio había planeado, y un demasiado plano Barça no encontraba la manera de meterle mano. Pero por ahí merodeaba un pequeño futbolista con la camiseta azulgrana y el diez a la espalda.


Tras haber mapeado ya el partido, y entendido por dónde tocaría merodear para causar el mayor daño, Messi decidió en el último cuarto de hora desatar un maremágnum de arte que ya lo podría haber firmado el quattrocento florentino. Desde la estética más pura, al traslado al marcador de su tremendo dominio sobre el encuentro, pues aprovechando una de las previsibles y repetidas cargas al área de Vidal, Messi le colocó el balón por encima de la defensa para que el chileno en gran remate con el exterior alejara el esférico del alcance de Jordi Masip. Y pocos minutos después colocó en la escuadra vallisoletana una falta que significa la número 50 de su carrera, lo que le colocan entre los máximos goleadores de falta de la historia.

La cosa acabó, por el momento, con un inverosimil caño con el exterior y saliendo de campo propio que provocó un "ooohhh" generalizado y la rabia del sujeto pasivo a cuya rabia por recibir el caño le sumaba la certeza de abrir informativos repetidamente en los próximos días. 3-1 al descanso por obra y gracia del astro argentino.

La segunda parte se inició con el habitual paso atrás y dosificación del equipo, confiado en su defensa y en la seguridad de o bien matar rápido el partido, o en caso de ser necesario por un segundo gol visitante, volverse a conectar. Un riesgo innecesario a mi modo de ver, pero que muchos ven como algo positivo. Veremos en mayo.

En cualquier caso, Messi volvió a conectarse en los 15 minutos y con esa ya habitual genialidad funcionarial nos dejó otro gol para la posteridad con un control con el muslo mientras se giraba y acomodaba el cuerpo para fusilar a Masip que quizás es la acción técnica más perfecta y difícil que hemos visto en lo que va de año, pero que queda diluida entre la vorágine de goles, regates, asistencias y demás delicatessen que va desparramando en cada partido que juega. Y para cerrar, una última asistencia a Suárez entre todos los defensas, e incluso Vidal que vio pasar el balón junto a su pie para que el uruguayo solo tuviera que desviar ante la media salida de un vendido Masip, que aun así evitó un resultado más abultado con alguna parada de mérito.

Por último me gustaría resaltar la amenaza y valor posicional de un Ansu Fati que estuvo mucho menos acertado que en anteriores ocasiones en el desborde, pero que a su valentía le añade un saber jugar y dónde jugársela, todavía más impropio de un chico que hoy mismo cumple apenas 17 años, y que a mi modo de ver demuestra la necesidad de jugar al menos con un extremo que de inicio ofrezca amplitud al juego, además de la profundidad que el jovencísimo Ansu aporta desde ya mismo. Un partido que nos confirma que no estamos en la flor de un día, sino un proyecto de jugador de dimensiones todavía por descubrir.

viernes, 25 de octubre de 2019

Liga 2019-20. Jornada 9. Eibar-Barça. El comienzo de una gran amistad.

Volvía la Liga para el Barça, tras su convincente victoria ante el Sevilla, y un parón de selecciones que le ha venido muy bien para acabar de engrasar a algunos de los miembros de la plantilla que sin la obligación de viajar con sus equipos nacionales han podido afinar la puesta a punto para este tramo final del año, donde el Barça suele poner tierra de por medio con sus adversarios en la competición doméstica. Visita a Ipurúa, un campo más aparentemente difícil de lo que la realidad, tozuda, refleja, pues cada visita se ha saldado con victoria culé, y casi siempre con una destacada actuación de la Bestia Parda, que suele cuajar actuaciones memorables en sus visitas a Eibar.


El partido abría la jornada de sábado a una hora un tanto extraña, las una de la tarde. Además, aprovechando el cumpleaños de mi santa esposa, habíamos invitado a la familia política a hacer una barbacoa en casa, y la visión del partido fue un tanto lateral y limitada por mi parte, pues mis obligaciones de anfitrión me separaban de la pantalla asiduamente. En cualquier caso, tenía sobrinos dándome buena cuenta de lo que iba aconteciendo en el verde de Ipurúa, y ya tendría tiempo de degustar el partido en diferido una vez cumplidas las obligaciones familiares.

El Barcelona cubrió la ausencia por acumulación por tarjetas de Piqué con Umtiti, formando una pareja de centrales zurdos, cuya última actuación, fue tan poco solvente como para encajar cuatro goles en Villarreal la temporada pasada. Y es que la cohabitación de dos zurdos en el eje de la zaga tiene dos contraindicaciones muy relevantes. La primera, por la lateralidad, ya que para entendernos, los zurdos somos más zurdos que los diestros, diestros, y nos cuesta más adaptarnos a perfiles invertidos por mucho que nos hayan puesto el mundo al revés, y tengamos que afrontar esta circunstancia diariamente. Y segundo, por una cuestión de costumbre, al ser la población zurda mucho más escasa (se suele decir que ronda el 13%), es mucho más difícil ver a dos zurdos que a dos diestros en el eje de la defensa, por lo que el zurdo, en general, está muy poco habituado a jugar en el perfil que no es el suyo. En Eibar, volvió a ser Umtiti quien tuviera que jugar por derecha, y hay que reconocer que su partido fue notable, quizás el mejor del año natural.

Desde el primer minuto se pudo ver que el Barcelona había preparado el partido a conciencia, con Griezmann y Messi más abiertos en inicio de jugada para dar opciones a los pases desde atrás tanto de defensas y centrocampistas como de Ter Stegen. Los dos interiores se colocaban a alturas más bajas, dando siempre opción de pase en la salida, y en los primeros segundos, ya se vio que daba resultado, pues una salida del equipo a un toque desde atrás acabó con Messi encarando portería. Aunque la jugada fue anulada por un inexistente fuera de juego, el Eibar estaba avisado de los riesgos de su atrevida propuesta de presión y defensa adelantada.

Y es que desde el primer momento destacó De Jong, quien bien en conducción, bien con el pase vertical, rompía la presión local con la facilidad con que un cuchillo caliente entra en la mantequilla, habilitando repetidamente a un Messi, siempre cómodo en Ipurúa y con el que comenzó a tejer esa sociedad que todos los culés esperamos que nos dé muchas alegrías ya en el corto plazo. El Eibar, valiente, intentaba acercarse a Ter Stegen por las bandas, pero los dos centrales franceses estuvieron impecables neutralizando la gran fortaleza del equipo de Mendilibar, los centros laterales.

Y a los pocos minutos, un inoportuno resbalón de Arbilla, dejó a Griezmann mano a mano con un inspirado Dmitrovic, que esta vez no tuvo oportunidad de evitar el tanto del francés, que se estrenaba fuera de casa como goleador. A partir de ahí al descanso, el Eibar intentó reaccionar, pero los culés, el sábado con su preciosa segunda equipación amarilla, estaban mucho más cerca del segundo, y solo un gran Dmitrovic los mantenía en el encuentro con esa derrota mínima con la que se llegó al descanso.

La segunda parte empezó con un todavía más acusado dominio culé, y tras un gol anulado a Suárez por fuera de juego, el tridente ofensivo combinó dentro del área tras recibir el enésimo pase rompiendo líneas de Frenkie De Jong, para que Messi estrenara su casillero de goles de jugada, cruzando entre las piernas de un defensa con suavidad, imposible para Dmitrovic. Y pocos minutos después los tres de arriba volvían a ser protagonistas con un sensacional pase en profundidad de Griezmann a Messi, que solo ante el portero, esperó a Suárez para cederle el balón y que el uruguayo lo empujara a puerta vacía para cerrar el marcador en el primer partido que los tres de adelante marcan, una circunstancia que esperemos se repita muchas más veces en el transcurso de la temporada.

De ahí al final, poco reseñable, más allá de la unánime ovación con que el público de Ipurúa despidió a un Frenkie De Jong, que jugó un partido extraordinario, potenciado por el contexto que se le brindó y la altura a la que se desenvolvió de entrada, y acertadísimo durante toda la contienda, en los primeros pasos de, como decían en Casablanca, presentimos es el comienzo de una hermosa amistad. La de De Jong con la Bestia Parda.

Comienza también a coger carrerilla el #Bestiapardometro de la nueva temporada con un gol y una asistencia más.


jueves, 10 de octubre de 2019

Liga 2019-20. Jornada 8. Barça-Sevilla. Goleada contundente con síntomas preocupantes.

Tras romper el gafe en los desplazamientos, y darle la vuelta a un complicadísimo partido en Champions que podia haber complicado sobremanera, incluso la clasificación para octavos de final, el Barça volvía al Camp Nou en Liga con uno de esos partidos que indefectiblemente salen atractivos para el espectador neutral. Se presentaba en la ciudad condal el Sevilla de Lopetegui, que tras un fulgurante inicio, se ha desinflado en las últimas semanas, pese a remontar en Nervión a otra de las revelaciones de este primer cuarto de campeonato, la Real de Odegaard y Oyarzábal.


En este choque convergían dos tradiciones favorables al Barcelona, que seguramente apesadumbraban a la afición sevillista. Por un lado, Messi enfrentaba a su víctima favorita, a la que ha vacunado en todas las competiciones y a una media de un gol por partido en casi 40 enfrentamientos, sumado a las ganas que ya tenía de estrenarse esta temporada como goleador. Por otro, Lopetegui y el Camp Nou, una historia de pesadilla que empezó en una vuelta de la Supercopa en el verano de 1994 ante el Zaragoza, con 5 goles recibidos en los que en 4 podía haber hecho más, y una palomita al final del encuentro para reencontrarse consigo mismo que acabó lastimosamente en el fondo de la red, desquiciando definitivamente al portero vasco que seguidamente acabaría expulsado por doble amarilla por pérdida de tiempo. Esa noche perdió cualquier posibilidad de defender el marco azulgrana. Y esa historia firmó su último capítulo la temporada pasada como entrenador del Real Madrid, recibiendo otros 5 goles que sellaban su destitución como técnico madridista a los pocos meses de haber dejado abruptamente la selección en el día previo al debut en el Mundial de Rusia.


La alineación azulgrana presentaba como novedad la rotación de Griezmann, hasta ahora siempre titular, que dejaba su sitio a un recuperado Dembélé. Semedo repetía en el lateral izquierdo, Todibo en el lugar del sancionado Lenglet y la presencia en mediocampo de Vidal, premio claro a su buena actuación entre semana contra el Inter y que por tercera vez esta temporada enviaba al banquillo al hasta ahora inamovible Busquets. El partido empezó con un Sevilla muy valiente, buscando un intercambio de golpes con el Barcelona, y encontrando con claridad manifiesta la portería azulgrana durante los primeros 25 minutos, donde entre el acierto de Ter Stegen, y la negación ante puerta del delantero sevillista De Jong, impidieron que el equipo visitante se adelantara fácilmente en el marcador.

Corría ya el típico run-run en las gradas del Camp Nou, tras haber presenciado otro primer tiempo de inferioridad contra el Inter, cuando Semedo, que ya había hecho un par de incursiones peligrosas por izquierda con bastante mayor profundidad y acierto que en cualquiera de las anteriores veces que cubrió el lateral izquierdo, puso un centro de zurda al segundo palo para que el uruguasho, siempre atento, rematara majestuosamente de chilena, tambien con la izquierda al borde del área pequeña, imposible para Vaclik. 1-0, y los jugadores y el banquillo sevillistas se miraban unos a otros con cara de incredulidad. Y en el tiempo que tardaron en volver a ponerse en faena, primero Vidal en desmarque de ruptura a pase decisivo de un Arthur cada vez más atrevido, y después Dembélé, tras robo de Arthur y encarando con izquierda, cambiándosela de pierna como en él se ha convertido en costumbre sin importar pierna inicial y de remate, plasmaban un 3-0 que absolutamente nadie podía creer en el minuto 35 de partido. Partido finiquitado y Lopetegui que continuaba arrastrando su propia maldición en el Camp Nou.

Tras el descanso, el Sevilla volvió a buscar insistentemente la puerta de Ter Stegen, que siguió resolviendo con soltura llegada tras llegada andaluza, pero el partido ya estaba decidido y el Barcelona jugó mucho más a placer con detalles sensacionales de jugadores como Messi y De Jong, que ponían de pie al Camp Nou. Tan solo faltaba el estreno goleador en la temporada de la Bestia Parda, algo inédito a estas alturas de año. Y llegó, como no podía ser de otra manera de falta directa, en la tercera que tuvo a disposición, y pese a los múltiples recursos defensivos (barrera de cuatro, otro agachado tras la barrera para evitar el tiro por debajo, y un último bajando hasta el poste alejado del portero) colocó el balón fuera del alcance de un Vaclik, que me parece que se vio desconcertado ante tanto despliegue de los defensas para evitar lo inevitable.

Lastimosamente, para acabar, el ínclito Mateu Lahoz, que ya llevaba todo el partido dando muestras de su personal #ArbitrajeCreativo, decidió que él también merecía ser protagonista del encuentro, y en una pugna entre Chicharito y el debutante Ronald Araujo que había entrado por un tocado Todibo, decidió mostrar la tarjeta roja al chaval, ante las protestas masivas de sus compañeros. El último de ellos, Dembélé, parece que le dijo "eres muy malo", una verdad incontrovertible pero difícil de creer que salga con esa claridad de la boca del taciturno y poco ducho en dominio del idioma de Cervantes mosquito. Hasta Messi se lo intentaba explicar al trencilla valenciano, que habiendo gozado de su momento de gloria, tras no conseguir sacar de sus casillas con su provocación minutos antes a Luis Suárez en una de las imágenes más vergonzantes que yo recuerdo en un árbitro, buscando de manera chulesca y macarra calentar al por otro lado fácilmente llevado a ebullición nueve azulgrana. El resumen del embrollo es que Dembélé se perderá el Barça-Madrid, el Barça irá corto de centrales a Eibar, y Araujo se perderá seguramente dos partidos con el filial, dado que no hay Liga el próximo fin de semana, en uno de esos pozos de injusticia que recoge los múltiples recodos disciplinarios de la Federación.

Así y todo, nos vamos al segundo parón de selecciones, también conocido como la pretemporada real de Luis Suárez, enderezando el rumbo en materia de resultados, pero con unos síntomas muy preocupantes en los últimos partidos, si nos referimos al juego del equipo, y al control de los partidos, porque tengo la sensación de que desde el partido del Valencia, hemos jugados todos y cada uno de los partidos en el registro que preferían nuestros rivales. Aunque siempre nos quedará la Bestia Parda, como siempre desde un tiempo a esta parte...




jueves, 3 de octubre de 2019

UCL 2019-20. Barça-Inter. Remontada a lomos del talento anotador del uruguasho ante un excepcional rival

Ayer era un día importante, por partida doble. Al filo de las 20.00 se confirmaba la titularidad de la Bestia Parda, por fin, en un partido de campanillas, la visita del Inter de Milán al Camp Nou. y en Can Culé de Chamberí recibíamos por primera vez la visita del Primigenio en la nueva casa para ver un partido del Barça, la primera de muchas.

20.55, ya aposentados en el sofá frente al televisor, las dos primeras generaciones culés chamberileras observaban los protocolarios himnos, saludos y sorteos, previos al comienzo de un partido de Champions, mientras arriba la yaya se empapaba de anécdotas de colegios, piscinas, guarderías y actividades extraescolares en triple dosis de parte de las inquietas y charlatanas chicas de la tercera generación de Culés de Chamberí, todavía un tanto apartadas del cosquilleo que producen los partidos de la máxima. Todo se andará, no hay que forzar lo inevitable ;-)

Apenas 3 minutos, y en la primera aproximación interista, en un desequilibrio entre los centrales barcelonistas, el deseado Lautaro, ganó la acción en carrera a Lenglet, y pese a su oposición, lanzándose al suelo cruzó habilmente el balón al segundo palo, para acabar de inaugurar el marcador, y las primeras andanadas de pesimismo atávico culé de la anterior generación, la del patiment, apuntando que este partido no se iba a ganar. Eso pese a que el equipo reaccionó muy bien al gol, y comenzó a mandar en el mediocampo con un gran Arthur y un gran De Jong facilitando un gran volumen de juego en tres cuartos, que no encontraba en los tres de adelante la continuación debida, y la falta de amplitud de Messi y Griezmann no era ni mucho menos compensada por Sergi Roberto. Ni hablar del pobre Semedo, que a pierna cambiada era flotado por el esquema defensivo italiano para dejarlo como hombre libre sobre el que acababan las jugadas ofensivas de manera inocua para la portería italiana, pese a recibir repetidamente en la esquina del área contraria.

A partir del minuto 20, aproximadamente, llegaron los peores momentos para el Barcelona, pues el Inter, ya se había acomodado perfectamente y comenzó a lanzar latigazos, catalizados por una gran salida de balón para un equipo nuevo como el de Conte. Ter Stegen tuvo que obrar un milagro, el peligrosísimo Lautaro tuvo un recorte largo que evitó el segundo a puerta vacía y hasta se anuló un segundo gol interista por un claro fuera de juego. Se había pasado de una buena reacción, a unos sustos, y finalmente la actución visitante estaba alcanzando la categoría de baño a todas luces. La llegada del descanso fue una grandísima noticia para el Barça con una mínima desventaja.

Valverde debió aleccionar a los suyos en el descanso, porque desde el saque inicial se vio otro Barça, más acomodado en campo contrario, más consciente de la necesidad de minimizar las pérdidas, y más agresivo, y con un Messi muy metido en los primeros minutos de la reanudación, lo que siempre sirve de reclamo para despertar a todo el equipo. La entrada de Vidal, invirtió el triángulo del mediocampo, y llevó a un doble pivote muy alto, mientras por delante, el chileno limpiaba el terreno para Messi, aunque al principio hubiera algunos momentos de solapamiento. En una de esas jugadas de Messi hasta línea de fondo, retrasó para Vidal en el pico que centró a la frontal para que Luis Suárez nos deleitara con una de sus clásicas voleas, demoleadora, rasa, inalcanzable para Handanovic. Quedaba más de media hora y el empate fue un duro golpe para el equipo lombardo.

Salió también Dembelé por un Griezmann que pese a sus esfuerzos y actitud no acaba de acoplarse y rendir como de él se espera. El mosquito entró muy enchufado y dando muestras de mayor profundidad que hasta el momento para la banda izquierda. El Barça seguía dominando ante un Inter demasiado aculado, pero tampoco se veían demasiadas ocasiones para asustar a Handanovic, con lo que iban pasando los minutos y el empate parecía un destino inevitable.

Pero faltaba la última palabra de la BP.  En una arrancada que se inició sentando a Asamoah, Messi cabalgó hasta la frontal donde, frenó en seco y habilitó a Luis Suárez quien con un gran control orientado dejó fuera de plano a su compatriota Godín, para a placer fusilar a Handanovic y sellar una victoria que parecía imposible una hora antes, y que llenará seguro de confianza los tanques de Luis Suárez y puede que del equipo, que superó un difícil trago para alargar la racha de imbatibilidad del fortín azulgrana en Europa, con más de seis años y medio de imbatibilidad.

Además, tuvimos los primeros detalles y la consumación de la llegada de la Bestia Parda a la nueva temporada, aunque sea casi dos meses más tarde por culpa de ese maldito sóleo ibicenco que nos ha apartado de su fútbol durante más tiempo del que nos gustaría, aunque ya ha dado pistoletazo de salida al #Bestiapardómetro:




miércoles, 2 de octubre de 2019

Liga 2019-20. 7ª Jornada. Getafe-Barça. Victoria solvente con más oficio que brillo

Por primera vez en las 4 temporadas que llevo escribiendo en este Blog sobre los partidos del Barça, he fallado durante un par de semanas en mi glosa de las actuaciones del equipo. Un cúmulo de circunstancias laborales, familiares y también quizás la ausencia de facto de la Bestia Parda han conspirado para que faltara a mi cita con el blog y el Barça. Han sido 3 partidos, dos de Liga y el debut en Champions, pero espero que a partir de ahora mi disciplina para darme el gusto de escribir se sobreponga a la pereza y la falta de tiempo y ganas.


Como penitencia, vuelvo para hablar de uno de los partidos más indigestos de cada temporada, la visita a Getafe. Un equipo industrioso, trabajado como dicen los entendidos, pero que me resulta tan en las antípodas de mi concepto hedonista del fútbol, que me resulta enormemente antipático, seguramente de manera injusta, todo hay que decirlo. Sin embargo, el reciente historial del Barça en el Coliseum desmiente la sensación generalizada de campo complicado, pues se han ganado 5 de los últimos 6 partidos, y la última derrota se remonta al lejano otoño de 2011, donde Guardiola cayó por primera y última vez en su temporada de despedida al frente del equipo.

Bordalás, un técnico a mi modo de ver con demasiada prensa, preparó un partido incómodo como siempre. Presión, intensidad, mucho choque, con la intención de hacerle largo el partido al Barcelona y aprovechar algún fallo en salida para lanzarse sobre la portería de Ter Stegen. De hecho, en la primera media hora, lo consiguió y si no es por el alemán, que achicó todo el espacio a Angel en una jugada calcada a la que pretendía con su planteamiento, hubiéramos asistido a una ventaja local.

El Barça no se encontraba cómodo, pero poco a poco fue encontrando vías para la salida de balón limpia desde atrás, con la ayuda de Sergi Roberto en conducción y los interiores junto a Busquets y los centrales, cada minuto que pasaba se iba encontrando más libre para asentarse en campo contrario. Sin embargo, tuvo que ser una contra del Getafe, cortada con el pecho por el portero alemán del Barça la que ocasionara el primer gol del partido. Ter Stegen, con la izquierda, puso un balón a la espalda de los centrales que habían salido con la jugada anterior, y Luis Suárez, muy atento corrió a por ella, ante la indecisión de un desacertado toda la tarde David Soria, que a media salida, le facilitó la fácil definición por arriba al uruguayo. 0-1 y descanso.

La salida del Barça en la segunda parte fue mucho más contundente y dominadora, pese a la inicial tarjeta a Lenglet por contrar una contra del recién ingresado Kennedy. Y en una jugada de más de un minuto de toques de 8 jugadores del Barcelona (todos salvo De Jong y Suárez), Carles Pérez, que volvió a cuajar una gran actuación abriendo el campo, soltó un zapatazo desde la frontal que a duras penas pudo despejar hacia el centro Soria, y Junior, que había estado hasta entonces bastante errático, ampliara a placer la ventaja azulgrana. A partir de ahí, el Barça controló con solvencia el partido, sin necesitar ninguna intervención de su portero, incluso en el tiempo que estuvo en inferioridad numérica por la justa segunda amarilla de Lenglet, que pecó de inocente metiendo el pie en una intrascendente jugada en banda a más de 30 metros de la portería.

El Getafe, habiendo perdido la consistencia defensiva que les ha caracterizado las dos temporadas anteriores en los últimos partidos, más allá de endurecer el choque, no mostró más resistencia, y el Barça, por fin, se llevó una victoria fuera de casa, más de 6 meses después de la última, en Sant Jordi contra el Alavés, en aquella exhibición de Carles Aleñá, que hoy sigue en el más absoluto ostracismo desde el descanso en San Mamés de la primera jornada de Liga.

Ahora vienen dos partidos que pueden poner a prueba la solidez del equipo, ambos en casa, ante Inter de Milán en Champions y Sevilla en Liga, y deseamos, con la vuelta de la Bestia Parda al campo, para así poder ver algo cercano a la versión definitiva del equipo en esta 2019-20.

martes, 17 de septiembre de 2019

Liga 2019-20. Jornada 4. Barça-Valencia. Olor a Gamper 2005

En los últimos años, los parones de selección solían ser un preludio de tropiezos en Liga, pues la diáspora de internacionales, además de no dejar preparar el siguiente partido en condiciones, te devolvía jugadores cargados de minutos y horas de avión, cuando no lesionados directamente. Esta dinámica, con las retiradas temporales o definitivas de alguno de los pesos pesados como Piqué, Messi o Alba ha cambiado en las últimas dos temporadas, lo que ha neutralizado en cierta medida una de las criptonitas del Barça. En este caso, el dubitativo comienzo del equipo en Liga, con 4 puntos de 9, obligaba todavía más a perseverar en este cambio de tendencia.


Se presentaba el Valencia en el Camp Nou con un curriculum de visitas al Estadi muy inquietante, pero sumido en un tsunami incomprensible para todos con la inesperada y fulminante destitución de Marcelino días antes de tomar la AP-7 dirección norte e intentar volver a sacar petróleo del coliseo azulgrana. Su sustituto, Celades, bajo sospecha desde el momento de pasar el umbral de la puerta del vestuario el primer día, tanto para una plantilla que ha hecho frente comúno con su ex-entrenador como para una afición ya harta de esta pulsión autodestructiva que sobrevuela Mestalla hace ya demasiados años.

En el Barça, la alarma sobre la recaída del sóleo de la Bestia Parda, confirmada por él mismo en jugosa entrevista exclusiva, convenientemente retorcida por titulares a un lado y otro del Puente Aéreo. Además, la vuelta a la convocatoria de Luis Suárez quedó empañada por su ausencia en el once inicial, en el que para regocijo de los más hedonistas, entre los que como sabéis me encuentro, Busquets compartía medio del campo con De Jong y Arthur, tras la ilusionante media hora de la segunda parte que compartieron en Pamplona hace un par de semanas.

Adelante, Griezmann compartía delantera con dos jugadores de dorsal por encima del 25, el casi ya asentado Carles Pérez y la gran sensación Ansu Fati, que tras ilusionar en su debut en el Camp Nou en los minutos de la basura del partido del Betis, sacó al Barça de un problema con su gran gol en Pamplona, haciéndose acreedor dadas las circunstancias de su primera titularidad con el primer equipo. Todo antes de cumplir los 17.

Y no tardó ni dos minutos en mostrar que tiene ese algo que no se aprende ni se trabaja, se tiene o no se tiene. Y él, lo tiene. Practicamente en el primer balón que tocó, embocó con rapidez y precisión un buen pase atrás de De Jong, pillando a contrapié al retornado Cillessen, que nada pudo hacer por evitar que se inaugurara el marcador, cuando muchos todavía ni habían tomado asiento en las gradas de un Camp Nou que volvió a mostrar una buena entrada, pues pese a lo desapacible de la semana climatológica, más de 80.000 feligreses se acercaron al estadio para presenciar en directo un partido que puede ser histórico.

Y puede ser histórico, porque apenas 5 minutos después, Ansu Fati agarró un  balón en la esquina del área, encaró a su par, lo sobrepasó con insultante facilidad y dejó un pase de la muerte que dirían los clásicos para que Frenkie de Jong se estrenara como goleador azulgrana, en una noche donde por fin pudo brillar como cuando vestía de Ajacied. El show de Ansu Fati se iba agrandando con disparos intencionados que lamían la escuadra, regates y detalles técnicos que destilaban una confianza impopia de un teenager más familiarizado con las cremas del acné que las cuchillas de afeitar. A esas alturas de la noche, se desprendía un olor a Gamper 2005 en el Camp Nou que daba hasta vértigo reconocer, pero todos de una u otra forma pensamos en algún momento. Y es que la facilidad y la aparente tranquilidad con la que este chico estaba convirtiendo en rutina una actuación a la altura de muy pocos jugadores, nos retrotraía a aquella cálida noche de agosto de 2005 ante la Juventus, donde un menudo argentino, un año mayor que Ansu y ya campeón y mejor jugador del Mundial sub-20 de aquel año, se presentó definitivamente a la élite del fútbol europeo, levantando encendidos elogios hasta de parte de una leyenda como Fabio Capello, de quien se dice que pidió su cesión a su ex-discípulo Frank Rijkaard. No adelantemos acontecimientos, pero desde luego la exhibición de Ansu Fati anoche, en la hora que nos regaló Valverde, siempre conservador en la gestión de la plantilla, puede ponerse a la altura de la de aquella noche de la Juve.

Además del chaval, pudimos observar un clínic conjunto de los tres mediocampistas, con los interiores bastante liberados y móviles, esta vez sí intercambiando alturas, incluso flancos, y con un Busquets que repentinamente, rejuveneció una década y disfrutaba robando y reiniciando las segundas jugadas con maestría y determinación, ayudados por el buen posicionamiento de los delanteros, con un Griezmann muy combinativo y la amenaza exterior de Carles Pérez, que volvió a cuajar una extraordinaria actuación posicional dándole al equipo lo que necesitaba en cada momento.

Con ese mediocampo vivimos una primera parte con el mejor juego diría que desde la final de Copa ante el Sevilla en 2018, en la quizás última lección magistral de Andrés Iniesta con la camiseta del Barça. un grandísimo primer tiempo, empañado por el gran gol del Valencia, que jugaba con gran sentido las pocas veces que podía superar la primera presión local. Un gol muy bien concedido por el VAR, en una posición muy difícil, que la tecnología consiguió desentrañar para darle ese justo gol por legítimo, aunque quizás no tanto por los méritos contraídos hasta entonces. El descanso nos dejó con mejores sensaciones que comodidad en el marcador.

En la reanudación, el Barça volvió a mostrarse enchufadísimo, y un error de Cillessen, de los que no le recordábamos en el Camp Nou defendiendo la portería del Barça, habilitó el remate a puerta vacía de Piqué, que marca por 12ª temporada consecutiva en Liga, todo un récord para un defensa. Ahí acabó la resistencia valencianista, que tras la entrada del reaparecido Luis Suárez por un por primera vez (seguro que de muchas) ovacionado Ansu Fati, enchufó desde la frontal al poste el cuarto gol azulgrana y cerró la manita con otro gran remate de primeras a dejada de Antoine Griezmann, que anoche jugó mucho más para el equipo que para su lucimiento, y hubiera merecido la recompensa del gol.

El amplio triunfo se vio mínimamente ensombrecido por el segundo gol ché en las acaballas del encuentro, que siembra cierta incertidumbre sobre la seguridad defensiva azulgrana, pues son 7 goles recibidos en 4 encuentros, cifras inasumibles para luchar por todos los títulos. Sin embargo, entre la ilusión desbordante que generó la actuación del chaval, y la confirmación de que con el centro del campo con Busquets, De Jong y Arthur se puede presionar mejor que con cualquiera a base de atacar bien y estar bien colocados ante cualquier pérdida, los culés salieron del Camp Nou con una amplia sonrisa. El martes en Dortmund debutamos en Champions y toca confirmar las buenas sensaciones.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Liga 2019-20. Jornada 3. Osasuna-Barça. Empate justo con sabor agridulce

La 3ª jornada del campeonato de Liga, me pilló sumido en medio de un último fin de semana largo en la playa antes de retomar la monótona rutina laboral que nos llevará ya hasta Navidad, en un año en el que el calendario de festivos no es especialmente amable para este último trimestre. Estando en territorio amigo, en Cambrils, contrariamente a mi situación habitual, tuve que buscar acomodo en un hotel para poder ver el partido en la sobremesa de la última paella chiringuitera del verano, y rodeado de guiris.


El Barça visitaba, tras el ilusionante triunfo ante el Betis, un estadio de infausto recuerdo infantil: El Sadar. Terreno donde uno veía caer de niño repetidamente a los proyectos del primer nuñismo. Derrotas asociadas la preciosa, pero gafé camiseta amarilla de Meyba. Esta vez, otra preciosa camiseta amarilla nos trasladaba a aquellos tiempos pretéritos, junto con el campo lleno y ensordecedor y la agresividad local.

Valverde repitió alineación, como premio a la buena actuación del partido anterior, con De Jong y Sergi Roberto de interiores muy adelantados, y con Rafinha y Carles Pérez abriendo el campo para dejar espacio a las emboscadas de Griezmann. Sin embargo, el partido empezó en campo azulgrana, y casi en la primera ocasión, un error en salida de Alba, obligó a bascular a toda la zaga, dejando a Roberto Torres solo en el segundo palo, y empalmar de manera precisa e imparable un centro desde casi la esquina. 1-0, y cada vez más pinta de partido de la década de los 80, pues el Barça no se aproximaba siquiera a la portería de Rubén. Tan solo en los últimos 10 minutos de la primera parte, la entrada en juego de manera más continuada de De Jong consiguió asentar el equipo unos metros más adelante, pero cerrando la primera parte con una nula producción ofensiva con la que siquiera inquietar a la parroquia local.

En el descanso, Valverde intervino, dejando en el banquillo a un desafortunadísimo Semedo, bajando a Sergi Roberto al lateral, y a Rafinha al interior izquierdo, y saliendo al campo el jovencísimo Ansu Fati, que tan buenas sensaciones dejó en el partido anterior. Y en apenas 5 minutos, el chico dejó claro que tiene algo especial. En una situación comprometida que bien podría haberle dejado incluso marcado, ante la dicotomía enfermería o puerta grande, Ansu cabeceó de manera magistral un centro de Carles Pérez para empatar el partido. Ya se había visto desde el comienzo de la segunda parte que el partido cambiaba, pero con el gol, y la siguiente introducción del debutante en la temporada Arthur, el partido terminó por virar completamente.

Jugando en campo contrario permanentemente, con Busquets y De Jong hartándose a robar tras pérdida, se olía la llegada de la remontada, y lo hizo además de la mano de Arthur, que además de un gran gol, ofreció ese atrevimiento y verticalidad que a veces echamos de menos en su gran primera temporada. Se había hecho lo más difícil, darle la vuelta al marcador, y todavía más a las sensaciones. Fue quizás algo menos de media hora, pero fue una gozada ver ese Barça que anhelamos, muy posicional, muy agresivo y muy rápido en la circulación y la presión.

Pero, sin saber muy bien por qué, pasada la media hora de juego, el equipo perdió el control del juego que casi "manu militari" había ejercido desde el descanso y el Osasuna pudo avisar, primero con un disparo bien despejado por nuestro teutón, y después con una mano inocente, puede que involuntaria, pero clara de Gerard Piqué que habilitó a Roberto Torres para hacer doblete desde el punto de penalti. Tras el empate, el Barça quiso volver a dominar territorialmente, y hasta tuvo Carles Pérez una oportunidad clarísima para ganar el partido, pero al final, el empate a mi modo de ver refleja con mayor justicia lo vivido durante los 90 minutos, con dominio alternativo que dirían los clásicos, y un equipo local que de ninguna manera se hizo acreedor a la derrota, no rindiéndose nunca a lomos de una afición que lo llevó en bolandas en los mejores y sobre todo en los peores momentos y que sin duda puede ser un activo para conseguir hacer de El Sadar un bastión sobre el que edificar la permanencia.

El Barça, ante la falta de Messi, debemos reconocer que ha aprovechado la adversidad, para, al menos, dejar un par de posibles refuerzos puntuales o no, como Carles Pérez y Ansu Fati, y en una primera media hora del que esperemos sea el centro del campo titular del equipo esta temporada, aunque con el cierre de mercado y la permanencia de Rakitic, todavía está por ver. Ahora se nos viene un parón de selecciones, y podremos recuperar elementos, sobre todo a la Bestia Parda. Sin él, 4 de 9.

miércoles, 28 de agosto de 2019

Liga 2019-20. Barça-Betis. Una gran actuación coral comandada por Busquets y Griezmann

Segunda jornada de Liga, y primeros temores atávicos. La derrota en el debut en San Mamés se unía a la noticia de la ausencia en la convocatoria de la Bestia Parda, que parece si bien no se ha resentido, si que ha ralentizado su recuperación en el soleo, con lo que como mínimo, se alargará a 4 semanas la duración de su "tiempito fuera". La ausencia del rosarino en la convocatoria y su sustitución por el juvenil Ansu Fati, de tan solo 16 años, ensombrecieron la, para mí, más relevante decisión, la ausencia de Carles Aleñá, primer señalado oficialmente por Ernesto Valverde en su tercera temporada. Su sustitución en el descanso de San Mamés, no fue castigo suficiente para el técnico, que lo dejó fuera del partido posterior, pese a tener muchas bajas en ataque y muchos jugadores en el medio campo con escasa presencia en el pretemporada. Malos augurios para el del Maresme.



El partido cerraba la jornada, y el visitante era el único equipo que la temporada anterior había profanado el Camp Nou, con una extraordinaria exhibición, el Betis. Un Betis muy cambiado, en nombres, en técnico y en idea de juego, y que también, como los azulgrana, habían sufrido una derrota en el partido inaugural de la Liga.

Para enfrentar a los verdiblancos, Valverde puso en liza una alineación que fue bastante bien recibida entre la parroquia culé, pues por primera vez hacía coincidir en el once a Busquets (inédito en la jornada anterior) y De Jong, en una dupla en la que yo, personalmente, tengo puestas muchísimas esperanzas para reencauzar el juego del equipo en los parámetros que servidor aspira. Sergi Roberto, volvía a actuar de interior derecho, y arriba, un responsabilizado Griezmann, quedaba acompañado de un Rafinha que se ganó a pulso su titularidad en San Mamés, y un Carles Pérez que con la enésima lesión de Dembelé, vio abierta la posibilidad de debutar en el Camp Nou en Liga. Y a buena fe que no lo desaprovechó.

El primer cuarto de hora fue un monólogo muy meritorio del Barcelona. Instalado en campo contrario, con un Griezmann extraordinariamente participativo, con dos extremos bien abiertos que hacían girar a la defensa bética, y una vez más con dos interiores muy altos y abiertos, que posicionalmente facilitaban el pase desde la defensa hasta los extremos para hacer ganar altura al ataque azulgrana. Hasta en media docena de ocasiones rondó el gol el equipo local, hasta que en un pase un tanto arriesgado de Busquets que la falta de agresividad de Rafinha acabó por empeorar, el Betis montó una contra rapidísima que acabó con Nabil Fekir, el fichaje estrella de los béticos, encarando a Ter Stegen, para batirle con un inapelable tiro cruzado. 0-1, y los primeros temores atávicos ante las dinámicas negativas, siempre presentes y punzantes en el subconsciente del culé de a pie.

Sin embargo el equipo, lejos de venirse abajo, redobló la presión en campo contrario, consecuencia de una correcta colocación del equipo y liderada por un extraordinario Sergio Busquets, que se hartó de accionar segundas oportunidades, barriendo balones a lo ancho del último tercio de campo. Carles Pérez amenazaba constantemente y Rafinha, bullicioso ofrecía lo mismo en el otro extremo, con un Griezmann fijando centrales y siempre oliendo la sangre. Lo único que no acababa de fluir era De Jong, que demasiado alto, apenas aportaba con su extraordinaria interpretación de los espacios a ocupar en función de los movimientos de sus compañeros de zona, pero que no pudo brillar como nos tiene acostumbrados. Por fortuna, antes del descanso un gran balón a la espalda de los centrales de Sergi Roberto, lo empaló en escorzo Griezmann para igualar la contienda y aun Rafinha tuvo en sus botas empujar un balón en área pequeña pero de manera incomprensible no acertó con el balón.

Tras el descanso, el Betis se aculó todavía más en su área, y primero Griezmann con un gran disparo y celebración posterior "lebronesca" y  luego Carlos Pérez, con control orientado y pateo rápido, encontraban el rincón de Messi de la portería y daban ventaja merecida al conjunto azulgrana. Y antes del cuarto de hora, el enésimo robo de Busquets cerca de la frontal contraria, acababa con un pase a Alba para dejarlo solo ante Dani Martín, que estuvo bastante dubitativo toda la noche, y cerrar definitivamente el partido. El último cuarto nos dejó la confirmación del olfato goleador de Arturo Vidal, que marcó el primer balón que tocó para sellar un gran pase de Griezmann y la presentación en sociedad de Ansu Fati, un niño por aspecto y edad, que ni siquiera había debutado previamente con el Barça B en partido oficial, y que dejó gratísimas sensaciones, certificadas por el abrazo de Messi y su publicación en redes del mismo.

En definitiva un gran partido del equipo, sobreponiéndose a un inicio doloroso, y que nos deja a Griezmann ganándose con premura el perdón de la afición en el campo, tal y como él mismo anunció, a Busquets recobrando las mejores sensaciones, a los chavales Carles Pérez y Ansu Fati como protagonistas inesperados, y a Rafinha continuando en línea ascendente. Veremos el próximo sábado ante Osasuna en Pamplona.

jueves, 22 de agosto de 2019

Liga 2019-20. Athletic-Barça. Media docena de sinsabores y una buena noticia.

Empezó por fin de nuevo la Liga tras un par de meses de rumores, fichajes, presentaciones, giras, amistosos, y demás parafernalia futbolera estival que tanto hastío me produce. Todo, además, aderezado con una agría vinagreta de aroma a fracaso como consecuencia del estropitoso final de temporada, que convirtió lo que en mayo era inmejorable en una sensación de vacío aboluto a comienzos de junio tras las derrotas de Anfield y el Villamarín, pareciendo tan lejana la consecución de la octava liga en once años.


Y el primer capítulo liguero nos llevaba a visitar un campo difícil como San Mamés. Campo históricamente hostil, tanto por el recibimiento como por el palmarés acumulado tanto en el antiguo como en el nuevo estadio rojiblanco. La lógica no convocatoria de la Bestia Parda, todavía recuperandose de las molestias en su sóleo ibicenco, cambiaba por completo el panorama, y era la primera de las decepciones que nos dejaría la jornada en el Botxo, además de dejar sin opciones de arranque al #Bestiapardometro de la nueva temporada.

La segunda contrariedad surgió al conocerse las alineaciones, y era la suplencia de Busquets. El de Badía es un indiscutible si queremos jugar al fútbol que entiendo gusta en las cercanías del barrio de Les Corts. Además, un jugador que crea estructura en si mismo, esa estructura que nos ha hecho ganar esas 8 Ligas de 11, desde su debut en el primer equipo y que tan orgullosamente el club plasmó en una camiseta que por cierto ya descansa en mi armario como regalo de cumpleaños. Se ha instalado preocupantemente en el ambiente una dicotomía Busquets o De Jong, cuando es sumamente evidente que el tipo de conjunción entre ambos nunca debe ser adversativa, sino indiscutiblemente copulativa, es decir, el tema es Busquets y De Jong, especificando además que el rubio holandés debe ser el interior de base, y más concretamente el interior de base izquierdo.

Una vez pitado el comienzo del encuentro, y en línea con lo expuesto en el final del anterior párrafo, llegó la tercera. De Jong era el mediocentro, cuando su ubicación en el interior ante la inicial presión bilbaina, acompañado de un mediocentro, que bien podía haber sido Sergi Roberto dada la alineación, habría supuesto una superioridad numérica en las primeras fases del juego, que bien podría haber desconectado la entusiasta presión del Athletic. No fue así, y además los dos interiores se dispusieron en alturas similares y demasiado alejadas de la base, teniendo el efecto contrario al deseable pues no se encontraron superioridades numéricas en la salida de balón y tampoco los centrales y laterales estuvieron especialmente acertados rompiendo líneas, ya fuera en conducción o pase.

Una vez reducida la inicial embestida local liderada por un efervescente Williams, el Barça parecía empezar a tomar altura con más facilidad y cadencia, e incluso empezaron a contemplarse llegadas a las inmediaciones de Unai Simón, que había ganado la partida a Herrerín en la titularidad de la meta. Pero la noche seguía torciéndose, y Suárez notaba una molestia en el sóleo, tan ibicenco como el de Messi y en extraña sintonía muscular. Aun tuvo tiempo medio cojo de hacer temblar la estructura de la portería vasca al recoger un error infantil de Unai López, pero tuvo que retirarse seguidamente para ser sustituido por la única buena noticia de la noche, la actuación de Rafinha, que en pocos minutos volvió a probar la estabilidad de la portería de San Mamés, con un gran disparo que Unai desvió con la yema de los dedos a su escuadra derecha.

Se llegó al descanso con alguna mejor sensación, pero lejos de lo esperado por parte azulgrana, aunque amarillo en la noche vizcaína con la preciosa y entroncada con la historia segunda equipación barcelonista. A la vuelta del descanso llegó la quinta decepción: Valverde, valiente con los débiles y débil con los fuertes señaló una vez más a un jugador que no protesta para convertirle en el chivo expiatorio de la insuficiente primera parte: Carles Aleñá, que a mi gusto, dentro de la floja actuación del medio campo, estaba siendo el mejor de largo, entendiendo la necesidad de dar continuidad al juego desde el interior izquierdo. Para más inri, quien salío, no fue Busquets, sino Rakitic, que se benefición del cambio de estrategia local, que transformó la agresiva presión del comienzo del partido en un bloque medio, cuando no bajo descaradamente. Esto favoreció una mejora de la posición azulgrana, y subió la localización del juego unos veinte metros hacia la meta bilbaina.

El partido tampoco es que mejorara demasiado. Bien es cierto que el Athletic ya no merodeaba a un Ter Stegen, que ya tuvo que sacar un par de buenas manos en la primera parte, pero tampoco Unai Simón estaba agobiado, ni mucho menos. El partido parecía que se encaminaba hacia el inexorable empate a cero, cuando el Athletic sacó ya en los últimos compases a un jovenzuelo de 38 añós, que salió con el objetivo adelantar el chupinazo de la Semana Grande de Bilbao un par de días, y se sacó una chilena imparable a centro de Ander Capa para poner el definitivo 1-0 en el marcado y poner el broche de oro al partido a la par que certificaba el sexto sinsabor de un partido que si bien el Barça no mereció perder si nos atenemos al desarrollo del partido en su conjunto, sí que puede significar un gran toque de atención para un equipo, que por mucho que su entrenador sacara pecho sobre las escasas derrotas del equipo en Liga, si nos atenemos al juego, sigue sin satisfacer mínimamente las expectativas creadas por el nivel de una plantilla reforzada significativamente este verano.

Por último, no quiero olvidarme de Dembélé, que además de hacer otro partido para el olvido si no para el cabreo, culminó con molestias el encuentro, y no se presentó a las pruebas médicas que le inquirieron desde el club para aparecer renqueante en el entrenamiento del lunes tras los tres días de descanso que torpemente había anticipado Valverde, y tras comenzar el entreno, tuvo que retirarse con cuatro centrímetros de rotura en el biceps femoral de su pierna izquierda, y ya van 3. Y es que donde no hay, no se puede sacar...

jueves, 16 de mayo de 2019

40 años de Basilea. Recuerdos de un asistente by The Primigenio

Hace ya 40 años que aproximadamente  25.000 barcelonistas se echaron a la carretera, rumbo a Basilea, Basel en alemán,  ciudad desconocida para la mayoría, cuya única referencia suiza se limitaba al chocolate, excepción naturalmente de los  miembros de familias adineradas, por razones de las que, como diría Serrat, mejor no hablar.

Culés de Chamberí jugando en la playa

Aquel  año  1979, ni existía Internet, ni sorteo de entradas en la web, ni lista alguna en la que apuntarse, dándole a la tecla. La única forma de conseguir alguna de las entradas concedidas al  BARÇA era  hacer horas de cola en las taquillas de la Travesera, junto al viejo Pabellón del Picadero. Yo en aquellos días residía en Valencia y me era imposible desplazarme. Recurrí a mis contactos y como era entonces Asesor Jurídico de una Entidad de Crédito, a través del Banco corresponsal en Ginebra pude conseguir 3 entradas para mí y otros dos Abogados valencianos que se apuntaron por aquello de viajar a mi costa

Salimos de Valencia el 15 por la mañana con el proyecto de pernoctar en Ginebra donde mi corresponsal nos tenía reservado un Hotel. En el trayecto, una “piedra en el camino nos separó de nuestro destino” en forma de rotura de cristal delantero, cerca de Nimes. Mis conocimientos de francés nos permitieron encontrar un taller que nos cambiara la luna por la tarde, eso si a un precio a la altura. O sea que el viaje a Basilea me salió por un “ ojo de la cara”, porque el seguro no aceptó el pago posterior. Con todo  llegamos a Ginebra a tiempo de cenar una exquisita Fondue en la Place du Molard, donde ya coincidimos con varios barcelonistas de los que viajaron en coche propio, entre ellos el Decano del Colegio de Abogados de Barcelona, entonces Eugeni Gay, por cierto informalmente tocado con gorro y visera Blaugrana. No me perdonaría que se lo recuerde el hoy ex Magistrado del Tribunal Constitucional.

Basilea dista de Ginebra unos 300Km. El viaje deleita con los extraordinarios paisajes suizos, bordeando el lago Leman y con el fondo de los Alpes. El dia16 de mayo lucía además un sol espléndido. Al almuerzo nos detuvimos en un Area de servicio cerca de Basilea, atestada de barcelonistas, llegados en autocares, que habían salido de Barcelona a media noche, lo que se detectaba en el entorno de sus ojeras, pero felices , ilusionados y cívicos, de impecable comportamiento. Eso si el buffet agotó existencias sin que nuestros consocios tuvieran mayores problemas con el endiablado alemán que se habla en el cantón de Basel, porque la mayoría de los camareros eran españoles.
Basilea es y era una ciudad no demasiado grande de unos 200,.000 habitantes entonces. El Estadio de Saint Jakobs está situado en un parque bastante extenso, de frondosa arboleda. Entonces no existían las Fan Zones y cada quien se las arreglaba para llegar al Estadio, eso si guiados por rudimentarios carteles de cartón y flechas indicativas. Tampoco recuerdo especiales medidas de seguridad, ni cacheos, fuera de la exhibición de la entrada , por supuesto solamente en papel.

El Estadio era un recinto con una tribuna doble principal con voladizo e íntegramente de localidades de asiento, por supuesto reservada a la UEFA, autoridades e invitados de alto copete. El resto, los goles y la grada lateral opuesta se disponían en forma de circo romano con todas las localidades de pie. Para los muy veteranos tenía un cierto parecido con el viejo Campo de Les Corts. Para los de hoy, su mayor parecido podría ser con la Nova Creu Alta o el campo del Nástic, aunque desde luego más grande, pues entonces su cabida debía rondar los70.000 espectadores. Hoy remodelado y con todas las localidades de asiento apenas pasará de  30.000 plazas.

Mis contactos solo dieron para conseguirme una localidad de pie en el lateral, por lo que hube de soportar a pie firme las cerca de tres horas del partido, sus prolegómenos y la prórroga. Sin embargo el comportamiento de los más de 25.000 barcelonistas que me rodeaban,- los seguidores del Fortuna de Dusseldorf  nuestro rival eran muchos menos a pesar de que esta ciudad alemana está a menos de la mitad de distancia de Basilea que Barcelona-, fue ejemplar. No recuerdo una bengala, ni un objeto lanzado al campo y no recuerdo tampoco una especial invasión del césped al final. Solo cantos y el  grito ¡ Barça Barça! Repetido martilleante, incansable. Al final si recuerdo por primera vez haber oído el ¡ Madrid C… saluda al Campeón!.

El Fortuna era un equipo alemán típico, atlético, muy organizado tácticamente que entonces contaba con varios jugadores de la selección alemana entre los que destacaba su delantero Klaus Allofs, su portero, suplente del gran Sepp Meier y un centrocampista de recorrido y buena técnica que creo recordar que se llamaba Horvath, también internacional. En el Barça recordar como figuras a Charlie Rexach, en la cumbre de su carrera, Hansi Krankl el austríaco que sacó a España del mundial de Argentina, Migueli, que jugó infiltrado y con el brazo derecho con un grave esguince de cúbito que se había producido una semana antes en la Liga española, Asensi, también en el pináculo de su carrera y dos jóvenes emergentes; Tente Sánchez y Carrasco a quien entonces nadie llamaba Lobo. En la portería un portero de garantías, nada espectacular pero muy seguro bajo los palos y en el uno contra uno; el guipuzcoano Pello Artola.


El partido empezó con un Barça muy dominador que se adelantó con dos goles de Krankl y Sánchez, pero el Fortuna forzó la prórroga gracias a Allofs. El partido fue de tal intensidad que ambos equipos llegaron a la prórroga extenuados y ello perjudicaba claramente al Barça, cuya complexión física era marcadamente inferior a la de los alemanes  Basta recordar la planta de nuestro lateral Zuviría, como tantos un extremo reconvertido en lateral cuando todavía no se hablaba de carrileros,o la de Sánchez o el mismo Rexach que nunca alardeó de atleta.

Pero como tantas otras veces la técnica y el toque ese estilo que unas temporadas más u otras menos siempre ha caracterizado al Barça hizo el milagro. Charlie marcó el tercer gol con un tiro flojo- no podía con las botas según confesaría después- pero impecablemente colocado a la base del poste. Lo recuerdo porque yo estaba en la grada lateral a la altura de la frontal del área desde donde disparó Rexach. Recuerdo que un barcelonista a mi lado se había sentado , no sé si porque no le aguantaban las piernas o el corazón, y que al vernos saltar alrededor gritando ¡gol! se me tiró al cuello como un poseso. Recuerdo que aún marcamos un cuarto gol, creo que fue Krankl, y que incluso el Fortuna volvió a acercarse con un tercero.

Luego la locura, cantos y lágrimas, el Barça volvía a la Historia. Quimet Rifé un entrenador de casa que había sustituído a Lucien Múller a media temporada, manteado por el equipo en el césped con la copa en las manos, que no sé cómo no se le cayó. Claro no era Ramos.

Recuerdo que al salir después de más de tres horas de pie tenía una sed enorme. En el estadio eso si no había bar alguno y ni vendedores mas o menos furtivos- estábamos en la primera Europa-. Tras dar un largo paseo por el Parque de Saint Jakobs hacia el coche, dimos con un Kiosco de bebidas. No se me olvidará nunca; me bebí una cerveza en botella de ¾ de litro- los alemanes y suizos en eso no escatiman-, recuerdo la marca y no hago publicidad, Mutzig. Creo que nunca he bebido una cerveza mejor. Luego al coche y 300 Km hasta Ginebra . De nuevo recurro a Serrat, No sabía o me preocupaba más, Tenía 30 años.

3ª Generación de Culés de Chamberí on-going


martes, 30 de abril de 2019

Liga 2018-19. Jornada 35. Barça-Levante. Campeones con gol de la BP como no podía ser de otra forma. 8 de 11.

La primera Liga que yo viví, no es que me pillara andando y hablando, ni siquiera sabiendo leer y escribir, sino que ya podía abordar la mayoría de las operaciones matemáticas que puede realizar una calculadora, empezaba ya a estudiar sintáxis y una segunda lengua extranjera en la España de los 80. Mi hija mayor de siete años, ya ha vivido 5, mi mediana de 5 ha celebrado conmigo 4, y la pequeña, que tiene 2 años, ya lleva 2 Ligas. Este contraste es lo que nos trajo Johan Cruyff en un principio, quien nos empezó a acostrumbrar a esa felicidad cotidiana que el advenimiento de Leo Messi ha sublimado. 8 de 11 rezaban las camisetas conmemorativas (ya convenientemente encargadas como regalo tardío de Sant Jordi), en un acierto por parte de los responsables de marketing blaugrana, desafortunadamente eclipsados por una deslucida y ñoña celebración al final del partido.


El Barça se encontraba ante su primer match-ball a la Liga, tras haber conseguido el Atlético vencer en sus dos anteriores envites ligueros. Esta vez, estaba en la mano de los azulgrana finiquitar la Liga, cuestión más que conveniente ante la inmediata semifinal de Champions que siempre es recomendable que ocupe la totalidad de la atención del equipo para poderla afrontar con las mejores garantías. Valverde quiso de nuevo reservar a Messi, dejando a Suárez en punta junto con una especie de casting para ver quién será el acompañante del uruguayo y el argentino ante el Liverpool. Coutinho y Dembélé, volvían a coincidir en bandas y debían competir por el puesto, junto con el lateral derecho, quizás más abierto del once de gala azulgrana. En el medio campo también descansaba Busquets, repitiendo el centro del campo que una semana antes tan poco acierto tuvo ante la Real Sociedad en el Camp Nou.

El Levante, por su parte, parecía que rotara a su pareja atacante, pues tanto su goleador Roger, como su gran estrella el Comandante Morales comenzaban el choque desde el banquillo. Aun jugándose la vida, los granotas priorizaban sus dos próximos choques ante rivales directos como Rayo y Girona a la muy improbable consecución de algún punto en el Camp Nou. Pero siempre pueden contar con la más que segura buena actuación de su portero Aitor, que se trasnforma en una especie de Lev Yashin cada vez que se enfrenta al Barça, cuajando siempre magníficas actuaciones. Esta vez no sería menos.

El partido empezó con un Barça muy activo e incisivo, exigiendo desde el principio a la ordenada defensa levantinista. Suárez, Coutinho y en menor medida Dembélé, llegaban a las lindes de la portería visitante y parecía cuestión de tiempo el gol azulgrana. El juego se iba diluyendo, pero no las llegadas, y el Levante, no es ya que no llegara a Ter Stegen, es que ni siquiera pasó de medio campo en toda la primera parte en el Camp Nou. Pero con 0-0 se llegó al descanso.

Valverde, al final, parece que tenía muy claro el casting de la delantera, y cambió a Coutinho en el descanso, en una inequívoca señal de quien será el titular ante el Liverpool. En su lugar, para alegría de la parroquia, salió la Bestia Parda, y tardó un cuarto de hora en poner las cosas en su sitio, tras asediar la meta granota, cazó un balón suelto en el área, recortó con la izquierda y a la velocidad de la luz ajustó con la izquierda a la base del poste para poner por delante al Barcelona en lo que a la postre sería el gol que decidió el Campeonato de Liga.

Sin embargo, de ahí al final, el Levante se despertó y empezó a llegar a la meta de Ter Stegen, si bien concediendo huecos atrás que en cualquier momento podían sentenciar el partido. Pero el Barça no acabó de apuntillar a su rival, y sufrió un par de sustos mayúsculos con un mano a mano desperdiciado por Morales, que entró como Messi tras el descanso; y sobre todo un remate del también sustituto Bardhi en el descuento, que entre el poste y Ter Stegen consiguieron con un punto de suerte dejar a buen recaudo los tres puntos que significaban la consecución del título.

Acabó el partido, con festejos espontáneos de jugadores con sus familiares, hasta que un bastante flojo speaker junto con una canción bastante ñoña e inadecuada para el momento que se estaba viviendo, acabaron con la euforia de la grada y el campo, que ni siquiera un animado Gerard Piqué consiguió reanimar. Una pena que una celebración organizada echara al traste con la eufórica celebración de un Camp Nou casi lleno. Cosas del marketing.

Para terminar, me gustaría dejar un dato muy sintomático. Antes de la llegada de Johan Cruyff al Barcelona como entrenador en 1988, se habían ganado 10 Ligas desde la primera de 1929, precisamente ganada por el Barça. Desde su llegada, son 16 en menos de 30 años las que hemos celebrado, lo que deja una señal inequívoca de lo que significó Cruyff para espantar los demonios de un club perdedor. Demonios que definitivamente ha ahuyentado un Leo Messi, que ha ganado 10 de las 15 Ligas que ha jugado, perdiendo otras 3 en la última jornada, en la demostración de la bestia competitiva que estamos disfrutando todos los culés, y que nos ha afianzado en este felicidad cotidiana que personalmente tanto agradezco en mi visión hedonista del fútbol, y que también expresa esa camiseta con el "8 d´11" que en breve ocupará mi armario.

Además, mientras consigue Ligas y nos hace felices, la BP sigue engrosando su #Bestiapardometro hasta llegar a niveles de nunca nadie a final de abril: