jueves, 29 de noviembre de 2018

UCL 2018-19. Jornada 5. PSV-Barça. Para no ser un experimento, casi nos sale un mutante

Pocas victorias me han dejado una sensación más agridulce que la de anoche en el Philips Stadion. El Barça confirmó por duodécimo año consecutivo, un registro formidable por otra parte, su clasificación como primero de grupo para Octavos de Final de la UEFA Champions League, tras derrotar 1-2 al PSV, campeón y lider de la Eredivisie que domina sin haber perdido siquiera un punto. Y lo hizo con la enésima demostración de supremacia sobre el fútbol de Leo Messi, al que bastaron media docena de detalles y uno supremo en el primer gol para tapar todas las carencias del equipo. Hasta aquí, todo lo positivo que se puede decir del partido de anoche.


En el lado contrario, podemos dividir los puntos negativos en dos registros claramente separados por el pitido inicial del colegiado. Atendiendo a la sucesión temporal, tenemos que hablar en primer lugar del enfoque que se le dio al partido. Un encuentro en el que coincidieron muchas bajas del teórico once titular, como el muy añorado durante todo el partido Arthur, Luis Suárez y la postrera sorpresa de la recaída de Umtiti, cuyo cuadro clínico comienza a tener una pinta horrible. Ello obligó a la ilusionante presencia de jugadores del filial en el viaje a Eindhoven.

Ya allí, asistimos a la lamentable rueda de prensa de nuestro entrenador, que preguntado sobre la posibilidad de que algún joven tuviera oportunidad de jugar, respondió diciendo que no quería experimentos, en una inequivoca falta de respeto a los jugadores, y haciendo gala una vez más del dañino cortoplacismo que asola al club en todos sus estamentos, como escribí ayer. Sus palabras fueron confirmadas con el hecho de que la joya de los chavales, a quien todos deseamos ver jugar con el primer equipo, Riqui Puig fue uno de los descartados en la convocatoria definitiva, debiendo conformarse con ver el partido desde uno de los cómodos palcos del estadio holandés.

¿Y acaso nos estábamos jugando la clasificación? En ningún caso, pues ya estábamos desde el anterior partido en Milan, clasificados para Octavos. Solo nos jugábamos el ser primeros, lugar que prácticamente nos asegurábamos con el empate, salvo victoria del Inter, que dejaría el último partido en el Camp Nou ante un Tottenham ya eliminado, una última posibilidad de serlo. El problema es que nos hemos creído demasiado el mantra del "partido a partido" y parece que en el club no son capaces de mirar con una perspectiva no ya estratégica, sino de la temporada en global, y no llegar a marzo con los titularísimos fundidos, y los suplentes faltos de ritmo por la falta de partidos.

A todo ello, hay que sumar, que tal y como se hizo con Umtiti el sábado en el Metropolitano, con el resultado que ayer pudimos comprobar, se forzó la reaparición de dos de los titulares que venían de lesiones musculares: el brasileño Coutinho, que sigue jugando con el freno de mano puesto, sin aportar esa dosis de genialidad que se le supone, y la niña de los ojos de Valverde, Ivan Rakitic, cuya temporada tras el Mundial y especialmente el partido de ayer está mostrando un nivel muy por debajo de lo esperado, sumando pérdidas en lugares comprometidos de manera alarmante.

Y una vez el árbitro señaló el comienzo del partido, nos encontramos ante el segundo acto del drama, el juego en si. El partido empezó con tres acercamientos peligrosos de los holandeses que fueron acertadamente abortados por Ter Stegen, que volvió por sus fueros en cuanto a la defensa de su portería, pero que estuvo errático en el juego con los pies, no midiendo bien los riesgos asumidos, al estilo del primer Ter Stegen ya olvidado que aterrizó en el Camp Nou. Estamos seguros que será un pequeño bache que superará en breve. La primera media hora fue pobrísima, con continuas pérdidas de balón, muchas de ellas no forzadas y en situaciones de pase fáciles para el nivel técnico de los jugadores azulgranas. Busquets jugaba excesivamente metido entre los centrales, lo que sumado a la excesiva altura que un Vidal, cuya movilidad vertical muchas veces ensuciaba la jugada, y al comentado desastroso partido de Rakitic, desembocaba en una absoluta falta de control. Un caos que era muy bien recibido por un PSV que encontraba fácilmente el camino hacia la portería blaugrana.

Tan solo pasada la media hora, pareció que el Barcelona, tan solo por unos minutos, se hacía con el mando, que no con el control del partido, con una serie de llegadas pelgrosas que entre el portero y los defensas holandeses bajo los palos, evitaron que se tradujeran en ventaja azulgrana. Con unos últimos achuchones holandeses, que incluso llegaron a estrellar tres balones en la madera, se llegó al descanso. Se había pasado del insulso control del Metropolitano a un intercambio inmisericorde de golpes que si bien quizás para el espectador neutral desde luego era manifiestamente más deseable que el tostón del Metropolitano, se puede considerar hasta más preocupante, porque lo que es seguro es que no fue buscado por el equipo azulgrana.

El inicio de la segunda parte pareció cambiar algo el escenario, pues dejaron de llegar los jugadores holandeses a certificar el extraño atuendo de nuestro guardameta, obligado por esas extrañas teorías cromáticas de la UEFA a jugar con una pinta más propia de un partido de padres de alumnos en el colegio por Navidad, que de una competición profesional. Y este cambio se acentuó después de otra sobrenatural acción individual de la Bestia Parda que en un segundo fue capaz de acomodarse con dos toques sutiles el balón y soltar con un tercero un latigazo a la escuadra del palo corto, absolutamente imparable para cualquier guardameta de este mundo y puede que de muchos otros. Otra genialidad cotidiana con efecto directo en el marcador y en el partido.

Así se fueron sucediendo mejores combinaciones del centro del campo y la delantera azulgrana, en el que Dembélé volvió a ser protagonista con sus luces y sus sombras, pues no acaba de finalizar todo los que genera. En una falta lanzada por Messi, de manera defectuosa como él se encargó de confirmar en el post-partido, Piqué remató con el interior ajustado al palo, para después trolear en la entrevista a pie de campo diciendo que estaba muy ensayado en los entrenamientos. Curiosamente con el segundo gol pareció que el equipo decidió tomarse el resto del partido a beneficio de inventario, y los voluntariosos jugadores, a imagen y semejanza de su entrenador, el ex-blaugrana Mark Van Bommel, en un último acto de rebeldía volvieron a asediar la portería de Ter Stegen para acabar acortando distancias con un muy buen remate de su gigantón delantero Luuk De Jong, que comparte apellido con Frankie, el deseado jugador del Ajax. Afortunadamente, ninguno de los holandeses tenía su noche y tampoco alteraron demasiado la impertérrita pose de nuestro guardameta alemán, y el partido tocó a su fin con el objetivo clasificatorio cumplido, pero un nuevo abanico de dudas sobre el juego y sobre todo la absoluta falta de control sobre el partido. Al final, para no haber hecho un experimento, casi nos sale un mutante.

Y es que ayer, si enfrente tenemos un equipo de nivel "Octavos de Final", es más que posible que nos hubiéramos vuelto con un disgusto importante. Y es que tras los visto en los últimos tres partidos, la manta que cubre al Barça es demasiado corta, ya que si cubre los pies deja al descubierto pecho y cabeza, y si cubre la cabeza nos destapamos desde los muslos. Habrá que tejer un buen trozo adicional para cumplir los objetivos de la temporada, y esperemos no conformarnos con unos remiendos que se nos puedan deshilachar en el día menos pensado, especialmente en las eliminatorias de primavera como ya nos pasó hace unos meses en Roma.

La Bestia Parda, mientras tanto, a lo suyo. Engordando el Bestiapardómetro para los amantes del Fútbol en Teletexto:





miércoles, 28 de noviembre de 2018

Cortoplacismo, el mal que viene asolando el Barça desde hace más de un lustro

Uno ya tiene una edad, más de la que le gustaría, o incluso quisiera aparentar, y las ha visto de todos los colores. Empecé siendo un levantarrecopas como todos los de mi generación, y bien orgulloso que lo era, defendiendo al Barça en territorio comanche, siempre en inferioridad numérica y de títulos.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Liga 2018-19. Jornada 13. Propuesta decepcionante y empate inextremis en el Metropolitano

Tras el siempre a mi modo de ver inoportuno parón de las selecciones, volvía la Liga con un partido de muy altos vuelos. El excesivamente irregular Barça de Valverde visitaba la cancha de uno de los rivales por el Campeonato, el Atlético del Cholo Simeone, tan solo un punto por debajo de los azulgranas tras el inesperado tropezón culé ante el Betis, y la victoria in-extremis, gol del cojo incluído, de los colchoneros en el duelo de atléticos. Una derrota en el Metropolitano significaría el sorpasso rojiblanco y quizás un importante estoconazo en la confianza azulgrana, y más en concreto en la de su entrenador Ernesto Valverde.


Además, se presentaba un duelo lleno de bajas relevantes en los dos equipos. Por los rojiblancos, Godin, heroe por su gol final pese a jugar renqueante, y Giménez, no podían estar presentes por parte colchonera, perdiendo a su dupla titular de centrales, aunque quizás sea la posición con mejores recambios de todo el fútbol mundial a día de hoy. En el Barça, el sancionado pero también lesionado Rakitic y el todavía renqueante Coutinho, quedaban fuera de la convocatoria, donde sí entró el polémico Dembélé, gran protagonista al final del encuentro. También volvía Umtiti al once, en un decisión a mi modo contraproducente por parte de Valverde, por el mal mensaje que envía a los candidatos a pelear un puesto en el once, pues Lenglet había sido quizás el mejor hombre de la defensa durante la ausencia del campeón del mundo.

Valverde, no pudo retraerse de su esencia más conservadora, y colocó en banda derecha a la dupla Semedo-Sergi Roberto, que más allá de la debacle de Roma, todavía están por deleitarnos con su primera actuación destacable como compañeros de carril. Vidal, por su parte, ocupaba el puesto en el once, que no en el esquema de Philippe Coutinho. Así, se pudo ver un claro 1-4-4-2, en el que las más de las veces, Arturo ejercía de punta de rombo, acomodándose en función de la altura de Messi, que se aproximó más al chileno que a Luis Suárez en sus posiciones atacantes. La Bestia Parda tuvo un partido bastante gris, aunque solo cuando el baló pasaba por sus pies se podía atisbar un mínimo de peligro para Oblak.

Simeone, por su parte, fue fiel, extremadamente fiel a su propuesta habitual. Cerrar todos los espacios, a costa de no tener ni la más mínima oportunidad de divisar a Ter Stegen en casi todo el partido. Lemar y Saúl ejercían de doble lateral, viviendo a 75 metros de la portería contraria y Griezmann y Costa, jugaban por detrás incluso de los interiores azulgranas. La consecuencia fueron casi 80 minutos de posesión insulsa azulgrana con más efecto defensivo que atacante, llena de pases de seguridad hasta en tres cuartos de cancha, y ni siquiera una salida en contragolpe mínimamente peligrosa del Atlético. Un auténtico suplicio para el espectador neutral.

Pero en el primer saque de esquina atlético, (sí el primero) un arrastre masivo al primer palo engañó a toda la defensa azulgrana y al propio Ter Stegen, para en el segundo palo y en un dificilísimo escorzo, Diego Costa marcara su primer gol contra el Barça. A partir de ahí, Valverde sacó a toda la artillería disponible (Malcom y Dembélé) para en un descontrolado ir y venir, acabar empatando en el último minuto del tiempo reglamentario, al aprovechar el díscolo francés, un exceso de atención atlética sobre Messi, que todavía acertó a meter la punta del pie y dejar frente a Oblak al "Mosquito" que con amague infartante incluido, acabó por alojar el balón en la red, tras pasar bajo las piernas de Oblak y no poder ser despejado por Lucas Hernández, quien se pasó el partido dando vueltas ante cualquier mínimo contacto, por cierto.

Siendo esta la segunda temporada de Valverde, me decepcionó muchísimo el planteamiento y desarrollo del partido por parte azulgrana. Parecía un partido de época de crisis, donde se intenta evitar a cualquier precio verse expuesto ante la posibilidad de ser humillado. Hubiera sido un aceptable encuentro para septiembre de 2017, no para estas alturas. Y es que, sintiéndolo mucho, uno se ha acostrumbrado a degustar foie, jamón ibérico y trufa negra tras quince años de Messi, y el Chopped con paté a la pimienta, aun saludable y comestible no nos seduce en absoluto. 

He leído de algunos optimistas que el gol azulgrana hubiera llegado en cualquier caso y que el accidente fue el gol de Costa. Pero, ¿alguien se cree que con 0-0 Valverde habría enloquecido el partido?. Nadie verdad. Pues eso. A mí nunca me puede gustar un planteamiento de partido que busca no perder. Aparte de que si no eres el Atletico de Simeone, el Milán de Capello o la Juve de Trapattoni, es un seguro de derrota a medio plazo. Puedo entender que el Atlético esté tan imbuido del espíritu cholista que incluso disfruten con el sufrimiento de sacar un 1-0 contra cualquiera, pero yo no he venido a esta vida para sufrir, y quiero que mi equipo vaya a buscar la victoria, arriesgue en el planteamiento y entretenga durante el partido; porque, no lo olvidemos, solo cuando hemos sido valientes, hemos dominado el fútbol europeo. El Barça, nos guste o no, no gana una Champions siendo 4º en la Liga, tiene que ser indudablemente el mejor, como demuestra el hecho que las 5 Copas de Europa han ido acompañadas de campeonatos de Liga, e incluso 2 con triplete. Tengámoslo siempre presente.

Pese al gris partido de la BP, seguimos sumando en el bestiapardómetro:


lunes, 12 de noviembre de 2018

Liga 2018-19. Jornada 12. Barça-Betis. Setién asalta el Camp Nou dando un soberano recital

Domingo muy futbolero el que se presentaba con muchos partidos interesantes, coronados por el primer round del histórico Boca-River en la final de la Libertadores. Y la tarde empezaba con un más que prometedor Barça-Betis. Y desde luego, no decepcionó, sino más bien todo lo contrario. El Betis más radical en su propuesta, se llevó una más que merecida victoria del Camp Nou, tras más de dos años invicto, en el partido 50 de Valverde en Liga como entrenador del Barça.



Volvía Leo Messi, y Malcom, tras su gol en Milan ocupaba la posición del recientemente lesionado Coutinho. Además, Valverde, de manera muy acertada, daba un toque de atención al díscolo dentro y fuera del campo Dembélé, y lo dejaba fuera de la convocatoria. El Betis, sorprendentemente dejaba fuera del once a Canales, pero su puesta en escena fue innegociable, pese a perder dos o tres balones en la salida de balón ante la inicialmente eficaz presión culé.

Pero esas, simuladamente temerarias jugadas en su área pequeña tenían un objetivo. Sería interesante leer a mucho entendido lo que pensaba, decía o escribía en esos primeros cinco minutos. Seguro que otra vez goleada del Barça al culé Setién que se suicida de nuevo en el Camp Nou. Y nada más lejos de la realidad, esa salida siempre jugada ocasionó una atracción de centrocampistas y delanteros azulgranas, ansiosos ante la posibilidad de robar el balón muy arriba, pero dejando 70 metros por detrás para que si el primer pase de seguridad del Betis tras robar el balón era acertado, como ocurrió casi siempre, se abriera múltiples caminos hacia la portería de Ter Stegen, y casi todos en uno contra uno, si no en superioridad numérica. Toda una lección de Setién, especialmente dedicada a aquellos del "sin Xavi e Iniesta, no se puede jugar así".

Es cierto que el Barcelona estuvo desastroso en muchas acciones, como muestra el error de Ter Stegen en el tercer gol, aguando el primer conato de remontada, o la segunda tarjeta amarilla a Rakitic que también cortaba el segundo intento de remontar tras el tanto de Arturo Vidal. Sin embargo, también debemos aceptar que el Betis se plantó con mucho peligro no menos de una docena de veces ante la meta azulgrana. Y además, respondió con cambios ofensivos, como la entrada de Canales, y posesiones largas ante cada gol azulgrana para mitigar el desenfreno que cada gol azulgrana podía ocasionar en el partido. Tuvo la suerte de marcar muy rápido tras los dos goles, es cierto, pero no lo es menos que esa suerte la buscó de manera compulsiva el equipo bético.

El partido puso al equipo frente a sus vergüenzas, y un equipo que realmente tiene interiorizado, casi tatuado el juego de posición, como el de Setién, le dio un soberano repaso a otro que vive de las rentas, del recuerdo y la fama y de la inamovible tendencia futbolística de algunos de sus jugadores más determinantes, pareciendo que, de verdad se se está practicando ese juego, como muchos vimos o quisimos ver, por ejemplo en Milán. Pero que ante un varapalo como el de ayer, te vuelve a hacer dudar de si lo que veníamos viendo era un espejismo o era real. Más tras ver que a las primeras de cambio, el sustituido precisamente era quien había virado hacia ese puerto del control del partido al equipo con su entrada en el once, Arthur, para dejar su sitio a su némesis futbolística, Arturo Vidal. Y conste, que no estoy diciendo que el cambio no estuviera bien hecho, pues habiendo perdido ya en el primer tiempo con semejante claridad la lucha por el estilo, tocaba tocar alguna cosa para equilibrar el partido, y en cierta manera se consiguió en el inicio del segundo tiempo. Y además, en clave de fútbol de teletexto, el excéntrico chileno marcó un gol y dio una asistencia, que no son malos números en cuarenta y cinco minutos.

Setién es un maravilloso radical, al que, inexpicablemente se cuestiona mucho en Sevilla, cuando ha llevado al equipo a Europa en su primera temporada, y pese a un desacertado, sobre todo en el acierto rematador, primer tercio de Liga, ha sido capaz de brindarnos dos espectáculos consecutivos como el partido del Celta de la jornada anterior, y el de ayer. Además, jugadores que dudo mucho que hubieran elegido jugar en el Villamarín, como Bartra, william Carvalho o Lo Celso, han llegado encantados, seducidos por la propuesta del técnico cántabro y su equipo de trabajo, que, además, ha sacado al primer plano mediático varios canteranos como Junioe, extraordinario ayer, o Loren, que se las tuvo con mucho acierto con nada menos que Piqué y Lenglet, o recuperado a jugadores como Mandi, Guardado o Canales, y alargado la vida al mito bético Joaquin. Seguro que no todos los partidos serán como el de ayer para el Betis, pero siempre es un equipo al que el neutral le gusta sentarse a ver, y tengo pocas dudas que volverá a luchar por puestos europeos al final de campaña, además del buen papel que de momento está cuajando en Europa League.

Es un tropiezo que duele por la forma, pero que se pudo disfrutar como amante del fútbol de posición, ese que creo muchos queremos como referencia innegociable del Barça. Pero también existieron algunas notas positivas que mencionar, como el debut en Liga de Aleñá, al que Valverde acudió para darle mayor peligro al mediocampo, una vez ya partido el encuentro, y que esperemos que sea una opción habitual para el técnico en próximas fechas, empezando, por qué no, en el Metropolitano ante la ausencia de Rakitic. Munir también estuvo posicionalmente impecable en el rato que jugó, y muy acertado y fino en sus intervenciones. Y Lenglet confirmó que es un pedazo de central que complicará mucho a Umtiti su vuelta a la titularidad si continúa a este nivel.

Por último, hablar de Messi y Valverde. El primero, una vez visto que no podía sostener el más mínimo choque, debió a mi modo de ver no haber salido de inicio, y si acaso, con vistas al Metropolitano, haber jugado la última media hora. Aun así, dos goles, el pase decisivo en el otro tanto, y algunas jugadas marca de la casa que dejaron a compañeros en posición ventajosa. Pero me parece que la mera presencia del argentino, hace que los compañeros, inconscientemente, se encomienden a su tremenda capacidad de impactar en los encuentros, y den un paso atrás, como se pudo ver a jugadores cuya personalidad poco podemos dudar como Luis Suárez o Rakitic, mucho más grises que en partidos anteriores. Valverde, por su parte, me decepcionó más todavía por su rueda de prensa post-partido que por su planteamiento, declarando que el Betis no había sido superior, lo que no sé si pensar que es una falta de visión futbolística alarmante o que nos quiere tomar por tontos, pero ninguna de las alternativas me alivia lo más mínimo. En lo que respecta a mi, ha perdido una parte importantísima del crédito que la temporada pasada a mi modo de ver se ganó merecidamente. Ahora llega un parón de selecciones que puede hacernos meditar sobre la situación del equipo, recuperar sobre todo a Messi, y preparar a conciencia el importantísimo partido a la vuelta de los partidos de selecciones que se disputará en el Metropolitano ante el Atleti.

Por último, con la reaparición de Messi, vuelve a sumar el Bestiapardómetro:



miércoles, 7 de noviembre de 2018

UCL 2018-19. Jornada 4. Inter-Barça. Este es el camino.

Tras cuatro partidos ya tenemos al Barça clasificado para Octavos de final de la UEFA Champions League de esta temporada, y si no es por el tardío empate del eficientísimo Mauro Icardi, ya lo haría como campeón de grupo. Pero la clasificación no es lo importante, sino las sensaciones que dejó anoche el equipo, imperial desde el primer minuto en un escenario donde no es fácil imponerse con semejante jerarquía en el juego, ni, como vimos al final, en el resultado.


La visita al Giuseppe Meazza traía recuerdos recientes dolorosos con aquella semifinal del volcán islandés, con el viaje en autobús tras ser duramente exigidos por el Espanyol en Cornellá, y la controvertida actuación del compatriota del entrenador local, el ya maldito entre la afición culé, Olegario Benquerença. Se le ha dado mejor al Barça, cuando el estadio ha estado en modo San Siro, y el rival ha sido el Milán, incluso en modo semifinal de Copa de Europa, como la del gol de Giuly en 2006.

Sin embargo, el Barcelona, con la novedad de Dembélé en el lugar de Rafinha, ocupando el lugar del todavía convaleciente, y acertadamente reservado Leo Messi, dejó su carta de presentación desde el primer minuto. Tras un primer ataque y presión acertada del Inter, los azulgranas respondieron con una posesión de un par de minutos, tras disparo de Dembélé, que vino a significar que se iba a jugar a lo que los chicos ayer de rosa (por cierto, increíble lo que gana la camiseta vista desde la toma televisiva, con lo fea que parecía).

Fueron casi 90 minutos de dominio absoluto, dejando apenas media docena de salidas del Inter, sin demasiado peligro en todo el partido, con un Icardi absolutamente inédito (hasta que pilló una, claro) y un batallador Perisic desesperado ante la falta de posibilidades atacantes. Si el Inter se mantuvo a flote fue por las habilidades de su portero para ir apagando incendios en forma de paradas. Y es que Handanovic, para mi, es el mejor portero underground del mundo, capaz de dejar en el banquillo durante años, nada más y nada menos que a Jan Oblak en la selección eslovena, y que en 2015, estuvo muy cerca de ser la alternativa experimentada a la juventud de Ter Stegen en el Barça, rol que al final asumió con gran acierto Claudio Bravo.

Un día más, ante la ausencia de la Bestia Parda, todo el equipo rozó al menos el notable, sumamente concentrados y liderados por un rejuvenecido Suárez, que se ha tomado casi como algo personal que se note lo menos posible la madre de todas las ausencias. El uruguayo dio un verdadero clínic de movimientos de delantero centro. Además, Coutinho, que últimamente había sido criticado por su timidez a la hora de tomar las responsabilidades que a bote pronto le debían corresponder en el escenario sin Messi, cuajó, a mi modo de ver, el mejor partido desde que llegó desde las orillas del Mersey, liderando el ataque azulgrana desde el lado izquierdo, pero ocupando la media punta por detrás de Luis Suárez, y desmontando una y otra vez a la defensa interista, tan solo mantenida en pie por el gran partido de Skriniar.

El centro del campo azulgrana dominaba la situación, amenazando el último tercio de campo de manera continuada, y robando con rapidez y asiduidad en los primeros segundos de cada posesión italiana. Atrás, un imponente Piqué y un cada día más asentado Lenglet, apretaban haca delante para evitar recepciones tras la línea de presión azulgrana, y así no dar pie a transiciones fulgurantes que pudieran llegar a encontrar a Icardi.

Parecía una cuestión de tiempo que se pusiera el marcador de cara, pero pasaban los minutos, y el gol no llegaba. Tuvo que ser el "defenestrado" Malcom, quien en su primera jugada tras sustituir a Dembélé (que una tarde más tuvo sus luces y sus sombras), se rebelara ante su ostracismo y de un buen disparo en la frontal, abriera el marcador y el liderazgo definitivo en el grupo. El chaval, lo celebró entre lágrimas, de manera entrañable más que reivindicativa, y los compañeros, desde el banquillo y el campo fueron a abrazarle en una señal de la buena salud del vestuario. A mi, que no dejo de ser un sentimental, el gesto, tan espontáneo como tierno, me ganó, y desde hoy me subo al Malcomismo con sumo gusto.

Sin embargo, una jugada tibiamente defendida en área propia, acabó en los pies de Icardi, que en su primera intervención del partido mínimamente mencionable, puso el empate. Y no es casualidad, porque en la Lega lleva 6 goles en 8 disparos, una auténtica mostruosidad. Además, corrío a por el balón para ir a por el partido en los últimos minutos, como ha pasado ya varias veces esta temporada para el Inter. Sin embargo, el Barcelona cerró el partido, consciente de lo conveniente del empate, pese al sabor agridulce del mismo, tras un partido que se enmarca entre los mejores de la era Valverde, y que a mí, personalmente, me dejó el mejor sabor de boca de la temporada. Por encima incluso de la manita al Madrid. Será que soy un poco lírico...

lunes, 5 de noviembre de 2018

Liga 2018-19. Jornada 11. Rayo-Barça. Tres puntos, remontada y poco más.

Una vez pasada la euforia por la nueva manita al Madrid en el Camp Nou, volvía el Barça a la Liga, ya como líder en uno de los estadios para mi más entrañables del fútbol español: Vallecas. Allí, muchas veces de niño, mi padre, el primigenio Culé de Chamberí, y sobre todo mi abuelo, un seguidor del Athletic de Bilbao porque allí no jugaban extranjeros (eran otros tiempos), me llevaban de la mano, recorriendo toda la Línea 1 de Metro, desde Rios Rosas, hasta el final entonces de la línea, en Portazgo. Partidos de barrio, puro, alhoadilla y gorra para evitar la insolación, fútbol de 2ª división, donde vi por ejemplo golear a un Barça Atlético liderado por Rojo, escudado por Cándido, Clos y Calderé a principios de los ochenta.


Tras el empate del Atleti en Butarque, se presentaba la posibilidad de poner tierra de por medio (más de un partido) ante el otro teórico rival por el Campeonato, una vez consumada la estocada a los merengues. Y Valverde, como sabemos poco amigo de las pruebas, como no podía ser de otra manera, salío con el mismo once que ante Inter y Madrid, en las anteriores ausencias de un Messi que parece querer volver cuanto antes. Así, los primeros minutos fueron una continuación del buen control de juego de anteriores partidos, con los extremos yendo hacia dentro, dejando las bandas para las incisivas llegadas de los laterales, al son que marcaba Arthur desde el interior derecho.

Y en una de estas llegadas, un balón en profundidad para Jordi Alba, similar al primer gol al Madrid, lo controla el de Hospitalet, y con calma apura línea de fondo para levantando la cabeza, encontrar esta vez a Luis Suárez que empuja cruzado el primer gol del partido, consecuencia lógica del dominio inicial culé. Pero este dominio se fue diluyendo, o mejor dicho haciendo menos dañino en tres cuartos, facilitando una mayor agresividad del Rayo, que si bien tampoco amenazaba en exceso, se veía más cómodo a cada minuto que pasaba. Así, tras un primer aviso a la media hora, un balón suelto en la frontal lo aprovechaba Pozo, para con un gran disparo batir a Ter Stegen y poner las tablas con las que se llegó al descanso.

A la salida del vestuario, más de lo mismo. Poco incisivo el ataque posicional azulgrana y contras rayistas llenas de confianza. Los atacantes azulgranas no acababan de amenazar y esto daba aire a los locales en defensa y espoleaba sus ataques. Así, tras un centro rematado de cabeza al palo por Raúl de Tomás (otro canterano merengue que se pasó el partido rascando), el recién entrado Alvaro empujaba a la red la ventaja rayista.

A partir de ahí, pese a los cambios azulgranas que pretendían dinamizar el ataque con Munir y Dembélé, se vivió un periodo de impotencia azulgrana, falto de reacción ante la inesperada desventaja, que desembocó en muchos minutos donde no pasó nada. Se acercaba el minuto noventa y no se observaba atisbo alguno de posibilidad de remontada. Ahí Piqué, creo que de inicio unilateralmente, se personó en el área rayista para descolgar balones y en uno de ellos, un hasta entonces desafortunado Dembélé, de magnífico remate a bote pronto, lo enjaulaba en el palo largo para empatar el partido, y ahuyentar el fantasma de la derrota de Leganés, bastante similar a lo que venía acontenciendo hasta entonces en Vallecas.

Hay que destacar que el equipo, con el empate, sí que se conjuró y fue a por la victoria, y ya con el descuento para ser mostrado por el cuarto árbitro, un centro lateral de Sergi Roberto, lo luchó otra vez Piqué cargando el área, y acabó en el segundo palo, donde Luis Suárez lanzándose al suelo lo convirtió en el gol de la victoria, que aún pudo no serla, si con el tiempo ya cumplido una falta lateral rematada al estilo Manolas en el primar palo por el Rayo, no se hubiera encontrado a Ter Stegen en su sitio, interceptando el último intento local de llevarse un merecido premio a su partido.

Lo positivo, sin duda, la victoria y la consecución de una ventaja ya importante sobre los perseguidores inmediatos y teóricos. También la recuperación definitiva de un gran Suárez que ha tomado la bandera del liderazgo en la ausencia de su amigo y vecino rosarino. Lo negativo, todo lo demás, incluyendo un juego muy pobre durante más de una hora, falta de soluciones en el equipo para darle la vuelta a la situación adversa que se había presentado, ante otra vez un rival que tampoco dejó nada más que un encomiable entusiasmo. Muy poquito para hacer cosquillas a un equipo con aspiraciones, y en buena dinámica como parecía este Barcelona post-Wembley. Al menos, se le quitará la tentación a algunos indocumentados de empezar a pensar que sin Messi se juega mejor, porque ya vimos que simple y llanamente no es así.

Ahora viene un más interesante que importante partido en San Siro ante el Inter que pueda darnos la clasificación para octavos e incluso la primera posición del grupo en caso de sacar algo positivo de tierras italianas.