jueves, 21 de marzo de 2019

Liga 2018-19. Jornada 28. Betis-Barça. Game Over a la Liga gracias a Valverde, Suárez y sobre todo la Bestia Parda

Ponerle la guinda al fin de semana setándote a ver al Barça es de aquellos pequeños placeres de la vida, que desafortunadamente por el apretado calendario actual se va convirtiendo en una excepción que no hace sino obligar a degustarlo todavía más cuando se produce. En esta era de la inmediatez, de los impactos visuales, los highlitghts, uno que en eso se siente más viejo que otra cosa sigue convirtiendo en liturgia eso de disfrutar cada partido del Barça. 2 horas de cervecita, patatas o lo que se pueda picar sofá, compañía a veces... Tanto con tan poco, muestra pequeña de esos pequños placeres que te ofrece la vida y que sabiendo disfrutar te aproxima a la felicidad sin necesidad de grandes alardes.


Y en esto tiene un papel absolutamente estelar un tipo que lleva aderezando con su grandeza esos ratos durante década y media con la puntualidad de un reloj suizo. Sí, estoy hablando de la Bestia Parda (BP para los amigos). Una tarde más acudió a su cita con mi hedonismo vital futbolero para colmarlo. Era un partido, además, especialmente disfrutable, pues el rival, el Betis de Setien, que es el equipo de la Liga española cuyo juego más se adapta a mis gustos personales. Además la victoria bética en el Camp Nou en la primera vuelta, con repaso táctico de Setién incluido, añadía un punto adicional de morbo a la contienda.

Valverde sorprendió sacrificando al tercer hombre en ataque que acompaña a Suarez y Messi, dando entrada a Arturo Vidal, en una posición difícilmente clasificable, pues jugaba entre el interior izquierdo, la mediapunta y el área contraria, sacando partido de su pulsión vital por el movimiento y la intensidad, en un rol que le viene al pelo al chileno, y que mucho me temo dado el éxito del mismo veremos repetido más de una vez hasta el final de la temporada. Valverde renunció prácticamente a gobernar el partido con el balón, y ni le luchó el mismo a Setién, a cambio de forzar con la presión encabezada por la intesidad de Vidal a los defensas béticos, que siendo justos no tuvieron la más acertada de sus actuaciones. Sin embargo, el primer cuarto de hora no fue en ningún caso preludio de lo que vendría después, pues el Betis se aproximaba con frecuenci y peligro a las inmediaciones de Ter Stegen, mientras que el Barça apenas había avistado a Pau López en la portería contraria.

Pero, cualquier escenario es susceptible de ser modificado por el talento, y eso en cantidades industriales es lo que atesora el tipo que se enfunda la zamarra número diez en el Barça. Una falta en la frontal fue milimétricamente colocada en la escuadra derecha de la portería del Betis con un golpeo no menos potente que preciso, imposible para Pau, que en cualquier caso había dejado excesivo espacio entre él y su palo, por donde entró el misil del rosarino. El gol hizo mucho daño al Betis, pese a revolverse en un principio ante la desventaja, y pese a seguir dominando la posesión del balón, multiplicó sus pérdidas en salida, aumentando las ocasiones en las que el Barça robaba y en menos de cinco segundos se encontraba en situación de gol. Suárez falló una ocasión muy clara, pero al filo del descanso se desquitó habilitando de tacón a Messi que entraba en el área y de primeras, con el exterior del pie izquierdo, depositó la pelota en la portería bética. Gol psicológico, jaque mate al partido y game over a la Liga salvo desmoronamiento descomunal sinigual en la historia del Barça.

La segunda parte empezó con una muestra palmaria de las contradicciones de Luis Suárez consigo mismo. Falló un gol cantado, solo ante Pau López y sin embargo embocó uno que bien pudiera haber firmado su compañero en la delantera, cabalgando desde medio campo y desparramando defensas por el camino (mención especial para Bartra, el pobre sigue siendo un especialista en salir en fotos embarazosas de goles ajenos), acabar por definir con frialdad ante la portería bética.

De ahí al final, el Betis encontró el gol del honor por medio del recién incorporado Loren, pero el partido hacía mucho tiempo que estaba cerrado. Cerrado en el marcador, que no en las emociones, pues la Bestia Parda todavía no había dicho la última, y en una combinación con Rakitic, ya dentro del área, con un toque suave, preciso, pero imposible, elevar en parábola sobre un Pau López que no estaba adelantado, sino en su árez pequeña, y alojar previo toque en el larguero el balón en la escuadra del palo largo. Otra genialidad al alcance de absolutamente nadie, que fue premiada con una escena nunca vista, un estadio ajeno coreando el nombre de Messi puesto en pie aplaudiendo, pues en Sevilla, y especialmente en el campo del Betis, la belleza y el arte siempre han sido puestos en valor por su afición.

La BP hizo bueno el planteamiento contraestilo de Valverde que le devolvió la pelota a Setién de la primera vuelta. Un planteamiento eficaz, que como excepción sería hasta admirable, pero que, si bien no de manera gemelar, sí que se acerca más al discurso de Valverde en estas dos temporadas que a un recurso para domar a un equipo tan especial como el Betis.

Esta semana, entre lo del Olympique y lo del Villamarín, el #Bestiapardometro ha sufrido un subidón importante, y ya se coloca al nivel "Mejor temporada de cualquier jugador de leyenda", quedando como sigue:


jueves, 14 de marzo de 2019

UCL 2018-19. Octavos. Vuelta. Barça-OL. Clasificación en tres actos con traca final

Tras las numerosas sorpresas que se venían desgranando partido tras partido en la vuelta de Champions, que han ido liquidando consecutivamente a algunas de los últimos verdugos del Barça en toda la década (Roma, Atlético y Bayern), así como al eterno rival, en estado de shock tras la exhibición de los jóvenes holandeses en el jardín de Messi, se presentaba el Olypique de Lyon en el Camp Nou, con un resultado peligroso como el 0-0 de la ida, engañoso por el desarrollo del partido, pero sumándole la presencia en el segundo envite de su mejor jugador, Nabil Fekir, que, afortunadamente solo estuvo a la altura en sus declaraciones finales sobre la grandeza de Messi.


Valverde, quizás escarmentado de ver las barbas del vecino cortar, decidió plantar su once más titular en el campo, con Coutinho en el extremo izquierdo ante las molestias musculares, de las que desgraciadamente ha recaído el francés Dembélé, y consecuentemente con Sergi Roberto en el lateral, una vez roto el binomio Dembélé-Semedo. Además, desde el minuto 1 se pudo observar que los culés iba "per feina" y no estaban dispuestos a dejarse sorprender por un tempranero gol que les obligara a remontar la eliminatoria, pues a los 10 minutos, ya se había tenido que estirar felinamente el portero portugués del OL, Anthony Lopes a llegadas de Messi y Suárez. Coutinho tiraba muchos desmarques verticales para estirar al equipo por izquierda, y parecía con una actitud menos melancólica que otros días.

El gol parecía cuestión de tiempo, y tuvo que ser en una confusa jugada tras pared de Messi hacia Suárez, que pareció mucho más penalti en vivo que en la repetición, tras la que de hecho me inclino claramente por el no penalti. Sin embargo, al existir contacto, entiendo que el VAR no podía entrar, y Messi en una réplica perfecta del penalti que dio a Checoslovaquia la Eurocopa de 1976, tumbó al agil pero excesivamente nervioso Lopes y suavemente levantó por el centro el esférico para poner al Barça en ventaja.

Pocos minutos después, en una salida rápida, el mismo Lopez se daba un golpe en la cabeza con el suelo, que le costó la sustitución antes del descanso. Poco antes, en una extraordinaria jugada de ataque del Barça, Arthur (magistral todo el primer tiempo) encontró en la frontal del área a un renacido Luis Suárez, que pareció durante toda la noche aquel de 2015 y 2016. El uruguayo, controló, giró y se plantó ante el portero para ceder a puerta vacía al necesitado de rehabilitación Coutinho, que puso distancia en el partido y en la eliminatoria. Así se llegaba al descanso con un resultado quizás corto para los méritos contraídos, pues en los últimos 10 minutos, el nuevo guardameta francés, ya tuvo que emplearse a fondo en alguna ocasión.

Con la llegada del segundo tiempo, también se abrió un segundo acto, mucho menos positivo y luminoso, huérfano de toda autoridad sobre el partido y por qué no decirlo energía. Fueron unos minutos, incluyendo un gol del OL a balón parado horriblemente defendido por el equipo, aunque hubiera falta a Lenglet, en los que reapareció la peor vesión del Barça de Valverde, esa de Roma o Leganés. Sin embargo, esta vez, Valverde agitó al equipo con los cambios, y sin ser del todo claves en el partido, pues su actuación fue más bien pobre en ambos casos, Vidal y Dembélé despertaron al equipo con su intensidad y profundidad respectivamente.

Y ahí se abrió el tercer acto, la traca final que puso el broche al partido y a los octavos, con la estelar presencia en todos los tantos de la Bestia Parda desencadenada pero selectiva en sus intervenciones. Primero, recibió de Busquets y tras desparramar un par de defensas en el área, depositó con cierto suspense al tocar el portero el balón en la portería y acabó con los ays de las gradas. Un par de minutos después, recibió en campo propio y fue en vertical hasta el área para inventarse un pase que no existía en absoluto para con una precisión de cirujano con su pierna derecha, esa que Pelé categorizó como mala, habilitar a Piqué que venía lanzado en una de sus excursiones habituales, que esta vez sí que acabó con el balón en las redes. Y para finalizar, Messi volvió a liderar otra contra para acabar dejando solo ante el portero a Dembélé quien por debajo de las piernas del portero, como viene siendo habitual en él, certificar la goleada y la clasificación a Cuartos de Final por decimosegundo año consecutivo, un hito que para un levantarrecopas como servidor, pone en perspectiva la época que estamos viviendo.

Veremos quién nos toca en Cuartos y Semifinales, que se sortean del tirón este próximo viernes, pero estamos en la misma situación que el año pasado: clasificados para Cuartos en Champions, en la final de la Copa y con una buena ventaja en la Liga. Esperemos que este año, pasemos el rubicón de los Cuartos. Si es por el indicador del #Bestiapardometro, creo que estamos ante una oportunidad importante.




miércoles, 13 de marzo de 2019

Liga 2018-19. Jornada 27. Barça-Rayo. Triunfo funcionarial a la espera del Lyon

Esta semana mi querido Rayo Vallecano visitaba el Camp Nou en un momento difícil, con un entrenador en entedicho, pese a ser a mi modo de ver el único capaz de llevar a buen puerto el barco bukanero vallekano, y al que casi le pedían la victoria en el campo del líder destacado para poder continuar en el cargo, y salvarse de una destitución absolutamente injusta y equivocada. Finalmente, ésta no se produjo, y al menos podrá dirigir al equipo en Villarreal el próximo finde, donde el Rayo, sí que realmente se juega la vida.


A servidor, el partido a media tarde del sábado le pilló en Córdoba, despidiendo la soltería de uno de mis grandes, en todos los sentidos, amigos, Fernon al que aprovecho para desearle toda la felicidad del mundo, una vez superada esa auténtica prueba de fuego a la que entre todos convertimos ese final de la vida de soltero, con una traca final digna de estudio. Mis amigos, sabiendo de mis necesidades futboleras, me llevaron pasada la comida a un local en las orillas del Guadalquivir, el Sojo Ribera, opción más que recomendable para el "tardeo" cordobés, y donde conviven, como dice la canción de Serrat, "gentes de cien mil raleas", y es que se puede ver todo tipo de gente de los 20 a los 70 años. Y no es una forma de hablar, es literal. Allí, al fondo ya en la terraza, me esperaba una pantalla de no menos de 100 pulgadas (ver foto de abajo) donde poder ver el partido, mientras dábamos cuenta de un variado elenco de bebidas alcóholicas en formatos variopintos.


El partido comenzaba con las rotaciones de Rakitic y Lenglet, sustituidos por Vidal (no Aleñá lamentablemente) y Umtiti, y la presencia en el flanco izquierdo del ataque del descorazonador Coutinho. El Rayo, por su parte ponía todo en el campo, salvo la sorpresa de la potente diestra de Bebé en el lugar de la traviesa movilidad de Embarba. El Rayo salío valiente y asomándose al área de Ter Stegen, aunque bien es cierto que sin requerir de su intervención. El Barça, por su parte, bastante espeso, con un Arthur que no acababa de tomar el mando y tener peso en el partido, lo que notaba el Barcelona. Este comienzo rayista tuvo su premio en una jugada de su delantero Raúl de Tomás, quien al más puro estilo Juan Palomo, se lo guisó y se lo comió ante Piqué y Semedo, para de un gran disparo raso y combado poner por delante a los vallecanos. El Barça, lejos de ponerse nervioso, eso es cierto, siguió con su dominio del balón, sabiendo que su ocasión llegaría, y así fue en una falta lateral, en la que Messi, que jugó un partido de nuevo en modo ahorro de energía, puso magistralmente en la cabeza de Piqué el balón para poner las tablas en el descanso.

Tras el mismo, se apreció algo más de ritmo, y en apenas cinco minutos, una internada del cada vez más atrevido Semedo, acabó con un, a mi modo de ver, claro penalti, que la BP se encargó de transformar con toda la tranquilidad. A partir de ahí, se apreció cierta dejadez en el Barcelona, ya más pendiente de la visita intersemanal del Olympique de Lyon en el vuelta de Octavos de Champions, que por cerrar el partido, pues el Rayo daba pocas muestras ya, una vez abajo en el marcador de poder reaccionar y poner en aprietos la portería de Ter Stegen, aunque en alguna jugada aislada dieron cierta sensación de peligro. Al final, ya en los últimos minutos, en la mejor jugada del partido, Dembélé, que había entrado al inicio de la segunda parte por el desacertado Arthur, centró para que entre Rakitic y Luis Suárez, combinaran para acabar el uruguayo rematando a puerta vacía la sentencia.

En resumen, un partido con poca historia, relativamente bien controlado salvo la primera media hora, en la que se consigue una cómoda victoria que permite mantener las distancias y descontar otra jornada en la carrera por el Campeonato de Liga. También sirvió para darle vida al Bestiapardómetro, un tanto parado en los últimos partidos contra el Madrid, extrañamente y que queda como sigue:


jueves, 7 de marzo de 2019

Liga 2018-19. Jornada 26. Real Madrid-Barça. Segunda victoria en 4 días y más de media estocada al Madrid y a la Liga

Tras la toma previa de entre semana del bastión rival en Copa, el Barça volvía a jugar en quizás el estadio donde se siente más cómodo jugando de toda Europa, el Santiago Bernabéu, para intentar acabar con cualquier atisbo de clavo ardiendo al que asirse por parte del madridismo y, de paso, dar otro golpe de autoridad que evite cualquier tentación del Atleti de no centrarse exclusivamente en la Champions con la final en su estadio de este año.


Dado que tanto el viernes como el lunes eran días no lectivos por Chamberí, nos fuimos con la familia y algunos amigos, a esquiar al pirineo ilerdense, concretamente a  Boí Taüll, donde solemos ir los últimos años a pasar un fin de semana largo de esquí en un ambiente más bien familiar y tranquilo. La casualidad quiso que por primera vez en bastante tiempo, no tuviera que asistir a un Madrid-Barça en territorio comanche, sino más bien amigo, como bien pude comprobar apenas me había sentado con un colega y su hijo, ambos madridistas, para ver el partido en el bar del Resort donde pernoctábamos. Bien es cierto, que elegimos la esquina madridista del bar, con un par de familias un tanto clandestinas, mientras que tanto yo como mis dos generaciones de madridistas que quisieron ver el partido, lucíamos atuendos oficiales de nuestros respectivos equipos.

El Madrid, salió con el que, dados los estados de forma de sus jugadores es su once titular, con presencia de Reguilón y el desacertado ante puerta Vinicius por banda izquierda, y con Bale en la derecha por delante de Carvajal. Desde el primer minuto se apreció que, a diferencia del partido de Copa, el lateral de Leganés no iba a contar con ayuda ninguna por parte de su compañero de banda, que de manera vergonzante se rebajó de toda responsabilidad defensiva sobre su teórico par, Jordi Alba, creando continuos dos para uno con Dembélé, que eran imposibles de defender. Tal fue su desvergonzada actitud, que llegó a cabrearme a mí, encantado en principio por su dejadez. La pitada que le brindó el Bernabéu al ser cambiado a la hora de juego, hasta me pareció leve, a pesar de lo que vaya diciendo el impresentable de su representante por los platós británicos.

Valverde, por su parte, consciente de lo milagroso del resultado de Copa a tenor del juego desplegado, trabajó en los días previos con mucho acierto para encontrar antídoto a los problemas tanto defensivos como de juego del equipo. En el primer epígrafe decidió darle el lateral derecho a Sergi Roberto, con Rakitic por delante, para buscar minimizar la efervescencia de Vinicius, y vaya si lo consiguió. El de Reus, le dio siempre salida a banda para allí, con la inestimable ayuda de un imperial Piqué bajar el suflé del brasileño, robándole una y otra vez la pelota en los alrededores de la portería. En lo relativo a la fluidez, la solución era clara: Arthur. El brasileño volvió a demostrar que es una pieza imprescindible si se quiere controlar un partido desde la posesión, y Busquets cada vez va entendiéndole mejor, y generosamente va adaptando sus movimientos para evitar los solapamientos de inicio de temporada.

El partido empezó con un Barcelona mucho más dominador que en la Copa, controlando perfectamente las escasas incursiones madridistas, casi siempre protagonizadas por el inocuo Vinicius, y siempre resueltas por la soberana actuación de la para mí sin duda mejor pareja de centrales del fútbol europeo a día de hoy: Piqué y Lenglet. El de la Bonanova se marcó un partido absolutamente rotundo, acertadísimo en el corte, despejando todos los balones aéreos que caían por su zona y ayudando como arriba mencionaba a Sergi Roberto en la trampa a Vinicius. Según avanzaba el partido, se iba vislumbrando la cercanía del gol azulgrana, pues cada vez que Messi tomaba un balón y habilitaba al sector izquierdo el peligro se olía. Y en esas, en una buena combinación de la pareja del sector derecho, Sergi Roberto vio el desmarque en ruptura de Rakitic que ganó la espalda de un desafortunado Ramos, y ante la pobre salida de Courtois, que descubrió casi toda su portería, el croata picó hábilmente el balón para que entrara suavemente en la portería madridista.

De ahí al final de primer tiempo, se vivieron minutos de sometimiento azulgrana, si bien algo faltos de punch final. El comienzo de la segunda parte, pese a los esfuerzos inútiles del Madrid por poner el equilibrio del marcador confirmó la superioridad azulgrana ante un rival psicológicamente hundido tras la derrota de entre semana y volver a verse a remolque en el marcador. Esta vez ni siquiera se necesitó una parada de mérito de Ter Stegen para llevarse a casa la segunda portería a cero consecutiva en el Bernabéu de la semana, y pese a que Dembélé, un infatigable Suárez y un Messi de nuevo en modo ahorro de energía, dispusieron de posibilidades para agrandar la herida, el solitario tanto de Rakitic finalmente decidió la contienda, apeó del segundo campeonato en 4 días al Madrid, y certificó la hegemonía del Barcelona tanto en el Bernabéu como en la Liga, que puede quedar definitivamente sentenciada a principios de abril con la visita del Atlético en el Camp Nou. Esperemos que así sea...