martes, 8 de febrero de 2022

Los nuevos se estrenan en el Camp Nou

Tras cincuenta días de abstemia por obra y gracia del calendario esquizofrénico de Tebas, el culé volvía a sentar su posaderas en su asiento del Camp Nou. Desde su última visita, la variante omicrón ha llevado a unos índices de infección nunca vistos, hemos pasado un agitado mercado de invierno, se ha suscitado una polémica con la decisión sobre nuestro representante en Eurovisión y por el camino nos hemos dejado dos competiciones, Supercopa y Copa.

 

Durante este mercado de invierno, el Barça no ha dejado de trabajar incansablemente para darle a Xavi alternativas en ataque a la galopante falta de gol que castigaba doblemente por la fragilidad defensiva del equipo. Pese a las dificultades del arbitrario control financiero de la Liga, Mateu Alemany se ha apañado para traerle de vuelta el, ya conocido semanas antes, carácter ganador y optimista de Dani Alves, un fichaje de campanillas de gran proyección como Ferran Torres, un extremo potente y de desborde como Adama, y ya sobre la bocina, un delantero goleador contrastado pero desahuciado por su anterior equipo el Arsena, como el togolés Aubameyang.

 

Todos ellos se estrenaban (o volvían en el caso de Alves) en el coliseo blaugrana, para más inri en un gran partido. El último campeón de Liga nos visitaba con la cuarta plaza que da acceso a las Champions del año que viene en juego. Salvo el recién llegado Aubameyang, falto de ritmo por haber sido apartado por Arteta, los otros tres fueron de la partida este domingo a primera hora de la tarde.

 

El primero en dejar su sello fue Adama. Xavi le había pedido que diera amplitud y encarara. En la primera media hora, había desesperado a un impotente Mario Hermoso al que dejó atrás en sus primeros tres intentos de desborde, incluida su participación en la gestación del empate, y una asistencia de gol a Gavi en un centro tocado al segundo palo. Pero además del acierto, su toma de dicisiones fue perfecta. Pese a su demoledor acierto en el desborde, nunca abusó, evitando las aventuras de uno contra dos o contra tres, que muchos nos temíamos podrían venir tras el prometedor comienzo. Además, ayudó en defensa a su lateral, conectó por dentro con sus interiores y con Alves, y siempre fue una referencia posicional abierto pisando la cal en la derecha para su compañeros para desahogar el juego. Una puesta en escena deslumbrante en su vuelta años después a la casa que le vio crecer como futbolista.

 

La gran adquisición de este mercado, la única realmente troncal para el proyecto de Xavi es la de Ferran Torres. Ferran empezó amenazante con un disparo que se marchó por poco, tuvo un trabajo oscuro, fijando centrales, ofreciendo descargas a los mediocampistas y siempre desmarcándose con sentido. Estuvo cerca del gol en diversas ocasiones pero no estuvo acertado en el último momento. Ya tras la expulsión, ofreció desahogo al equipo y amenaza al espacio que se echaba de menos en el equipo. Con él, la sensación es que va a aportar muchísimo tanto en el juego como en el marcador, y que su techo no se le adivina por su juventud y crecimiento futbolístico de los últimos tres años. Xavi tiene claro que será una pieza clave para el proyecto que apenas empieza a caminar por su nivel futbolístico, capacidad goleadora y su verstalidad para el ataque.

 

El que mejor conocía el olor de la hierba del Camp Nou por haberlo pisado dos veces por semana durante ocho temporadas, posiblemente las mejores de la historia del club es Dani Alves. Su partido, manchado por su justa expulsión, fue un recital de fútbol. Un gol y una asistencia para los amantes de la estadística ni siquiera hacen justicia al despliegue de conocimiento del juego del brasileño en la tarde del domingo. Xavi le colocó en esa posición innovadora de lateral en fase defensiva y mediocentro o interior según requería la jugada en construcción, con el objetivo de generar superioridades por dentro ante el mediocampo rojiblanco que en ningún momento supo entender cómo pararle. Su posición interiorizada evitaba el dos para uno a Adama, y fue clave para que el de Hospitalet tuviera ocasión de encarar sabiendo que saliendo de su par el peligro se aseguraba. Aupó a Busquets a una altura superior desde la que acaudillar la excepcional presión del equipo tras pérdida, siempre ayudada por la mejora en el circuito de pases que la pausa de Alves le proporcionaba a la posesión azulgrana, y de la que participaba Alves saltando al centrocampista de banda cubierta su espalda por la exhuberancia de Araujo a campo abierto. Nadie diría ayer que tiene 38 años y más kilómetros que la guitarra de Angus Young.

 

El último en presentar credenciales en el estadio azulgrana fue el último en llegar, Pierre Emerick Aubameyang. Salió a la hora de juego por un ovacionado Adama, y en sus primeros tres toques, tres descargas de primeras al centrocampista de cara, todos tuvimos claro que no tiene nada que ver con los fichajes de mayor o menor urgencia que el club se buscó para complementar la delantera, y cuyo nivel, pese al innegable esfuerzo de casi todos ellos, no estaba acorde con un club de la grandeza del azulgrana. Auba es otro nivel. Sus 32 años, si esa cabeza no le vuelve a traicionar, deben darnos todavía bastantes tardes de disfrute en el Camp Nou, pues pese a encontrarse nada más entrar, con la expulsión de Alves, en un escenario nada favorable para demostrar su valía, fue una constante amenaza que mantuvo a los centrales ocupados, y una ayuda imprevista cerrando centros y apoyando en la defensa ordenada de la última media hora, en la que el equipo no permitió siquiera una ocasión de gol a un Atleti en superioridad numérica.

 

Fue un gran estreno en casa de los "nuevos" en una gran tarde de fútbol como ya casi no recordábamos desgraciadamente los culés. Cada uno puso su granito de arena en mayor o menor medida para una victoria tan importante como terapéutica tras la eliminación de las copas y las dudas que empezaban a sobrevolar en el entorno. Con estas cuatro incorporaciones, Xavi tendrá que empezar a escoger, y seguirá teniendo opciones en el banquillo para meter revulsivos si el plan inicial no acaba de funcionar en un partido.