miércoles, 28 de agosto de 2019

Liga 2019-20. Barça-Betis. Una gran actuación coral comandada por Busquets y Griezmann

Segunda jornada de Liga, y primeros temores atávicos. La derrota en el debut en San Mamés se unía a la noticia de la ausencia en la convocatoria de la Bestia Parda, que parece si bien no se ha resentido, si que ha ralentizado su recuperación en el soleo, con lo que como mínimo, se alargará a 4 semanas la duración de su "tiempito fuera". La ausencia del rosarino en la convocatoria y su sustitución por el juvenil Ansu Fati, de tan solo 16 años, ensombrecieron la, para mí, más relevante decisión, la ausencia de Carles Aleñá, primer señalado oficialmente por Ernesto Valverde en su tercera temporada. Su sustitución en el descanso de San Mamés, no fue castigo suficiente para el técnico, que lo dejó fuera del partido posterior, pese a tener muchas bajas en ataque y muchos jugadores en el medio campo con escasa presencia en el pretemporada. Malos augurios para el del Maresme.



El partido cerraba la jornada, y el visitante era el único equipo que la temporada anterior había profanado el Camp Nou, con una extraordinaria exhibición, el Betis. Un Betis muy cambiado, en nombres, en técnico y en idea de juego, y que también, como los azulgrana, habían sufrido una derrota en el partido inaugural de la Liga.

Para enfrentar a los verdiblancos, Valverde puso en liza una alineación que fue bastante bien recibida entre la parroquia culé, pues por primera vez hacía coincidir en el once a Busquets (inédito en la jornada anterior) y De Jong, en una dupla en la que yo, personalmente, tengo puestas muchísimas esperanzas para reencauzar el juego del equipo en los parámetros que servidor aspira. Sergi Roberto, volvía a actuar de interior derecho, y arriba, un responsabilizado Griezmann, quedaba acompañado de un Rafinha que se ganó a pulso su titularidad en San Mamés, y un Carles Pérez que con la enésima lesión de Dembelé, vio abierta la posibilidad de debutar en el Camp Nou en Liga. Y a buena fe que no lo desaprovechó.

El primer cuarto de hora fue un monólogo muy meritorio del Barcelona. Instalado en campo contrario, con un Griezmann extraordinariamente participativo, con dos extremos bien abiertos que hacían girar a la defensa bética, y una vez más con dos interiores muy altos y abiertos, que posicionalmente facilitaban el pase desde la defensa hasta los extremos para hacer ganar altura al ataque azulgrana. Hasta en media docena de ocasiones rondó el gol el equipo local, hasta que en un pase un tanto arriesgado de Busquets que la falta de agresividad de Rafinha acabó por empeorar, el Betis montó una contra rapidísima que acabó con Nabil Fekir, el fichaje estrella de los béticos, encarando a Ter Stegen, para batirle con un inapelable tiro cruzado. 0-1, y los primeros temores atávicos ante las dinámicas negativas, siempre presentes y punzantes en el subconsciente del culé de a pie.

Sin embargo el equipo, lejos de venirse abajo, redobló la presión en campo contrario, consecuencia de una correcta colocación del equipo y liderada por un extraordinario Sergio Busquets, que se hartó de accionar segundas oportunidades, barriendo balones a lo ancho del último tercio de campo. Carles Pérez amenazaba constantemente y Rafinha, bullicioso ofrecía lo mismo en el otro extremo, con un Griezmann fijando centrales y siempre oliendo la sangre. Lo único que no acababa de fluir era De Jong, que demasiado alto, apenas aportaba con su extraordinaria interpretación de los espacios a ocupar en función de los movimientos de sus compañeros de zona, pero que no pudo brillar como nos tiene acostumbrados. Por fortuna, antes del descanso un gran balón a la espalda de los centrales de Sergi Roberto, lo empaló en escorzo Griezmann para igualar la contienda y aun Rafinha tuvo en sus botas empujar un balón en área pequeña pero de manera incomprensible no acertó con el balón.

Tras el descanso, el Betis se aculó todavía más en su área, y primero Griezmann con un gran disparo y celebración posterior "lebronesca" y  luego Carlos Pérez, con control orientado y pateo rápido, encontraban el rincón de Messi de la portería y daban ventaja merecida al conjunto azulgrana. Y antes del cuarto de hora, el enésimo robo de Busquets cerca de la frontal contraria, acababa con un pase a Alba para dejarlo solo ante Dani Martín, que estuvo bastante dubitativo toda la noche, y cerrar definitivamente el partido. El último cuarto nos dejó la confirmación del olfato goleador de Arturo Vidal, que marcó el primer balón que tocó para sellar un gran pase de Griezmann y la presentación en sociedad de Ansu Fati, un niño por aspecto y edad, que ni siquiera había debutado previamente con el Barça B en partido oficial, y que dejó gratísimas sensaciones, certificadas por el abrazo de Messi y su publicación en redes del mismo.

En definitiva un gran partido del equipo, sobreponiéndose a un inicio doloroso, y que nos deja a Griezmann ganándose con premura el perdón de la afición en el campo, tal y como él mismo anunció, a Busquets recobrando las mejores sensaciones, a los chavales Carles Pérez y Ansu Fati como protagonistas inesperados, y a Rafinha continuando en línea ascendente. Veremos el próximo sábado ante Osasuna en Pamplona.

jueves, 22 de agosto de 2019

Liga 2019-20. Athletic-Barça. Media docena de sinsabores y una buena noticia.

Empezó por fin de nuevo la Liga tras un par de meses de rumores, fichajes, presentaciones, giras, amistosos, y demás parafernalia futbolera estival que tanto hastío me produce. Todo, además, aderezado con una agría vinagreta de aroma a fracaso como consecuencia del estropitoso final de temporada, que convirtió lo que en mayo era inmejorable en una sensación de vacío aboluto a comienzos de junio tras las derrotas de Anfield y el Villamarín, pareciendo tan lejana la consecución de la octava liga en once años.


Y el primer capítulo liguero nos llevaba a visitar un campo difícil como San Mamés. Campo históricamente hostil, tanto por el recibimiento como por el palmarés acumulado tanto en el antiguo como en el nuevo estadio rojiblanco. La lógica no convocatoria de la Bestia Parda, todavía recuperandose de las molestias en su sóleo ibicenco, cambiaba por completo el panorama, y era la primera de las decepciones que nos dejaría la jornada en el Botxo, además de dejar sin opciones de arranque al #Bestiapardometro de la nueva temporada.

La segunda contrariedad surgió al conocerse las alineaciones, y era la suplencia de Busquets. El de Badía es un indiscutible si queremos jugar al fútbol que entiendo gusta en las cercanías del barrio de Les Corts. Además, un jugador que crea estructura en si mismo, esa estructura que nos ha hecho ganar esas 8 Ligas de 11, desde su debut en el primer equipo y que tan orgullosamente el club plasmó en una camiseta que por cierto ya descansa en mi armario como regalo de cumpleaños. Se ha instalado preocupantemente en el ambiente una dicotomía Busquets o De Jong, cuando es sumamente evidente que el tipo de conjunción entre ambos nunca debe ser adversativa, sino indiscutiblemente copulativa, es decir, el tema es Busquets y De Jong, especificando además que el rubio holandés debe ser el interior de base, y más concretamente el interior de base izquierdo.

Una vez pitado el comienzo del encuentro, y en línea con lo expuesto en el final del anterior párrafo, llegó la tercera. De Jong era el mediocentro, cuando su ubicación en el interior ante la inicial presión bilbaina, acompañado de un mediocentro, que bien podía haber sido Sergi Roberto dada la alineación, habría supuesto una superioridad numérica en las primeras fases del juego, que bien podría haber desconectado la entusiasta presión del Athletic. No fue así, y además los dos interiores se dispusieron en alturas similares y demasiado alejadas de la base, teniendo el efecto contrario al deseable pues no se encontraron superioridades numéricas en la salida de balón y tampoco los centrales y laterales estuvieron especialmente acertados rompiendo líneas, ya fuera en conducción o pase.

Una vez reducida la inicial embestida local liderada por un efervescente Williams, el Barça parecía empezar a tomar altura con más facilidad y cadencia, e incluso empezaron a contemplarse llegadas a las inmediaciones de Unai Simón, que había ganado la partida a Herrerín en la titularidad de la meta. Pero la noche seguía torciéndose, y Suárez notaba una molestia en el sóleo, tan ibicenco como el de Messi y en extraña sintonía muscular. Aun tuvo tiempo medio cojo de hacer temblar la estructura de la portería vasca al recoger un error infantil de Unai López, pero tuvo que retirarse seguidamente para ser sustituido por la única buena noticia de la noche, la actuación de Rafinha, que en pocos minutos volvió a probar la estabilidad de la portería de San Mamés, con un gran disparo que Unai desvió con la yema de los dedos a su escuadra derecha.

Se llegó al descanso con alguna mejor sensación, pero lejos de lo esperado por parte azulgrana, aunque amarillo en la noche vizcaína con la preciosa y entroncada con la historia segunda equipación barcelonista. A la vuelta del descanso llegó la quinta decepción: Valverde, valiente con los débiles y débil con los fuertes señaló una vez más a un jugador que no protesta para convertirle en el chivo expiatorio de la insuficiente primera parte: Carles Aleñá, que a mi gusto, dentro de la floja actuación del medio campo, estaba siendo el mejor de largo, entendiendo la necesidad de dar continuidad al juego desde el interior izquierdo. Para más inri, quien salío, no fue Busquets, sino Rakitic, que se benefición del cambio de estrategia local, que transformó la agresiva presión del comienzo del partido en un bloque medio, cuando no bajo descaradamente. Esto favoreció una mejora de la posición azulgrana, y subió la localización del juego unos veinte metros hacia la meta bilbaina.

El partido tampoco es que mejorara demasiado. Bien es cierto que el Athletic ya no merodeaba a un Ter Stegen, que ya tuvo que sacar un par de buenas manos en la primera parte, pero tampoco Unai Simón estaba agobiado, ni mucho menos. El partido parecía que se encaminaba hacia el inexorable empate a cero, cuando el Athletic sacó ya en los últimos compases a un jovenzuelo de 38 añós, que salió con el objetivo adelantar el chupinazo de la Semana Grande de Bilbao un par de días, y se sacó una chilena imparable a centro de Ander Capa para poner el definitivo 1-0 en el marcado y poner el broche de oro al partido a la par que certificaba el sexto sinsabor de un partido que si bien el Barça no mereció perder si nos atenemos al desarrollo del partido en su conjunto, sí que puede significar un gran toque de atención para un equipo, que por mucho que su entrenador sacara pecho sobre las escasas derrotas del equipo en Liga, si nos atenemos al juego, sigue sin satisfacer mínimamente las expectativas creadas por el nivel de una plantilla reforzada significativamente este verano.

Por último, no quiero olvidarme de Dembélé, que además de hacer otro partido para el olvido si no para el cabreo, culminó con molestias el encuentro, y no se presentó a las pruebas médicas que le inquirieron desde el club para aparecer renqueante en el entrenamiento del lunes tras los tres días de descanso que torpemente había anticipado Valverde, y tras comenzar el entreno, tuvo que retirarse con cuatro centrímetros de rotura en el biceps femoral de su pierna izquierda, y ya van 3. Y es que donde no hay, no se puede sacar...