miércoles, 13 de marzo de 2019

Liga 2018-19. Jornada 27. Barça-Rayo. Triunfo funcionarial a la espera del Lyon

Esta semana mi querido Rayo Vallecano visitaba el Camp Nou en un momento difícil, con un entrenador en entedicho, pese a ser a mi modo de ver el único capaz de llevar a buen puerto el barco bukanero vallekano, y al que casi le pedían la victoria en el campo del líder destacado para poder continuar en el cargo, y salvarse de una destitución absolutamente injusta y equivocada. Finalmente, ésta no se produjo, y al menos podrá dirigir al equipo en Villarreal el próximo finde, donde el Rayo, sí que realmente se juega la vida.


A servidor, el partido a media tarde del sábado le pilló en Córdoba, despidiendo la soltería de uno de mis grandes, en todos los sentidos, amigos, Fernon al que aprovecho para desearle toda la felicidad del mundo, una vez superada esa auténtica prueba de fuego a la que entre todos convertimos ese final de la vida de soltero, con una traca final digna de estudio. Mis amigos, sabiendo de mis necesidades futboleras, me llevaron pasada la comida a un local en las orillas del Guadalquivir, el Sojo Ribera, opción más que recomendable para el "tardeo" cordobés, y donde conviven, como dice la canción de Serrat, "gentes de cien mil raleas", y es que se puede ver todo tipo de gente de los 20 a los 70 años. Y no es una forma de hablar, es literal. Allí, al fondo ya en la terraza, me esperaba una pantalla de no menos de 100 pulgadas (ver foto de abajo) donde poder ver el partido, mientras dábamos cuenta de un variado elenco de bebidas alcóholicas en formatos variopintos.


El partido comenzaba con las rotaciones de Rakitic y Lenglet, sustituidos por Vidal (no Aleñá lamentablemente) y Umtiti, y la presencia en el flanco izquierdo del ataque del descorazonador Coutinho. El Rayo, por su parte ponía todo en el campo, salvo la sorpresa de la potente diestra de Bebé en el lugar de la traviesa movilidad de Embarba. El Rayo salío valiente y asomándose al área de Ter Stegen, aunque bien es cierto que sin requerir de su intervención. El Barça, por su parte, bastante espeso, con un Arthur que no acababa de tomar el mando y tener peso en el partido, lo que notaba el Barcelona. Este comienzo rayista tuvo su premio en una jugada de su delantero Raúl de Tomás, quien al más puro estilo Juan Palomo, se lo guisó y se lo comió ante Piqué y Semedo, para de un gran disparo raso y combado poner por delante a los vallecanos. El Barça, lejos de ponerse nervioso, eso es cierto, siguió con su dominio del balón, sabiendo que su ocasión llegaría, y así fue en una falta lateral, en la que Messi, que jugó un partido de nuevo en modo ahorro de energía, puso magistralmente en la cabeza de Piqué el balón para poner las tablas en el descanso.

Tras el mismo, se apreció algo más de ritmo, y en apenas cinco minutos, una internada del cada vez más atrevido Semedo, acabó con un, a mi modo de ver, claro penalti, que la BP se encargó de transformar con toda la tranquilidad. A partir de ahí, se apreció cierta dejadez en el Barcelona, ya más pendiente de la visita intersemanal del Olympique de Lyon en el vuelta de Octavos de Champions, que por cerrar el partido, pues el Rayo daba pocas muestras ya, una vez abajo en el marcador de poder reaccionar y poner en aprietos la portería de Ter Stegen, aunque en alguna jugada aislada dieron cierta sensación de peligro. Al final, ya en los últimos minutos, en la mejor jugada del partido, Dembélé, que había entrado al inicio de la segunda parte por el desacertado Arthur, centró para que entre Rakitic y Luis Suárez, combinaran para acabar el uruguayo rematando a puerta vacía la sentencia.

En resumen, un partido con poca historia, relativamente bien controlado salvo la primera media hora, en la que se consigue una cómoda victoria que permite mantener las distancias y descontar otra jornada en la carrera por el Campeonato de Liga. También sirvió para darle vida al Bestiapardómetro, un tanto parado en los últimos partidos contra el Madrid, extrañamente y que queda como sigue:


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