martes, 24 de octubre de 2017

Jornada 9. Barça-Málaga. Partido soporífero sin demasiada historia ni complicación.

Este pasado fin de semana, tuve la oportunidad de ver el partido del Barça contra el Málaga, en un bar de un pueblo de Valladolid, Quintanilla de Onésimo. Habíamos acudido allí unos cuantos para darle una sorpresa por su 40 cumpleaños a un amigo. Él pensaba que iba de fin de semana de pareja a visitar las Bodegas Arzuaga (muy recomendables por cierto), y se encontró con una veintena de tipos y tipas con una careta del homenajeado, y con ganas de farra tras haber conseguido colocar todos a los churumbeles, tal y como se demostró en la noche que siguió al partido.



Ver el partido en un bar siempre es algo distinto, pero hay una cosa que me gusta especialmente, no estás influenciado por los comentarios de la retransmisión, pues entre el ruido y los comentarios de los amigos, apenas nada se oye. Y a veces, es casi mejor, pues en este caso, el partido fue bastante flojo, pero entre la compañía y quizás también las cervezas, se pasó divinamente.

Se presentaba el Málaga de Míchel, uno de los verdugos de la Liga pasada, en el Camp Nou como colista, con apenas 1 punto de los 24 jugados anteriormente. Víctima propiciatoria que dirían los clásicos, pero su reciente historial en el Camp Nou, con victoria y empate en las últimas temporadas daban cierto regusto a posible sorpresa en el ambiente.

Valverde alineó un equipo de rotaciones, dejando al inefable Piqué reflexionando en el banquillo y dando entrada por él a un muy concentrado Mascherano.  El lateral derecho estuvo ocupado por Sergi Roberto, que volvió a cuajar una completísima actuación tanto de lateral como más adelantado tras la entrada de Semedo en la segunda parte. En el centro del campo, los 3 teóricos titulares, y arriba Deulofeu gozaba de la oportunidad que la expulsión de Piqué entre semana había interrumpido en Champions.

El partido empezó con un gol polémico a los 2 minutos. La pelota salió claramente antes del centro de Digne a Deulofeu. Y muchos pensamos lo vergonzante que es que el VAR todavía no esté ni en pruebas en la Liga española. Con esto y la escasa profundidad del Málaga, el Barcelona y en especial Leo Messi se tomaron el partido a beneficio de inventario.

Messi, que quiere siempre jugarlo todo, suele rotar dentro del campo en partidos que observa que no necesitan de una versión demasiado activa de la estrella argentina. Aún así, dejó detalles y una asistencia en el segundo gol de Iniesta, pero desde los primeros minutos se observó que el rosarino había decidido rotar en cuerpo presente. La consecuencia, un partido bastante aburrido, y bastante espesura en el ataque azulgrana, que echó de menos, una noche más, una versión más en forma de Luis Suárez.

El Málaga apenas se asomó a la frontal del área azulgrana en la primera hora, pero el partido seguía en el descanso con el exiguo y polémico 1-0, por lo que convenía cerrarlo cuanto antes para evitar cualquier sorpresa de última hora. Al poco de volver al terreno de juego, Mascherano, encontró a Messi en tres cuartos. El rosarino se giró, encaró a la defensa y filtró un pase magnífico a la llegada de Iniesta quien con un gran control y un disparo cruzado, afortunadamente envenenado hacia la escuadra malacitana, cerraba el partido.

De ahí al final, algunos ataques tímidos del Málaga, las salidas de Semedo, Paulinho y del olvidado Alcacer, unas cuantas demostraciones de fuerza de Sergi Roberto, y poco más. Espero que fueran las circunstancias del partido las que llevaran al apesadumbrado juego azulgrana, y no al revés, porque con la mejoría que se apreció en el Metropolitano y la solvencia ante el inoperante Olympiakos, parecía que se progresaba con cierta claridad en el juego.

El próximo fin de semana con la visita a San Mamés tendremos la respuesta. Pese a la mala situación de los vizcainos, siempre es un campo difícil, donde no se puede entrar a jugar de manera contemplativa, pues el vigor con el que se emplean los locales acaba pasándote por encima. Veremos...

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