viernes, 8 de febrero de 2019

Copa del Rey 2018-19. Semifinal. Ida. Barça-Madrid. Empate que deja satisfechos a todos

Cada vez que hay un Barça-Madrid o Madrid-Barça al que no puedo ir al campo, ya sea Copa, Liga o Champions, paso siempre por los mismos escenarios. Es mi día de la marmota particular. Soy una repetición compulsiva de aquel magnífico anuncio que hizo para el Mundial de Sudáfrica Mahou, por otro lado la cerveza que me lleva acompañando toda la vida, desde que jugaba a las chapas con las que me daban en el bar de debajo de casa de mi abuelo en Ponzano, hasta mis quedadas actuales, ya diurnas en horario infantil, de cañas con los amigos. Me van surgiendo diferentes planes para ver el partido. Esta vez #MisVikingos se iban a juntar y podía ser una buena ocasión para rodearme con el enemigo. Pero al final, siempre acabo llamando a mi padre, el primigenio Culé de Chamberí, para verlo juntos. Esta ida de semis de Copa la vimos en mi casa para que pudiera aprovechar el pre-partido y ejercer un rato de yayo con sus nietas.


Y así, con la niñas cenando, empezó el partido en el Camp Nou. Valverde, inesperada pero acertadamente para mí, dejó a la Bestia Parda en el banquillo, y a cambio, puso en el campo al casi inédito Malcom, que sorprendentemente se convirtió en uno de los hombres del partido, formando junto a Semedo, otro de los destacados, la banda que monopolizó la atención, en ambas direcciones durante buena parte del partido. Solari, por su parte, que había estado filtrando la posibilidad de hacer jugar a Marcos Llorente para neutralizar a Messi, decidió que entraría en el partido intentando mandar. Y el Barça, no sé si por convicción o incapacidad de evitarlo, se lo permitió. El resultado, 0-1 antes de los diez minutos, y el objetivo que el segundo de Valverde, Aspiazu, había comentado de marcar sin recibir, al garete.

Siempre se suele decir que Barça y Madrid son vasos comunicantes, que cuando uno sube el otro baja, y este partido fue un paradigma de este tópico. Comenzó el Madrid muy fuerte, tanto en dominio de juego como en el marcador, pero cada cuarto de hora de la primera parte, el juego azulgrana se iba imponiendo, y la amenaza madridista asentada en el juvenil entusiasmo de un buen Vinicius que pecó de inocente en alguna acción clara pero hizo un buen partido a mi modo de ver, y sobre todo en un Benzema, que posiblemente se encuentre en el mejor momento de su carrera, iba reduciéndose a salidas cada vez más esporádicas, pero indudablemente peligrosas. También ayudó a la mejora azulgrana y a la consolidación de su dominio, la docena de balones que durante la primera parte, fueron, no ya rifados, sino directamente devueltos a dominio azulgrana por un Keylor Navas, que es un portero de otro tiempo. En cualquier caso, esa mejora azugrana no se vio reflejada en el marcador, y llegamos al descanso con ventaja visitante.

La segunda parte acrecentó el dominio culé, inclinando el campo ya sin dejar salir en el primer cuarto de hora al Madrid prácticamente de su campo. Y en una jugada, también con sucesión de errores de la zaga madridista, Malcom, tras disparar al poste Suárez un rechace de Keylor a incursión de Alba, marcaba el empate, poniendo la guinda a su actuación, también de menos a mas como el equipo, aunque indudablemente ayudada por la lamentable puesta en escena de un Marcelo en las antípodas de lo comentado sobre Benzema. Tras el empate, entró Messi, y el Madrid dio un par de pasos atrás más. Sin embargo, me pareció que tras disparar una falta desde la frontal, algo debió notar el rosarino, porque jugó el resto del encuentro con el freno de mano echado. Esto ayudó en el último cuarto de hora al Madrid a volver a igualar la contienda, e incluso a tener una clarísima ocasión desperdiciada por un Bale que no parece haber conseguido heredar la poltrona que dejó huérfana Cristiano con su fuga a Turín.

Los últimos compases fueron muy tranquilos pese a lo apretado del marcador, quedando claro que todos quedaban satisfechos con dirimir la contienda en el Bernabéu en unas semanas. Los locales en la esperanza de recuperar a un Messi al 100% y a un Dembélé, que visto lo visto con Marcelo, podría haberle hecho trizas de haber podido participar en este encuentro. Y los visitantes, tras el correctivo recibido en la Liga, creen ver certificada su mejora con Solari, además de jugársela, con unas semanas más de afianzamiento del proyecto, ante su afición, aunque sea en el Jardín de Messi.


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