viernes, 26 de junio de 2020

Jornada 30. Barça-Athletic. El último de Dani

El miércoles por la mañana nos despertamos con la peor de las noticias que llegaban desde Asturias. Tras años luchando contra la enfermedad con uñas y dientes, se nos iba Dani Suárez, una de esas personas que hacen mejor el mundo, por su optimismo, alegría y falta de dobleces. Y se nos iba la noche después de que el Barça de Setién volviera a perpetrarnos una de sus infumables actuaciones a las que ya nos tenía acostumbrados antes de la Pandemia. Plana, aburrida y sin rumbo.


Pero como a él le hubiera gustado, lo mejor es que saquemos la parte optimista del asunto, y respecto al partido contra el Athletic de Garitano, ésta tiene dos nombres, Riqui Puig y Ansu Fati. Dos niños, de casa, que representan el futuro del Barça, pero por qué no, el presente también. Dos canteranos cuyo fútbol nos puede recordar perfectamente a cómo era Dani en sus intervenciones en los podcasts. Fresco, incisivo, siempre con la palabra precisa, pero con la humildad que hace que no te sientas pequeño a su lado. Un tipo combinativo que podía resolver la jugada pero gustaba de que la elaboráramos entre muchos.

Y eso que el partido empezó mal. La alineación del Athletic, entre sancionados y rotaciones era de esas que hubiera sido protagonista de la siguiente rueda de prensa de Mourinho, pero empezó amenazante, con un par de llegadas peligrosas. Un Barça denso pero impreciso (con mención como habitual a Arturo Vidal, que fuera del área contraria es más contraproducente que otra cosa con balón); sin encontrar a los puntas, pese a que la defensa del Athletic tampoco daba demasiadas muestras de solidez, con los laterales casi inéditos Balenziaga y De Marcos. Delante, sin la amenaza aérea de Raul García y la combinativa de Muniaín, los leones buscaban el balón largo que pudiera ganar su pantera Williams, que apenas inquietó a un nuevamente imbatido Ter Stegen. Busquets aparecía demasiado entre centrales, malísima señal, y tan solo la movilidad y participación de un Griezmann que parecía más enchufado al juego de lo habitual era salvable. La falta de amplitud en ataque fue decayendo en un embudo fácilmente defendible para los centrales y mediocentros vizcainos, que vivían un partido mucho más cómodo de lo que habrían pensado.

Se llegó al descanso sin novedad, y empezaron a calentar los niños, además de Rakitic, que incomprensiblemente se apreciaba como una solución a un partido que lo que demandaba era ritmo, desborde y recibir entre líneas, cualiadades alejadas de lo que te puede ofrecer el croata. Los cambios, los fáciles (Griezmann y Arthur, además de la habitual dosificación de Busquets que vio antes su quinta amarilla y no jugará en Vigo).

Pero en cuanto tocaron sus primeros balones, Ansu y sobre todo Riqui, cambiaron el escenario por completo. Agresividad posicional, además de en el pase y el desborde. El equipo cambió, y el Athletic, por primera vez en la noche empezaba a verse agobiado en la frontal de su área. Tenían un niño que recibía a la espalda de los mediocentros, se giraba rápido y su rango de pases era impredecible, y otro dando amplitud por izquierda y buscando el uno contra uno en cada jugada hacia dentro para abrir también el carril para la llegada sorpresiva de Alba, cuyo rendimiento difiere mucho si está o si llega. Se mascaba el gol, pero caían los minutos.

Perder de nuevo dos puntos, era casi perder la Liga y darle un oxígeno al Real Madrid para las próximas semanas que podía ser definitivo. Y el gol llegó del protagonista inesperado, como suele ser habitual. Ese Rakitic cuya presencia en el campo habíamos criticado masivamente recogió un balón suelto en la frontal, combinó con Messi de manera un tanto trompicada pero acabó con el balón controlado ante Unai Simón, al que batió con frialdad para subir su primer gol de la temporada, lo que habla a las claras del curso que lleva el croata.

De ahí al final se recuperó la alegría al abrirse más espacios ante la necesidad del Athletic de irse hacia arriba, ahora ya con todo, titulares rotados incluidos. Pudimos disfrutar de varias jugadas con los chicos de protagonistas y un detalle que me gustaría resaltar: el cambio de la mirada de Messi hacia Riqui, que le puso varios pases verticales al borde de la frontal muy bien recibidos por el habitualmente desabastecido 10. No tuvo suerte cara al gol, pero anduvo cerca en diferentes ocasiones. Y esta nueva mirada de Messi contagió a los compañeros que en la media hora final, aceptaron gustosos que el de Matadepera llevara el peso del acoso azulgrana a Unai.

Como he dicho al principio, en homenaje a Dani, quedémonos con lo positivo, como él siempre transmitía. Hablemos de Riqui y Ansu, y no de Suárez, Griezmann, Vidal, o de la dirección de Setién, o de los problemas de Semedo para progresar con balón. También porque de lo que nos quedan más años es de lo primero, y aunque Dani no haya podido disfrutarlos con nosotros mucho tiempo, seguro que tiene contratado ya el streaming de los partidos del Barça para toda la eternidad.

Nosotros, aquí, lo que es seguro es que no te olvidaremos.

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