jueves, 12 de enero de 2017

Barça-Athletic. No jugamos a nada, pero tenemos a Messi

Tras el decepcionante resultado, que no juego, del domingo en Villarreal, el Estadi se disponía a presenciar otro partido clave para el devenir de la temporada culé, con un rival que siempre nos es incómodo, el Athletic de Bilbao, que venía al Camp Nou con un resultado a favor, corto, bien es cierto, pero que inquietaba a la parroquia barcelonista.

El Barça se presentaba con Cillessen, el definitivo portero para la Copa, recién recuperado, y con la desagradable suplencia de Rakitic, de nuevo en el ostracismo, en beneficio de un intrascendente Rafinha, que perdió otra oportunidad de reivindicarse para ser una opción en el once culé en el mediocampo. 

Esta presencia de Rafinha y las claras indicaciones a Cillessen para que jugara en largo la mayoría de los balones (por cierto, con bastante acierto, pues tiene un golpeo de balón sensacional) demostraban que Luis Enrique se ha olvidado de lo de ser fiel al modelo, como en la primera jornada de Liga, y prefiere evitar cualquier riesgo de pérdida en lugares comprometidos, pese a dejar el centro del campo como algo meramente testimonial la mayoría de las veces. Error estratégico a medio/largo plazo claro en mi opinión, pero que no afecta a nuestro entrenador, y su visión cortoplacista del mundo.

Ernesto Valverde, uno de mis entrenadores preferidos por conocimiento, capacidad de influir en el partido con sus decisiones, talante y filosofía, dispuso por el contrario de nuevo una presión continuada a la salida de balón culé, cuando Cillessen no jugaba en largo. Valiente opción una vez más, a sabiendas que necesitaría marcar quizás más de un gol para pasar la eliminatoria. Además, reservó a Aduriz para tenerlo fresco en la segunda parte, como así ocurrió.

El partido fue bastante flojo futbolísticamente hablando, pero muy emocionante en compensación. El Barça, a su habitual falta de juego, le sumó los continuos balones largos de su portero, al más puro estilo Wimbledon de Vinnie Jones, que aun así, produjeron algunas jugadas de peligro por lo adelantado de la línea defensiva bilbaina. En conclusión, mucho ímpetu y poco juego, un escenario donde el Athletic se mueve con comodidad, y si la cosa no fue a mayores fue porque en el Barça juega Messi.

Cuando oigo hablar del tridente, reconozco que me da un poco de rabia, porque poner a la misma altura dos cracks mundiales como Neymar y Luis Suárez, de algo tan sobrenatural como  Leo Messi, es tan injusto e inapropiado que roza lo obsceno. Neymar cuajó un partido sensacional desde mi punto de vista, y Suárez, pese a no estar acertado en el control y el primer toque mejoró sustancialmente sus prestaciones, pero es que lo de Messi, no es fácilmente explicable. 3 partidos en 2017, 3 golazos de falta decisivos en 3 ejecuciones radicalmente diferentes, y la sensación otra vez que puede decidir el partido él solo.

En el primer gol, se zafó de 3 defensas en un balón claramente dividido, pero acabó aclarando el panorama para habilitar a Neymar en el área y que éste centrara tras el descomunal desmarque hacia atrás de Suárez que, con una volea marca de la casa, ponía de nuevo la eliminatoria del lado blaugrana. Golazo.

Al salir del descanso, una endiablada jugada individual de Neymar por la izquierda acababa en un clarísimo penalty que el carioca, tras cabellerosa cesión de Messi, se encargó de transformar en gol con su inútil carrerilla pasito a pasito que tantos penalties ha desperdiciado. Al minuto, en la única jugada ofensiva de peligro con disparo a puerta del Athletic en los 90 minutos, Saborit de gran cabezazo y ante el error de Sergi Roberto, que cuajó un horrible partido, volvía a abrir la eliminatoria, que quedaba empatada.

El Barça cometía puntuales errores en el pase, con mención especial a Umtiti que cuajó el peor partido desde que está en el Barcelona, y a un desafortunado Busquets que despejó un balón a la frontal del área de manera incalificable. Sin embargo, el campo se iba inclinando poco a poco hacia la portería vizcaina, hasta que se produjo una falta al borde del área a Luis Suárez. Messi cogió el balón, lo colocó delicadamente en el cesped ante el pavor de Gorka y su barrera, que habían sufrido un gol por el lado de la barrera 6 día antes, y visto como Asensio lo recibía en su palo en la mismísima escuadra. Messi, engañó a todos con la posición de su cuerpo que parecía decir claramente que volvería a ir por encima de la barrera, pero, ante el fatídico paso lateral de Gorka, decidió acunarla en la esquina inferior del palo que defendía el portero con un sublime giro de tobillo. Poste, gol y eliminatoria decidida. Otra vez el indiscutible mejor jugador del mundo, y para mi y para muchos el mejor de la Historia, volvía a decidir un partido, una eliminatoria, con independencia del juego desplegado por su equipo, que de eso, ya hablaremos en otra entrada de este blog en breve.

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Nota: este finde me voy a esquiar al Pirineo, desde donde entraré en el programa Goles del viernes y veré el Barça-Las Palmas. Me voy con una acérrima y conocida en este blog aficionada bilbaina, que deportivamente me felicitó por la victoria de anoche. Detalle de pureza, Pat ;-)


1 comentario:

  1. Menos mal que nos vamos a esquiar pasado este partido y no tenemos que repetir la cena de Pas 😜. Es una pena que quedemos eliminados de una competición que en Bilbao le tenemos muchas ganas... y que el Barcelona se empeña en quitarnos y minarnos la moral. A ver si algún año nos dejaís... un beso.

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