martes, 21 de marzo de 2017

Barça-Valencia. Con el nuevo sistema nos divertimos más, pero sufrimos una jartá

Después de una semana de asueto en el Blog, debido al muy feliz advenimiento de mi tercera princesa, Alba, el lunes pasado, vuelvo a escribir sobre el Barça, y en concreto de su victoria en el Estadi ante el Valencia de Voro. Un equipo, que, pese a su irregularidad, tiene quizás el mejor expediente reciente en el Estadi, con 2 victorias en las últimas 3 temporadas. Además, el equipo venía de una inesperada derrota en Riazor y con la presión añadida del importante triunfo del Madrid el día anterior en Bilbao, una plaza teóricamente propicia para que los blancos perdieran puntos.




Luis Enrique entendió a la perfección la importancia del partido y repitió la alineación de la gesta ante el PSG, un 1-3-4-3 puro, con 3 centrales atrás dos interiores puros y Messi en la punta del rombo de mediocampo, con la ya repetida titularidad para Rafinha abriendo el campo por derecha en ataque. Un sistema que como a continuación comentaré, tiene 3 cuestiones que lo caracterizan, pero que sobre todo necesita de una concentración individual constante y un cierto orden en el ataque posicional, para evitar que una pérdida ocasione una contra pillando fuera de posición a los jugadores.

La primera y principal característica de este nuevo sistema es que la presencia de un tercer defensa en la salida de balón, añade un hombre más al triángulo que solían formar los centrales y Busquets, que muchas veces eran defendidos al hombre por los contrarios, dificultando la fluidez en el inicio de jugada, pese al nivel mostrado por Ter Stegen en este ámbito del juego. Antes, dos delanteros y un centrocampista bastaban para dificultar la salida del balón, pues la posición adelantada de inicio de los laterales como única alternativa provocaba salidas menos nítidas para alcanzar altura en el juego. Con los 4 iniciadores del 1-3-4-3, este problema se solventa al ser extremadamente complicado que un equipo disponga a 4 jugadores presionando tan arriba. El resultado, que el balón llega más limpio y más veces durante el partido a la zona de tres cuartos, donde el talento individual del que dispone el equipo maximiza la posibilidad de hacer daño.

La segunda es la pérdida de un defensa, pues aunque los laterales en el sistema anterior empezaban más arriba del mediocentro, en fase defensiva era más habitual tener la línea de 4 formada en repliegue rápidamente. Este problema, en un principio lo solucionó Luis Enrique con la presencia de Sergi Roberto en el interior, que volvía a formar defensa de 4 desde el interior, en vez de una posición de lateral abierto y alto. Sin embargo, tanto el día del PSG como en el día del Valencia, ninguno de los interiores (Rakitic y mucho menos Iniesta) fueron capaces da ofrecer esta dualidad posicional, lo que favoreció las transiciones en superioridad valencianistas, con el consiguiente riesgo para la meta de Ter Stegen, Si a esto le añadimos que en los últimos dos partidos, sobre todo en Riazor, la precisión en el pase azulgrana ha sido bastante deficiente en comparación con sus prestaciones habituales, asistimos a una tormenta perfecta para castigar el corazón de los aficionados blaugrana, con pérdidas inesperadas, algunas de ellas en transición, que pillan al equipo mal parado en demasiadas ocasiones.

Y la tercera es que pese a tener un defensa menos en teoría, la verdad es que el Barça con el nuevo sistema, ataca en posicional con un hombre menos, puesto que en el 1-4-3-3, los dos laterales cobran una altura inicial, y una profundidad posterior que los convierte, de facto, en mediocampistas e incluso extremos. Ahora, dejar tres jugadores continuamente detrás, supone paradójicamente reducir un elemento en el ataque posicional, si bien es cierto, que a cambio multiplica significativamente el número de intervenciones de los tres de arriba, sobre todo de Neymar y Messi, lo que a mi entender compensa sobradamente esta pérdida de efectivos en el juego posicional en ataque estático, que no en transición, evidentemente.

El partido mostró con mucha nitidez los pros y las contras del nuevo sistema. Mucho caudal ofensivo y, a la par, muchas facilidades para el Valencia en presentarse en zonas de peligro, incluso con 10 hombres. Los tres de arriba estuvieron a un nivel muy destacable, y aun así, hasta el gol del cuestionado André Gomes en el minuto 88, el partido no estaba resuelto, a merced de una posible, aunque poco probable, contra exitosa del Valencia que hiciera volar dos puntos del Estadi, y con ellos buena parte de las opciones del equipo en el Campeonato.

Me gustaría finalmente volver a hablar de lo capital que es Busquets en este equipo. El domingo se le vio impreciso en exceso, y el equipo lo pagó en el juego, y en las posibilidades que abrió al Valencia de llegar, incluso en superioridad contra los 3 de atrás, que por cierto, salvo en el segundo gol del Valencia, más por una cuestión de laguna de concentración que otra cosa, volvieron a estar espléndidos. La mejoría de Busquets otorgará a este equipo el plus que lo transforme de un candidato más a Champions y outsider en la presumible Liga del Madrid, en el máximo candidato a Champions y tan aspirante como el Madrid al título de Liga. La red de los 3 defensas detrás libera a Busquets para, adelantando su posición, liderar la presión que tantas alegrías ha dado al barcelonismo en los mejores tiempos del equipo, y el apoyo de interiores y extremos, sumado a los tres centrales, evita que tenga que navegar en campo abierto, con los problemas que durante toda la temporada hemos venido observando. Una vez más Busquets es el síntoma, no la causa de los males del equipo.

En cualquier caso, con todos los posibles riesgos que se asumen, el Barça ha vuelto a ser un equipo divertido de ver, y este divertimento se puede ver en las caras de los jugadores, sobre todo los 3 cracks de delante que han vuelto a sonreir. Y esa sonrisa es el paradigma del mayor de los riesgos para cualquier rival que se ponga en el camino, incluida la rocosa Juventus que nos espera en cuartos de la Champions.


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