lunes, 27 de noviembre de 2017

Jornada 13. Valencia-Barça. El mejor primer tiempo de la era Valverde para un empate en Mestalla.

Partido en la cumbre en Mestalla entre el intratable estadísticamente hablando líder FC Barcelona, y el renacido Valencia de Marcelino, que tras varios años de travesía del desierto parece haber encontrado el camino para animar los campeonatos como antaño. Buena prueba de ello fue el espectacular recibimiento que hicieron los aficionados ches al equipo en los aledaños del estadio, donde miles de valencianistas mostraron su inquebrantable apoyo a un equipo que a día de hoy, ya se puede considerar un candidato serio a pelear los títulos nacionales, liberado como está del desgaste de las competiciones europeas que azotan a sus rivales directos.


Valverde se había tomado muy en serio la visita a uno de sus antiguos feudos, Valencia, y como prueba de ello nada más paradigmático que la suplencia de Messi en Turín, con el objetivo de tenerlo lo más fresco posible para que la Bestia Parda fuera decisivo, como al final y como casi siempre, acabó ocurriendo en la caldeada noche valenciana. Su idea era la de alejar lo máximo posible al Valencia de la portería del enrachado Ter Stegen. Para ello diseñó una alineación con cuatro centrocampistas claros, y la misión ineludible de apretar hacia arriba en cada una de las pérdidas de balón, que por otra parte se intentaban posicionar lo más arriba posible para favorecer una ocasión clara tras la buscada recuperación.

La presencia de Paulinho y la anticipación agresiva de los centrales y Busquets en cada primer pase de la transición valencianista, dieron repuesta a esta intención, y durante los primeros cuarenta y cinco minutos, se plasmó en quizás la mejor actuación sin balón desde que Guardiola abandonó el banquillo azulgrana allá por junio de 2012. El Valencia era incapaz, no de llegar a crear peligro, sino de pasar siquiera el primer tercio de campo, y tan solo la falta de calidad y/o de forma de los azulgranas, evitó que alguna de estas recuperaciones se convirtieran en gol, dejando el partido en franquía para los intereses culés.

Como es mi costumbre, no voy a hablar del árbitro, que imagino será centro del debate mediático durante la semana. Me limitaré a decir que fue un fallo, clamoroso, pero un fallo. No menos clamoroso quizás que el cometido por el portero del Valencia, Neto, en la misma jugada, pero seguro que mucho más susceptible de convertirse en la jugada del mes o incluso de la temporada. Para mi, lo único que hay que decir es que existe la tecnología para evitar situaciones embarazosas como la de ayer, y no se implementa por las reticencias de las arcaicas estructuras del fútbol español. No lo entiendo, no debería pasar, pero pasa.

Se llegó al descanso con empate a cero, tras una magistral primera parte azulgrana embotellando al Valencia, pero incapaz de hacer trabajar al tipo del marcador electrónico. Umtiti, en su línea imperial incluso cambiado de perfil, Busquets, acaudillando la presión y jugando entre centrales para limpiar la salida del balón, y un Iniesta cuya calidad en cada intervención se elevaba sobre 20 de los 21 jugadores restantes pero carecía del colmillo para transformarlas en peligro real, gobernaban el partido, además de las intervenciones de la Bestia Parda, que enseguida leyó que era necesaria su aportación al juego un escalón más abajo para hacerlo productivo, pero que dejó solo a un Luis Suárez, cuyo estado de forma no le permite ser una amenaza para toda la defensa por si mismo en solitario. A mi humilde entender, futbolísticamente los mejores 45 minutos de la era Valverde, y los mejores en al menos un par de años.

Con el descanso, Marcelino debió leer la cartilla a los suyos, que salieron uno metros más arriba y equilibraron el partido en el juego, y en su primer y único tiro a puerta del partido, lo pusieron en ventaja en el marcador, en una extraordinaria jugada de la pareja Guedes-Gayá, que superaron a Rakitic y Semedo para que el valenciano pusiera un centro fuerte, raso y al borde del área pequeña que Rodrigo empujara a gol, anticipándose al sorprendentemente entonado Vermaalen pese a su falta de ritmo de partidos.

El gol hizo daño al Barcelona que pareció durante algunos minutos varar contra la roca valencianista, si bien el conjunto local no dispuso de oportunidades para ahondar en la herida. En ese momento Valverde volvió a dar con la tecla y cambió el sector derecho al completo dando entrada a un desacertado, pero voluntarioso y posicionalmente efectivo Deulofeu, junto con Aleix para dar que pensar a la dupla Guedes-Gayá, que a partir de ese momento, no volvió a incordiar ofensivamente. Además, la entrada de un más incisivo Denis Suárez por un agotado Iniesta, volvió a inclinar el encuentro hacia la portería de Neto, que veía como se le iban acercando peligrosamente por sus inmediaciones.

En una de esas conducciones de Denis, le dejó el balón a Messi en tres cuartos con espacio para pensar y frotar la lámpara, de la que salió un majestuoso pase tocado a la espalda de la defensa por la que percutía una vez más Jordi Alba quien sin dejarla caer empalmaba cruzado, imposible para el portero, haciendo subir el definitivo empate en el marcador, que deja las cosas como estaban en la cabeza de la tabla, pero permite a los equipos de Madrid, acercarse levemente a ambos contendientes que ofrecieron un partido a la altura de las expectativas que se habían creado.

En definitiva, no se decidió la Liga, como algunos decían, ni se les dio vida excesiva a los rivales del Barcelona, en cuanto a la vertiente puramente clasificatoria. En cuanto a la parte futbolística, dados los recursos y estados de forma de la plantilla azulgrana, en Mestalla se alcanzó un nivel que sin duda da para competir si no dominar, en cualquier campo de la Europa futbolística. Y es que el trabajo de Valverde comienza a acercarse al "cum laude" superado el primer tercio de la temporada.

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