jueves, 2 de noviembre de 2017

UCL. Jornada 4. Olympiakos-Barça. Otro partido plano pero sin el premio de la victoria

El Barça volvía a la Champions en la noche de Halloween, con buena parte de la población de fiesta y disfrazados de temática lúgubre. A mi toca sobre todo la más pequeña (2 brujillas y un esqueleto bebé) asustando simpáticamente al personal y pidiendo todo tipo de dulces a los "aterrorizados" vecinos. Aterrorizados como si jugaran en un ambiente griego como le tocaba al Barça esa misma, normalmente infernal, pero que quedó algo almibarado por el homenaje previo a Valverde, recordado e idolatrado en El Pireo por su exitoso paso por el banquillo de Olympiakos. En la misma línea de terror también el nivel del rival, que en el envite del Camp Nou jugó toda una parte en superioridad, asustando menos que mis princesas la noche de Halloween, con sus simpáticos disfraces.


Todo hacía esperar un partido con victoria azulgrana sin demasiados sobresaltos, y Valverde volvió a disponer, como en Bilbao en Liga, ese novedoso 1-4-4-2 con los interiores abiertos, esta vez Denis y Sergi Roberto, y Paulinho amenzando la frontal contraria siempre que Messi bajaba a oxigenar el, otro día más, espeso ataque posicional azulgrana, que solo encontraba en los laterales, muy profundos ambos, Semedo y Alba, argumentos para llegar a línea de fondo con cierta regularidad. Aun así, la primera media hora fue un asedio a la portería del veterano Proto, quien cuajó una destacada actuación durante toda la noche, aunque tampoco necesitó obrar ningún milagro bajo los palos.

Se sucedían las llegadas, más por insistencia azulgrana y radical repliegue griego que por un caudal de juego del Barça, pero parecía que antes o después llegaría el gol que seguramente decidiría el choque del lado azulgrana. Sin embargo, al filo del descanso una desgraciada jugada dejaba a Sergi Roberto con una rotura de fibras que le tendrá más de un mes en el dique seco para desgracia azulgrana, pues, con el reciente bajón de juego de Rakitic, parecía el único capaz de aportar algo al mediocampo azulgrana en ausencia del una vez más frágil Iniesta. En su lugar saltó al campo Deulofeu para retomar el 1-4-3-3 de toda la vida. Y en la primera pelota que fue a tocar, se plantó solo delante del portero, pero justo el árbitro pitó el final del primer tiempo.

Ya en la segunda parte, el juego se hizo más unidireccional y previsible todavía, con un Luis Suárez especialmente activo y diría que obsesionado con el gol, situación que enseguida apreció un Messi a medio gas, que le puso en franquía en varias ocasiones, pero el uruguayo pasa por un preocupante barbecho goleador, que tiene en vilo a buena parte del barcelonismo, pese a seguir sumando en ataque con sus movimientos y amenaza constante a los centrales contrarios. Esperemos que pronto recupere la senda del gol, en cuyo caso veremos seguro el consiguiente salto por parte del equipo al completo.

Al final, sin ningún sobresalto más allá de un par de balones colgados bien resueltos por Ter Stegen, no se logró el gol de la victoria, pero el empate en el otro partido del grupo, nos deja en franca disposición no ya solo para la clasificación, sino también para alcanzar el primer puesto del grupo, salvo debacle mayúscula en Turín en unas semanas, tan solo con vencer en el Camp Nou al Sporting de Portugal en la última jornada.

Como apuntes un tanto preocupantes, la excesivamente repetida incrustación de Busquets entre centrales, incluso sin presión del rival, lo que le aleja del pase a Messi cerca de la frontal y como tantas veces señalo, dificulta la presión del equipo tras pérdida en el último cuarto de campo, que tan bien interpreta Busquets, contagiando al resto del equipo. Paulinho, hemos de reconocer que lo hace bien, pero desde la exuberancia física, no desde la lectura del juego, lo que le hace menos contagioso para el resto de compañeros, que cuando presiona el de Badía. También, la irrelevancia de Denis, que se conforma con el aprobado pelado en cada una de sus intervenciones, cuando lo que el equipo le pide es que pegue un puñetazo encima de la mesa con una deslumbrante actuación, más contando con el visto bueno de Messi, que es más o menos que la capitana del equipo de animadoras te guiñe un ojo en tu adolescencia.

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