martes, 8 de enero de 2019

Liga 2018-19. Jornada 18. Getafe-Barça. El Barça pone tierra de por medio en Liga al batir a un duro rival con una innovación táctica

El día que todos los niños esperan durante todo el año con la máxima ilusión, el día de Reyes, se reanudaba el Campeonato de Liga para el Barcelona. Y como todos los eventos gastronómico-festivos de estas épocas del año, el Barcelona sabía que se avecinaba una pesadísima digestión, pues el rival que tocaba visitar era el incomodísimo Getafe de Bordalás. Y, servidor, cerraba también la Navidad, abriendo los regalos en mi casa. Y cuando digo mi casa, digo la de mis padres, pues nunca dejará de serlo. En Can Primigenio tuvimos la oportunidad de compartir el primer partido del año, rodeados de peques emocionados por los regalos que los Reyes Magos le habían traído.


Antes de empezar el partido, los Reyes Magos ya le habían regalado al Barcelona, la pérdida de puntos de sus tres perseguidores. El intenso duelo de Nervión, impropio de la hora de la siesta, entre el segundo y el tercero, Atlético y Sevilla, había deparado un reparto de puntos, que facilitaba su distanciamiento. Y unos minutos antes del comienzo del duelo en Getafe, se había consumado la enésima decepcionante actuación del Real Madrid esta temporada, perdiendo 0-2 con una Real Sociedad que ya había devorado el proyecto de Asier Garitano, coqueteando con la zona peligrosa de la tabla. Una victoria en el Coliseum, además de certificar el campeonato de invierno para los culés, significaba un golpe a la Liga.

Valverde, en el estilo de la temporada pasada, decidió volver a un intervencionismo táctico, quizás causado por la forzada rotación de Sergio Busquets, que había pasado la semana indispuesto, y no creo que tuviera cuerda para ser de la partida. El que siempre lo es para Valverde, Ivan Rakitic, ocupó el teórico medio centro, pero acabó siendo más un tercer central que un mediocampista. Siguiendo las últimas tendencias del fútbol europeo, Valverde se abonó a los tres centrales, aunque dándole un toque personal lavolpiano, pues Rakitic actuaba de central en posesión, pero adelantaba su posición tras cada pérdida azulgrana.

Esta novedad táctica trajó consecuencias enfrentadas en el resto del equipo. Por un lado, dada la congénita hiperactividad vertical de Arturo Vidal, ya asentadísimo en el once, una vez olvidada la "crisis de Instagram", Arthur Melo pudo jugar como se siente más cómodo, dirgiendo y dando volumen de juego por todo el frente de ataque, barriendo de izquierda a derecha todo el ancho del terreno de juego, y pese a la agresividad local, navegó con destreza al timón del juego del equipo. Su entrada en el once, junto con Lenglet, son a mi juicio las dos grandes noticias de la temporada.

La segunda derivada de la posición de Rakitic, fue que tanto Messi como Dembélé, ocuparon posiciones mucho más interiores, dejando en punta a Suárez fijando centrales con su habitual pulsión guerrera, y compartiendo altura prácticamente con unos laterales que se proyectaban en ataque, una vez liberados sus carriles. El francés pudo contactar con el balón con mayor frecuencia, intentando sus conducciones verticales, y controlando las pérdidas hasta que le empezó a llegar el cansancio. Messi, por su parte, volvió a volar muy por encima del partido, esta vez en su versión más pausada, bajando a ayudar en la construcción, pero como en el primer gol, llegando en contadas pero letales ocasiones a los alrededores de un muy acertado Soria, que se está confirmando como uno de los porteros del campeonato.

La parte negativa de la novedad táctica fue que el equipo se asentaba demasiado atrás en ataque posicional, pues en pocas ocasiones se consolidaron posesiones en el último cuarto de campo, lo que dificultó mucho la presión ante cada pérdida. Además, por la propia naturaleza del juego del Getafe, que huye de cualquier elaboración, cada vez que los defensas lanzaban a los puntas getafenses en los primeros toques tras la recuperación, la elevada posición de los dos laterales, abría latifundios a los flancos de los centrales al comienzo de la jugada, y habilitaban el segundo palo en la finalización, lo que acabó siendo un constante recurso local. 

Por fortuna, tras un comienzo plomizo, llegó el gol de pillo de Messi, y esta vez tras el llegó el juego. Entre los dos goles azulgranas se vivieron los mejores minutos, con ocasiones y control, liderados por Arthur y Messi, hasta que Luis Suárez empaló la monumental volea que significó el segundo gol, y que abrió una tercera fase de este primer tiempo, en el que la defensa azulgrana sufrió repetidas veces por su ineficacia para defender balones cruzados, que culminaron en el gol azulón, en el que volvió a quedar malparado Piqué en la foto (como me recordaba mi amigo Luis desde algún lugar del mundo donde se encuentre, intentando hacer un mundo mejor con Médicos sin Fronteras). Con el partido abierto, se llegaba al descanso.

En la segunda parte, el Getafe dispuso de un par de ocasiones clarísimas para empatar; el Barça sufría, aunque amenazaba con finiquitar con un tercer gol el encuentro. Para cerrar el encuentro, Valverde introdujo al convaleciente Busquets por Vidal, volviendo al dibujo convencional, y acabándose los sustos para el equipo azulgrana, que anduvo en ese final de encuentro mucho más cerca del tercer gol que pusiese punto y final a la incertidumbre en el marcador.

No hizo falta, y con esta importante victoria, tanto desde el punto de vista matemático como emocional, el Barça inicia este 2019 en una posición privilegiada para poder gestionar una ventaja que ya empieza a ser importante ante sus perseguidores. Con la llegada esta semana de la Copa, veremos cómo gestiona la sobrecarga de partidos Valverde, pues desde mi punto de vista, el gran esfuerzo del pasado año en esta maratón de partidos de enero, fue una de las causas de los problemas que convergieron en la fatídica noche del Olímpico de Roma.

Mientras, la Bestia Parda sigue suma y sigue con su números, tras acabar 2018 como máximo goleador mundial, parece dispuesto a reventar otra temporada más el Bestiapardómetro, que queda como sigue:


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