miércoles, 23 de enero de 2019

Liga 2018-19. Jornada 20. Barça-Leganés. Otra vez tuvo que venir Messi a solucionar la papeleta.

Comienzo de la segunda vuelta, con partido en el Camp Nou para cerrar la jornada dominical. Tras las victorias de los rivales madrileños, se hacía necesaria una victoria tranquilizadora, tras los sobresaltos intersemanales en forma de supuesta alineación indebida, y necesidad de darle a la vuelta a la eliminatoria copera en el césped. El rival, el Leganés del exblaugrana Mauricio Pellegrino nos había asestado la primera derrota de la temporada en Butarque, en un muy mal partido de los de Valverde. Un equipo, el pepinero, que parece haber encontrado la fórmula con el paso a la defensa de tres centrales.


Frente a ello, Valverde sorprendió a todos con la ausencia en el once de la Bestia Parda, en lo que parecía en una decisión de priorizar la eliminatoria de Copa del Rey ante el Sevilla, pero que ha quedado desmentida por la no convocatoria del rosarino para el partido de Nervión. También Vermaalen, en el lugar del muy entonado Lenglet, y Aleñá ocupando el escalón más elevado de los interiores, en una posición muy similar a la de Rakitic en el partido de Copa de entresemana. Arriba, Suárez flanqueado por Coutinho y un Dembélé, que monopolizó las acciones destacadas ofensivas del equipo azulgrana en todo el primer tiempo.

Dembélé, como todo genio, tiene ese punto de inconsciencia que a la par entusiama y desespera. Ante la ausencia inicial de Messi, ocupó su lugar de inicio en los ataques azulgranas, y también quiso suplantar la influencia del argentino en su ausencia. Un recital de regates, frenadas, cambios de ritmo, buscando tanto la verticalidad como yéndose hacia adentro, para incluso llegar a intimar con Alba en el costado contrario, como en la jugada del gol, en el que replicó el gol Alba-Messi, tomando de nuevo el lugar del astro argentino. Fue a la par una jugada conocida y novedosa. Tan bien estaba jugando Dembélé que Alba lo había confundido con Messi para devolverle el pase atrás. El francés agradeció la deferencia con un disparo sutil al palo largo del portero pepinero que nada pudo hacer.

Mención especial merece el partido de Carles Aleñá. Su descarte en Copa hizo que muchos "Aleñistas" como servidor, mentáramos a la señora madre de Valverde, ya fuera verbal o mentalmente, pero el Txingurri nos compensó con su presencia en Liga. Pese a pisarse los espacios por momentos con Dembélé, chocando su academicismo congénito con la anarquía del francés, cada vez que tocaba el balón en esa segunda altura del mediocampo enlazando la base de la jugada con la zona de finalización, su corrección gestual, siempre bien perfilado, aprovechando el cuerpo para convertir el control en una acción dinamizadora de cada uno de los ataques, chocaba con lo visto a Rakitic tres días antes en el mismo escenario y posición, haciendo todavía chirriar más el recuerdo del partido del croata ante el Levante. Siempre mejoró cada balón que tocaba, lo que resume perfectamente el nivel de su partido.

Desafortuanadamente, en prácticamente la primera vez que el Leganés pasaba del mediocampo, un desajuste defensivo, permitió a Braithwaite nivelar sorpresivamente el encuentro. Valverde, que ya había puesto a calentar a Messi minutos antes, dobló la apuesta, prescindiendo tanto del canterano como de Arthur, para dejar paso a la BP y a Rakitic, plasmando un 1-4-2-3-1 con Messi campando detrás de la punta.

Y una vez más, Messi vino al rescate, y en un balón recibido en la frontal, soltó un latigazo a la escuadra al que sorprendentemente Cuéllar llegó con solvencia, para en un error técnico importante, palmear en vez de prolongar a corner el balón, que quedó muerto dentro del área pequeña, en el mal despeje bombeado. Y evidentemente, por allí estaba el depredador uruguasho para entrar a por él, para mi en falta por juego peligroso, tras ver miles de repeticiones, y empujar a gol para desnivelar el encuentro. El polémico Cuéllar aportó grandes dotes escénicas a la jugada, también es cierto, y tuvo luego un par de acciones polémicas, que el mainstream mediático ha obviado, tanto con Suárez como con Alba. El gol, finalmente, subió al marcador, y dio motivos para toda una semana de quejas, lloros y desarrollos conspiratorios.

Mientras tanto, Messi siguió dejando rastros de su inalcanzable nivel, y acabó cerrando ya en medio de un pocas veces visto descuento de siete minutos, si tomamos los usos habituales, pero  justo a mi entender, con una jugada de la casa Messi-Alba, con los protagonistas habituales, dejando el Bestiapardómetro como sigue:


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