viernes, 17 de enero de 2020

Volver a Disfrutar

Dice el sabio refranero popular que Dios escribe recto con renglones torcidos. No se puede observar explicación diferente a los infames, vergonzantes y sobre todo desconcertantes días que han acabado por llevar al banquillo del Camp Nou a Quique Setién. Infames por carentes de honra en el trato que se le ha dispensado en sus últimos días en el club a Ernesto Valverde, quien pese a estar claramente amortizado desde la sala de prensa de Anfield, ha tenido siempre un comportamiento y respeto hacia el club a la altura del hombre cabal que siempre ha demostrado ser. Vergonzantes, porque uno no deja de sentirse ciertamente identificado con el club, y ver las formas, los flashes y cámaras de todos los pasos, en falso o no, y la falta de, no ya un plan, sino el más mínimo criterio por parte de los responsables del Barça, han sacado los colores al barcelonismo de calle, incluso con críticas en los medios más afines. Y desconcertantes por haber trabajado en líneas tan antagónicas como Xavi, Pochettino, Koeman o Allegri, que al menos a mi me han hecho agradecer que el Tottenham hubiera sacado del paro a Mourinho, porque uno se lo imagina dando la rueda de prensa en el antepalco del Camp Nou esta semana y se le abren las carnes.


Pero bien está lo que bien acaba, seamos generosos, y abandonémonos a la euforia que supone tener al mando de la nave a un Ayatollah de la filosofía que al menos yo deseo que siempre se encuentre en el cabecero de cada despacho de ejecutivos, directivos y técnicos del Futbol Club Barcelona: esa filosofía de la que Quique Setien ha hecho base de su andadura en el Camp Nou, junto al trabajo, la convicción, la cantera y el buen juego, tal y como incidió sobre la majestuosa presentación como técnico del primer equipo, llenando de nuevo un bolsillo, el de la ilusión, que se había ido vaciando durante demasiado tiempo hasta alejarme incluso de este blog que con tantas ganas había mimado desde hace más de tres años.

Filosofía, trabajo, convicción, cantera y jugar bien. Maravilloso. Música celestial para oídos como los míos, y por lo que veo, oigo y leo muchos más barcelonistas que vuelven a preguntarse cuándo juega el Barça, que no es cuestión menor. Porque ese era el nivel de desencanto del barcelonismo. En mi caso, esta temporada por primera vez en mi vida, tomé la decisión de no ver un partido del Barça cuando podía. No era consciente de lo grave que era la situación hasta que he recordado esta semana lo que era esperar ansioso que llegara la hora del próximo partido. Volveré a retorcer mi agenda profesional, personal y familiar para no hacer coincidir nada con esas dos horas, volveré a discutir con mi mujer porque ya estoy con el fútbol, y volveré a ser ese rato el niño que a principios de los 80 seguía, casi siempre por la radio, los 90 minutos del partido del Barça con una atención que ya me gustaría haber tenido para los estudios o el trabajo durante mi vida.

Por eso, ya podemos decir que Quique Setien ha triunfado en el Barça, pues cambiar tan radicalmente un estado de ánimo en una afición, solo lo ha conseguido a este nivel un genio como Ronaldinho, y para ello tuvo que tirar de sus primeros trucos en el césped, no le bastó con 15 minutos de rueda de prensa de presentación, unas fotos de su primer entrenamiento y una cena de confraternización con la plantilla.

Veremos si, como dicen los agoreros, resultadistas y demás enemigos del hedonismo futbolístico o del Barça, Quique Setien gana su primer título con el Barça, pero al menos, nos ha devuelto las ganas de fútbol. Ahora, solo nos queda, como cantaba El Canto del Loco (influencia musical de mi mujer en mi ya de por si ecléctico repertorio): "Volver a disfutar"

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