jueves, 30 de enero de 2020

Liga 2019-20. J.21. Valencia-Barça La definitiva apertura de la Caja de Pandora del maldito entorno

Como ya habíamos venido pronosticando, tal y como bajaban las aguas por el maldito entorno en los primeros días de Quique Setién al frente del Barça, se desataría el apocalipsis tan pronto como viviéramos el primer tropiezo del nuevo Barça, al que le van contando los pases desde Madrid, pero también desde el oficialismo barcelonista, con una sorna y un desprecio que uno. en sus casi cuatro décadas de activismo culé, no recuerda haber presenciado nunca. Ni aquí, ni fuera. Así que la visita a Valencia, donde podía ser previsible que ocurriera ese primer tropiezo como así fue, llegaba en un mal momento, tras media docena de entrenos y ya mucha crítica, a mi modo de ver infundada, dada la altura del proyecto en que nos encontramos, todavía por desenvolver prácticamente.


Se presentó Setien con su mismo planteamiento que en los anteriores dos partidos, con la confirmación (sorprendente por el estado que no por el perfil) de Umtiti como acompañante de Piqué como central. El medio campo soñado por los líricos, como yo, con la vuelta de Arthur ya de lesión y de De Jong tras su sanción ante el Granada. Y delante, la delantera titular a falta de la puesta en circulación de Dembelé, con Griezmann y Messi en esa especie de novedoso doble falso nueve, y Ansu Fati, que venía de echarse el equipo a sus espaldas en Ibiza, como chincheta abriendo a la derecha, su perfil menos bueno, dando la amplitud y profundidad que por el otro lado del campo corresponde esforzadamente por el recorrido a Jordi Alba.

La primera parte fue un regocijo para todos aquellos que denostan eso que mal llaman "tiki-taka", expresión acuñada por el gran Andrés Montes, pero que no se ajusta en absoluto al juego de posición. Fueron cuarenta y cinco minutos de posesión infructuosa, sobre todo por dos circunstancias, la falta de continuidad en la jugada que daban los interiores, muchas veces demasiado alineados en altura con eso sí, un gran Busquets otra vez. Y por la falta de amenaza al espacio y desborde de las bandas azulgranas, muy bien controladas durante la primera parte por la conservadora estructura defensiva ché, que en sus escasas salidas, protagonizó varias llegadas muy claras ante la contemplativa defensa azulgrana. Solo la gigantesca presencia de nuestro guardameta evitó, penalti incluido, que los valencianistas se fueran con una merecida ventaja al descanso. Tuvimos que esperar casi al descuento para que se viera la primera aproximación medio peligrosa a la portería del siempre inseguro Jaume, más allá de un par de faltas lejanas de Messi, muy retrasado por la altura de los interiores y un desaparecido Griezmann.

Setien debió mover algo en el descanso, porque ya desde el primer minuto se vio un Barça muy diferente, más incisivo y amenazante que en treinta segundos ya había avisado de su peligro más que en los cuarenta y cinco minutos anteriores. Pero a veces, el fútbol se cobra merecimientos a destiempo, y toda la suerte que le faltó a la delantera ché, y a Maxi Gómez en concreto en la primera parte se le puso de cara en un disparo desviado, que tras tocar en Jordi Alba, despistó fatalmente a Ter Stegen y puso en ventaja al conjunto local. Fue un golpe duro, pero el equipo se rehizo para hacer, a mi modo de ver los mejores minutos desde la llegada de Setien, con continuas llegadas, y poniendo en disposición de disparar a Messi en media docena de ocasiones, que por una circunstancia u otra, contra todo pronóstico no acabaron por traducirse en el empate. Convendremos que poner a Messi en posición de disparo en 10 ocasiones, como pasó el sábado en Mestalla suelen traducirse con suiza puntualidad en un par o tres de goles habitualmente. No fue el caso.

Muy al contrario, fue el Valencia que en un saque de banda y en una salida blanda de Umtiti, solventada con sombrero del extrañamente pretendido Rodrigo, obligó a bascular a Piqué y Sergi Roberto, dejando solo a un Maxi Gómez, que esta vez sí, sin ayuda de por medio colocó con habilidad el balón fuera del alcance de Ter Stegen para finiquitar el partido, y abrir en los siguientes días la Caja de Pandora desde el oficialismo.

Porque ya sabemos que desde la trinchera rival se maltrataría a Setien, como no habían hecho con Valverde, al que veían como un rival que no podía dañar. Pero es que el oficialismo mediático culé, que todos sabemos de quien se trata, ha sacado todos los cañones para machacar a Setien, utilizando a la plantilla incluso para denostarle. Una batería de artículos de opinión y pontificados de tertulia, que hacen dudar mucho que desde dentro de la Junta se haya apostado firmemente por el nuevo entrenador, como por otra parte podíamos sospechar, sino que se ha utilizado electoralmente la elección para subirse al carro en caso de éxito y, preferiblemente para ellos me atrevo a pronosticar, llenarse la boca de ese "veis como ya no se puede jugar así" en caso de que los resultados no acompañen de aquí a final de temporada.

Aquí, al menos, contará Setien con un firme defensor de su propuesta, incluso aunque alguna de sus decisiones, como la de prescindir de Carles Pérez, no las comparta, porque un hombre firme en sus convicciones es lo mejor que nos podía pasar a estas alturas en que los principios se rifan al más puro estilo Groucho Marx, de acuerdo a la propia conveniencia.

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