miércoles, 19 de febrero de 2020

Liga 2019-20. Jornada 24. Barça-Getafe. Victoria masticando tornillos aderezados con silbidos de incomprensión y desmemoria

Hace casi 33 años aterrizaba en Barcelona, en plan Mesias redentor un holandés visionario, bastante incomprendido como casi todos los genios en muchas fases de su vida, y que venía a liderar una renovación radical de una plantilla del Barça, a la que el presidente Núñez había puesto la cruz el día que pidieron su dimisión en el Hotel Hesperia de Barcelona, curiosamente un hotel del entonces vicepresidente Gaspart. Toda la plantilla, salvo Schuster que se bajó del carro en una muestra más de su concepción de la solidaridad, y el entrenador entonces Luis Aragonés, en visperas de un ya intrascendente Barça-Madrid, que por cierto acabarían ganado 2-0, pusieron el club, la ciudad y Cataluña entera patas arriba.


Cruyff, habilmente robado a la oposición por Núñez como baza electoral del año siguiente (¿os recuerda a una visita reciente a Doha?) exigió plenos poderes a todos los niveles, aprovechando su posición de fuerza ante la debilitada directiva culé, y empezó a crear lo que sería un equipo de leyenda que ganaría cuatro ligas consecutivas y la primera Copa de Europa de la historia del club en Wembley. Fue un antes y un después en la historia del Barcelona, a nivel de palmarés, seguro, pero también por dotar de una identidad futbolística al club, el mayor de sus legados.

Y esta identidad ya incluía un cambio de paradigma para el portero, adelantándose al menos 4 años a la evolución del reglamento que en 1992 prohibiría la cesión al guardameta. Zubizarreta, el portero titular de aquel equipo le hacía partícipe de los rondos, en los que sufría muchísimo, pensando que era una treta del holandés para deshacerse de él como uno de los significado en el Motín del Hesperia. Pero lo que Johan quería es que el portero fuera el primer jugador de campo, una revolución que hoy todos tenemos totalmente interiorizada.

Os preguntaréis por qué me voy tan atrás en la crónica del partido del Getafe. La respuesta es evidente. Los silbidos que recibió el equipo cada vez que durante la segunda parte jugaba con Ter Stegen para iniciar la jugada creando superioridades ante la gran presión del equipo visitante, además de injustas, son desmemoriadas. No sé si por años de presión del entorno mediático más afín a las estructuras del llamémosle "Antiguo Regimen", con un alud de artículos tendenciosos que han hecho mella en la memoria colectiva del soci. O por la nueva moda de que se tiene que jugar como el Liverpool, el equipo del momento, pero alejado enormemente de esa identidad que nos legó Cruyff, una auténtica joya de valor incalculable. 

El caso es que silbaron, y la mayor de las pitadas coincidió con una jugada que acabó 20 segundos después con Griezmann rematando en la frontal del área pequeña a placer. Injustos, desmemoriados y desconocedores de la realidad del juego. Esa jugada es paradigmática, y la pena es que Griezmann falló estrepitosamente con su pierna mala, porque si no, hasta los resultadistas se hubieran subido al carro.

El Barça de Setien hizo un magnífico partido ante un rival, que va tercero en la Liga, solo por detrás de Barça y Madrid, que realiza una gran presión en campo contrario, que hizo el record de faltas (sancionadas, que no cometidas, porque hubo al menos una decenas de leyes de la ventaja) de las 5 grandes ligas esta temporada, y que con su buen partido convirtió el encuentro en un ejercicio de masticar tornillos.

Fue derrotado, y tan solo en los momentos en que las contingencias físicas (lesión de Alba y golpe a Umtiti en el gol anulado al Getafe) fue superior al Barça. Setien ha construido en poco más de un mes, el mejor mecanismo de salida de balón desde Guardiola en el Camp Nou, y ése es solo el primer paso. El equipo evoluciona, y lo hace ganando. No sé que más queremos pedirle. Y gana, pese a la increíble racha de Messi ante el gol, que es inverosímil que se repita o se prolongue, tal y como hemos visto en la última década.

El entorno culé está demasiado convulso, incluso para lo que es habitual. Agradezcamos que podemos refugiarnos en el fútbol, en lo que se está construyendo en el campo. Si este equipo consigue conjurarse contra lo que le rodea, podemos estar ante unos meses históricos. Pese a los muchos obstáculos que se le ponen desde todos los ámbitos del maldito entorno.

Yo, confío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario