miércoles, 12 de febrero de 2020

Liga 2019-20. Jornada 23. Betis-Barça. Victoria necesaria, merecida y tranquilizadora

Se presentaba el Barça en el Benito Villamarín, tras haber sido eliminado en Copa por primera vez en 7 años, y con el maldito entorno ojo avizor para ver si había la posibilidad de despedazar a Setien, quien además, volvía a una plaza en la que era titular hasta la temporada pasada. Tanto el equipo como su entrenador se encontraban ante un escenario bastante límite, con el agravado de la baja de Piqué por tarjetas y habiendo confirmado días antes que Dembélé no podrá ser de tanta ayuda como Setien había venido anunciando en sus ruedas de prensa, al perderse por lesión (otra vez) lo que resta de temporada.


En esas circunstancias, Quique dispuso en el campo una novedad, jugando con un 1-4-4-2 con rombo. Alba esperaba en el banquillo para que Junior volviera a su estadio de hace unos meses, y Sergi Roberto jugaba por delante de Semedo en derecha. Vidal, como cabeza de rombo buscaba ocupar el espacio que Messi dejara en sus bajadas a recibir para sorprender y colaborar en la presión. Un sistema, parecido al que Valverde le propuso al propio Setien, la temporada pasada en este mismo partido. Los interiores, adelantados, pero siendo segunda opción de pase en salida, si Sergio estaba muy vigilado, tal y como hemos venido viendo en los últimos partidos. Esta vez la salida de balón no fue tan brillante como por ejemplo en San Mamés o contra el Levante, pero aun así fue clave en el primer gol azulgrana.

Las cosas se pusieron cuesta arriba muy rápido, prácticamente en la primera aproximación bética, con un Fekir que ya empezaba a marear a toda la defensa azulgrana con mención especial para un desubicado Umtiti. El disparo del francés dio en la mano de Lenglet y supuso, VAR mediante, el gol de Canales que engañó a MAtS con solvencia desde el punto fatídico. Pero el Barça reaccionó muy rápido, y De Jong, tras apoyarse en Messi, culminó una de sus cabalgadas fusilando a Joel y volviendo a poner las tablas.

El Barça se hacía con el partido y se sucedían las llegadas a la portería bética, pero una pérdida en medio campo, acabó con Fekir de nuevo encarando a Umtiti, que decidió recular hasta el infierno mismo si era necesario antes de exponerse ante el genial jugador bético, quien ante el espacio regalado, armó su pierna izquierda para mandarla a la jaula. Una vez más, dos tiros, dos goles, y poco o más bien nada que reprochar al portero. Y el partido, de nuevo cuesta arriba para un equipo que desde hace tiempo se veía que no dispone de una fuerza mental mínimamente aceptable.

Tras el 2-1 se pasaron por malos momentos, más de falta de reacción que de agobios propios, pese a que Fekir seguía desplegando su enorme repertorio ante el delirio del Villamarín, con caños, recortes e incuso rabonas. Pero, al filo del descanso, una falta lejana era quirúrgicamente botada por Messi, para que Busquets, al borde del área pequeña controlara y empatara el partido antes del descanso. Cuando hablamos de gol psicológico, poco  recuerdo más acordes a tal calificativo que éste. Un nuevo partido se abría para el segundo tiempo.

Pese a que el juego no estuvo en ningún momento al nivel de San Mamés, ni siquiera del de los últimos partidos en el Camp Nou ante Leganés y Levante, el Barça desde el comienzo de la segunda parte inclinó claramente el partido hacia la portería de Joel, que estuvo providencial ante Messi en tres ocasiones, alargando la racha de disparos sin gol de la Bestia Parda hasta límites desconocidos hasta el día de hoy. Pero Messi, viendo que el gol se le resistía se abandonó al altruismo de la asistencia, y en otro balón parado, colocó en la cabeza de Lenglet un centro que supuso el tercer gol y la remontada del equipo.

A partir de ahí, vinieron la estúpida expulsión de Fekir, protagonista para bien o para mal de todo el partido y la innecesaria segunda tarjeta de Lenglet, que pasó de héroe a villano en pocos minutos. Diez contra diez y con el Betis con más espacios para buscar el empate, Setien, en vez de sacar intensidad, buscó defender a través del control del balón, y apenas sufrimos acercamientos, pues también en el campo, tanto Messi como De Jong y Arthur, entendieron este final de partido como un ejercicio de conservación del balón que desesperó al Betis, hasta el pitido final.

Una victoria merecida, por el progreso de los últimos partidos, por la resistencia a la fatalidad y por el carácter demostrado. Necesaria para evitar críticas mayores en un entorno barcelonista absolutamente desbocado ante el desastroso mercado de invierno y la falta de efectivos, y con las facciones más reaccionarias masacrando a la mínima al entrenador, que lleva dos telediarios y al que quieren hacer culpable hasta de la huida de Neymar y la gestión de sus relevos en la plantilla. Y una victoria tranquilizadora, pues tras dos dolorosas derrotas en partidos fuera de casa en Mestalla y San Mamés, este triunfo dejará un margen para trabajar en las próximas dos semanas al equipo, sin partidos entre semana y con encuentros ligueros en el Camp Nou, antes de la vuelta de la Champions League en Nápoles y la posterior visita al Bernabeu, visitas donde se jugarán gran parte de las aspiraciones de la temporada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario