miércoles, 5 de febrero de 2020

Liga 2019-20. Jornada 22. Barça-Levante. Motivos para el esperanza, y para la preocupación

Segundo partido consecutivo del Barça de Setién en el Camp Nou, tras la reparadora goleada ante el Leganés en Copa entre semana, que parecía alejar los malos augurios de la derrota en Valencia, apoyada en un cambio de sistema para volver a un 1-4-3-3 más ortodoxo, en la línea de la última década azulgrana. Se presentaba en Barcelona el Levante, quien en su visita anterior había dejado la consecución de un título de Liga.


Setien volvió a presentar una alineación con una disposición clásica del Barcelona, con la elección de Semedo de nuevo para el lateral derecho, y la titularidad de Rakitic en la tercera posición del mediocampo, pues Vidal era baja por una contusión y Arthur no acaba de parecer a ojos del cuerpo técnico merecedor de un puesto de titular. Arriba, Ansu jugaba en su perfil bueno, a la izquierda, con Messi y Griezmann entendiéndose bien en la ocupación del frente central y derecho del ataque. 

En salida de balón, Busquets vovía a colocarse a menudo entre centrales al jugar el Levante con dos puntas. Una opción que personalmente me desagrada, pues necesita que el equipo una vez establecido en campo contrario, permita la subida de Busquets para poder llegar a la presión tras pérdida, y en cualquier caso, ocasiona un esfuerzo adicional para el de Badía. Aun así, la salida de balón, sin duda ninguna, fue la mejor noticia del partido. Se nota ya muchísimo la incidencia de Setien, y los apoyos de los interiores para abrir a banda de primeras al tercer hombre, estructuran una salida eficaz, en la que Ter Stegen tiene un peso mayúsculo, pues casi siempre es flotado, y su precisión (51 de 51 pases) y rango de pases abre todo un abanico de posibilidades al equipo para asentarse en campo contrario.

La segunda buena noticia fue la indudable química entre Messi y Ansu, como la hubo hace década y media entre Ronaldinho y el adolescente Messi. Se buscan, conectan, y el niño hasta parece jugar como si fuera un veterano, incluso jugándose jugadas que cualquier otro buscaría devolver a Messi. Es una sociedad de potencial ilimitado, y que dadas las circunstancias de la corta plantilla, especialmente en ataque, vamos a tener la suerte de ver repetidamente esta temporada. Así, tras una asistencia de tacón del niño a la Bestia Parda, que paró Aitor, el rosarino le regaló dos pases en contraprestación que el imberbe Ansu enjauló en 2 minutos para encarrilar el partido. Así se llegaba al descanso, con una muy buena sensación del equipo, que incluso hacía parecer corto el resultado.

La segunda parte empezó exactamente igual por parte azulgrana, pero el Levante se fue con todo al ataque tras tener una primera oportunidad, fruto del desconcierto azugrana, y las protestas por un balón que chocó en el árbitro y que, con la nueva reglamentación, le da la posesión al equipo que la tenía antes de golpear en el colegiado. De ahí al final del partido, se rompió el encuentro.

Lo que en principio achaqué a dejarse llevar por lo que proponía el Levante, en un segundo visionado me cambió la visión. Y es que la extraordinaria salida de balón, sin fallo alguno hasta un error de Arthur casi en el 90', dejaba a los delanteros azulgranas y los interiores en posiciones de ataque en superioridad constantemente, a las humanamente es imposible renunciar, y más si en tu equipo está un tal Leo Messi, que a poco que recupere la fiabilidad cuando se encuentra con balón controlado en la frontal del área, lo que ha ocurrido en más de una decena de ocasiones en cada uno de los últimos partidos desde Mestalla, nos puede colocar en disposición de luchar por cualquier cosa esta temporada.

Es cierto, que el ida y vuelta produjo un claro cansancio en algunas de las piezas azulgranas, lo que ocasionó que al final del partido no se pudiera forzar un control con posesión de balón que evitara los sustos finales que desembocaron en el gol del Levante, e incluso un último disparo que pese a irse desviado podrían haber llevado un empate al marcador, que atendiendo a lo visto durante los noventa minutos, cualquiera que sea el indicador utilizado hubiera resultado abiertamente injusto.

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