martes, 6 de febrero de 2018

Jornada 22. Espanyol-Barça. El Barça salva su imbatibilidad en un partido desagradable

Tras los acontecido en las últimas semanas, eliminatoria de Copa mediante, volvía el Barcelona al campo del Espanyol en un partido que ya habitualmente de los más (si no el que más) incómodos de jugar, con el único aliciente de conservar la imbatibilidad y quizás también el de no dejar demasiada energía pues el partido se encuadraba en medio de una exigente semifinal copera ante el Valencia y a las puertas del retorno de la Champions con la llegada de febrero.


Además, dos cuestiones multiplicaban la incomodidad del partido. Por un lado, todo lo vivido en la eliminatoria de Copa, con la transitoria alegría de parte perica por la inesperada victoria en la ida, y la derrota en la vuelta, las declaraciones post-partido y las denuncias espanyolistas ante Antiviolencia, a todas luces improcedentes. Por el otro, una variable incontrolable, la meteorológica, que hizo caer una cantidad estimable de agua antes y sobre todo durante el partido, lo que fue minando las condiciones del césped hasta hacerlo muy difícilmente practicable en la segunda parte.

Valverde hizo la madre de todas las rotaciones, la de Messi. Además de la de los laterales titulares y de un Rakitic que empieza a acumular demasiados partidos y kilómetros de esfuerzo, por lo que un descanso le viene de fábula. Aun así, la presencia de Alcácer y Coutinho, acompañando al enrachado Luis Suárez, ofrecían un 1-4-3-3 de inicio que enseguida se hizo con los mandos del partido, pese a la agresiva presión blanquiazul, llegando con cierta asiduidad a los dominios de Diego López, titular en detrimento del reticente a la renovación Pau. Según pasaban los minutos, comenzaba a observarse zonas del campo donde el balón no corría bien, se frenaba e impedía una fluida circulación del mediocampo culé. 

Pese a todo, se elevaba sobre todos un Iniesta que se adapta a cualquier circunstancia, dominando el partido, y tan solo la falta de entendimiento de un Digne cada vez más intrascendente, impedían que fuera una banda productiva, ya que Coutinho se mostró más incisivo y acoplado que en anteriores partidos. Por el lado contrario, el freno lo ponía Paulinho, al que según se va mostrando el equipo que quiere Valverde, se le están viendo más las costuras, y no era capaz de poner en franquía a un Semedo que sí que se movió con soltura en el lateral derecho. Por el bando espanyolista, el extraordinario Gerard Moreno estaba muy por encima de cualquier compañero, empezando a incomodar a toda la defensa azulgrana con sus inteligentes movimientos y su técnica depurada. Pero sin demasiada novedad, se llegó al descanso.

La salida del segundo tiempo fue más decidida por parte local, acaudillados por la ya en esos minutos primorosa actuación de Gerard Moreno, y conscientes de la anulación de la ventaja técnica azulgrana que el estado del césped ofrecía. La mezcla de zonas donde el balón casi no rodaba, con otras en las que la rapidez era extrema hacía cada vez más complicada la gestión del esférico y los acercamientos al marco de Ter Stegen eran cada vez más asiduos; escenario poco propicio parecía. Y así se confirmó en una pérdida de Digne, que aprovechó Sergio García, recién incorporado al terreno de juego, para poner un centro preciso y tenso en la cabeza de Gerard Moreno que casi a quemarropa puso a trabajar el marcador electrónico para algarabía de la parroquia local, que veía aproximarse la segunda victoria ante el rival ciudadano en menos de un mes, cuando había que irse casi 10 años atrás para divisar la anterior.

Con el campo impracticable, incluso para un Messi, que salió poco antes del gol, parece que con ganas, el panorama era de lo más sombrío para la imbatibilidad culé en Liga. El Barça se puso manos a la obra, sacó a Jordi Alba y empezó a empujar al Espanyol hacia su portería, aunque con poca sensación de peligro, hasta que Sergio García, que ya había empezado a congeniar con Umtiti, le hizo una absurda falta lateral cuando el balón se iba hacia fuera de banda y no había peligro alguno. La falta la sacó Messi para ponérsela en la cabeza a Piqué para que empatara el partido, y salvara la imbatibilidad azulgrana.

Y habiendo conseguido lo que más podía doler a los espanyolistas que tan mal quieren al 3 azulgrana, éste se dio el gustazo, equivocado pero entendible en mi opinión, de mandar callar a una grada que se pasa el partido, no ya pitándole, que está más que acostumbrado, sino insultándole no solo a él, sino a su familia, hijos incluidos con cánticos de la peor calaña. El gesto encendió un partido que debía haber quedado congelado con el empate, y se sucedieron pequeñas revanchas, como la de Gerard Moreno con el propio Piqué en una entrada tardía, peligrosísima y llena de malas intenciones, como cualquiera que haya jugado un poquito conocerá, y que el propio Moreno calificó de "dura", así que nada más que decir.

Y Piqué, otra vez en el ojo del huracán de las tertulias y los informativos poco amigos del Barcelona, en los que se pone al central de la Bona Nova de vuelta y media, y apenas se comenta de soslayo que le lesionaron voluntariamente. Todavía no sabemos de qué importancia, pero como mínimo es duda para el jueves en la vuelta de las semifinales de Copa. Piqué se equivocó, pero no fue el único desde luego.

Lo dicho, todo muy desagradable. La previa, el ambiente, el terreno de juego, la lluvia, los gestos de unos, las entradas de otros, las declaraciones postpartido. Al menos, hasta la temporada que viene no volveremos a jugar contra el Espanyol, y esperemos que, para entonces, se hayan calmado un poco las aguas.

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