martes, 20 de febrero de 2018

Jornada 24. Eibar-Barça. Un gran Eibar no tiene suficiente para poder discutirle el marcador al Barça

Esta jornada me pillaba de escapada de esquí con la familia y amigos. Tras la ciclogénesis explosiva del año anterior que ni siquiera nos permitió bajar los esquís del coche en todo el fin de semana, habíamos decidido darle una nueva oportunidad a la estación y sobre todo al Resort, dado el magnífico trato dispensado en condiciones tan adversas y con niños pequeños. El horario del partido (16:15) no vislumbraba que uno pudiera tener fácil ver el partido en directo sin alguna cuita marital. Sin embargo, los astros se alinearon, y el cielo se cubrió dejando una incómoda nevada en la estación de Boi Taüll, como para que todo fluyera en favor de mi presencia a la hora H delante del televisor del bar del Resort ;-)


Ante mi sorpresa, Valverde ponía lo que creo él considera el once de gala, es decir, el que tomó el Bernabéu en diciembre, pese a tener en 3 días un decisivo y complicado encuentro en Stamford Bridge con la vuelta de la Champions. Enfrente, el Eibar e Ipurúa, una dupla extremadamente bien avenida, llena de sinergias futbolísticas y emocionales, que convierten la visita al equipo armero en una especie de punto y aparte de la temporada. Esta simbiosis se vio acentuada por las condiciones meteorológicas, que con lluvia, acentuaron las virtudes de su propuesta futbolística.

Los eibarreses salieron con un entusiasmo incluso por encima del esperado, presionando muy arriba, juntando el equipo hacia la vera de Ter Stegen, defensa adelantada incluída. Esta presión, ayudada por las dimensiones del campo, fue extremadamente efectiva durante todo el partido, pero especialmente en este inicio, donde tan solo la falta de calidad arriba y la solidez y tranquilidad del triángulo Umtiti-Ter Stegen-Piqué hicieron que aquellos ¡ay, ay, ay! se convirtieran en ¡Uys! con la frecuencia debida. Y es que hasta ese penúltimo pase el plan del Eibar era perfecto en ejecución. El Barça, huérfano de balón, con Busquets muy presionado por Joan Jordan, y bastante falto de claridad en su salida de balón por primera vez en mucho tiempo, se tuvo que enfrentar a un partido de enorme incomodidad.

Sin embargo, por perfecto que sea el plan del rival, ninguno cuenta con el Factor Bestia Parda que todos y cada uno de los planteamientos azulgranas tienen de su parte con la presencia del 10. Además, se da la circunstancia, que por una razón que se escapa a mi conocimiento, Messi se siente especialmente cómodo en Ipurúa, donde los espacios no existen; así que él los inventa. Cada conexión Busquets-Messi era un ¡Uy! para el Eibar. Al cuarto de hora, recibió de Busi un balón delante de la línea media armera, y con un toque suave, en diagonal, con la fuerza y dirección precisas, superó las dos líneas locales para dejar al bullicioso Suárez delante del portero, para que el uruguayo definiera con maestría sentando a Dmitrovic y marcando a puerta vacía. Un partido que se veía feo para los intereses culés, se ponía en franquía rápidamente.

Pese a no ser superior en ningún momento, el Barcelona fue adaptándose a la situación, con la ventaja que siempre otorga jugar con un Ter Stegen atrás para encontrar vías de salida a la presión normalmente ajenas a un portero, y con las rupturas de presión en conducción interior desde el lateral de Sergi Roberto, que además cuajó un estupendo partido en labores defensivas frente al peligroso Inui, que perdió casi todos los duelos con el de Reus. Además, Messi seguía creando espacios de la nada en cada recepción desde Busquets, y en la primera parte ya había dejado 5 veces solos a Suárez y compañía ante Dmitrovic, que hizo un muy buen partido, además de un remate del rosarino al palo.

La salida de balón se vio además evidenciada por el cambio de alturas de Rakitic (esta vez casi extremo derecho muchas veces) y el tosco Paulinho, quien más cerca de la base, dificultó enormemente la continuidad de las jugadas, y es que en todo 2018 es más que posible que el brasileño no haya dado un solo balón en ventaja a un compañero. Y así, salir de una presión tan intensa como la que dispuso el Eibar es muy complicado.

En la segunda parte, el partido se movió por derroteros similares, con la buena noticia que los cambios de Valverde (Coutinho y Aleix) volvieron a ser claves en la jugada del segundo gol de Alba, quien obtuvo premio a su constancia como alternativa en profundidad por banda izquierda. Atrás, Piqué, imperial de nuevo según se acerca el tramo decisivo de la temporada, y Umtiti, infranqueable por alto y por bajo, en velocidad y en posicional, fueron dique suficiente para abortar la riada atacante armera, más tempestuosa que realmente amenazante para el marco de Ter Stegen, que sumó otra portería a cero en Liga.

Es cierto que la valiente y decidida apuesta de los de Mendilíbar les hizo acreedores a una mejor suerte, pero visto fríamente, también se encontró el Barça en ventaja rápidamente, y ante la inminencia de la presumiblemente agotadora batalla de Stamford Bridge, visto el escenario poco agradable, y sin sentir demasiado amenazada su ventaja, pudo de alguna manera dosificar sus esfuerzos, o al menos, eso espero que fuera lo que decidieron los barcelonistas en Ipurúa. La respuesta la tendremos este martes en Londres, en un apasionante partido digno de una fase mucho más avanzada de la Champions.

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